En un pueblo no hay barbero
Si Z se antologa a sí mismo, entonces no es uno de los poetas que no se antologan a sí mismos; por tanto, no se antologa a sí mismo. Y he allí la paradoja, que es sospechosamente similar a la paradoja del barbero.
En el mismo pueblo, los poetas Y y W antologan a cuarenta y cinco poetas, lo que deja a muchos de los otros cincuenta y cinco poetas, o bien sumidos en la desesperación, o bien hundidos en la derrota, o bien entregados a la venganza, o bien planeando una antología propia que sí los incluya a ellos mismos. (Otros no reaccionan o no se enteran y siguen escribiendo)
En el mismo pueblo, nadie antologa al poeta X, que escribe con sorprendente fruición, publica con severa devoción, cita con equívoca erudición y lee con anteojos multifocales, para aprehender mejor. Pero ocurre que no hay quien se queje (en el pueblo) de que nadie antologue al poeta X.
En su mente, X es un poeta imprescindible, un poeta indispensable o, por lo menos, piensa el mismo X, un poeta francamente antologable. X medita y después premedita (lo segundo después de lo primero, debido a su audacia formal) y se encuentra ante un problema de tipo ético-lógico: "¿Habré de antologarme a mí mismo?", se pregunta.
"Si me antologo a mí mismo", elabora, "pasaré a ser uno de los poetas que se antologan a sí mismos. Con eso pierdo toda esperanza de que Z me antologue alguna vez, puesto que Z sólo antologa a los poetas que no se antologan a sí mismos". Olvida, en su atropellamiento, que Z es un ser paradójico y que, por tanto, no hay tal Z.
Más tarde, X razona que él podría antologarse a sí mismo, junto a otros, y renunciar a ser antologado por Z (que no existe) y también a ser antologado por Y y W, que, de cualquier forma, ya lo han pasado por alto. Pero X se considera un poeta único. Y, siendo así, ¿qué antología puede recoger su obra, consagrándola, sin, al mismo tiempo, rebajarla, al ponerla en el mismo nivel de los demás antologados? X se da cuenta de que acaba de llegar a su propia paradoja.
Esta ya no es la paradoja del barbero, sino la paradoja del oportunista: el barbero no tiene nada que hacer con X, pues, como reconoce la sabiduría popular (que X desprecia), "a la oportunidad la pintan calva".
Con reacción entendible (desde el punto de vista de las orugas, que invaden el pueblo), X decide no antologarse, lo cual es moralmente encomiable y metodológicamente plausible, pero tambipen decide una cosa más: emprender una micro-campaña mediática que destruya el trabajo de Y y W y los avergüence ante toda la colectividad de poetas, tanto los antologados como los de libre circulación.
Y por eso hay un lugar en nuestras redes virtuales donde el poeta X, sin opinar, recoge las opiniones de todos aquellos que están en contra de la antología hecha por Y y W. Porque X sólo recoge las opiniones de aquellos que opinan en contra, pero como él nunca opina, entonces no recoge, obviamente, su propia opinión.
Pregunta: ¿quién es X? Respuesta: siendo él también una entidad paradójica, X no existe. Es por eso que, con estupendo discernimiento entre realidad e irrealidad, Y y W no lo antologan.
...
6 comentarios:
¿Puedo copiarlo para una clase de Estadística? :)
Se parece a ese cuento de B. de Ll. Salvando, claro está, las diferencias que le convengan a los involucrados.
Daniel Ávila
y por último, a los poetas de ese país nadie los antologa, como estupendo ejercicio de discernimiento entre lo destacable y lo que no
Lo puse en tu entrada anterior, pero se mantiene el sentido del comentario:
¿Tan importante es ser parte de un canon o alguna antología?
Armar canones o antologías me suena a entrar a un "Top 40" o "Top 10" que no dicen nada de nada.
Son referenciales, pero, del mismo modo, a que yo como lector pedestre seleccione mis autores en mi librería de turno. Punto.
Lo paradójico no es la prueba de la inexistencia de algo sino de una mala explicación, o yo no tendría en este momento una tortuga en brazos.
(Por cierto, si un espacio finito no se puede divir infinitamente -condición necesaria para que yo alcance a la tortuga-, ¿no significa eso que la realidad es digital, como propone Wolfram?)
Tu humor y tu prosa, Gustavo, están oxidados. Chirrean. Cada vez que tratas de ser creativo patinas. Y con roche. Mejor quédate criticando libros y criticando las críticas de libros. Ese es tu lugar, en el que medianamente (y con mucho esfuerzo) te defiendes. El arte (y el humor) le corresponde a quién tenga ese talento.
Firma: Eduardo Pomareda.
Publicar un comentario