3.1.06

Decir lo prohibido


Izquierda: Ricardo Piglia. Derecha: Luis Nieto Degregori, Mario Guevara, Carlos García Miranda, Enrique Rosas y Óscar Colchado.

A raíz de una reseña de Javier Ágreda referida a un poemario de Luis Chueca, un par de meses atrás, hubo en este blog una discusión acerca del valor de escribir sobre temas conflictivos en épocas en que hacerlo es no sólo urgente, sino vitalmente riesgoso.

Mientras la discusión se desarrollaba, yo tenía en mente algunos nombres: el de Jonathan Swift, por ejemplo, y su despiadada crítica de la monarquía inglesa, escrita en clave en las páginas de Los viajes de Gulliver. Pero también uno más cercano: el de Ricardo Piglia, que, en tiempos de la dictadura militar en Argentina, tuvo que llevar el concepto de la narración velada hasta un extremo cuasi criptográfico, en obras como su genial novela Respiración artificial, donde, además, se dio maña para convertir ese mismo ejercicio (el de la escritura cifrada y su decodificación) en uno de los temas de la ficción.

En la segunda mitad de la década de los ochentas, en el Perú, Luis Nieto Degregori escribió una serie de relatos relacionados con la violencia terrorista y la guerra contrasubversiva. Hace pocos días releí algunos de ellos y leí otros por primera vez. La lectura de uno, La joven que subió al cielo, es toda una experiencia, y dice mucho sobre el peligro que corría el autor al acometer la escritura del texto.

A lo largo del relato, Nieto construye unos personajes verosímiles y humanos, complejos y muchas veces desgarradores. El problema es que casi todos son miembros (marginales, menores, un tanto despistados) de Sendero Luminoso. Resulta evidente que la narración no simpatiza con las acciones violentistas de los protagonistas, pero, a la vez, fiel a su ética creativa, Nieto se siente en la necesidad de no censurar, no detestar, es decir, se siente en la obligación de intentar comprender las causas de lo que hacen los personajes, paso a paso.

Al cabo de esas páginas, el lector, lejos de simpatizar o sintonizar con las prácticas de los terroristas, alcanza una conclusión inevitable y bastante más terrible: la violencia es humana, el crimen es humano, los asesinos son humanos; aquello que más detestamos en nuestra sociedad no está muy lejos de nosotros mismos: Sendero fue una trampa en la que podrían haber caído muchísimos más de los que cayeron.

Y de pronto, las últimas dos páginas de la nouvelle cambian de tono, dejan la lejanía de una voz narrativa realista y distante, y echan por tierra, con ello, la sutileza de su mensaje. El texto se vuelve un explícito rechazo de la barbarie senderista. Entonces respiramos un poco más tranquilos, pero, a la vez, en ese mismo giro, decae el valor estético de la narración. Si hasta allí habíamos sido capaces de descifrar los rasgos del mal social leyendo entre líneas, o sumergiéndonos en la interioridad de los personajes, el tono de sermón moralizante de los últimos párrafos descalabra la armonía del relato.

Sin embargo, a la vez, al leer esas últimas páginas, entendemos la urgencia que debió tener Nieto Degregori al escribirlas: construir figuras complejas, no maniqueas, de los senderistas, era un grave peligro; podía ser fácilmente malentendido; podía acabar acusado de prosenderista. Para hacer transparente e insospechable su posición moral, se vio obligado a sacrificar el equilibrio estético de su texto. No importa: el valor de escribir esa nouvelle cuando más se necesitaba ensayar una comprensión del fenómeno senderista enaltece su intento.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Gustavo, cres qué algún autor corría peligro por estar en contra de algún grupo terrorista.Yo creo que estaban (los terroristas)preucupados en otros temas, además en un país que casi no lee, y donde muy pocos los libros no salen de los límites de Lima, ¿ qué influencia podría haber tenido? entonces ¿de qué tenían que preucuparse los terroristas por una novela o unos cuentos?
Erick

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Lee el texto de nuevo, "Erick". Lo que digo es que un autor como Nieto Degregori podía preocuparse de ser acusado de prosenderista. Es decir, exactamente lo opuesto de lo que has entendido.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

No creo que un mal libro (entiendo que describes la novela como mala, en el sentido más simple) pueda ser "salvada" por la importancia del tema tratado, salvo que te refieras a salvarla como documento de un periodo. El caso de Nieto Degregori es distinto: la nouvelle es bastante buena, y presenta más bien el problema crítico de cómo tratar esas páginas finales que parecen romper la limpieza de la narración. Recuerdo un caso que al menos en algo se parece: la secuencia final de "Schindler´s List" de Spielberg, cuando la película decide decirle al lector: hasta aquí todo fue una recreación ficcional y ahora te voy a enfrentar con la realidad para que recuerdes que los hechos originales fueron reales: ¿quiebra eso el equilibrio de la narración o refuerza su sentido?

Anónimo dijo...

Sea por la razón que fuere, si Nieto estropeó la rica ambigüedad de su relato con la condena final a SL, su relato no tiene valor estético, queda en el nebuloso terreno de lo que pudo ser y no fue (amplio en nuestra historia literaria y poítica como se recordará).
Si Nieto tenía necesidad de "condenar" las acciones del Partido Comunista del Perú-SL, tenía otros mecanismos, como las cartas, los manifiestos o la lucha política directa, como lo hicimos muchos ciudadanos peruanos.
No tenía por qué malograr su trabajo con esa urgencia.
Con ser "comprensivos" con estos errores estéticos no avanzamos nada, Gustavo.

víctor

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Claro. ¿Quién no recuerda la valiente lucha contra la subversión emprendida por el célebre... "Víctor"?

Anónimo dijo...

si es a mí a quien haces referencia al responder la comunicación anterior, supones demasiado, como siempre te sucede.
Trabajé durante años en una ONG cuyo trabajo se oponía directamente al de SL, por lo que fuimos víctimas de atentados terroristas y salvamos la vida por poco.
Organizamos a gente desplazada, también rondas campesinas y enfrentamos ideológicamente al senderismo en San Marcos.
Estoy hablando de enfrentar a senderistas -por quienes un lejanísimo respeto guardo, a pesar de lo facilista e irresponsable que es apelar al terrorismo- no de tus amiguitos seudosenderistas de gabinete cuyos errores de juventud causan risa antes que alguna necesidad de enfrentarlos.
Ojalá hubieran tenido estos personajes de la mafia académica "exiliada" la poca valentía que se necesita para coger una dinamita encendida en las manos, como los senderistas de verdad a quienes admiraban de lejos.
Una lástima que tu intolerancia a la crítica te lleve asumir posiciones políticas dudosas (porque por si no lo sabes, al responder así has puesto el tema en el terreno político).

V.

Anónimo dijo...

ahi está. el soplón del año en su esplendor. ya nadie necesita decir nada ni demostrar nada. él solo se echa barro con sus "grandes acciones" contra la "subversión". individuos como este, que trabajaron para el sin de montecinos como delatores, deberían ser defenestrados de la literatura nacional pues son una vergüenza.
recuerdo que una vez quiso involucrar al grupo Neón en una carta contra compañeros revolucionarios en San Marcos, pero nosotros lo expulsamos y pusimos al descubierto su maniobra. Ese es el Coral que todos deben conocer.

Miguel

Gustavo Faverón Patriau dijo...

EL señor V. Coral no ha intervenido en esta conversación.

Anónimo dijo...

Resulta curioso que estos
"anónimos a medias", se autoinflinjan semejantes agravios, no es seguro que el de la 1:23 sea Victor Coral, pero dudo mucho que el que firma como Miguel sea Ildefonso. Curiosamente la foto que encabeza este post muestra de una manera reveladora, al lider de los anónimos, habituado a tirar la piedra y esconder la mano, como a suplantar su identidad por otros nombres como Miguel, Patricia, etc. Me estoy refiriendo al lamentable Paolo de Lima o mejor dicho Paolo Gomez, tratando de meterse en la foto. En la que se muestra sorprendentemente al lado de una Sra muy respetable, pero que lamentablemente ha sido y sigue siendo victima de las manipulaciones de este sujeto.

Anónimo dijo...

Gustavo Faverón sale en defensa del Sr. Víctor Coral (allegado a Oscar Malca). Esperemos que haga lo propio en relación al Sr. Paolo de Lima (allegado a Antonio Mazzotti).

Gustavo Faverón Patriau dijo...

No entiendo qué tienen que ver Paolo de Lima y Víctor Coral con el tema de este post. No conozco a ninguno, no tengo ninguna amistad ni enemistad con ninguno, no me interesa ni defenderlos ni acusarlos de nada.

Entiendo que no viene al caso atacarlos gratuitamente y espero que los comentaristas dejen de hacerlo, sobre todo si lo van a hacer desde el anonimato.

Anónimo dijo...

será bueno regresar al problema inicial, sobre las complicadas relaciones entre ética y estética en torno a un relato de Luis Nieto. Aunque puedo seguir la línea de su razonamiento, dudo que el usuario que firma como "vìctor" haya leído el cuento de Nieto. Lo digo porque "ambigüedad" no es precisamente la palabra clave en ese relato. En todo caso propongo retomar este tema y no perdernos en discusiones personales o de grupo.

Carlos

Anónimo dijo...

El estilo taimado de Faveron es sutilamente atacar a algunos escritores y luego amparado en la ambiguedad de su redacciòn decir que el no los ha mencionado.

Es triste que un tipo como Faveron utilize el tema de Sendero Luminoso para darse a conocer y mendigar un puesto de profesor en La Catolica o un cargo de editor en alguna revista local cuando se le acabe la beca en USA.

Anónimo dijo...

¿Mendigar un puesto de profesor en la Católica? ¿Editar una revista local cuando se le acabe la beca? Tal vez el usuario anónimo de las 9:41 podría darse el trabajo de leer el perfil de Faverón antes de escribir sandeces.