26.10.09

El apocalipsis de Johnny Carter

Sobre un pasaje críptico de "El perseguidor"

Modelado libremente sobre la imagen de Charlie Parker, el Johnny Carter de "El perseguidor" es un ateo convencido. Al principio se nos antoja empeñado en descubrir alguna forma de trascendencia más allá de la realidad inmediata; luego nos parece obsedido y devorado por la conciencia de la irrealidad de cualquier deseo de trascendencia.

Bruno --el crítico que vive para intentar explicarlo y no lo consigue jamás-- parece ver en Johnny una suerte de mesías secular y terrestre, que eternamente se ofrece como víctima para el sacrificio y se estrella contra muros, suelos y techos intentando quebrar los linderos de la prisión de la vida humana.

Mesías, cordero, animalesco, inopinado: un
freak con un único talento (su música alucinada) pero carente de inteligencia; un genio idiota y un demente.

Cuando muere Bee, su hija, Johnny entra en una enésima depresión y, rodeado de amigos, en un menesteroso departamento parisino, elige a Bruno para decirle lo que el deceso de su hija le hace sentir:
"--Bruno, me duele aquí --ha dicho Johnny al cabo de un rato, tocándose el sitio convencional del corazón--. Bruno, ella era como una piedrecita blanca en mi mano. Y yo no soy nada más que un pobre caballo amarillo, y nadie, nadie, limpiará las lágrimas de mis ojos".
Bruno y los demás lo escuchan y parecen atribuirle a la psicosis, las drogas, la estupidez o el general deterioro psíquico la aparente banalidad de esas palabras:
"Todo esto dicho solemnemente, casi recitando, y Tica mirando a Art, y los dos haciéndose señas de indulgencia, aprovechando que Johnny tiene la cara tapada con la toalla mojada y no puede verlos. Personalmente me repugnan las frases baratas, pero todo esto que ha dicho Johnny, aparte de que me parece haberlo leído en algún sitio, me ha sonado como una máscara que se pusiera a hablar, así de hueco, así de inútil".
El lector sabe, sin embargo, que por lo común es Bruno el banal, el superficial, el falsamente inteligente, el del intelecto convencional, y que las aparentes incoherencias de Johnny, en cambio, poco o nada tienen de huecas, aun cuando él pueda parecer absorto en objetos que nadie más alcanza a percibir.

"Me parece haberlo leído en algún sitio": la frase en labios de Bruno es el disparador para que el lector sospeche que Johnny está citando un texto ajeno cuando expresa el propio dolor por la muerte de Bee. Pero, ¿cuál es el texto?

Durante años supuse que debía ser un poema de Dylan Thomas: del escritor galés son los versos que Johnny lee día y noche. Y la última frase del saxofonista, que repite el epígrafe del relato, es el inicio de otro bello (e idiosincrásico) poema de Thomas: "O make me a mask". Esa misma frase explicaría la idea que cruza por la mente de Bruno: "Me ha sonado como una máscara que se pusiera a hablar".

Nunca encontré el imaginario poema de Dylan Thomas que mencionara caballos amarillos, piedrecitas blancas y manos que enjugaran lágrimas. Esta semana, una corazonada me llevó a la solución del enigma (que no sé si otros lectores habrán solucionado antes, por cierto; seguramente sí): releí la poesía de Dylan Thomas y decidí probar suerte con la fuente del
otro epígrafe de la novela, el Apocalipsis de San Juan.

Et voilà
. Cito los tres versículos del Apocalipsis que son relevantes:
2:17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

6:8 Miré, y he aquí un
caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.

7:17 Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y
Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
La piedrecita blanca del texto bíblico de San Juan es un mensaje de Dios para sus fieles que sepan vencer en la batalla contra las tinieblas. El caballo amarillo es el cuarto de los animales del apocalipsis (su jinete se llama Muerte, el infierno se abre detrás suyo). Por último, es Dios mismo quien limpia las lágrimas de la faz de los redimidos en el día del juicio.

En la versión de Johnny --que todos en torno de él consideran el balbuceo de un orate--, el mensaje divino ha muerto, el caballo apocalíptico (que es él mismo) queda suelto sobre la tierra y las almas de los redimidos no encuentran nunca la mano de una divinidad que les seque las lágrimas: han resucitado en un mundo sin Dios.


12 comentarios:

El que está sentado en el Trono dijo...

Por fín haces crítica literaria. te felicito.

Pedro Enrique Rodríguez dijo...

Brillante acto de detectivismo literario. Durante años mantuve la sospecha, pero ni remotamente habría llegado a ese hallazgo.

Anónimo dijo...

No me queda claro, ¿cómo sería posible la resurrección sin la intervención divina?

A menos que estemos ante una variante gnóstica y se haya prescindido de un "dios menor" o deficiente, que sería el que ha abandonado al mundo. Pero esto no elimina la posibilidad del "dios escondido" propio de las tradiciones gnósticas.

Anónimo dijo...

La caracterización que haces de Carter como genio sin razón es interesante, porque quizá podría llevarnos a establecer un parentesco con ese linaje de monstruos latinoamericanos que trazabas en un post anterior. Por otro lado, creo que considerar al narrador como dueño de una inteligencia convencional que no alcanza los extremos de Carter, es una operación un poco engañosa. No sería posible ir más allá de ese binarismo para lograr una comprensión más profunda de lo que se entiende por conocimiento en este texto de Cortázar?

Sebastián dijo...

El Apocalipsis? Vaya, en verdad, felicitaciones por el hallazgo. La publicación viene a propósito de cierto artículo de Garcés?

Anónimo dijo...

POR FIN, TODOS ESPERABAMOS UN TEXTO COMO ESTE, GENIO!

Anónimo dijo...

Bellísimo. Un abrazo.

Luis Eduardo dijo...

es tal vez tu mejor post en lo que va del año, escribes mejor cuando se conectan tu corazón y tu cerebro, que cuando se conectan alguno de ellos con el hígado. Un abrazo

worifyi dijo...

Un lujo de texto para un ser post de un blog, gracias.

Anónimo dijo...

"decidí probar suerte con la fuente del otro epígrafe de la novela, el Apocalipsis de San Juan"

¿Usaste Google?

Mauricio S dijo...

maldito sherlock holmes literario. mis respetos again and again and again!

Fernando Rivas dijo...

Johnny Carter - Jesus Cristo
Bruno es evangelista...
Hay más de dos frases de Nietzsche... "impacientarse con el viento..." o el entender que la plegaria reclame instintivamente el caer de rodillas...
El cuento es muy crítico con la figura del Cristianismo...
hay q releerlo