12.2.11

El canon masculino

Un tema que siempre se queda en el tintero

Algo que no deja de incomodarme en las idas y venidas de discusiones como la que se acaba de producir en torno a Hora Zero y la (casi invisible) construcción del canon poético peruano, es la constatación frecuente, constante, siempre exacta, de que las escritoras --las poetas, las cuentistas, las novelistas, incluso las ensayistas y las críticas-- suelen elegir quedarse fuera del asunto.

Cuando digo que es una elección, estoy siendo injusto, seguramente. En verdad, lo que ocurre es que esas discusiones suelen construirse de una manera tal que presupone la exclusión de las escritoras mujeres.

En este último caso, por ejemplo, las partes del conflicto parecen ser los cuatro antologadores, todos hombres; los firmantes del primer reclamo, hombres ambos; los bloggers participantes de la discusión, hombres en su totalidad; y, claro, el grupo Hora Zero, del que solo se menciona a los hombres: Pimentel, Ramírez Ruiz, Verástegui (que en verdad no se da por aludido) o el mismo Mora.

No fue distinta en lo más mínimo la cuestión genérica cuando se produjo la disputa de los mal llamados "andinos" y criollos": todos los involucrados fueron hombres sin ninguna excepción notoria. De hecho, hay un sentido relevante en el que cabe decir que todos estos enfrentamientos se producen en un espacio eminentemente masculino, y que las escritoras mujeres o bien se sienten excluidas de la discusión o bien se excluyen ante la evidencia de que la disputa no tiene mucho que ver con ellas ni con su obra ni con las zonas de la esfera literaria por las que ellas transitan.

Hay una suerte de canon femenino peruano, cuyas aristas principales son autoras del siglo diecinueve como Clorinda Matto de Turner o Mercedes Cabello de Carbonera, al que la fuerza de la academia suma nombres como el de Aurora Cáceres o, más tradicional pero también más equívocamente, Flora Tristán, junto a escritoras del siglo siguiente como Magda Portal, Blanca Varela, Laura Riesco o Carmen Ollé.

Su eventual inclusión en censos panorámicos (como los que cada cierto tiempo intenta la revista hueso húmero) no alcanza a hacer otra cosa que colocarlas como puntos discrepantes entre las líneas continuas constituidas por la otra literatura, la mayoritaria, la de los hombres.

En manos de la crítica feminista, esa discrepancia se reafirma porque el énfasis crítico se coloca en la diferencia y la otredad, en lo femenino; en manos del resto de la crítica o bien se intenta borrar toda diferencia o bien los casos se anotan como momentos excepcionales en que la obra de una mujer alcanza un reconocimiento insólito. (He escrito sobre estos temas antes: por ejemplo, aquí).

En ninguno de los dos casos una escritora tendría por qué sentirse parte de una discusión sobre el canon: en ambos casos un enfrentamiento como el reciente es sólo una instancia del debate sobre un canon que no integra la obra de las escritoras mujeres dentro de un relato general, un relato en el que, sin extraviarse las diferencias, se observen las formas en que las distintas obras de escritoras mujeres se han tejido, relacionado, yuxtapuesto o contrapuesto con las formas e ideas dominantes en la literatura de sus épocas.

Este es otro "debate" (la palabra es excesiva, como dije antes) que termina sin que el tema asome, sin que se le considere relevante o siquiera reconocible, no importa cuán progresistas se piensen algunos de los participantes, ni cuán renovadores, ni cuán iconoclastas, ni cuán antiinstitucionales.

...

32 comentarios:

Anónimo dijo...

Faltó un ejemplo de cómo en el caso de otros países las mujeres sí han intervenido.

Patricia De Souza dijo...

Yo creo que las mujeres no pueden, ni deben, opinar, desde la "orilla", como una minoría o como una cuota necesaria. Ese lugar, no nos corresponde. El tema del canon, y quiénes lo deciden (en un medio misógino, que mira con desconfianza cualquier protesta, y la niega, o la silencia) no es necesariamente un tema que pueda atraer la atención de aquellas que escriben preocupadas en llevar adelante un proyecto. Creo que si ninguna de las involucradas no ha dicho nada, es por dignidad. Una antología, es una antología, y eso es todo. Que se genere una discusión tan encendida, como sucedió, con el debate de "andinos y criollos", no creo que sea apasionante y es más bien desalentador, revela un lado muy mezquino de la sociedad peruana, rezagado, que no sale del cliché, la ofensa, y la provocación. No encuentro otra explicación. Y sobre lo que significa el canon literario, ese es un debate que está en el aire, en los mismos libros, en los que escribimos muchas mujeres cuestionando modelos, se trata simplemente de saber escuchar.--- o este caso, de leer otros blogs...

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Hola, Patricia. No entiendo bien dos de tus argumentos. No intervenir "por dignidad", por ejemplo: el debate es tan digno como quieran o puedan hacerlo sus participantes. El hecho de que tú opines aquí, por ejemplo, difícilmente atentará contra tu dignidad como escritora. En cuanto a que no se deba "opinar desde la orilla", como dices: es precisamente lo que digo: intervenir en el debate desde adentro, como una parte más de la tradición literaria peruana o de la esfera literaria peruana no implica asumir una posición marginal, sino todo lo contrario.

Pero sobre todo no estoy de acuerdo con la parte en que dices "el tema del canon... no es necesariamente un tema que pueda atraer la atención de aquellas que escriben preocupadas por llevar adelante un proyecto". A menos que asumas que todo proyecto literario es necesariamente individualista, o supongas que ningún proyecto literario puede implicar el intento consciente de transformar el canon, esa afirmación es una generalización gigantesca.

Amazilia Alba dijo...

Si eso es un "debate" mejor quedarse fuera.
Puro ego y nada sustantivo...

Patricia De Souza dijo...

Insisto Gustavo, en que reclamarles a las mujeres que participen en un debate del que a lo mejor no forman parte (lo digo porque sí me parece que en este caso figuran como una cuota necesaria) es , de alguna manera, infantilizarlas... Sobre el canon, la única revolución tal vez esté en el poder de las palabras y el uso que les demos... Yo no creo en el canon literario y, por supuesto, es una posición personal, que explico en múltiples posts y artículos. En esos argumentos, sí hay una dignidad en juego (no el hecho de que intervenga en este debate) y es la de saber cuál es el espacio y la atención que se presta a las escritoras (meta-discursos). Ninguna subordinación me parece justificable... helás!

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Patricia, no sé en verdad que estás entendiendo por "canon" cuando usas esa palabra. La frase "yo no creo en el canon" me hace suponer que no estás entendiendo lo que se suele comprender con esa palabra. Es más o menos como que, hablando de economía, alguien dijera "yo no creo en la inflación". En verdad, no es algo cuya existencia como fenómeno dependa de las creencias de uno. Uno puede creer que la forma específica de un fenómeno cultural refleja una estructura injusta o parcial o simplemente errática o errada o inicua, pero eso no es lo mismo que "no creer" en el fenómeno mismo.

Por otra parte, no sé a qué te refieres con "reclamar" que las mujeres intervengan en un debate. Mi post es claramente una serie de preguntas acerca de por qué las escritoras se mantienen al margen de ese debate, no un reclamo para que intervengan.

Lo que me deja sorprendido, en todo caso, es que hables de "infantilizar" a las mujeres. En mi experiencia personal, sostener que las voces de unos es tan válida y atendible y merece un espacio similar al ocupado por las voces de las demás, no es infantilizar; es proponer relaciones perfectamente horizontales.

Patricia De Souza dijo...

No creer en el canon, es no otorgarle un valor absoluto, si no, removerlo, contestarlo. No hay contrasentido. No se puede aspirar a la libertad, y sí pienso que la escritura es ese lugar, si se desea formar parte de la Academia. Que exista un canon, no significa que hay que subordinarse... Para ser más precisa (ya que entré en este debate), cuando digo que no creo en él, me refiero a que me sorprende que todavía estemos hablemos de géneros, y menos de escritura, qué significa escribir en este contexto , por ejemplo.... eso me interesaría más (y si se prestara atención, habría menos verticalidad) que hablar de grupos, de poetas o de novelistas...

Patricia De Souza dijo...

Sobre "infantilizar", tal vez me sorprende que no nos hagamos preguntas sobre las razones (sociales, económicas, y psicológicas) por las cuales no participan. Deberíamos preocuparnos que haya una mayoría masculina y tratar de democratizar los debates... Pero, hay mucho ruido y poca atención, razón por la que muchas mujeres se apartan.... De todas formas, no quisiera monopolizar este debate en este espacio. Y no me gusta la velocidad a la que va... creo que es un tema que merece un debate profundo, pensado... tal vez un día... tal vez-.---

Anónimo dijo...

Sería interesante saber por qué las chicas de Hora Zero no han intervenido.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

El canon se contesta, pues, Patricia. Esa es su naturaleza, así es como funciona. Esa no es una observación inusitada ni redefinitoria: es lo que dicen, por ejemplo, todos los teóricos marxistas, postmarxistas y postmodernos (incluyendo a los más idiosincrásicos, como Bordieu o Foucault) cuando hablan de hegemonía y discursos dominantes. Una manera de NO contestar el canon es abstenerse de debatir sobre él.

Por un lado dices que te sorprende que sigamos dialogando sobre género y por otro dices que te sorprende que no nos hagamos preguntas sobre las cuestiones sociales, económicas o psicológicas que causan la abstención de las escritoras mujeres. Discúlpame la pregunta, pero: ¿cómo es que eso no sería una discusión sobre género?

Al leer eso, me da la impresión de que hubieras comentado mi post sin leerlo. El post es una pregunta: ¿cuáles son las causas por las que se abstienen las escritoras mujeres? Y la respuesta que propongo es que todos esos debates se producen con una carga simbólica que excluye a las mujeres desde el inicio mismo. El enlace que coloco al post sobre Clorinda Matto también incide sobre todo en esos puntos: el canon peruano es debatido siempre dentro de una mentalidad exclusivista y excluyente.

Por último, si mi post aboga por una forma de debate más democrática e inclusiva, y tú dices literalmente que hay que "tratar de democratizar los debates", me resulta casi imposible entender qué es lo que estás criticando.

(Por cierto, ser lo que llaman "un autor canónico" no tiene nada que ver con "formar parte de la Academia").

Patricia De Souza dijo...

No estamos en el terreno de lo obvio, no es evidente que se desee contestar el canon ( y los que aspirar al canon se someten a la legislación de la Academia, sin duda), tú mismo te inscribes en una posición bastante clásica, muy distinta de la Foucault, Bourdieu, es otra cosa, creo que no hay que mezclarlos... Ahora, creo que hablar de las realidades culturales sobre la situación de las mujeres no significa reivindicar el género, sino desmontarlo. Cuando Judith Butler (como Clorinda Matto) hace una crítica a los modelos arquetípicos de masculino y femenino, repite el esquema? No creo, lo que hace es removerlos... Y aquí me quedo. He venido s este blog (y ese desplazamiento es un gesto, no se produce en el mismo sentido) opinar, no para polemizar... Agradezco tus respuestas...

Anónimo dijo...

jajajaja, tew dejó sin argumentos la señora De Souza, de ayachucho con amor

Anónimo dijo...

Faverón -quien se presume docto y democrático- es tan horizontal con el tema de género que cuando interviene una escritora para opinar en su post, intenta demostrar a toda costa su superioridad intelectual sobre ella. ¿Esa no es la mejor prueba de su machismo y de su intolerancia?

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Vamos por partes:

Dices: "No estamos en el terreno de lo obvio, no es evidente que se desee contestar el canon"

Claro, no es evidente que se "desee" contestar. Pero nadie habló de deseo. El canon no es otra cosa que el resultado (permanentemente variable) del choque de discursos contrapuestos. Eso es contestación necesariamente.

Dices: "Los que aspiran al canon se someten a la legislación de la Academia, sin duda)".

Quizá quieras explicar cómo es que la academia peruana legisla sobre el canon... Quienes "aspiran" a ingresar en él están sin duda traicionando su originalidad creativa, pero ocurre que el canon no está conformado por gente que aspiró a ingresar en él. Salvo que creas que Vallejo o Rimbaud o Pizarnik hicieron concesiones al academicismo para ocupar el lugar que ocupan.

Dices: "Tú mismo te inscribes en una posición bastante clásica, muy distinta de la Foucault, Bourdieu, es otra cosa, creo que no hay que mezclarlos".

¿Posición clásica? Explícame eso, por favor. Sabes que para dialogar con algún sentido no basta con atribuir al otro etiquetas vacías.

Dices: "Hablar de las realidades culturales sobre la situación de las mujeres no significa reivindicar el género, sino desmontarlo. Cuando Judith Butler (como Clorinda Matto) hace una crítica a los modelos arquetípicos de masculino y femenino, repite el esquema? No creo, lo que hace es removerlos".

Nadie ha hablado de "reivindicar" el género. He hablado de debatir asuntos de género. Toda la tradición de los estudios de género se basa en la idea de desmontar los modelos tradicionales: nadie hace estudios de género para repetir la fórmula, Patricia. Eso está claro y cualquier interesado en el tema lo debería entender.

Y al último anónimo: discutir abiertamente con alguien es la más perfecta forma de horizontalidad. Revisa tu idea, creo que la tienes al revés.

Santiago Bullard dijo...

El que quiere opinar opina, el que no, no. Tan fácil como eso! Pa que tanta vuelta? No florees, pe, Faverón!

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Ah, qué agudo.

Patricia De Souza dijo...

Yo creo que habría que instalar un "idioma extranjero", una nueva lengua que cuestione todas estas "adquisiciones culturales". El problema está en el lenguaje y lo que transporta, un poder, el conocimiento como ejercicio de poder, y esa no es mi intención sino un diálogo. Reflexionar a partir de referentes que son parte del stablishment, me cuesta. Ni Rimbaud, ni Vallejo, han esperado formar parte del canon, pero lo han desobedecido...

Anónimo dijo...

Para Patricia, canon equivale a "estética dominante"; para Gustavo, a "red de poder alrededor de lo literario".

zeta dijo...

Me encanta, refresca y dispensa de continuar - por el momento- de leer los comentarios escritos estos días en todo el blog la introducción de Patricia De Souza en este asunto que acabo de leer. Pronto leeré los comentarios y veré cómo va la cosa, pero al menos se reconforta el espíritu al saber que una persona con inteligencia escribe y otra igual contesta, así nos dejamos de tanto texto nauseabundo que ha irrumpido, inevitablemente, en este blog, siempre atendible. Suerte a ambos, a los que vengan y a los que comenten mal, que es probable, mas no seguro, que aparezcan. Gracias por la atención. Adiós.

Anónimo dijo...

A propósito, cuál es el canon femenino... ¿cuál es la lista de escritoras, intelectuales, artistas, mújeres líderes de opinión indispensable para entendernos como sociedad y cultura? Sería interesante un esbozo...

zeta dijo...

Acabé y me quedo con la sensación de que Patricia se fue por las ramas en lo que respecta a la confrontación de ideas, partiendo también en contradicciones... En tal caso, es igual de agradable haber visto un intercambio de opiniones del que se puede rescatar mucho. Gracias a ambos.

Anónimo dijo...

postea cholo

Anónimo dijo...

causita escribe algo ps

Anónimo dijo...

A los escritores nunca les da flojeritis; tienen el síndrome de Bartleby, que es otra cosa.

José M. Martínez dijo...

Por si sirve de algo, mi experiencia con este tipo de debates es que no llevan muy lejos. Al final el tiempo pone las cosas en su lugar, a los buenos y buenas poetas arriba y a los malos y malas poetas abajo. Cuestión de tiempo, ya lo verán...

Anónimo dijo...

¿Ya no vas a postear? Avisa, pues, para ir suicidándome...

Anónimo dijo...

Disculpen el off topic: ¿Alguien me puede dar una mano? Necesito saber de qué color eran los ojos de Borges.

Saludos.

Anónimo dijo...

¿Cuál ha sido el tiempo más largo que te has pasado sin postear? Este creo que entra al top five.

Anónimo dijo...

Se está haciendo de rogar. QUiere ver cuánto lo extrñamos. COmo otros bloggers se ausentan y nadie se da cuenta, Gustavo quiere probar cuánto lo quieren a él. No lo lean!

Julio dijo...

Cierta vez fui al centro de Lima a realizar unas compras, pero tuve que desistir porque estaban cerrados los accesos, nos visitaba el rey de España y la seguridad era extrema, caminando por una calle lateral cerca a la Plaza San Martin un auto apareció solitario por la calle, hasta ese instante vacía, se detuvo frente a mi en un hotel y se bajo rápidamente una mujer muy alta y bien formada, con vestido corto blanco, digamos un lomazo, de pie en la vereda se introdujo en el auto para ayudar a una persona a bajar, lo que acentuó sus caderas hasta el escándalo, del auto bajó un señor también alto, de terno muy elegante, de cuerpo, me atrevería a decir, juvenil, lo que contrastaba con un rostro anciano, lleno de asombro, cabello ralo, blanco, ojos azules, muy claros, que miraban sin ver...
Borges¡¡¡dije, Borges¡¡¡ repetí, la mujer volteó, me miró, y ayudó al escritor a subir los pocos peldaños del edificio...
Unos helicópteros sobrevolaban Lima, policías a caballo patrullaban las desiertas calles, el rey llegaba a palacio, ese día conocí a Borges...

Anónimo dijo...

”Nosotros estábamos esperando, sentados en el hall del hotel, que nos viniesen a buscar para ir a cenar. En ese momento llega Mick Jagger, se acerca, se arrodilla y le dice: “-Maestro, qué maravilla encontrarlo, usted no sabe cómo lo admiro, he leído toda su obra”. Borges levanta la cabeza (ya no veía) y le dice: “¿Usted quién es, señor?”. “Mick Jagger”, le dice él. “¡Mick Jagger!”, exclama Borges, “uno de los Rolling Stones”. “¿Cómo, maestro, usted me conoce?”, le pregunta lleno de asombro. “Sí, sí, pero lo conozco por María, a quien le gusta lo que hace”.

Anónimo dijo...

En el consultorio, Borges refiere que tiene seis generaciones de cataratas. Su madre me cuenta que el padre de Borges tenía los ojos oscuros; que cuando Borges nació —ochomesino—, el padre ansiosamente le miró los ojos; al ver que eran claros, exclamó: «Está salvado. Tiene ojos claros. Heredó tus ojos». Heredó la claridad de los ojos de la madre y la enfermedad de los ojos del padre. Aprendió a leer en inglés. Un día, teniendo ocho años, la madre le preguntó qué decían las letras de una etiqueta de un frasco de dulce Cross & Blackwell; la etiqueta era blanca; las letras, doradas. Borges contestó: «No dice nada. Es un papel blanco». La madre, aterrada, lo llevó a ver a un tal Molard, que era el gran oculista de aquellos años. Molard dijo: «Este niño tiene cataratas incipientes».