22.1.11

Estos once (ontología consultada)

Antología poética vs. una ética de antología

Hoy en día, cuando Miguel Gutiérrez, uno de los más visibles socialistas de la narrativa peruana contemporánea, es figura de Alfaguara-Perú, y su obra la ha publicado también el Congreso de la República (como ha ocurrido también con el trabajo de escritores del grupo Kloaka), distinguir entre marginales y hegemónicos en el mundo literario nacional resulta un ejercicio muchas veces caprichoso.

La ambigüedad no es nueva, claro. Hace tiempo que un escritor como Oswaldo Reynoso, manteniendo por un lado su habitual postura revolucionaria y antihegemónica, repite con orgullo que él es acaso el narrador contemporáneo más leído en los colegios del Perú (esos colegios que otros llamarían "aparatos ideológicos del Estado").

Ya hace unos doce años, aproximadamente, en una entrevista de la revista Caretas, Jorge Pimentel y Tulio Mora, miembros del contestatario y contraventor grupo Hora Zero, se quejaban lastimosamente de que el Estado Peruano no hubiera reconocido ni premiado sus trayectorias artísticas. Como si la canonización por decreto-ley debiera ser la coronación lógica para una vida supuestamente vivida en los márgenes.

Jorge Pimentel y Tulio Mora reaparecen en dupla, en días recientes, interviniendo en una polémica que quiero resumir rápidamente.

En los últimos años, un grupo de estudiosos de la literatura --Alejandro Susti, José Güich, Carlos López Degregori, Luis Fernando Chueca, los dos últimos, además, poetas--, han venido trabajando en una serie de proyectos críticos, ya sea cada cual individualmente o todos colectivamente o dos o tres de ellos en colaboración.

Los productos de esos emprendimientos han sido libros a la vez panorámicos y precisamente enfocados, organizados de modo temático: volúmenes que estudian, por ejemplo, la imagen de Lima en nuestra narrativa breve o su presencia en la poesía peruana, así como las formas en que la alusión y la representación de la capital han evolucionado.

El proyecto más reciente, compartido por los cuatro, es la elaboración de una "antología consultada" de la poesía peruana en el periodo que va desde 1968 hasta el año 2008. Yo recibí meses atrás un email cordial de Carlos López Degregori en el que me invitaba, a nombre suyo y de sus colaboradores, a responder dos preguntas.

En la primera, que era de respuesta necesaria, me pedían nombrar a quienes yo considerara los poetas peruanos centrales de ese periodo (hasta veinte como máximo). En la segunda, que era optativa, se me invitaba a nombrar los cinco libros cruciales de poesía publicados dentro de ese lapso de tiempo.

En un anexo del email constaba la invitación formal; en otro, una lista de diez páginas con nombres de poetas cuyas obras y edades caían dentro del rango temporal de la muestra (poetas nacidos después de 1940, si la memoria no me traiciona).

Se me hacía notar que la nómina era sólo una ayuda referencial y que se podía votar por autores que no estuvieran incluidos en ella. Confieso que no consulté la lista; simplemente, confeccioné mi respuesta con los nombres de autores que entendí necesarios e incluso obvios para contestar una pregunta así. Dejé el segundo ítem sin respuesta.

Buena parte de la (innecesariamente violenta) discusión que se ha desatado luego de hacerse conocida la nómina de los cuarenta y cinco poetas que obtuvieron la mayor cantidad de votos se debe al hecho de que, en esa lista final, estén incluidos tanto Carlos López Degregori como Luis Fernando Chueca, que son, como dije, también, dos de los críticos que condujeron la consulta y que confeccionarán la antología.

Pimentel y Mora han acusado a los antologadores de haber armado todo el experimento de la "antología consultada" sólo para incluirse a sí mismos atribuyendo la inclusión a la opinión de terceros. La encuesta habría sido, según ellos, el caballo de Troya con el que López Degregory y Chueca se habrían querido infiltrar en la ciudad amurallada, en la ciudad letrada (la metáfora les funcionaría mejor a Pimentel y Mora si no dijeran, al mismo tiempo, que López Degregori y Chueca son típicos habitantes de esa misma ciudad letrada).

Pimentel y Mora, que estuvieron entre los consultados y se negaron a responder el cuestionario, aseguran que su negativa se debió a tres razones: los "antecedentes" de los antologadores; las "inconsistencias y premeditaciones" de la propuesta; y, sintomáticamente, el hecho de que dos de los antologadores fueran autores de un "ensayo manifiestamente adverso a Hora Zero".

Pimentel y Mora, entonces, previeron, según dicen, el resultado: intuyeron las "premeditaciones". Ellos no participarían en un proyecto conducido por personas que habían expresado opiniones no favorables a Hora Zero (el movimiento poético al que pertenecieron hace unas cuatro décadas y de cuyo recuerdo siguen alimentándose), porque el resultado no podía ser sino un nuevo desaire a la "multiculturalidad" (encarnada, entre otras cosas, en el mismo Hora Zero), un desaire ejercido desde el centro mismo del "canon".

No es difícil imaginar a Pimentel y Mora esperando el momento en que los resultados de la encuesta se hicieran públicos para saltar de la trinchera y protestar. Lo hubieran hecho, probablemente, si la lista final hubiera sido otra, casi cualquier otra. Porque ellos esperaban, y así lo dicen, que el resultado concordara con lo que consideran los "despropósitos" de la "literatura canónica".

Es casi cómico eso último: obviamente, si se hace una encuesta entre las personas que, mal que bien, con mayor o menor presencia, contribuyen a la formación del canon (con sus reseñas, sus comentarios en diarios o revistas, su producción crítica, académica o no, etc), debe esperarse que el producto muestre los nombres canónicos.

Pero eso debe esperarse incluso más si, precisamente, aquellos que dicen viajar contra la corriente, prefieren abstenerse de responder en lugar de formar parte del debate. Abstenerse, en este caso, no es una muestra de firmeza, sino una muestra de intolerancia: Pimentel y Mora no aceptan que un crítico pueda tener reservas en relación con, por ejemplo, la obra de Hora Zero, y seguir siendo un crítico respetable.

Y la manera en que los Hora Zero reaccionan es en verdad triste y muy baja: descalificaciones, insultos, apodos carcelarios, ataques adolescentes, sin claridad, sin fundamento, sin agudeza alguna. El tipo de reflejo primario que, traducido en insidia y en intriga, alimenta ese ambiente de violencia contenida que a veces parece el rasgo clave en las relaciones entre muchos escritores peruanos.

Veamos el otro lado: en la encuesta que él mismo conduce con sus tres colaboradores, Carlos López Degregori aparece en el puesto cuatro entre los once poetas con mayor votación (sólo el top ten se ha hecho público, y son once autores en vez de diez porque el décimo lugar lo han igualado Rosella di Paolo y Domingo de Ramos). Además, entre los otros treinta y cuatro mencionados (sin especificaciones de votación), aparece también Luis Fernando Chueca.

Está claro, creo yo, que ocupar la situación de encuestador y, luego de respondidos los cuestionarios, aparecer entre los seleccionados, no le hace ningún favor a la imagen del proceso. Mucho menos teniendo en cuenta que, ya en la nómina referencial de poetas que cada encuestado recibió junto con la invitación, Luis Fernando Chueca y Carlos López Degregori, conductores del proyecto, habían incluido sus propios nombres (entre centenares de otros: la lista excedía las nueve páginas).

Claramente, si una persona o un grupo de personas X organiza una consulta de esa naturaleza; se enumera entre los candidatos (no importa cuán larga sea la enumeración); envía los mensajes y pide que las respuestas sean enviadas a su propio correo electrónico, entonces es obvio que su protagonismo y su ubicuidad en el proceso pueden inclinar la balanza, influyendo en el resultado. Metodológicamente, no es el procedimiento más adecuado, y eso se vuelve más patente y difícil de pasar por alto si todo el proyecto viene refrendado con el nombre del Instituto de Investigaciones Científicas de la Universidad de Lima: uno espera, en efecto, un poco más de cuidado estadístico y un poco menos de personalismo en un proyecto así.

Pero no hay nada más que criticar en ese asunto, ni nada que enjuiciar en la legitimidad del proyecto, ni hay que echar sombras sobre la ética de quienes lo han conducido. En efecto, creo que no se siguió el mejor procedimiento; pero no creo que eso se deba a ningún deseo protagónico; es, en el peor de los casos, un proyecto formalmente discutible, y nada más.

Preliminarmente, antes de ver qué es lo que Güich, Chueca, López Degregori y Susti encuentran en los resultados y qué es lo que comentan a partir de ellos en el aparato crítico de la antología (que debe aparecer en los próximos meses), hay algunas cosas interesantes que se pueden descubrir al ver la nómina de los once poetas más mencionados (que copio inmediatamente) y la de los cuarenta y cinco del cuadro mayor:

1. José Watanabe (101)
2. Enrique Verástegui (93)
3. Carmen Ollé (88)
4. Carlos López Degregori (83)
5. Mario Montalbetti (81)
6. Jorge Pimentel (67)
7. Roger Santiváñez (62)
8. Eduardo Chirinos (58)
9. José Carlos Yrigoyen (57)
10. Rosella Di Paolo (56)
10. Domingo De Ramos (56)

A pesar de la paradójica acusación de, digamos, caduca canonicidad, con que Pimentel y Mora han querido estigmatizar a la encuesta, la nómina tiene una composición no tradicional en este tipo de muestra en el Perú: por ejemplo, un veinticinco por ciento de los poetas más mencionados (en la lista de cuarenta y cinco) son mujeres; la inmensa mayoría no están asociados a ningún grupo poético; por el contrario, los outsiders (como Watanabe, Montalbetti, Yrigoyen, Di Paolo) predominan en los puestos superiores; abundan los autores de largo historial pero cuya obra se ha consolidado en la última década y media.

En ese sentido, da la impresión de que la muestra cumple su cometido principal: rastrear el aire de los tiempos en relación con un periodo literario que, por reciente, aún no se ha petrificado en un canon de apariencia inamovible. Pero cuidado con esto: la muestra es uno de los muchos breves pasos de la canonización, que no es una decisión instantánea sino la suma de momentos como el que esta misma encuesta y esta misma antología representan.

Tulio Mora debería saber esto perfectamente: es imposible pensar en una antología poética más canonizante y (tras el paso de los años) más canónica que el Estos trece de José Miguel Oviedo, que, si no oficializó, al menos determinó en gran medida la forma en que la poesía peruana de los setentas sería percibida y entendida en el futuro. Ahora, al cabo de las décadas, da la impresión de que Mora reaccionara sistemáticamente en contra de cualquier antología o encuesta que amenazara con modificar el perfil canónico que Estos trece impuso sobre la recepción y los estudios de la poesía del setenta.


Pero si aquella vez la opinión solitaria y personal de José Miguel Oviedo no le pareció cuestionable, y si en los años posteriores no ha tenido mayores problemas para convivir con el aire de leyenda que ese libro le otorgó al grupo del cual él formó parte, Mora haría bien ahora en no cuestionar tan fácilmente, tan violentamente, tan gratuitamente, la opinión de más de un centenar de críticos y escritores consultados por Güich, Chueca, López Degregori y Susti. No todo el mundo tiene que rendirle culto a Hora Zero o a Estación Reunida, y no todos aquellos que no les rinden culto tienen la oscura intención de demoler su recuerdo.

Pero la ironía mayor es que, si yo me equivocara y los antologadores sí tuvieran la intención de hacer eso, entonces estarían efectivamente yendo en contra de lo establecido y lo canónico, aunque les pese a Pimentel y Mora.


...

18 comentarios:

Anónimo dijo...

se hace muchas veces, pero eso no le da valor científico: estas encuestitas están de moda. no entiendo qué afán se ha metido en las artes de hacer rankings. es decir, un ranking sirve para iniciar una tertulia, para conversar una mañana de domingo, pero no para justificar una antología. un antologador bien en sus cabales, hace la selección él solo, la sostiene lo mejor que puede, y se aguanta la avalancha de comentarios, como JMO. eso es más constructivo.

zeta dijo...

Me enteré hace un tiempo de esa encuesta y, la verdad, me sorprende un poco enterarme que hay controversia en el asunto, mas no estoy muy de acuerdo con la idea de que deberían haberse alejado los encuestadores, ¿o, en tal caso, hubiese sido mejor que terceros se dedicasen a desarrollar el asunto? Si ellos son los de la idea, me parece que deben ser parte del proceso; a no ser que se borren o sigan la rigurosidad que dice que hace falta... ¿Cuáles serían esos pasos a seguir para no caer en lo mismo?

Heriberto Hernández Medina: dijo...

"Un antologador bien en sus cabales, hace la selección él solo, la sostiene lo mejor que puede, y se aguanta la avalancha de comentarios..."

Totalmente de acuerdo.

Mario Salazar dijo...

Gente que hace una encuesta y se coloca en la lista no hace más que esperar que sean parte del resultado final porque en retribución van a ser mencionados, es irrisorio que la Universidad de Lima se preste para esto, que cada quien haga su autobombo con su talento, que el público decida el respaldo y no entre amigos o compañeros de trabajo, da pie a pensar que hay ganas de ser reconocido y el método no importa, en mi apreciación una encuesta equivale a no ser parte de ella ya que uno mismo es gestor y representante de ese procedimiento, es antiético, en todo caso uno no imagina a un autor famoso haciendo una encuesta de quienes son los mejores para colocar su nombre, lo hacen quienes quieren aparecer en la foto, eso dicta mucho la clase de persona que eres, de poca verguenza. Si quieren hacer encuestas para colocarse y sentirse los mejores que quede claro quienes son los artifices del proyecto así cuando uno lo lea se de cuenta que es autocelebratorio. Uno realiza un trabajo para honrar a otros, no a uno mismo, en todo caso quien quiera publicar un libro de autor y estrella a la misma vez que sea directo y sincero con sus deseos y no haciéndose el desentendido encubriéndose en un "estudio". Saludos.

Mario.

Yney dijo...

Pero esta no es exactamente una encuesta, la población es tan chica que la muestra tomada desde estar por encima del 50%. Para colmo, el numero de encuestados es bajo, ciento y pico, y no son anónimos. Lo que queiro decir es que no será una encuesta hecha con rigurosidad cientìfica, pero ni falta que hace. Las circunstancias hacen posible que, en caso de sospecha, se pueda pedirle a cada uno de los encuestados que confirme que su voto fue computado correctamente.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Yney: eso no es lo que he dicho. No digo que la muestra pueda estar mal elegida ni que pueda ser poco representativa. No lo es. Tampoco he sugerido que haya que verificar la veracidad de los votos y los resultados: no dudo de nada ello; la gente que ha hecho este trabajo no merece que se ponga en duda su seriedad caprichosamente. Lo que digo es que la presencia de los que desarrollan el proyecto como parte de la lista referencial a la vez que como organizadores, comentadores, receptores de las respuestas, etc., puede influir sobre los consultados. Pero incluso eso me parece un problema un poco secundario.

Anónimo dijo...

La participación ofuscada de "Hora Zero" respecto de la aparición de la "Antología consultada" posee, en verdad, serias paradojas. No obstante, me parece pertinente recalcar la liviandad con la cual se han analizado los criterios y demás procedimientos que defienden los críticos (y poetas) respecto de la elaboración de la antología mencionada. Y es que, si bien la actitud de los miembros de "Hora Zero" puede ser considerada "apelable" (y aún así, comprensible), la iniciativa de realizar semejante proyecto posee todos los argumentos para resultar polémica. Desde la intención de consultar, al modo de un ranking radial, cuáles son las "más más", hasta el grupo al cuál se consultó (que, además, no consta mayormente de especialistas en la materia), podemos identificar una serie de deficiencias críticas que develan la mediocridad del producto final. No es necesario psicoanalizar, y mucho menos deconstruir los discursos de los participantes, para estar en la capacidad de identificar el pragmatismo que irradia tan cuestionable proyecto. Y si alguna apelación, en medio del enredado "fuego cruzado", puedo rescatar, es el de la ética de la antologador, quien debería reconocer que toda antología apunta no a canonizar (cosa que podría suceder, sin duda, dentro del ámbito literario), sino a destacar a figuras forcluídas dentro del ámbito cultural, y así se pueda alimentar tanto el imaginario social, como renovar los estudios literarios.

Antonio Rodríguez Flores.

Jorge Frisancho dijo...

Mucho más interesante que discutir sobre la polémica, o incluso que sobre las falencias metodológicas de la encuesta, me parece comentar los resultados. A mí, por ejemplo, me llama la atención (y me satisface enormemente) la presencia de Domingo de Ramos entre los favoritos de la platea. Me parece significativa también la presencia de varios autores de edad mediana que han publicado muy poco y llevan muchos años en silencio, como Quijano y Echarri, y la de un autor antiguamente oscuro como Chirinos Cúneo (te aseguro que esta encuesta hecha en los 80, e incluso en los 90, no lo hubiera incluido). Y varias cosas más. Datos de superficie, pero significativos.

Anónimo dijo...

Hay otras personas que se han expresado respecto a esta polemica
Por ejemplo Yrigoyen y Rotondo
"Nos parece que pudo haber un debate de verdad en torno a esta propuesta y eso no ha sucedido. Las encuestas no van a canonizar a nadie nunca, la cosa es más compleja, mucho más larga y menos coyuntural."
http://la-fortaleza-de-la-soledad.blogspot.com/2011/01/entrevista-carlos-torres-rotondo-y-jose.html

O Jose Guich
"un crítico incisivo, de línea "dura" e informada, distante de la demagogia callejera de personajes -y sus lacayos o clientes virtuales- que intentan ejercer el monopolio de las ideas a través del insulto y la difamación, sin argumentos convincentes"
http://correoperu.pe/correo/columnistas.php?txtEdi_id=4&txtSecci_parent=&txtSecci_id=84&txtNota_id=535523&txtRedac_id=G%FCich

Otro es Vladimir Herrera
http://lagunabrechtiana.blogspot.com/2011/01/eros-la-revista-de-rupay.html

http://lagunabrechtiana.blogspot.com/2011/01/carta-un-poeta-joven-del-peru.html

O Pedro Granados y Zapata
http://blog.pucp.edu.pe/item/121729/poeta-en-apuros-a-proposito-de-la-antologia-consultada-de-la-poesia-peruana-1968-2008

http://ohpalabrasvirgenes.blogspot.com/2011/01/entrevista-con-miguel-angel-zapata-uno.html

Anónimo dijo...

Lo que resulta extraño es que Tulio Mora no venga a comentar a este blog, a diferencia de lo que vino haciendo de inmediato en Luz de Limbo, varias veces y de manera muy empática. Ese "conocido" blog publicó la respuesta de los profesores de la Universidad de Lima con una letra muy pero muy pequeña pretextando "falta de espacio". Increíble. Y Mora se mantiene ahí, muy feliz.

Anónimo dijo...

Señor Faverón: ¿qué puede saber la periodista Gabriel Wiener de poesía peruana? En Luz de limbo el mismo administrador reveló que Marcel Velázquez siempre se ha ufanado de no leer poesía peruana, y fue consultado.
¿Quién garantiza la indoneidad de los consultados?

Hasta Oquendo y Elmore han puesto en duda la viabilidad de un estudio tan peculiar como esta encuesta consultada. Lo más probable es que su publicación se detenga porque hay gente que viene preparando un documento con todos los reparos metodológicos, entre ellos los que usted mismo ha señalado.

Sea más imparcial, por favor.

Anónimo dijo...

Gabriel Wiener ha publicado en la significativa coleccion Underwood el libro "Cosas que deja la gente cuando se va", poemas en prosa que no tiene nada de ajeno a la manera en que Mora confecciono los poemas de Cementerio General.

Marcel Velázquez dicta permanentemente cursos sobre poesia peruana contemporanea. Es permanentemente invitado a mesas redondas sobre literatura. Dar credito a una infamia dice mucho de Mora, que repite esos "argumentos" en sus cartas:

"¿Otro profesor a quien cinco alumnos (según el blog de Víctor Coral, Luz de Limbo) lo recuerdan vanagloriándose de no leer poesía peruana?"
http://sol-negro.blogspot.com/2011/01/balada-de-la-cuatrinka-que-se-dispara.html

Oquendo y Elmore NO han puesto en duda la viabilidad de un estudio tan peculiar como esta encuesta consultada. Esa es una lectura sesgada, antajadiza. Lo mismo la manera en que en ese supuesto documento se quiere incluir como grandes "reparos metodológicos" lo que no es sino "un problema un poco secundario".

La ilusion de frenar la publicación via ese supuesto documento va en la misma linea que esta advertencia de Mora:
"están advertidos de retirar nuestros nombres, tanto de su listado actual como de su futura antología, o tendrán que enfrentar un proceso judicial".

Como expresa Helena Usandizaga, a que viene tanta sangre?

http://lagunabrechtiana.blogspot.com/2011/01/comentario-perplejo-una-encuesta.html

Anónimo dijo...

Vladimir Herrera:

En todo caso sorprende la mala leche de libelo infamante que han usado los ccorotas estos para desvirtuar a como dé lugar un trabajo probablemente concebido con humor y buenas maneras. La mentada antología consultada. Frente a la cual se pueden tener actitudes sublimes o peregrinas pero no argumentar hasta el cansancio al revés y al derecho sólo para escandalizar a la parroquia diciendo que todavía existen.


http://lagunabrechtiana.blogspot.com/2011/01/los-anos-sin-escusa.html

Anónimo dijo...

RESPUESTA A GUSTAVO FAVERON

(primera parte)

Señor Gustavo Faverón: quiero expresar mi doble felicitación por la admirable extemporaneidad con que ingresa a esta polémica y por la ambigüedad con que quiere renovarla, procurando, como es típico en la indefinible “institucionalidad cultural” (para ponernos pomposos como quienes presentaron el resultado de esa antología descriteriada), querer quedar bien con todo el mundo desde el murmullo, la “risita limeña” (lo dijo Vallejo, por si acaso) o la ceja levantada, pero sobre todo desde la relativización que mucho se parece a la complicidad.

Dice usted: (se trata) “en el peor de los casos (de) un proyecto formalmente discutible y nada más”. Ese “nada más” a mí da escalofrío desde que leí, muy joven, a González Prada porque prefiero la discrepancia en alta voz. Fíjese usted cuán útil ha sido en este caso, pues admirablemente, desde que Jorge Pimentel y quien escribe esta carta hicimos públicas nuestras discrepancias “la institucionalidad literaria” se ha puesto a intercambiar opiniones sobre un proyecto al que ahora se le reconoce solo defectos y apenas la solitaria virtud de un cuádruple esfuerzo fallido.

Le anticiparé que la mutua decisión (la de Pimentel y mía) de no participar en esa encuesta tuvo coincidencias y también motivaciones diferentes. Yo, personalmente, le envié a CLD hasta dos cartas exponiéndole en una de ellas que no me parecía metodológicamente correcto solicitar un listado de 20 poetas y solo de cinco títulos para un periodo ya considerable de 40 años. Le pregunté si en las anteriores décadas (reduzcamos ese periodo desde Eguren hasta Cisneros e Hinostroza) podría proponer lo mismo, ¿en qué problemas metería a los consultados? Solo Vallejo, en mi opinión, tendría cuatro títulos, por ejemplo, ¿quién lo acompañaría solitariamente con otro: Eguren, Adán, Westphalen, etc.? ¿Qué pasaría con otros títulos imprescindibles? Absurdo, ¿no? ¿O acaso esa reducción supone que en estos 40 años hay títulos menores que en los años previos? Eso implicaría un reconocimiento de inferioridad estética de las obras posteriores al 68, incluyendo las de dos de los organizadores, a uno de los cuales, por lo demás, Carlos López Degregori, y se lo recordé en las dos cartas, siempre le he reconocido méritos suficientes como para ingresar en cualquier antología seria, incluso siendo él uno de los antologadores.
(....)

Tulio Mora

Anónimo dijo...

RESPUESTA A GUSTAVO FAVERON

(segunda parte)

Bastaría recordar, y sin ánimo de hacer un ranking, “En los extramuros del mundo”, “Cosas del cuerpo”, “El mundo en una gota de rocío”, “Noches de adrenalina”, “Hormas y averías”, “Ave Soul”, “Cactáceas”, “Las armas molidas”, “Los dioses”, “Cruzando el infierno”, “Ayacucho, hora nona”, "Entre mujeres solas", "O un puñal esperándome", “El chico que se enamoraba con la mirada”, “Lejos de todas partes”, “El libro de las señales” o el reciente “La muerte de un burgués”, para citar solo al paso unos cuantos títulos, algo que, con perplejidad descubro ahora, usted no ha hecho ni con la lista de 311 nombres que también le enviaron. Y ni siquiera se tomó el esfuerzo de contarlos, salvo el número de páginas que le pareció excesivo o aburrido. Eso me ha parecido desconcertante: reconocer que no dio un solo título de un libro significa que, como lo sostuvimos en nuestras cartas Pimentel y yo, usted tampoco estaba calificado para ser un miembro de la famosa “comunidad literaria”. ¡Y como usted fueron nada menos que 70 de solo 123!

De modo que más ético hubiera sido mantener el silencio y no ponerse a echar números sobre supuestos datos interesantes en un tema que relativizó por desconocimiento.

Ya que mencionó estilos (el nuestro: el de la intolerancia; el de los organizadores de la fallida encuesta: “nada más” que una pícara metida de pata) ese oportunismo irremediable del protagonismo tardío no le favorece nada.

Para finalizar solo le recordaré que en esa entrevista de Caretas que usted alude (creo que se refiere a aquella en la que Pimentel mencionó a ciertos “mayordomos”) quien opinó sobre el apoyo del Estado a los escritores fue Enrique Verástegui. Por lo menos, en cuanto a mí me sustento como comunicador desde los 20 años y si alguna vez he trabajado para el Estado fue por méritos propios.



Tulio Mora

Anónimo dijo...

Comparar "Estos trece" con la antología de Chueca es una argucia falaz porque son antologías de naturaleza completamente diferente.

No se cuestiona ...que alguien, cualquier persona, publique su canon personal, su propia antología en base al propio gusto. Lo que se cuestiona es que se pretenda capturar, "reflejar", el canon de una "institución literaria peruana" de la cual no hay contornos establecidos y justificados por escrito ni siquiera por ellos mismos.

Por último, a nadie le importa que los cuatro patitas de la de Lima sean muy honorables o muy buena gente. La cuestión es que están proponiendo canones epocales "nacionales" sin base, sin una mínima solidez metodológica o argumentativa.

Anónimo dijo...

Gustavo,

Hay algo que no me queda claro:

¿Tan importante es ser parte de un canon o alguna antología?

Esta encuesta y armar canones me suenan a entrar a un "Top 40" o "Top 10" que no garantizan nada de nada.

Por mi parte, paso de estos autores, caray...

Renato Sandoval dijo...

Parafraseando a Plauto (y luego a Hobbes, Sartre y otros): "Poeta poetae lupus" (El poeta es el lobo del poeta)

Renato Sandoval