20.12.05

Largos silencios sin importancia



Yo he sido siempre uno de esos beatlemaniacos muy mal vistos: los que, reconociendo el talento y la valentía explícita de John Lennon, defienden que el centro de gravedad musical de los Beatles lo proveía Paul McCartney, de lejos el mejor músico de los cuatro.

Como seguidor de McCartney, he pasado años escuchando a quienes desprecian su obra: lo culpan de repetirse, de autoplagiarse, de hacer música demasiado simple o demasiado comercial, y gozan con la aparente comprobación de que su carrera post-beatle ha sido un constante declive: McCartney ha sido un acabado desde los veintiocho años de edad.

El hecho de que su último disco, Chaos and Creation in the Backyard, sea, quizá, la más acabada y compleja obra de su carrera solista, un álbum descollante, demuestra que a los genios no hay que tirarles la lápida encima tan fácilmente.

Escribo esto, partiendo de una estrella pop, porque creo que, de manera caprichosa, esa forma en que el mercado juzga a sus íconos se ha contagiado a la manera en que el público lector evalúa a los escritores vivos: como si los silencios, los hiatos, los bloqueos, anularan el talento previo, o como si dejar de producir cancelara para siempre el valor de esas figuras en la historia literaria.

¿Cuántas veces hemos escuchado a alguien decir que Vargas Llosa no es nadie después de La guerra del fin del mundo (1981); que Toño Cisneros perdió el toque mágico en 1978, tras El libro de Dios y de los húngaros; que Rodolfo Hinostroza será astrólogo y gourmet, pero ya no poeta, desde 1971, el año de Contra natura? Curiosamente, esos tres autores, que ya nada tienen que probar pues su talento es indiscutible, son de los que más claramente se rebelan, y desmienten a sus críticos del modo más enfático: con nuevas obras. Los dos últimos lo han hecho recientemente.

(Vargas Llosa se ha encargado de cerrarle la boca a los agoreros varias veces, sobre todo con su extraordinaria novela sobre la dictadura de Trujillo, La fiesta del chivo, pero también con libros de una importancia crucial que la crítica se ha demorado en reconocer: Historia de Mayta, El hablador).

Quienes esperamos confiados a Toño Cisneros durante los trece años transcurridos desde Las inmensas preguntas celestes, y quienes hemos pasado toda nuestra vida, desde adolescentes, con la esperanza de que Hinostroza volviera a la poesía (sin despreciar su casi olvidada y muchas veces brillante obra en prosa), hemos tenido, en sólo un mes, todas las recompensas aguardadas.

Un crucero a las islas Galápagos, el libro de Toño, no sólo es uno de sus mayores creaciones; es el gran libro de la poesía peruana en lo que va de la década (él preferirá que dijera "lo que va del siglo", o "del milenio", lo que también es cierto), con su sabio tejido de tres hilos conductores: el pasado recordado, el futuro previsto o imaginado, el cuerpo que transita de uno a otro, registrando la experiencia bajo la forma de la salud o la enfermedad: "En qué rincón del páncreas aletean los diablos de Lutero". (El último Hueso Húmero trae un excelente ensayo de Peter Elmore en que explica esos puntos).

Memorial de Casa Grande, el nuevo libro de Hinostroza, es la prueba notable de que el enorme poeta de la épica juvenil y rebelde de los sesentas puede ser también un conmovedor intimista, despojado de retórica, de abstracción, de hermetismo, y, sin embargo, no menos significativo. Desprendiéndose de sus formalismos más queridos, Hinostroza logra acuñar una forma de narracón en verso que resulta inédita en nuestra tradición.

Daría mi lista personal de escritores a quienes sigo esperando, pero quizá, si la digo, mis deseos no se me cumplan. Y tal vez, de todas maneras, no sea difícil imaginarla.

29 comentarios:

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Muy interesante la nota. Me ha picado mucho la curiosidad de leer el nuevo poemario de Hinostroza, a ver si lo consigo (mi recuerdo de sus otros poemarios es todavía notable).

Una pregunta sobre Historia de Mayta. Yo soy un admirador de VLL y he leído casi todas sus novelas, pero esa precisamente no me gusta. Por supuesto, yo no soy un experto, pero me gustaría saber por qué es de importancia crucial.

Anónimo dijo...

Otro caso parecido: entre Perro Negro y sus demás libros, Montalbetti dejó pasar más de quince años, y cuando regresó era un poeta distinto, menos lúdico pero más interesante pese a la oscuridad que tiene a veces.

Anónimo dijo...

Memorial de Casa Grande es un poemario menor, excesivamente coloquial e inorgánico. La mirada benevolente de Faverón solo puede deberse al respeto que todos tenemos por los grandes momentos de Rodolfo, en los años sesenta y setenta. Seamos amigos de los poetas pero más amigos de la verdad, no?

Anónimo dijo...

El libro de Cisneros no es más que una repetición en tono menor de su anterior obra. Qué exceso decir que es lo mejor de la década. Sin pasar del año, "Cinco Segundos de Horizonte" de Montalbetti es largamente superior. Pero Faverón es coherente en sus preferencias... con razón le gusta tanto McCartney!!!

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Ya, ya, sigan exponiendo sus argumentos: me deslumbra el espectáculo de la razón.

Si algo no se puede decir del libro de Hinostroza, es que es inorgánico. Y me gustaría que alguien explicara cómo puede ser "excesivamente" coloquial.

Quienes lean a Cisneros atendiendo sólo a los rasgos más obvios de su estilo, verán una repetición; pero este libro no se asemeja a ninguno de los anteriores en el aspecto ideológico. En otras palabras, la del anónimo anterior es una lectura increíblemente superficial. Le vuelvo a recomendar el artículo de Peter.

El libro de Mario es excelente, ciertamente, pero me reservo el derecho a opinar lo que opiné, si no le molestan al anónimo los derechos ajenos.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Miguel. También quisiera saber por qué es crucial Historia de Mayta. Ojalá, Gustavo, te animes a comentar un poco más.
Tanto Historia de Mayta como El Hablador los he leído hace siglos. Pero de ambos, el último me dejó un mejor sabor. Me parece (o eso recuerdo) que en esa novela corta ambientada entre Lima y la selva expone el arte poética de Vargas Llosa. De verdad, sorprende que se le menosprecie y se considere lo mejor de MVLL hasta La guerra del fin del mundo. En especial me pareció genial la interpretación que se hace de La metamorfosis de Kafka y, sobre todo, el momento justo en el que se hace.
La verdad que, puestos a hacer listas, no pondría a ambos libros al mismo nivel. Pero, vamos, es una apreciación un poco apresurada. Tal vez haya alguna razón para pensar de otra forma.

Anónimo dijo...

¿A qué se refiere Faverón con la novedad en el "aspecto ideológico" y de qué forma ese es un mérito literario que hace del último libro de Cisneros el mejor poemario de la década?

Anónimo dijo...

La novedad será que no se ha encasillado en una temática y que ha explorado otros horizontes. Es meritorio porque no se ha encasillado.
Ernesto, traductor no autorizado de Gustavo
PD: Ya, pe, Gustavo, coméntate Historia de Mayta en extenso.

Anónimo dijo...

Este es el verdadero espectáculo de la razón: "la novedad es que no se ha encasillado en una temática (plop!), es meritorio porque no se ha encasillado". ¡Qué viva la tautología! Faverón, entiendo que Elmore y usted no se refieren a esto. (Ernesto, como traductor eres un pata buena gente.)

Anónimo dijo...

Ya pe, no seas malo. Lo escribí a la volada en mi chamba. Dime, más bien, por qué no es un mérito que un escritor arriesgue con otros temas.

Anónimo dijo...

Porque la exploración temática no es un logro en sí mismo. Vamos, aquel viejo tópico de que no hay temas buenos ni malos sino bien y mal tratados. Lo interesante son los hallazgos estilísticos que se puedan desprender de la exploración, pero yo sinceramente no los encuentro en el libro de Cisneros. Como dice Faverón, será porque soy superficial.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Sobre Historia de Mayta, mi opinión es que es un libro crucial en la obra de VLL (lo que de inmediato hace de esa novela un punto crucial en nuestra narrativa contemporánea), porque es el punto de llegada de algunas líneas centrales de su narrativa, y una novela que es como un pequeño campo de batalla, una de esas obras en que los escritores luchan consigo mismo batallas en las que se deciden las líneas futuras de su trabajo.

Es, por ejemplo, el punto de llegada de las elaboraciones que VLL había iniciado en La guerra del fin del mundo acerca del papel del escritor como reconstructor de realidades y de su responsabilidad de la ficción. El periodista miope de La guerra del fin del mundo es (además de un homenaje a Euclides Dacunha) en sí mismo una cifra del escritor obligado a ver el mundo con armas siempre inadecuadas, siempre mediocres, siempre incapaces de captarlo y entenderlo todo. El narrador de Historia de Mayta es un desarrollo de esa cifra, y su parte de la historia contada es una compleja puesta en escena del debate acerca de la libertad de ficcionalizar, torcer y modificar frente a la responsabilidad de retratar: ese conflicto está dramatizado en el contarste entre el último capítulo, que quiere revelar una "realidad real" frente a las libertades imaginativas de todos los capítulos previos. Y en ese capítulo se manifiesta una duda profunda acerca del arte del mismo autor: sus especulaciones ficcionales previas resultan casi todas erradas, cortas, insuficientes; la "realidad" se lleva sus teorías por delante.

Una idea muy similar se retoma en El hablador. Y en ambas VLL le da una vuelta de timón a su propia concepción del realismo literario, que él no había puesto en cuestión antes. En El hablador e Historia de Mayta, es el realismo mismo lo que se hace insuficiente, y el "dato escondido" no es más un hecho circunstancial, como en su narrativa anterior (un hecho vedado al lector pero sabido por el narrador), sino el criterio decisivo de qué cosa es "real" y qué no: el paso es tan claro que resulta toda una lección de cuán compleja es la evolución de un escritor que se toma su trabajo en serio: en Historia de Mayta, todavía subsite ese capítulo final que parece aclarar las cosas, pero que, en verdad, deja al lector con la sensación angustiosa de que todo lo que ha leído hasta entonces es una "mentira", que la literatura misma puede ser tan caprichosa y torcida con respecto a la realidad, que llegue a desconectarse de ella. En El Hablador, peor aun, más radicalmente, ese capítulo final no existe, y el lector nunca llegará a saber cuál es la "verdad" de lo leído, si existen dos narradores o no, si un narrador es un engendro del otro o una criatura independiente, etc. Son las novelas en que VLL pone en duda la capacidad representativa del realismo.

Esa duda de VLL es tan larga y profunda que está presente por primera vez en la línea final de La guerra del fin del mundo, cuando el último gesto narrativo es darle la palabra a un personaje que atestigua, con un lenguaje tomado del campo semántico con que hasta entonces se ha construido la figura del periodista miope ("yo los vi") la subida al cielo de otro personaje, Joao Abade, acompañado por ángeles. Como diciendo, por única vez en TODA su obra, que hay ciertas partes de la realidad latinoamericana que hacen necesario el realismo mágico para su representación. Y el realismo mágico es lo que está reelaborado, cuestionado, puesto en perspectiva, junto con el realismo tradicional, en El Hablador y en Lituma en los Andes: es una década y media lo que abarca todo ese proceso de reflexión sobre la propia práctica literaria.

Historia de Mayta es el centro de ese proceso. Es curioso que la obra última de Vargas Llosa parezca perder esa duda: La fiesta del Chivo, Los cuadernos de don Rigoberto, El paraíso en la otra esquina, etc., no trasuntan esa inseguridad en las armas de representaciòn del realismo. Algunos periodifican la obra de VLL en un primer momento de novela total y uno segundo de novela menos abarcadora; otros la dividen en sus novelas experimentales del principio y sus novelas a lo Victor Hugo más recientes; aun otros en sus novelas izquierdosas y sus novelas neoliberales. Yo creo que hay tambièn la opción de ver en la línea realista que abarca toda su obra, un largo hiato dubitativo y cuestionador, que abarca sobre todo los libros a los que me he referido aquí.

Anónimo dijo...

Gracias por catedra, Gustavo...

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Muy interesante la explicación, yo la agradezco también.

Me parece perfectamente posible analizar la línea realista de VLL en los términos que tú mencionas. Si estas novelas son el punto de quiebre, ¿cuál es el resultado, el giro? Tú dices, y también me parece correcto, que en las últimas novelas se pierde la duda, ya no se cuestiona el instrumento literario; sin embargo claramente no se regresa tampoco a la situación anterior. De algún modo, las novelas finales son en efecto menos ambiciosas, como si la limitación de las herramientas literarias fuera algo irrelevante, que ya no causa angustia, y el narrador se limita a usar la literatura por el puro gusto de hacerlo (eso me parece claro en Los cuadernos..., me atrevo a sugerir), sin que eso le impida alcanzar un profunda reflexión y una gran riqueza de sentidos (el caso más alto, por supuesto, es el de La Fiesta...). ¿Es simplemente eso o hay algo más? ¿Cuál es la redefinición del realismo que VLL hace?

Julio Suárez Anturi dijo...

Qué bueno que menciones a El hablador, Gustavo, porque, ciertamente, pareciera una novela no leída.
Y pareciera como si con ella el autor mostrara que la realidad por sí misma, sin atributos del lenguaje, es mágica.
Quizás menor, si venimos de Conversación en la catedral o La Fiesta del chivo (inclusive La ciudad y los perros), pero igualmente apasionante, diáfana y diestramente hilvanada.

No importa si suena desfasado, desearte, Gustavo, gratos momentos con tu familia en estas fechas.

Anónimo dijo...

Sí, es cierto que muchos piensan que los silencios cancelan el talento de los autores en tanto un autor por su mismo talento puede estar rumiando años una obra, hasta que logra algo genial.
Pero ese tipo de sofismas no sólo se le aplican a los silencios de los autores, sino también cuando un poeta pasa a escribir cuentos, o al revés.
Buena la nota.
saludos

Anónimo dijo...

Gustavo, mejor dedicate a preparar tus clases en lugar de escribir sandeces con pátina de erudición. El libro de Rodolfo es excesivamente coloquial para un tiempo donde la coloquialidad ya dio lo mejor de sí (en los sesentay setenta).
Es inorgánico porque todos los poemas incluidos no son más que los que ha venido leyendo en recitales en Lima (la ventaja de vivir acá) desde hace más de diez años; textos desgraciados formalmente, fragmentarios o mejor dicho desgarrones de la memoria, hilachas de sentimiento, vaguedades, nada que ver con la coherencia y tenacidad de la ideología revolucionaria de Contranatura.
No eres un buen lector de poesía, estimado Gustavo,; lo de Historia de Mayta mejor ni lo toco: no vaya a ser que vayas con el chisme al SIN.

Maurizio

Fernando Velásquez dijo...

Querido Gustavo: como creo que sabes, comparto tu opinión acerca de McCartney. El tipo es genial, su música siempre es buena, divertida y, más veces de las que mucha gente quisiera aceptar, sorprendente. Que él (y los otros) le debe su fama a los Beatles no es decir nada malo, pues él (y los otros) era los Beatles. Así pasa con Lennon, donde tenemos el típico caso en que el ícono ha terminado ocultando a un artista interesante y a veces genial. De Harrison y Ringo podríamos hablar también, pero así no acabaría nunca.

Ahora, a la gente le gusta las dicotomías. ¿Lennon o McCartney? ¿Los Beatles o los Rolling Stones? Un buen antídoto para eso sería la canción "Beatles & the Stones", de House of Love. No solo es un homenaje merecido, sino que es alucinantemente buena (para mí).

Respecto de lo demás, quiero escribir pero tengo que irme. Volveré más tarde.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Como no sabe pensar, Maurizio prefiere insultar, y en ambas actividades resulta pobretón y poco original. Habrá que llamar a un brujo que nos diga cómo así los méritos de la coloquialidad los decide la moda o cómo es que un recurso formal usado en una época puede luego cancelarse para siempre ("la coloquialidad ya dio lo mejor de sí", dice el obtuso comentarista); y al mismo chamán hay que preguntarle qué tiene que ver que Hinostroza haya leído algunos de esos poemas en recitales a lo largo de los años con la organicidad del libro. Y al mismo clarividente habrá que consultarle cómo así el preclaro Maurizio cree que decir que un poema es "formalmente desgraciado" (o sea, que su forma no tiene "gracia") equivale a haber dicho algo interesante sobre una obra literaria.

La última frase de este sujeto es de antología: todo un retrato de la estupidez de los que coquetean con Sendero escondidos bajo seudónimo: por su incoherencia y su estolidez, las cosas que Maurizio dice no hay que ir a contárselas a la policía, sino a los doctores del Noguchi, con perdón de los demás pacientes.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

No reconocí, tras la firma de Nando y la foto tan pequeñita, a Fernando "el Perro" Velásquez. Bienvenido al blog.

Anónimo dijo...

A ese Maurizio le hacen falta varias clases: una clase de literatura, una clase de política, una clase de buenos modales y la clase que hay que tener para discutir poniendo la cara.

maurizio medo dijo...

Estimado Gustavo:
Solamente aclarar que quien firma reiteradamente como “Maurizio” no se trata de mi persona. Lo aclaro habiendo pocos Maurizios con “z” en el ambiente literario.Ya estoy cansado de las alusiones asolapadas que se hacen sobre mi persona, aunque, es cierto, con mayor frecuencia en el blog de Aguirre. Sólo esta aclaración. Espero que con el envío de estas líneas se registre el IP de procedencia para evitar malos entendidos pues vengo recibiendo numerosos mails donde se me pregunta por qué dije tal o cual cosa. Te agradezco anticipadamente tu comprensión, Maurizio Medo

Anónimo dijo...

No me parece que "la coloquialidad ya dio lo mejor", y si así lo fuera no sé si los libros de Hinostroza deban dejar de leerse. Es más, creo que por ese pobre acercamiento a si coloquial o no se han perdido muchos sentidos que ha planteado Hinostroza a lo largo de su obra.
Creo que puede ser muy discutible esto, pero no creo como dicen los críticos, "la palabra" sea lo único que plantea un poeta. Es más creo que por ese fetichismo, de donde además salen frases como "la coloquialidad ya dio lo mejor de sí", se han destrozado obras completas al aplicar visiones que definitivamente el autor jamás le interesó plantear, y por el contrario las que sí ni se mencionan.
Recuerdo el caso de un poeta de los años 60, mal leído a mi parecer, como Luis Hernández, quizá uno de los pocos poetas en el Perú que vistió teorías científicas con lenguaje poético, así como la española Ángela Vallvey, pero no se ve en sus críticas. Es seguro que con Hinostroza debe estar ocurriendo lo mismo, quizá pues porque ha demasiados que piensan que "la coloquialidad ya dio lo mejor".
saludos,

Anónimo dijo...

Gustavo: Maurizio Medo hizo lo mismo en el blog de Aguirre, con más libertad, porque allí cualquiera puede difamar como quiere: envió una serie de correos donde se dejaba mal a èl mismo, para después aparecer diciendo que no era él y echarle la culpa a otra persona.
Es una triste táctica de quien no tiene más que su viveza criolla para sobrevivir en el pobre mundo intelectual peruano.
Da para pensar, sin embargo, lo que este señor confiesa: "vengo recibiendo numerosos mails donde se me pregunta por qué dije tal o cual cosa".
Esos correos deben ser de gente a la que este señor tiene que rendirle cuenta hasta de lo que escribe en blogs. ¿Quienes serán?

juan miguel

Anónimo dijo...

Gustavo, no pense que te gustara tanto Maca, probablemente esos sean gustos adoptados en el país del Norte, no lo se, o quizá se deba a que no habías leído aun a Pynchon, siquiera en castellano. Recuerdo lejanamente tu gusto por Zappa, quien también, a su manera, sabía ver el sol saliendo por la colina, no importa si esta diera a la biblioteca de una University, pero siempre a esa hora incierta en que el día aun no amanece, ni la noche se ha ido del todo, creo que esto último ya lo digo antes Gombrowicz.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Maurizio Medo NO es el autor de ninguno de los comentarios firmados por "Maurizio", sólo del mensaje firmado "Maurizio Medo".

No hace falta discutir al respecto porque, primero, he estado en contacto con él al respecto, y, segundo, tengo los IP de quienes envían esos mensajes y es muy fácil constatar su procedencia.

La única cobardía y la única intriga es la de aquellos que insisten en ensuciar su nombre con patrañas y mentiras.

Debo aclarar que, hasta donde recuerdo, no conozco a Maurizio Medo salvo por algún esporádico hola y chau en la PUC quince años atrás, de modo que sólo digo lo que digo en nombre de la verdad y no con ninguna otra expectativa.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

He suprimido un comentario anterior, firmado con el seudónimo "Patricia", porque contiene insultos contra una persona. Si el/la comentarista quiere reenviar su comentario, tiene dos opciones: o lo hace firmando con su nombre y enviándome por email una evidencia de que es quien dice ser, o simplemente hace el intento de escribir sin insultar.

Anónimo dijo...

(Ante todo, sorry por las tildes: no hay).

Antes de conocer a Dennis Angulo eran 4, ahora me quedan 3 y espero que después de esto sean solo 2: aprovecho la presencia del multipremiado bardo Medo en este foro para solicitarle tenga a bien absolver una pregunta que todos los que no son poetas se hacen. Y tambien los que, siendolo, estan MUY envidiosos de ser los dinosaurios ignorados de semejante dicha.

La pregunta es: ¿qué se siente ser premiado por un circulo intimo de amigos y antologar a quienes te financian la antologia en la que tambien te antologas?


Ya se que eso de las argollas son infundios cuyo intrinseco fin es acabar con toda una generacion de liridasque han de poner bien en alto el nombre de nuestro amado pais. Pero seria bueno que MM despeje todas esas dudas existenciales que acechan a tratadistas como yo que preparan una antología con esos 4 + uno (yo, por supuesto).

Pd.- Aun no ubico al cuarto, pero me han dicho que anda por Barcelona. Ire ‘a por el’.

Pd.2.- Alguien sabe donde diablos se ha metido Zelada?

Anónimo dijo...

Las ultimas informaciones cablegráficas afirman que el poeta Leo Zelada (premio Porfeus) se encuentra retirado en sus cuarteles de invierno (en pleno verano)para la confección de "La Ollantada", poema epico encargado por el mismo Humala. Al finalizar el poema, el poeta será premiado con los llantenes de oro (al no haber laureles).

felipe ayala