25.8.09

¿Y en paz descanse el futuro?

Más Javier Marías y un poco de VLL, según Paz Soldán

Edmundo me hace notar la rara coincidencia: ayer escribí acerca de una columna reciente de Javier Marías en El País y sólo unos días antes, él --Edmundo-- había publicado, también en El País, otra columna comentando opiniones previas de Marías (y de Mario Vargas Llosa).

Mi post era sobre la miopía de Marías ante la comicidad contemporánea; el de Edmundo es sobre la aparente incomprensión de Marías (y Vargas Llosa) con respecto a la irrupción de las nuevas tecnologías y su posible influencia en el futuro de la literatura.

No es difícil encontrar el punto común en nuestras opiniones: a ambos nos viene dando la impresión de que hay ciertas cosas en el mundo --cambios relacionados con la evolución de las nuevas formas y medios de expresión y comunicación de la cultura-- que ni Vargas Llosa ni Marías parecen captar, o a las que se niegan a adaptarse: la omnipresencia de internet, el libro electrónico, etc.

Especialmente interesante es el siguiente párrafo y la referencia a Amado Nervo:
Es curioso ver cómo la introducción de una nueva tecnología produce tanta ansiedad en la cultura libresca y hace que aparezca un tono apocalíptico en sus defensores. Para citar un ejemplo emblemático: cuando en 1895 los hermanos Lumière inventan el cinematógrafo, el escritor mexicano Amado Nervo señala que el cine, junto al fonógrafo, producirá como resultado "no más libros; el fonógrafo guardará en su urna oscura las viejas voces extinguidas; el cinematógrafo reproducirá las vidas prestigiosas".
El artículo de Edmundo completo pueden encontrarlo aquí.


10 comentarios:

Yana Allqu dijo...

La tecnología ha hecho que la gran mayoría de personas entiendan la literatura de una forma tan distorsionada.

Anónimo dijo...

De acuerdo. La tecnología va a cambiar irremediablemente a la literatura; y no necesariamente de modo negativo.
Eso sí, no hay que olvidar que la postura opuesta es más bien ridícula. Hay varios escritores afanados en perseguir a los nuevos medios y tratar de incorporarlos "antes que nadie" en la obra. Los resultados son puro costumbrismo (lo que, ojo, no es un insulto. Sólo es poner esos textos junto a los que les corresponden), van a ser muy útiles para saber qué hacía la gente alrededor del 2000, pero nada más.

Anónimo dijo...

No entiendo porque la obsesion de ustedes dos por lo que piensan los abuelitos. Ellos -los abuelitos- ya fueron...

Anónimo dijo...

Vargas Llosa es mucho más riguroso y mejor articulista además. El artículo de Marías huele a naftalina por todas las razones que ha enumerado Gustavo y que además le resultan obvias a cualquier cinéfilo de verdad. Punto por punto:

1. La actitud de Marías es como la del crítico aquel que solemnemente declaraba que en el mundo ya no se hacía buen cine tras la agonía de eso que se llamó Nuevo Cine Alemán. "Ya no tenemos un Fassbinder", decía con tristeza, tratando de ocultar con la punto de un dedo el sol de su ignorancia. Lo decía en los años en que explotaba el cine asiático, cuando de Taiwán llegaban películas de Yang y Hou Siao-Tsen, cuando en Hungría surgía Bela Tarr y en China Zang Yimou. Y estos son solamente algunos nombres, pues la constelación ya era amplia.

2. Marías pretende obviar que muchas de las mejores películas de hoy en día son verdaderos híbridos donde el género no está perfectamente definido. Hay mucho de comedia en las grandes películas de Takeshi Kitano, como hay mucho humor negro en la trilogía de Oldboy. Kaurismaki y Jarmush son dos grandes ejemplos que ha dado Gustavo. La idea que Marías tiene de la comedia parece ser la del cine clásico americano fundamentalmente, en lo cual se adivina cierta nostalgia y también un latente prejuicio por todo aquello que se aleje de sus normas.

3. Amparado en su prestigio literario, muchos autores suelen emitir juicios irresponsables en torno al cine. Pero lo hacen como de pasada, como quien dice "este no es el lugar para profundizar sobre el tema", dejando así una opinión arbitraria que más tiene que ver con el hígado que con la razón. Es el caso de Marías, que por poco acusa a "Río Místico" de ser una película tremendista, en el extremo opuesto de "Gran Torino". ¿Qué queda al margen? La profundidad del criterio, que en cuestión de cine, al parecer materia solamente de nostalgia, no importa tanto como en literatura. "Río Místico" es la película más compleja de Clint Eastwood (y este sí no es el lugar para explicar por qué). Además, hasta donde yo sé, no son pocos los críticos y espectadores que han manifestado su admiración por "Gran Torino", película que de ninguna manera es ligera o carente de ambiciones, como parece sugerir Marías (y si tal fuese el secreto de su triunfo estético, sería bastante penoso). En un momento clave en que el fenómeno migratorio tiene relevancia capital en la historia de los Estados Unidos y el mundo, "Gran Torino" es casi el testamento de Clint Eastwood y un verdadero manifiesto en torno a tan delicado tema. Es además una película solemne, seria, grave, como el tema lo demanda pues. ¿Qué tiene eso de malo?

4. Hace unas dos décadas, Fernando Trueba, amante del cine de Billy Wilder, declaraba enfáticamente que él odiaba el cine de Miklos Jancsó. ¿Concluiré en base a esta declaración ingenua que hay una crisis de la seriedad, de la gravedad, de la solemnidad, y que en este mundo se ha impuesto la ligereza, el aire de comedia, etc.? Dicotomías inútiles. En un lado Marías llora porque Wilder ya no existe, en el otro, Vargas Llosa quisiera todavía ver películas de Visconti o Bergman. Mas los tiempos cambian y las novedades de hoy serán también materia de nostalgias del mañana.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Muchas gracias al último anónimo por un comentario tanto ilustrado como ilustrador.

Anónimo dijo...

Hay actualmente escritores de valía (no me acuerdo de nombres pero sí de sus propias declaraciones y si no ando mal, Ribeyro fue uno de ellos) que siguen usando su máquina de escribir en lugar de la compu. Si yo fuera como casi el 100% de la Humanidad, en el sentido de no meterse en la piel de los otros al opinar de éstos, diría algo por el estilo de “¿Puede existir algo más estúpido? ¿Se dan ustedes cuenta de lo que hubiera hecho un Balzac con un procesador de palabras?”. Creo que el tono de tan “inteligente” comentario sería muy estúpido. En todo caso, estúpidos es lo que los quinceañeros promisorios creen que somos los cincuentones.
SACAPUNTAS NEBRIJA (Correctómano)

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Nadie ha dicho que VLL o Marías deban volverse bloggers o escriber cyber-novelas y que, si no lo hacen, serán declarados obsoletos. Lo que se comenta es su aparente incapacidad para percibir que un cambio tecnológico no tiene por qué implicar el fin de la literatura ni nada parecido.

Juan Serrano dijo...

Pero, Gustavo, ¿si nos ajustamos a la realidad última, en la que la nueva tecnología se ha venido abriendo paso en detrimento de "lo tradicional", no sería sensato reconocer que existe la posibilidad de que el libro termine derrotado por ella?

Pongo un ejemplo que considero válido: el Lp como víctima de la revolución tecnológica.

¿Por qué el libro no podría correr la misma suerte?

Saludos

Anónimo dijo...

Me parece que hay un factor que se está desconsiderando: el narcisismo. En lo que está en discusión, los “jóvenes” pensarían colectivamente mirando un futuro que sienten que van a vivir y los viejos en términos individualistas, afianzados en su pasado y sintiendo que el futuro les está vedado porque van a morir más temprano que tarde. Me refiero al inofensivo narcisismo “biológico” y “natural”, de autodefensa del organismo vivo. Que todo tiempo pasado fue mejor es una antigua cantaleta, falsa por cierto desde innumerables (aunque no todos los) puntos de vista. El ser pensante próximo a morir se consuela sin saberlo: lo que se va a perder “no vale la pena”.
SACAPUNTAS NEBRIJA (Correctómano)

Anónimo dijo...

que aburrido el articulo de Edmundo. Mejor recomendabas "el futuro del libro" de Umberto Eco y tira luces mas precisas sobre: tonos apocalípticos, nuevas tecnologías y demas.
En fin es tu blog.