No está de más repetir que la idea de raza es un concepto imaginario, que las razas son construcciones ficticias, y que lo más ficticio de ellas, por cierto, son las atribuciones de carácter, moral, inteligencia, etc., que suelen poblar todos los discursos racistas, desde el de los nazis hasta el de los segregacionistas sudafricanos o norteamericanos, y desde el estúpido desprecio limeño por lo andino hasta el nuevo racismo "cobrizo" que energúmenos como los Humala quieren inyectar en el Perú, como si la enfermedad se pudiera combatir con nuevas enfermedades.
El año pasado, por casualidad, leí en una misma semana dos ficciones que tocan el tema del carácter imaginario de las razas, y que lo hacen de maneras muy diferentes pese a sus varios puntos en común.
La primera es, quizá, la más extraordinaria nouvelle europea producida durante la segunda guerra mundial y conectada temáticamente con dicha guerra: El enano, de Pär Lagerkvist. La segunda, un cuento brevísimo de la argentina Silvina Ocampo: "La raza inextinguible" (que se encuentra en Lima, o se encontraba hasta hace un tiempo, en el volumen La furia y otros cuentos).
En el relato de Lagerkvist, el enano del título, que se reclama hijo de una raza distinta a la de los humanos, es un ser contrahecho por un profundo complejo de inferioridad, que lo conduce a querer reafirmarse constantemente sobre todos los otros: su aspiración de poder, su afán de dominación, y su insistencia en colocarse más allá de las debilidades de los demás, hasta describirse como fruto de otra especie, son el escudo protector de sus limitaciones, el maquillaje de unas imperfecciones que, al ser mentirosamente glorificadas, jamás podrán ser corregidas. Ese enano, gracias a Dios, nunca alcanza un poder real (como sí lo consiguió quien parece su fuente inspiradora, Adolfo Hitler), de modo que su beligerancia nace y muere en su discurso.
En el cuento de Ocampo, los humanos han deformado tanto su moral, su estética, su relación con el mundo, se han pervertido tanto y tanto se han desvinculado de su origen, que en algún momento, súbitamente, los niños, simbólicos seres no contaminados, deciden dejar de formar parte de ese colectivo, y sobreviene el gesto fantástico: niños y bebes se transforman, efectivamente, en miembros de una raza distinta, se desvinculan de los demás, y mientras que los adultos, defectuosos y baldados, siguen creciendo, los niños, prístinos e inmaculados, se empequeñecen (se depuran) cada vez más. El absurdo de la ficción (que parece una versión social, colectivista, de la fábula de Jeckyl y Hyde) permite ver el absurdo de imaginar las razas como sólo dueñas de bondades, unas, y llenas de bajezas, otras.
Ambas son buenas lecturas para estos días.
El año pasado, por casualidad, leí en una misma semana dos ficciones que tocan el tema del carácter imaginario de las razas, y que lo hacen de maneras muy diferentes pese a sus varios puntos en común.
La primera es, quizá, la más extraordinaria nouvelle europea producida durante la segunda guerra mundial y conectada temáticamente con dicha guerra: El enano, de Pär Lagerkvist. La segunda, un cuento brevísimo de la argentina Silvina Ocampo: "La raza inextinguible" (que se encuentra en Lima, o se encontraba hasta hace un tiempo, en el volumen La furia y otros cuentos).
En el relato de Lagerkvist, el enano del título, que se reclama hijo de una raza distinta a la de los humanos, es un ser contrahecho por un profundo complejo de inferioridad, que lo conduce a querer reafirmarse constantemente sobre todos los otros: su aspiración de poder, su afán de dominación, y su insistencia en colocarse más allá de las debilidades de los demás, hasta describirse como fruto de otra especie, son el escudo protector de sus limitaciones, el maquillaje de unas imperfecciones que, al ser mentirosamente glorificadas, jamás podrán ser corregidas. Ese enano, gracias a Dios, nunca alcanza un poder real (como sí lo consiguió quien parece su fuente inspiradora, Adolfo Hitler), de modo que su beligerancia nace y muere en su discurso.
En el cuento de Ocampo, los humanos han deformado tanto su moral, su estética, su relación con el mundo, se han pervertido tanto y tanto se han desvinculado de su origen, que en algún momento, súbitamente, los niños, simbólicos seres no contaminados, deciden dejar de formar parte de ese colectivo, y sobreviene el gesto fantástico: niños y bebes se transforman, efectivamente, en miembros de una raza distinta, se desvinculan de los demás, y mientras que los adultos, defectuosos y baldados, siguen creciendo, los niños, prístinos e inmaculados, se empequeñecen (se depuran) cada vez más. El absurdo de la ficción (que parece una versión social, colectivista, de la fábula de Jeckyl y Hyde) permite ver el absurdo de imaginar las razas como sólo dueñas de bondades, unas, y llenas de bajezas, otras.
Ambas son buenas lecturas para estos días.
21 comentarios:
"El enano" la tenía olvidada. La leí hace muchos años, ocasión para releerla. Totalmente de acuerdo: las razas son construcciones ficticias, pero como seran de poderosas estas ficciones que reemplazan nuestro sentido común, y eso las hace brutalmente reales. En Lima los guardias siguen evitando el ingreso de los "cobrizos" a discotecas "exclusivas"; el servilismo a las que son obligadas las empleadas domésticas es ofensivo cuando uno las ves pasearse con sus uniformes blancos, azules o rosados; en la prensa se sigue usando las palabras "zambo" para mofarse de alguien y aún se le critica a Fujimori por su peculiar forma de hablar el castellano ("te encantalá"). Entonces no es extraño que alguien como Humala aproveche esos ánimos. Yo no soy racista -pero he sido víctima de racismo, no a golpes ni en cámara de gas, pero si en forma de violencia verbal y psicológica-, así que sospecho que mis rabias antirraciales en el fondo tienen un sustrato racista. El tema es complejo y no sé qué tanto ayude promover ese desplazamiento mental de considerar la raza un concepto imaginario. Sigo estando de acuerdo racionalmente, por supuesto, pero como hijo de la psicoterapia no llego aún a ordenar esas emociones primitivas de incomodidad y descontento.
El comentario del anónimo es interesante. Gustavo hablabla en un post anterior de nacionalismos "defensivos" y otros "ofensivos", una idea que, aunque no sea la intención original, a la larga termina justificando el nacionalismo, me temo. Y eso me parece que se hace más evidente en relación con "raza". No podemos hablar de "racismo defensivo".
Magnífico artículo, escrito con claridad y sutileza. Para mí, el tema del poder de los "pequeños hombrecitos" es central. Está antes que cualquier otra consideración economicista o politiquera. Detrás del poder se esconden las peores enfermedades y estupideces del ser humano. Te mando un fuerte abrazo de Mono y muchas gracias.
Miguel:
En efecto, no podemos hablar de racismos defensivos como algo positivo, pero no creo que sea el caso con el nacionalismo: hay nacionalismos que no implican otra cosa que la defensa de una autonomía, un derecho a conservar las tradiciones que se sienten propias, o la lengua, etc., y que no se sustentan en ningún elemento negativo (ni racismo, ni xenofobia, ni fanatismos u odios religiosos). El nacionalismo catalán, que mencioné como ejemplo, no tiene ninguno de esos rasgos negativos e incluso es bastante cosmopolita, y reivindica sobre todas las cosas, precismante, casi paradójicamente, la tradicional apertura catalana a diversas corrientes de pensamiento occidental que no siempre han sido bien recibidas en la España castellana. En ese caso es claro el hecho de que se trata de un nacionalismo abierto y receptivo que opera por contraste con el nacionalismo bastante menos abierto y menos cosmopolita que ha sido tradicional en el resto de España.
Es que el nacionalismo no es una ideología, como explican Gellner y Hobsbawm, desde ópticas distintas (el primero es liberal, el segundo es marxista): los nacionalismos son programas políticos muy diversos entre sí, y algunos de ellos construyen ideologías que se basan en la xenofobia, el racismo, o el fanatismo religioso, pero otros no, y no es justo meterlos a todos en el mismo saco.
Celebro que el nacionalismo catalán sea así. Me pregunto si alguna vez podremos construir en el Perú un nacionalismo tan vivaz.
Lo que es crucial no es que los constructos que articulan la identidad sean imaginarios o reales. La cuestión relevante es cómo esos constructos contribuyen a sacar y poner a buen uso lo mejor que las personas tienen de sí. Eso me parece claro---por poner un ejemplo en otro ámbito, también hay versiones del Islam que son más abiertas, menos fanáticas, que otras.
Si eso es correcto, justo será reconocer que hay versiones del nacionalismo americano que son mucho más abiertas y cosmopolitas que la de George Bush. Por poner un ejemplo a la mano, Chomsky dice de los Estados Unidos: "Este es el mejor país en el mundo". Y el significado de esa frase es muy distinto de cuando la pronuncia Ann Coulter, por ejemplo.
Yo a Chomsky le he leído la frase: "es el país más libre del mundo". Pero esto no es necesariamente nacionalismo. Puede ser su propia comprobación. Estoy seguro que si Chomsky creyera que el Perú es el país más libre del mundo, lo reconocería.
Y, en efecto, uno de los problemas de comparar al Tercer Reich con el gobierno de Bush es que Estados Unidos no está regido por un gobierno policiaco.
"This is the best country in the world" dice Chomsky en una entrevista en el NYT (2 de noviembre del 2003).
Decir que eso no es nacionalismo es un poco tramposo, especialmente si ya estamos diciendo que hay nacionalismos de diversos tipos. Con esa estrategia podemos decir que lo que sea que hacen los catalanes no es nacionalismo tampoco.
Nadie en su sano juicio podría decir que esto es el Tercer Reich. Eso es completamente absurdo. Pero bastantes policías sí hay.
Pero para que esa frase sea nacionalista, tendría que haber un discurso detrás. Y ese discurso en Chomsky no existe. Chomsky no está diciendo que su país sea superior, sino que es el mejor lugar para vivir. Y eso mismo lo pueden decir los miles de personas que anualmente emigran a los Estados Unidos.
Bueno, si el nacionalismo se define como un discurso que proclama que tu país es "superior" entonces ningún nacionalismo puede ser "defensivo" (y ciertamente en ese caso lo que dice Chomsky no es nacionalismo). Yo no tengo nada contra eso, y es en efecto lo que creo. Sin embargo, si se parte de la premisa de que no se deben poner todos los nacionalismos en el mismo saco (una plausible alternativa),es decir que hay nacionalismos "buenos", entonces claramente hay que definir el nacionalismo como algo diferente a la proclama de que tu país es "superior" a los demás.
Entonces, pregunto, si Chomsky no tiene un discurso que apoye su idea de que EEUU es mejor que los demás países, lo suyo no es nacionalismo pero sí es chauvinismo. ¿O no?
Pero es simplemente falso que Chomsky no tenga un proyecto político que apoye sus ideas. Chomsky tiene un proyecto político que es abierto y cosmopolita, y está ciertamente en el polo opuesto al chauvinismo.
Mucha gente dice que Chomsky es "antiamericano" porque critica la política del gobierno norteamericano. Espero que estemos de acuerdo en que esa interpretación es absurda.
Claro que tiene un proyecto político, pero la frase "EE UU es el mejor país del mundo" no necesariamente es parte de ese discurso. Cuando uno dice que EE UU es el país más rico del mundo, no está siendo chauvinista o pro americano necesariamente. Conociendo a Chomsky, una frase como esta simplemente parece querer decir que EE UU es el mejor lugar para vivir cómodamente. Y eso puede ser discutible, pero no parece ser falso.
Además, como ya se discutió en el caso de los cómicos ambulantes, no toda proposición es parte de un discurso. En principio es posible que lo que decimos de los chistes de los cómicos ambulantes pueda ser dicho de la afirmación de Chomsky.
Aunque la comparación entre Chomsky y los cómicos ambulantes es infeliz, la pasaré por alto porque no es este el tema que estamos discutiendo.
La cuestión que se estaba discutiendo era si, dado que se dividen los nacionalismos en "ofensivos" y "defensivos", y que incluso se proponen muy plausibles ejemplos de nacionalismos "defensivos" (el catalán), se tendrá que admitir que esa división no está ligada a una nacionalidad específica, y que incluso ambas formas pueden convivir en un mismo país.
Yo proponía que Chomsky propugnaba un nacionalismo americano "defensivo" (en contra de las corporaciones, por ejemplo). Pero está lejos de ser el único. Por ejemplo, desde una posición diferente, aunque bastante más conocido al gran público, Lou Dobbs (un pundit de CNN) podría ser un ejemplo de nacionalismo americano "defensivo". En todo caso, insisto, la cuestión no es si Dobbs o Chomsky, sino si es posible la idea de dos tipos nacionalismos en un mismo país, dada la idea de que no todos los nacionalismos son malos.
Pero, Miguel: ¿Por qué la comparación entre los cómicos ambulantes y Chomsky es infeliz? Si de verdad crees eso, entonces no has comprendido nada. No se trata de que Chomsky sea una persona inteligente y educada y los cómicos ambulantes personas sin escolaridad. Eso no convierte todos los enunciados de Chomsky en elementos de un discurso y todos los enunciados de los cómicos en carentes de ellos. Tanto los cómicos ambulantes como Chomsky tienen la misma posibilidad de estructurar discursos. Otra cosa es que discutamos su pertinencia y complejidad.
Se trata de la forma de sus enunciados por eso quienes me acusan a mí o a Gustavo de "elitistas" están equivocados. Lo que yo sostengo es que una afirmación como "Estados Unidos es el mejor país del mundo" no necesariamente es parte de un discurso.
Me olvidaba: No sé si se puede llamar al nacionalismo de Lou Dobbs "defensivo". Estados Unidos no tiene nada de qué defenderse (salvo de los terroristas). Lou Dobbs es un antiliberal que se opone a la inmigración y a la globalización. Lo que él quiere es que los obreros norteamericanos no compitan con los obreros de países pobres.
El que no ha comprendido nada eres tú, Daniel. Yo nunca he dicho que la proposición "Estados Unidos es el mejor país del mundo" DEBA ser parte de un discurso necesariamente. Pero ciertamente ES parte de un discurso en el caso en cuestión. No sé a qué viene tampoco la distinción entre personas "educadas" y personas "sin escolaridad". Obviamente las personas "sin escolaridad" también pueden construir un discurso, negar eso es simplemente absurdo.
Vuelvo a insistir en el tema que estoy discutiendo: la premisa de que no todos los nacionalismos son condenables abre la posibilidad de que para un mismo país haya diferentes tipos de nacionalismo.
De hecho, bien puede ser que "defensivo" y "ofensivo" no sea suficiente, es decir, que no sea una distinción puntual sino una cuestión de grados.
Bajo esa premisa ¿acaso el nacionalismo no es una (muy razonable, a veces) defensa contra los efectos negativos de la globalización (que también afectan a los norteamericanos)? Sin ir muy lejos, Chomsky también rechaza la globalización (y esto también es parte de un discurso político más articulado).
Mi impresión es que estás a mitad de camino entre negar valor al nacionalismo y no hacerlo. Yo no, yo creo que todas las formas de nacionalismo son negativas, inclusido el nacionalismo catalán (basta ver, por ejemplo, como han tratado los catalanes a los inmigrantes andaluces en los 50-60). Es obvio que hay nacionalismos más agresivos y más cerrados que otros, pero la historia de la construcción del discurso nacionalista es siempre una historia trágica.
Sin embargo, pese a eso, me parece muy interesante la posibilidad (incluso si sólo teórica) de que, en efecto, sí haya nacionalismos enriquecederos y positivos. Estoy tratando precisamente de imaginar cuáles serían esos.
Bueno, Miguel, pero no has explicado por qué la comparación con los cómicos ambulantes es infeliz. Parece que trataras a Chomsky como si fuera un santo. Chomsky, como cualquier persona en el mundo, puede proferir enunciados que no tengan nada que ver con un discurso. Y yo creo que este es el caso. En la apreciación sobre la calidad del país no hay necesariamente un discurso político pero claro que reconozco que PUEDE haber, exactamente lo que tú dices. No veo en realidad "nacionalismo" en la frase de Chomsky. Quiero decir que no parece muy distinta a una frase que diga "el restaurante de la esquina tiene el mejor cebiche del mundo".
Lo que dices no es verdad, Daniel. Te remito a los textos de Chomsky. O incluso puedes ver los comentarios que pone en su blog (que incluyen esa entrevista). Hay un discurso que sostiene su afirmación, no es una mera cuestión de buen gusto. De hecho, es bastante infeliz también comparar la elección de una sociedad y un país con la elección de un ceviche.
Pero insisto, incluso si tú tienes razón, eso no cambia el hecho de que lo que estoy tratando de imaginar es un nacionalismo positivo y enriquecedor. En efecto ES forzado asimilar a Chomsky a esa idea. De hecho, nunca se me habría ocurrido la posibilidad a no ser por la sugerencia (que presenta Gustavo, citando a dos investigadores) de que pudiera haber nacionalismos positivos. Como he dicho, eso me parece muy interesante.
Lo más gracioso es que yo estoy EN DESACUERDO con esa idea, creo que es FALSA, lo cual implica que yo también creo que Chomsky NO está postulando un nacionalismo americano. Pero de ninguna manera creo que esté eligiendo un restaurante, eso sí es desproporcionado---es decir, creo que SI hay un discurso detrás de eso (en blanco y negro, es más), pero no llamo (o no llamaba) a eso nacionalismo. La sugerencia de Gustavo abre la posibilidad de sugerir que tal vez lo sea.
Y también es infeliz comparar a Chomsky con un santo. Los santos también distinguen ceviches.
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