23.3.09

Herencia

Se suicida el hijo de Sylvia Plath y Ted Hughes

Quienes hayan revisado alguna vez la biografía de Horacio Quiroga saben que hay genealogías marcadas a fuego por el suicidio.

En 1969, Assia Wevill, entonces pareja del poeta Ted Hughes, selló las puertas y las ventanas de la cocina de su casa, acostó en una cama, en ese mismo recinto a Shura, su hija de cuatro años. Bebió sedantes en un vaso de whisky y encendió el gas de la estufa hasta que ella y su hija murieron.

Seis años antes, en 1963, la notable poeta y narradora americana Sylvia Plath, primera esposa de Ted Hughes, se había quitado la vida de forma similar: escondiendo la cabeza en el horno encendido de una cocina a gas, deprimida, entre otras cosas, por haber descubierto la relación extramarital de Hugues y Wevill.

Ella también había sellado puertas y ventanas, pero lo había hecho con la intención de que el gas no alcanzara a sus hijos Nicholas y Frieda, de uno y dos años, que dormían en la habitación de al lado.

La semana pasada, cuarenta y seis años más tarde, pareciera que la onda expansiva de esa muerte hubiese acabado por alcanzar a Nicholas, un científico marino de enorme prestigio, que se había refugiado por muchos años en una ciudad de Alaska, Fairbanks, labrándose una carrera académica y de investigador y negándose siempre, invariablemente a hablar sobre su madre, Sylvia, y su padre, Ted, muerto de un ataque cardiaco en 1998.

Nicholas Hughes se ahorcó en su casa de Fairbanks el 16 de marzo del 2009. Durante el único año de su vida que compartió con su madre, 1962, ella había escrito la mayor parte de Ariel, su más célebre colección de poemas. Incluyendo el más triste que una madre haya compuesto para señalar el nacimiento de su hijo, "Nick and the Candlestick":

I am a miner. The light burns blue.
Waxy stalactites
Drip and thicken, tears

The earthen womb
Exudes from its dead boredom.
Black bat airs

Wrap me, raggy shawls,
Cold homicides.
They weld to me like plums.

Old cave of calcium
Icicles, old echoer.
Even the newts are white,

Those holy Joes.
And the fish, the fish -
Christ! they are panes of ice,

A vice of knives,
A piranha
Religion, drinking

Its first communion out of my live toes.
The candle
Gulps and recovers its small altitude,

Its yellows hearten.
O love, how did you get here?
O embryo

Remembering, even in sleep,
Your crossed position.
The blood blooms clean

In you, ruby.
The pain
You wake to is not yours.

Love, love,
I have hung our cave with roses,
With soft rugs -

The last of Victoriana.
Let the stars
Plummet to their dark address,

Let the mercuric
Atoms that cripple drip
Into the terrible well,

You are the one
Solid the spaces lean on, envious.
You are the baby in the barn.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, cuando leí la noticia ayer me pareció una coda tristísima. Como dijo su hermana, Nicholas Hughes había estado luchando contra la depresión, enfermedad que, bien sabemos, puede ser devastadora.

**C.

Anónimo dijo...

El poema es conmovedor, a ver si le pego una traducida...

Anónimo dijo...

He buscado la traducción en todos lados , el q tire inglés q la haga, vamos! se agradece

Anónimo dijo...

Tengo una edición bilingüe de Ariel. Ahí va la traducción de Ramón Buenaventura( a mí no me convence del todo, no sé qué piensan ustedes) :

Nick y la palmatoria

Soy minero. La luz arde azul.
Cerúleas estalactitas gotean y se espesan: lágrimas

que el vientre de la tierra
rezuma de mortal aburrimiento.
Negros aires de murciélago

me envuelven: chales andrajosos,
fríos homicidios.
Se me pegan como ciruelas.

Gruta antigua de carámbanos
de calcio, antigua formadora de ecos.
¡Hata los tritones son blancos,

los muy santurrones!
Y los peces, los peces...
¡Dios! Son láminas de hielo,

un vicio de cuchillos,
una religión
de pirañas, que toma

primera comunión de mis dedos del pie vivos.
La vela
traga saliva y recupera su pequeña altura,

se animan sus amarillos.
Amor, ¿cómo llegaste aquí?
Oh embrión

que recuerdas, hasta en sueños,
tu posición cruzada.
La sangre florece limpia

en ti, rubí
El dolor
al que te despiertas no te pertenece.

Amor, amor:
he puesto en nuestra gruta colgaduras de rosas,
con mullidas alfombras:

los últimos detalles victorianos.
Que las estrellas caigan a plomo en su oscura dirección;

que los mutiladores
átomos mercuriales caigan gota a gota
en el pozo terrible:

tú eres el sólido
en que se apoyan los espacios, envidiosos.
Tú eres el niño del portal.


D.G.

Anónimo dijo...

Eso digo yo. Creo que por elegancia y respeto, los autores de los blogs, cuando pongan un texto en ese idioma, se les agradecería que pusieran la traducción en español. Los traductores de google traduccen palabra por palabra y pierden todo el significado.
Que nadie se ofenda pero dais una impresión de pendantería y arrogancia, como diciendo: mirad paso de un idioma a otro de forma natural. Bueno bien, enhorabuena! pero para los que no somos tan listos o no hemos tenido oportunidad de dominar otros idiomas, a ver si haceis ese pequeño o gran esfuerzo.

Anónimo dijo...

Ese Mauricio S ¿No serà Mauricio Salvador, el triquinoso culpable mayor del gloriosamente porcino Hermano Cerdo, que ya anda contra viento y marea por su nùmero 22? Oink, oink, oink.

Anónimo dijo...

Así parece ser: las estirpes malditas son una trampa. Lo que sucede ya lo dijo Juntacadáveres:
"El destino es una obsesión hecha costumbre, con infinita paciencia".

Y sí, ese canijo sisticercoso es Mauricio Salvador, Mauriqui, como lo llaman sus quelites.