3.7.10

La izquierda y la violencia

Qué hacer (en este momento)

La izquierda peruana, lamentablemente, no parece aprender de la experiencia. Una vez más, como hace treinta años, a mucha gente en la izquierda se le está haciendo difícil sintonizar con la simple indignación popular que produce la amenaza del terrorismo. Y se les está haciendo difícil, además, darse cuenta de que la amenaza es real, más allá de que el gobierno tenga un interés politico en exagerarla.

Hay una marcha pro-senderista en las calles de Lima y otra en San Marcos. Y a la gente de la izquierda le molesta que los medios pongan su atención y su énfasis en denunciar la segunda en vez de la primera. ¿Por qué?, preguntan. ¿Cuál es el interés político detrás de eso? ¿Cuál es el oscuro objetivo detrás de eso? ¿Qué tiene el gobierno aprista contra la universidad?

No se les ocurre decir que hay que hacer algo efectivo y rápido y serio y coherente para evitar que San Marcos vuelva a ser utilizado como foco de captación y formación para células terroristas. Tampoco se les ocurre pensar que hacer eso, en efecto, es responsabilidad del gobierno, que el gobierno no sólo tiene el derecho sino también el deber de garantizarle a la ciudadanía que una entidad universitaria (más aun una que vive del dinero del Estado) no será un foco de subversión terrorista. Evidentemente, no se les ocurre proponer una solución que sirva para preservar la autonomía del campus y la seguridad de todos simultáneamente. Grupos de estudiantes salen a protestar contra una posible intervención estatal, que no ha ocurrido, antes de organizarse para lograr que en San Marcos deje de existir un grupo pro-senderista.

¿Qué los lleva a creer que enfrentarse al Estado es más importante que enfrentarse a Sendero Luminoso? ¿Qué los hace pensar que el Estado no debe interesarse por hacer nada y que el campus solo y la universidad sola serán capaces de garantizarle al resto del país que esa organización pro-senderista que actúa dentro de su comunidad no será parte medular en un relanzamiento de Sendero Luminoso? Sin duda, no será la experiencia de décadas pasadas la que les da esa seguridad.


Una requisa en la cárcel de mujeres ocasiona protestas de gente de izquierda por el hecho de que se haya inspeccionado particularmente a ciertos miembros de Sendero Luminoso, como Marissa Garrido Lecca. Pero, ¿a quién habría que inspeccionar cuando se organiza una requisa con el fin expreso de impedir que los senderistas encarcelados cuenten con medios de acción vedados por el régimen carcelario? ¿O es que se espera que las cárceles sean territorio autónomo donde los miembros de Sendero Luminoso sigan organizándose más allá del control de las autoridades?

Mucha gente de izquierda parece abrigar todavía la estúpida idea de que los senderistas son algo así como compañeros desorientados, románticos que extraviaron el rumbo temporalmente. He leído comentarios de personas que preguntan socarronamente si acaso los ex-senderistas son el cuco, si acaso van a intentar algo que ponga en alarma la seguridad de la nación.

Bueno, pues. Ocurre que la violencia más miserable es lo que ha definido a Sendero Luminoso desde siempre. No es un invento. No es una intriga ni una cortina de humo lanzada por nadie; es simplemente una comprobación factual. Sendero Luminoso nunca ha articulado seriamente un proyecto nacional que no pase por la destrucción y el crimen generalizado. Así que sí: hay motivos para suponer que, si la organización persiste o resurge, la violencia será nuevamente su método y la destrucción homicida será su estrategia.

Una gran cantidad de senderistas presos siguen refiriéndose a sí mismos y a los suyos con los términos de guerra que usaban años atrás; eso es lo que tenían en la cabeza cuando entraron y es lo que muchos tienen al salir. No todos, gracias a Dios. Y sí: todos tienen una oportunidad, legalmente otorgada, de reingresar en la esfera social. Pero no creo que esté de más decir que no han hecho gran cosa para ganarse ninguna forma ciega de confianza.

Pasaron algunos años, muchos senderistas han salido de prisión, la gran mayoría saldrá en los próximos pocos años. No es cuestión de inventar el apocalipsis y creer que ese hecho en sí vaya a ser el fin del mundo. Pero, francamente, habría que ser muy torpe para pensar que no hay que preocuparse de nada. Eso sería ni más ni menos que volver al 1980 en el que, en efecto, nadie creía que hubiera que preocuparse de nada.


¿Qué debería hacer la izquierda? ¿Y por qué es importante que haga algo? Obviamente, no basta que la izquierda pase un tercio de siglo repitiendo el mantra de que ella nada tiene que ver con Sendero Luminoso; no basta con condenar y señalar con el dedo. No basta con hacer notar la propia inocencia y la distancia frente al proyecto violentista.

Si alguien en el Perú debería ser capaz de luchar con Sendero Luminoso en el campo de las ideas, si alguien sabe lo suficiente sobre discursos revolucionarios como para imaginar lo que debe hacerse antes de que todo regrese al punto de la violencia y la guerra interna, ése alguien es la izquierda en su conjunto. La izquierda, que no es una opción electoral viable en los próximos pocos años, puede volver a hacerlo si elige que la derrota final y absoluta de Sendero Luminoso sea su objetivo particular, el centro de su acción, algo que la sociedad le pueda deber a ella, después de tantos años en que poco o nada le debemos a la izquierda.

Gran parte de la izquierda peruana optó, en su momento, correctamente, por hacer suya la bandera de los derechos humanos. Y ahora que la tiene, aunque precariamente, no debe perderla. En sus mejores instancias, esa izquierda ha defendido los derechos de todos, pero ha sido encasillada ante la opinión pública como defensora de terroristas. Eso es falso en gran parte, aunque lamentablemente no en todos los casos.

La manera en que la izquierda ha modelado su discurso derechohumanista (y yo uso esa palabra en el único sentido válido, que es positivo) parece orientarse más al filo de la navaja en el que todos estamos forzados a aceptar la nueva o futura libertad de los senderistas sin tener ninguna defensa concreta ante la posibilidad de que Sendero Luminoso regrese a su camino de los años ochentas y noventas.

La izquierda debería articular un proyecto de acción que cope los espacios de posible crecimiento de Sendero Luminoso; debería volver con fuerza y coherentemente a las universidades, a los sindicatos, al campo, a las cooperativas, a la sierra, a los conos, desarrollar una alternativa socialista moderna que sea defendible e inteligente.

Debería dejar de concebirse a sí misma como tres izquierdas separadas e irreconciliables, una extrema representada por el violentismo, una tradicional que se asfixia y se ahoga en sus viejos escenarios (los mini partidos, las mini células universitarias, los sindicatos de quemadores de llantas), y una progresista a la chilena que ninguna simpatía encuentra en la anterior y donde el líder más visible parece ser una Susana Villarán sin la menor visión de cómo aproximarse al pueblo.

¿Esa unidad de izquierda, que descarte solamente a los violentistas, solamente a los que abrazan o abrazaron la violencia homicida, es imposible? Quizás lo sea: la izquierda peruana tiene la costumbre secular de la subdivisión infinita. Pero si no se plantea un objetivo unitario y una posibilidad de conjunción, no tiene más destino que el final de su presente proceso de desaparición.

Y la unidad contra la violencia, la unidad en el rechazo práctico, inmediato, radical y productivo contra la violencia, empezando por la que trajo y posiblemente traiga nuevamente Sendero Luminoso, es el único tópico de unión que le podrá rendir frutos en el futuro, cuando no le sea necesario perder el tiempo limpiándose la cara y repitiendo sus deslindes, cuando ese deslinde sea tan evidente que se vuelva innecesario hacerlo y la izquierda pueda pasar a exponer y explicar y ofrecer sus ideas sobre otros asuntos.

Sin embargo, hoy, cuatro de cada cinco veces en que una organización de izquierda o un intelectual de izquierda gana un espacio público para decir algo en voz alta, lo usa en defender la paz y la tranquilidad de los presos por terrorismo, la de los recién liberados, la de los inminentes liberados, o en atacar a aquellos que sospechan de (o temen a) quienes salen de la cárcel después de una condena por terrorismo. Si esas defensas, que son legales, se hicieran dentro de un discurso en el que, sobre todo, se propusiera al resto de la población una manera de pensar que su futuro está protegido ante el posible regreso de la violencia, todo estaría bien. Pero no es así.

En la práctica, lo que se espera de los peruanos es que reciban en sus barrios a los ex-presos y que vean desfilar por sus calles y sus universidades a quienes piden la libertad de Abimael Guzmán, pero sin darles ninguna idea de qué pasará después y sin darles una razón para creer que ese después no estará lleno de bombas. No lo hacen el Estado ni el gobierno, que prefieren jugar con el miedo de la gente; no lo hace la prensa, que no tiene ninguna noción de contribución social; no lo hace la izquierda, que está en la luna de Paita repitiendo los errores de antes; no lo hace nadie.

Y en ese vacío, los fujimoristas le recuerdan a la gente en qué gobierno se derrotó a Sendero Luminoso y eso basta: Keiko Fujimori, con el intelecto de un cactus y la sabiduría política de un cenicero, les ofrece a los peruanos algo que la izquierda legal debería haber hecho su especialidad hace tiempo: una garantía de acción ante la amenaza de la violencia. Y el indulto y muchos años de libertad para el otro gran delincuente de nuestra historia, su padre.

Una cosa más: la izquierda y las organizaciones de Derechos Humanos han hecho suya, loablemente, la tarea de mantener viva la memoria de la guerra. Quien eso hace, tiene que considerar que recordar no es sólo pensar en el pasado, sino que, inevitablemente, también es contrastarlo con el presente e intuir, a partir de eso, el futuro. No se le puede pedir a la ciudadanía que recuerde el pasado y no tema al ver a los presos de Sendero Luminoso regresar a las calles. Proponer la memoria absoluta implica también la necesidad de ofrecer salidas hacia un futuro distinto. Eso también supone lidiar con Sendero Luminoso de manera distinta desde un inicio; no cerrar los ojos y convencernos ciegamente de que lo que pasó no pasará nuevamente, así porque sí, por arte de magia. Porque, ¿de qué sirve recordar tanto si repetimos todo?

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17 comentarios:

Jorge Morales-Santo Domingo dijo...

"...la izquierda peruana tiene la costumbre secular de la subdivisión infinita".

Sustituyes lo de "peruana" por cualquier otro país y ahí tienes el problema de la izquierda mundial.

La derecha siempre es una y clara en sus propósitos. La izquierda, en cambio, está en un eterno concurso de belleza ideológica consigo misma.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Bueno, tampoco hay que olvidar que las derechas suelen ser tautológicas y fácilmente se nuclean en torno a ideas muy básicas. La izquierda marxista es por naturaleza más inclinada a los debates ideológicos.

Anónimo dijo...

Considero que aquellos que profesan ideas de "izquierda" no nesesariamente estan malditos, otro nivel distinto son los denominados senderistas tutelados bajo ideas de "izquierda" que tenian una organizacion politico- militar que llevaron una revolucion detestable.

Pero es exagerado pensar que las actuales microorganizaciones de "izquierda" tenga un vinculo fraterno con el sersenado aparato del MRTA y asi lo fuera estarian acertando en el error.

Respecto a la requiza que se llevo en el penal, uno se pregunta que tan vulnerable es el hombre, que se somete a una idea privandolo de su libertad, dejanda de lado su ideario de vida

Todavia se puede compartir la idea que los pobres son de izquierda? y los acomodados son de derecho?

El terrorismo va a resurgir mientras exista pobreza y miseria por k ese es su alimento.

gonzalo ALAT

Eduardo Gonzalez dijo...

Parte de lo que ocurre es que unas izquierdas tan chicas y ya divididas no tienen vision estrategica, sino solamente el instinto de reaccionar y -por vocacion- lo hacen mas facilmente contra el Estado. No habria que defender los derechos basicos de los liberados, si los liberales peruanos (existiran?) se tomaran en serio el estado de derecho y no fueran parte de una horda de linchadores.

Pero es cierto, lo anterior solo es circunstancia atenuante. Una izquierda tiene que dotarse de un discurso y una politica de seguridad ciudadana. Poquito a poquito lo va haciendo una parte de la izquierda colombiana, por ejemplo, y la que no lo hace, se condena a un bien merecido ostracismo.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Muy de acuerdo. Es completamente absurdo que exista algún discurso político que no exhiba una clara visión de seguridad ciudadana. La seguridad es un asunto crucial, que debería formar parte de cualquier preocupación política, por mínima que sea. Precisamente cuando no existe es que surge el vigilantismo (y los grupos para-militares y para-policiales).

No se trata solo de Sendero y su posible resurgimiento. La delincuencia está aumentando en el Perú de manera alarmante. Tampoco existe un discurso al respecto, como si no fuera un problema político. No hay suficientes cárceles, muchas penas son ridículas, a la policía se le paga mal y no se le da suficientes equipos y recursos. Estas dos cosas no están desconectadas. El hecho crucial que permitió la derrota final de SL (la captura del cabecilla terrorista Guzmán) fue resultado de un buen trabajo policial.

Es fácil plantear "debates ideológicos" con el terrismo. Pero no entiendo por qué no es obvio que la solución definitiva es principalmente policial.

Eduardo Gonzalez dijo...

Un aporte, con un poco mas de tiempo, vivan los domingos.
http://latorredemarfil.lamula.pe/2010/07/04/¿de-que-sirve-recordar-tanto-si-repetimos-todo/

Anónimo dijo...

Pregunta para el blogger: ¿Cómo así el terrorismo de sL es una amenaza hoy?.
Otra: ¿existe de verdad algo así como un "relanzamiento de SL?. Creo que lo que existe hoy, es la clara constatación de que el sistema, el estado de derecho y demás, se están devorando a los últimos leales a SL. Todos esos ex-senderistas, tienen ganas de participar del sistema. Como opción electoral o lo que sea, pero se mueren de ganas de ser "parte de". No quieren transformar nada, este orden de cosas, muy jerarquizado, muy de elites, les viene bien. De modo, que en realidad no hay razones para ponerse nerviosos.
Todo lo demás, no es sino, ganas de agarrárselas contra la pobre izquierda nuestra tan poca cosa, tan nada en nuestros días. y casi nada en perspectiva.

Anónimo dijo...

En este país la selección nunca va al mundial, Richard Burton trabajaría en Risas y Salsa y nuestro Mao se aburguesa y se rinde en vez de inmolarse. Legalicemos a Sendero, en seis meses los tendremos moviendo el trasero en el reality de Gisela

Anónimo dijo...

la van a barajar enamorandose de tucos de importacion pero siempre por alli se le escapa el cariño por lo nacional

Chicho dijo...

Reaccionario 2.0

Anónimo dijo...

Ni Cipriani lo hubiese escrito tan bien. Te luciste.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

¿A Cipriani le interesa que la izquierda deje de comportarse erráticamente? ¿Pedirle a la izquierda que construya planes coherentes es ser reaccionario? Qué comentarios más torpes.

Anónimo dijo...

Sendero considera que todos los que no siguen sus postulados no son de izquierda, cómo refutar eso?

Lucio Suárez dijo...

Qué post más torpe y fascistoide Gustavo. Ni te ofendas por lo que te dicen.
Y no sensures este coment, si puedes.

Anónimo dijo...

http://grancomboclub.com/2010/07/mundo-del-trabajo-y-agenda-de-la-izquierda.html

Anónimo dijo...

Excelente post. Respecto a los últimos comentarios, que te tildan de "fascistoide", "Cipriani" o "reaccionario", no se podría esperar otra cosa de los radicales incapaces de elaborar respuestas consistentes al reto que dejas plantado acá; los mismos que dinamitan y seguirán dinamitando las posibilidades de una izquierda que responda a la realidad peruana. Los conozco bien, soy de izquierdas. Hablan tanto de Mariátegui, últimamente también de Arguedas (también reivindican a Marx); pero cómo se les nota que jamás han leido más que la tapa de sus libros, ¡si es que al menos conocen el título de sus obras! En sus "discursos" (si se puede llamar así a la suma de clichés con la que elaboran su palabrería), al igual que en sus actos, lo único que respira fuerte es la mediocridad y la ira. Con eso jamás podrán construir ninguna respuesta justa para nuestro país. Es más, con ello se muestran tan patéticos e iguales a esa extrema derecha cargada de ignorancia y de ira. Y la nutren. No en vano, cuando surgió SL, algunos izquierditas críticos consideraron que podría ser una creación de la CIA. No lo era, pues, pero dale que dale, allí siguen esos extremistas, nutriendo y nutriendo a los Aldos Mariátegui y Alan Garcías de toda laya. Sigan así, muchachos, y no habrá izquierda que llegué al poder en bastaaaaante tiempo. Sigan creyéndose puros, representantes del pueblo. Já.

Anónimo dijo...

¿Qué le pasó al último anónimo?.
Tranquilo, el piso está parejo.