14.4.09

¿Mal síntoma?

La ausencia de censura

Con justificadas razones, asumimos que el afán de censura en una sociedad es un rasgo de enfermedad política: la acción, por ejemplo, de un gobierno despótico que interrumpe el devenir de los discursos opositores, contradictorios o liberadores.

En la misma vena, asumimos, por el contrario, que la libre circulación de discursos contraventores es un indicio de respeto hacia ellos, una demostración de libertad, de la inexistencia de trabas y obstáculos para el pensamiento opositor o disidente.

En abstracto y sin datos positivos, asumimos que los periodos más obscuros de nuestra vida republicana han sido épocas de censura y restricción.

Y qué duda cabe, la censura ha existido en diversas variantes, sobre todo ejercida contra la prensa, mediante formas de presión financiera, cooptación o, directamente, a través de la confiscación de medios.


La censura literaria, sin embargo, tiene una historia menos nutrida en el Perú, al menos desde el siglo veinte en adelante, una historia tan escuálida que es casi inexistente: libros marxistas extranjeros, incautados e incinerados en la aduana, por órdenes de Luis Alva Orlandini, durante el primer gobierno de Belaunde, por ejemplo; o la célebre quema de ejemplares de
La ciudad y los perros en el Colegio Leoncio Prado, cuatro décadas atrás, que, sin embargo, no influyó en la difusión de la novela de Vargas Llosa (novela que sí había sido recortada, más bien, aunque someramente, por la censura española).

Pero, ¿qué obras literarias peruanas fueron privadas de publicación o difusión debido a una censura gubernamental activa y organizada?

¿En qué momento de nuestra historia más o menos contemporánea se ha llegado a instituir un mecanismo censor orgánico y abarcador, como, digamos, el de Franco en España, que declaraba a libros y a autores enemigos del Estado y prohibía la aparición pública de novelas y poemarios, o el montaje de obras teatrales, a través de los oficios de una junta constituida desde el Estado mismo?

Tengo la impresión de que tal cosa no ha sucedido. También tengo la impresión de que, habiendo pasado el Perú republicano un tiempo largamente mayor bajo el yugo de dictaduras que bajo regímenes democráticos, no es válido atribuir esa escasez de censura orgánica a una historia nacional vivida en el gozo liberal de nuestros derechos civiles.

Mi temor, más bien, es que la literatura, desde hace demasiadas décadas, al menos claramente después de concluido el proceso de la emancipación, no ha sido vista ni por gobernantes abusivos ni por líderes autoritarios ni por abiertos dictadores como un arma influyente sobre la conciencia de los peruanos ni como una amenaza palpable para la estabilidad de sus regímenes; así como, por otra parte, no ha sido vista tampoco como la posibilidad de un refuerzo para sus discursos.

La pregunta es: ¿han estado en lo cierto nuestros políticos? ¿Es en verdad un mundo inocuo, en cuanto a sus posibilidades de influencia social, el mundo de nuestra literatura? ¿Es un universo del cual hacen bien en despreocuparse, al menos coyunturalmente?

15 comentarios:

Roedor de Librería dijo...

Sip. La gente con la que me encuentro toma a la literatura máximo como un adorno o una costumbre profiláctica, nunca como algo que puede mover conciencias.

mario dijo...

Estimado Gustavo,

Posiblemente la pobreza hace que la literatura se perciba como algo poco prioritario.
La carencia de políticas culturales efectivas, como por ejemplo la creación de más bibliotecas públicas, es un indicativo de la poca importancia que le han atribuido.

No creo que la literatura sea algo inocuo, sino que su influencia en la sociedad no es inmediata.

Anónimo dijo...

El Chato Hildebrandt sigue en vena y no lo para nadie. Me tinca que pronto cometerá una nueva infracción literaria, a ver si consigue borrar lo imborrable: el enanismo mediocre de su despachurrada novelucha, Memorias del abismo. Ahora nos sale con “la infiltración senderista que padecen las fuerzas del Estado”. Y fiel a su compulsiva y repulsiva relación íntima con la mierda (no hay enemigo de él que se libre de alguna de sus metáforas coprófagas), nos dice hoy: “Sendero fue el cáncer polpotiano del que nos libramos. En el Vrae hay una enterocolitis que amenaza tenernos secuestrados en el baño”.
Yo sí leeré la segunda novela de Hildebrant, Memorias de la enterocolitis, al parecer se titulará.

Anónimo dijo...

no te hagas el loco franelon, ke opinas de la zamakeada de varela a thays jajajajajajajajaja

Anónimo dijo...

"Mi temor, más bien, es que la literatura, desde hace demasiadas décadas, al menos claramente después de concluido el proceso de la emancipación, no ha sido vista ni por gobernantes abusivos ni por líderes autoritarios ni por abiertos dictadores como un arma influyente sobre la conciencia de los peruanos ni como una amenaza palpable para la estabilidad de sus regímenes; así como, por otra parte, no ha sido vista tampoco como la posibilidad de un refuerzo para sus discursos".

Yo anadiria que la literatura tampoco ha tenido en el Peru ningun tipo de influjo sobre sus ciudadanos, al menos en lo que respecta a promover cambios profundos en nuestra sociedad. En realidad de lo que estamos hablando es de una doble e indiferente recepcion. Mas alla de los lectores habituados al trato con los libros y del interes academico o periodistico que algunos textos despiertan, no hay mas.

Anónimo dijo...

Me parece que sus interrogantes finales denotan cierta ingenuidad, y yo le contestaria con esta otra de ¿y que saben realmente los politicos de Literatura?

Politicos y Literatura son terminos que por la naturaleza de lo que denotan, son irreconciliables. Asi, un politico por un minimo de respeto hacia la persona humana, deberia de abstenerse de hablar sobre literatura.

Anónimo dijo...

pucha, sr faveron, en qué país ha vivido usted para darse cuenta recién sobre la inutilidad de los libros en una sociedad como la peruana, netamente oral, y ahora audiovisual, la gran mayoría sabe más de los cómicos ambulantes que de thais, por ejemplo... mucha academia sesuda y mecanicista mi estimado... baje, baje al llano.

Ronsoco de Peque-Peque dijo...

Pregunta: ¿Alguna vez el canon ha estado peleado con el ministerio de educación? ¿Ha hecho lo posible el ministerios para "pasteurizar" el material que se enseña en los colegios, y el mundillo literario ha puesto el gruto en el cielo?

Anónimo dijo...

El plagio no siempre se da bajo formas flagrantes y evidentes, como las que se han imputado sin consideración a Bryce (quien hoy presenta en el Centro Cultural de la PUCP, su libro “La esposa del rey de las curvas”). Los plagios se dan muchas veces en forma taimada y por omisión deliberada de las fuentes y así sucede con el cada día más desacreditado y acomodaticio Beto Ortiz en su artículo “Prohibido leer antes de 2032”, del domingo 12 en Perú 21. Ahí, con su inglés de fritanguita del que no se avergüenza sino que por el contrario lo excreta en toda ocasión, pretende ironizar sobre Gisela Valcárcel diciendo que dándosela ella de “opiniated”, opinó que Tiwinza era un pedacito de terreno sin importancia que valía la pena desconsiderar por el logro de la paz con Ecuador. El plagio está en que el “recuerdo” de Ortiz no era sobre Gisela sino sobre el Chato Hildebrandt quien ironizara en la ocasión diciendo “la experta en geopolítica”. Ortiz, ladinamente disfraza este hecho, el que verdaderamente recordó y lo acomoda para sus fines. Esto es, con todas las de la ley, puro y simple plagio. Ahora que pedirle a Ortiz que acepte esta verdad, sería pedirle peras al olmo. El no es cojudo, como bien se sabe en la Lima neblinosa
CHOLO HOLMES

mario dijo...

Hace poco leí un artículo que podría ser de interés para el tema de este post. En Venezuela parece que no hay una censura abierta, pero hay muchas trabas burocráticas para la importación de libros, y además existen denuncias sobre desaparición de decenas de miles de libros de sus bibliotecas públicas. Pueden leerlo aquí

Rafael Suazo dijo...

Querido Gustavo
¿Quien lee aqui?.La gente ve tele, sí . Tu sabes de quienes estas hablando, aqui no se lee , este es un pais casi analfabeto , por duro que suene es asi, sea por una cosa o la otra , esta es la realidad. Me gustaria que trataras temas menos obvios. Sorprendenos con algo , tengo muchas expectativas al leer cada uno de tus post , no me decepciones .

que estes bien Gustavo

Anónimo dijo...

Como se va a censurar un libro en un pais que no lee?
Sergio.

Anónimo dijo...

Censura también había en la Edad Media, y muy poquitos sabían leer.

sergio dijo...

SI, PERO NO ESTAMOS HABLANDO DE LA EDAD MEDIA SINO DEL PERU ACTUAL.
Sergio IV.

Anónimo del 21/4 dijo...

Toda analogía tiene un límite. Explicame cuál es el límite de la analogía que he planteado, no simplemente digas "no es la edad media". Te digo una: hoy, si quiero, puedo traerme un libro de USA comprándolo en Amazon. Otra: puedo bajarme un montón de libros gratis por internet. Otra: existe la biblioteca nacional. Entonces: ¿no hay censura porque muy poquitos pueden leer, o porque simplemente es imposible?

Tampoco. Hay censura porque hay la intención de censura, no porque la censura sea efectiva. Decir que no hay censura porque muy pocos saben leer es como decir que no es posible que en Lima haya antisemitas porque aquí hay muy pocos judíos.