7.1.09

Harry Mulisch

Mi mejor aventura literaria del 2008

Cuando la colombiana Laura García, del blog Arco Libris, publicado en Chile por La Tercera, me pidió hace unas semanas que respondiera a la pregunta ¿cuáles son los mejores libros que leíste el año que termina?, mi respuesta fue monotemática e indudable: todos fueron libros del holandés Harry Mulisch.

Copio debajo, con minúsculas modificaciones, el texto que le envié y que ella colocó en su blog:
Este año, mi mejor hallazgo no ha sido un libro, sino un autor: el holandés Harry Mulisch. Hacia finales del 2007 cayó en mis manos un libro titulado Caso criminal 40/61. Era una compleja y peculiarísima crónica del juicio del criminal nazi Adolf Eichmann en Jerusalén, en 1961. El cronista era Mulisch, entonces un joven periodista y narrador con un pasado familiar conflictivo: hijo de un colaboracionista holandés (de Haarlem) y una madre judía, sobreviviente él mismo de la ocupación alemana de Holanda en la Segunda Guerra Mundial.
Cuando supe que el de Mulisch era, para muchos, el nombre crucial de la narrativa holandesa en el siglo veinte, decidí echarme a buscar el resto de su obra. Son más de treinta libros, pero en traducciones al español o al inglés apenas se puede encontrar seis de esos títulos: los leí todos el 2008. Todos son estupendos. La novela El descubrimiento del cielo es una suerte de épica fantástica, aventurera, sobrenatural, pero en el fondo es una novela filosófica que no teme interesarse por los temas más difíciles de la teología occidental y oriental. Es en cierta forma la gran summa de la obra de Mulisch, aunque yo, personalmente, prefiero sus demás libros, que menciono a continuación.

Sigfrido es una ficción contrahistórica: la trama se construye a partir de una pregunta hipotética: ¿qué hubiera pasado si Adolf Hitler hubiera tenido un hijo con Eva Braun? ¿Cuál habría sido la índole del lazo paternal-filial con un individuo como Hitler en uno de los lados del vínculo? Dando un paso atrás, la novela no cuenta precisamente esa historia, sino la historia de un novelista que quiere imaginar el relato y que de pronto se halla ante la posibilidad de que su imaginación sea, de hecho, una realidad.

El asalto, una de las más conocidas de sus novelas, fue llevada al cine (como ocurrió con El descubrimiento del cielo) hace unos años. La idea es excepcional: un colaboracionista local, pronazi, es asesinado ante la puerta de una casa en Haarlem, Holanda, hacia finales de la guerra. El hombre ante cuya casa ha caído el muerto, decide empujar el cadáver hasta colocarlo frente a otra casa, para evadir una posible acusación. Ese gesto azaroso decide el destino entero de una familia por varias generaciones: la cadena de homicidios que estalla como consecuencia acompaña, traumáticamente, al único niño sobreviviente del hecho, que se reencuentra con las memorias fragmentarias de ese momento (y con diversos actores del hecho) a lo largo de las décadas siguientes.

El procedimiento es acaso mi preferida (y eso la convertiría en mi libro favorito leído en el 2008). La novela cuenta un puñado de historias sucedidas en momentos históricos distintos --desde el siglo dieciséis checo hasta el siglo veinte norteamericano-- pero vinculadas vertebralmente por un mismo tema: todos los relatos paralelos involucran a un ser humano que intenta crear otros seres humanos: un rabino que elabora un gólem en Praga, un científico holandés que contribuye a la creación artificial de seres vivos, pero también la versión más natural de la historia: una madre que da a luz a su primer hijo. Mediante el complejo juego de vasos comunicantes del relato, Mulisch acaba por devolverle a los hechos naturales de la concepción y el nacimiento el aura mágica que sus versiones fantásticas le han arrebatado en la literatura prometeica, desde la tragedia griega hasta Mary Shelley.

Lamentablemente, me faltan sólo dos novelas suyas, una en versión española (Dos mujeres) y una en traducción inglesa (Last Calls) para terminar con todos los libros de Mulisch traducidos a lenguas que puedo leer. ¿Y después, qué hago? Aprender holandés, supongo; o empezar una campaña para que la obra (más de treinta títulos) de este candidato al Premio Nobel tenga toda la atención que merece fuera de Europa.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Te segui la recomendacion de Leo Perutz y resulto formidable, asi que veremos que tal me va con este autor. Pero nos diras que ediciones estan disponibles en español y en que editoriales?

Anónimo dijo...

Estimado Gustavo, para mi fue un honor publicar tu respuesta en ArcoLibris. Ahora sólo me falta explorar a Mulisch.
Abrazos,
Laura.

zeta dijo...

Pues nada mal se oye el ùltimo libro; que inevitablemente me hiz pensar en Borges. En mi humilde opiniòn, es mejor que los traduzcan, que no todos podemos aprender holandès, caray...Suerte.

Anónimo dijo...

Por favor Gustavo pon más calatas.

Anónimo dijo...

Un lugar llamado Oreja de perro, la novela de Iván Thays finalista del importante concurso de novela Herralde, ha recibido algunas muestras de aprecio (aquí y aquí); pero Rafael Lemus, en la edición de enero, calientita, de la revista literaria más importante de Hispanoamérica, Letras Libres, parece haber puesto las cosas en su verdadero nivel. Dice Lemus en su reseña que




–Moleskine literario, su bitácora, es "vanidosa", "complaciente", amiguista y un lugar donde "escasean las ideas".



–La novela es ejemplo de "cierto buen gusto contemporáneo".



– "Un lugar llamado Oreja de Perro es una buena novela porque se parece, más de lo habitual, a algunas grandes novelas".



– "Uno piensa, luego, en J.M. Coetzee y justo eso: la novela debe mucho, demasiado, a la obra del sudafricano. Puede decirse, casi sin exagerar, que Un lugar llamado Oreja de Perro es una cruza de, digamos, La edad de hierro y Desgracia."

–"¿Hay que decir que Un lugar llamado Oreja de Perro es capaz de mucho pero incapaz de reproducir el aura de aquellas novelas?"



–"El peruano se topó con un estilo ya hecho y decidió emplearlo, con apenas cambios, en su escenario nacional".


-"Thays (...) aprovecha cierta escritura contemporánea en vez de explorarla".


–"Son pocos los riesgos formales y nada es radical en esta novela –el laconismo no es extremo, el tono desencantado no lo es tanto, la violencia es esencialmente temática. Los elementos de una buena novela contemporánea están allí, pero un tanto apagados, a un paso del lugar común".

–"Un lugar llamado Oreja de Perro es una buena novela.
Es sólo que a veces uno quiere algo más que pasar un rato agradable. ~"



Solo una cosa puedo reprochar a Lemus en esta reseña brutalmente honesta: no hay nada de malo en pasar un rato agradable y nada más. Lo superficial es necesario a veces. Pero eso de repetir a cada rato "es una buena novela" mientras se destaza a la misma es… un rasgo de conmiseración (o, peor, ironía) innecesario.


Por supuesto, tienen que leer la reseña completa.

http://www.letraslibres.com/index.php?art=13532&rev=2

Anónimo dijo...

Mi mejor aventura literaria del año: fue la de ser uno de los pocos gatos (minoría honrosa) que leyó y gozó con la novela de largo aliento "Bombardero"...

Anónimo dijo...

Tiembla, Faverón, ese charro Lemus es cosa seria. Deja en la lona a tu amigo Thays cuando habla de su blog diciendo que es vanidosa", "complaciente", amiguista y un lugar donde "escasean las ideas".
Y cierra con una fuerza que no tuviste: "Un lugar llamado Oreja de Perro es una buena novela. Es sólo que a veces uno quiere algo más que pasar un rato agradable". Ese Lemus te está banqueando.

Perleche

Oscar Pita Grandi dijo...

Hoy a la hora del almuerzo salí en busca de Mulisch y lo encontré en la librería "La Tertulia", en el ingreso del Centro Cultural PUC (de la cadena de Librerías La Familia, que tiene todo Tusquets). Aparecía una lista con cinco novelas suyas en pantalla, pero solo quedaban dos títulos: "El Procedimiento" (45 soles) y "Sigfrido (63 soles). Ya los tengo. Quedaban un ejemplar más de cada uno, porsiaca...

Anónimo dijo...

Sr. Faveron, creo que en estos momentos seria mucho mas productivo pasar de la ficcion (por ejemplo, los libros de Mulisch) a la realidad (por ejemplo, las Fuerzas Armadas de Israel y la ocupada Franja de Gaza)
La Historia a narrar podria ser esta: los ciudadanos Palestinos de la ocupada Franja de Gaza, desesperados, deciden abandonar sus hogares y dirigirse, en busca de refugio, al centro de refugiados de las Naciones Unidas, frente al bombardeo israeli. Entonces sucede lo que nadie podria imaginar que pueda suceder (entre otras cosas porque es la realidad y esta historia no podria ser una excepcion: la realidad siempre supera en todo a la ficcion)
Una bomba de mil kilos hace volar por los cielos el local de Naciones Unidas y la carniceria se desata...Surgen las interrogantes:

Cuales son los arquetipos...
Cuales son los estereotipos...
Cuales son los complejos juegos de vasos comunicantes...
Cual seria el procedimiento que hace que la imaginacion de pronto se convierta en realidad...
Cual es el gesto azaroso que decide el destino entero de estas familias...
Cual es el engranaje mitico...
Que sucederia si en vez de..., sucediera...

Y asi etc, etc, etc.
Que le parece?

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Lo que me parece es que su comentario anónimo, queriendo ser ingenioso, le falta el respeto a los fallecidos y las víctimas tanto del bombardeo israelí como de los ataques terroristas del Hamas palestino, que Ud., por cierto, prefiere no mencionar.

Anónimo dijo...

Acaso la realidad es siempre respetuosa???

Anónimo dijo...

Aquellos que siempre están donde deben estar
LOS INTELECTUALES INVISIBLES
Escribe: Dante Castro Arrasco

César Hildebrandt ha publicado un nuevo y provovador artículo (La Primera 6/1/09)preguntándose dónde están los intelectuales, porqué no se manifiestan sobre los crímenes del sionismo imperialista en Gaza. Hace bien en denunciar el silencio ominoso de los intelectuales de derechas, como la mafia cuetista y los serviles alfiles de Mario Vargas Llosa. Este último, es el intelectual orgánico del neoliberalismo y no podemos hacerle concesiones porque "escribe bien". Estamos en un continente donde escribir bien no es una novedad. Pero nótese que Hildebrandt jamás choca con Vargas Llosa, a quien considera su amigo. La mafia literaria que tanto critica, (Cueto, Thais, Ampuero, etc.), justamente depende de éste agente imperialista que ha hecho de su fama literaria una garantía de invulnerabilidad.

Paralelamente existen los intelectuales invisibles, aquellos que ni Hildebrandt ni los mentados ven con auxilio de una lupa, y no por falta de méritos literarios, artísticos o académicos. Esos intelectuales asisten a las manifestaciones contra el imperialismo y el sionismo, elevan su voz de protesta en artículos y discursos, pelean por la liberación de presos de conciencia en el Perú y se quedan muchas veces en condiciones precarias por su consecuencia política. La derecha desde sus torres mediáticas no los nota, ni Hildebrandt tampoco.

En la manifestación del 30 de diciembre de 2008, frente a la embajada de Israel, en Lima, estuvieron muchos de esos intelectuales y artistas, entre los cuales destacaron Víctor Delfín (escultor), Armando Arteaga (poeta), Delfina Paredes (actriz y declamadora), Federico García y Pilar Roca (ambos cineastas). Y quien escribe esta nota (narrador) no es precisamente destacable. Entre la multitud aparecían los rostros de ensayistas, como Gustavo Pérez Hinojosa, y periodistas, como Efraín Rúa, para no hacer la lista larga con meritorios poetas y escritores jóvenes que condenaban a voz en cuello el genocidio.

Hildebrandt se pregunta: ¿dónde están los jóvenes? Justamente, esta manifestación del 30 de diciembre hubiera sido imposible sin la convocatoria 24 horas antes que hicieron los jóvenes de manera expontánea por internet. La audacia juvenil le ganó la partida a la sesuda planificación anticipada que hubiesen preferido los más maduros. Agrega Hildebrandt: "Nadie dice que salgan a las calles y quemen banderas. Eso sí puede estar pasado de moda". ¿En qué quedamos, entonces? ¿Nos recomienda seguir el patrón de la moda inmovilista, apoliticista y pastrula que impone el pacto infame de hablar a media voz?

La quema de la bandera de Israel se hizo gracias a que un comando de jóvenes arrió el emblema sionista de determinado parque capitalino (y coincidieron en incendiarla junto con un intelectual). Quemar el estandarte de un estado artificial no es una propuesta antisemita, sino antisionista.

¿Dónde se hallaba César Hildebrandt a esa hora?... ¿Por qué su programa de TV no hizo un reportaje sobre este hecho?... Fuimos obsecenamente invisibles tanto los intelectuales, políticos y jóvenes, como los activistas de derechos humanos y organizaciones populares. Tan incorpóreos como somos para Panorama, La Ventana Indiscreta, El Comercio o La República. Casi fantasmales para el diario La Primera que le dedicó un breve comentario y una pobrísima imagen de raleada multitud al inicio del mitin.

Así como la burguesía y el imperialismo tiene sus intelectuales orgánicos, la izquierda y el pueblo también los tiene. Dice Vallejo que el intelectual revolucionario es aquel que lucha escribiendo y militando simultáneamente. Eso concierne a quienes abrazamos la causa antiimperialista sin medias tintas y adherimos a una organización revolucionaria. Pero están también los que desde su modesta individualidad contribuyen a la misma causa por honestidad y ética, arriesgándose a la exclusión y ostracismo a los que serán condenados por los dueños del poder mediático. Rocío Silva Santisteban, poeta y periodista, ha escrito un buen artículo por Gaza en el semanario Domingo, diario La República, del 04 de enero. ¿No la vio, señor Hildebrandt?

Los intelectuales orgánicos de la causa popular y simpatizantes democráticos no han cesado de escribir buenos artículos por internet y se han integrado a una red crítica y solidaria, porque los diarios y programas de TV están hegemonizados por quienes sirven al gran capital y al modelo neoliberal aún imperante a pesar de sus estertores de agonía.

Escribir artículos sobre la matanza sionista en Gaza, no es suficiente. Hace falta la acción directa de masas en las calles y allí no siempre se dan cita todos los que desde cómodas poltronas redactan críticas convincentes. Hace falta movilizar al pueblo y hacer del rechazo al genocidio un acto de muchedumbres.

Ojalá que entonces lo vea Hildebrandt. Ojalá que en ese momento no esté distraido malgastando neuronas en estigmatizar a los comunistas. Ojalá que se haga tan presente en la manifestación como sí lo hizo en el mitin por la candidatura del plutócrata Mario Vargas Llosa (1990). Los intelectuales del pueblo estaremos allí, como siempre, no lo dude.

Anónimo dijo...

Las palabras de Dante Castro Arrasco me parecen oportunas, sinceras y honestas.

Saludos

Sexo de perfil dijo...

No te quiero a ti, aunque ya amo al holandés...