Bata Japonesa es el nombre del nuevo blog que estamos colocando en Internet desde hoy Thays, Castañeda, Chávez, Page, Gamboa, Herbozo, Werthemann, yo y algunos otros escritores y críticos. Bata Japonesa estará dedicado a comentar comentarios, criticar críticas y reseñar reseñas.
Como saben quienes leyeron ese fragmento de la correspondencia entre Julio Ramón Ribeyro y Luis Loayza en que Ribeyro cuenta la historia de un souvenir que su esposa le trajo del Japón, la frase "bata japonesa" tiene un sentido metafórico claro: se refiere al error literario, la impostura, la mala elección. El fragmento dice esto:
“Alida me trajo del Japón una linda bata de seda natural, un kimono, de amplio vuelo y anchas mangas. En la primera oportunidad que estuve libre en casa me la puse y allí empezó el desastre. No había perilla de puerta o esquina de mesita donde no me quedara enganchado. Cada vez que me lavaba las manos el agua me entraba por las mangas. El gato se dedicó a perseguirme y lanzar zarpazos a la flotante vestidura, creyendo que le estaba proponiendo un juego. Como estaba solo tuve que hacer la vajilla y cocinar y en consecuencia me salpiqué todo de detergente y en el momento de freír mi bistec estuve a punto de arder como una antorcha. Comprendí que la indumentaria, la vestimenta, es fruto y está adaptada a un modo de vida y una función. La bata japonesa era lo menos apropiado para un departamento parisién, que son muy pequeños y están atiborrados de muebles y objetos puntiagudos. La bata japonesa es solo cómoda y funcional en una casa japonesa, que está dotada de habitaciones que sin ser grandes son austeras, donde no hay casi muebles. Ni puertas, ni perillas, ni puntas. Aparte de ellos la bata japonesa no va con quien tiene que hacerse todo en casa, sino con quien lleva una vida contemplativa, ocupado en el ocio, la meditación, la conversación, servido por diligentes mujeres y no para quien vive en una sociedad donde la mujer emancipada ha forzado al hombre a compartir los trabajos domésticos más arduos. En suma, archivé la bata japonesa en el ropero y me puse mi vieja, desteñida y personalísima bata de paño. Muchos escritores cometen el mismo error. Atraídos por el exotismo, la moda, el lustre, dejan de lado su indumentaria natural y se revisten de la bata japonesa. Arruinan la bata, todo les sale mal, quedan disfrazados”.
Imagen: Julio Ramón Ribeyro durante las pocas horas en que llevó su bata del Japón. Fotomontaje: gfp.
8 comentarios:
Tal vez un recuerdo personal pueda servir como comentario para la bata, el debate y algunas otras cosas más.
Debe haber sido 1991. Trabajaba para "L'imaginaire", revista que sacaba la Alianza Francesa, como corrector, office boy y lo que se presentara (básicamente un 'miloficios'). Estábamos preparando el primer número y fui encargado de ir a recoger la colaboración de Ribeyro a su departamento de Barranco. Se me coló el otro miloficios y, emocionados, nos enrumbamos a ver al tipo. Vivía en un edificio muy lujoso y exageradamente chiquito. Nos anunciamos en el intercomunicador, entramos, subimos. Ribeyro mismo nos abrió la puerta de su minúsculo departamento. Lo recuerdo como un tipo sencillo y encantador, en absoluto huraño, más bien conversador. Fue una situación un poco absurda. Mientras yo trataba de hablarle a Ribeyro como a una persona normal, con ganas de que la conversación fluyera libremente, mi compañero lo trataba con una reverencia exagerada, y -lo peor de todo- no dejaba de llamarlo "Maestro". Cada una de esas incursiones me incomodaban muchísimo, y estoy seguro de que a Ribeyro también. Nuestra visita transcurrió así una media hora más o menos, hasta que nuestro anfitrión nos alcanzo las cuartillas que buscábamos y yo opté por parame y dejar al hombre tranquilo en la tranquilidad de su minúsculo refugio frente al mar. Mi amigo podría haberse quedado varias horas más llamándolo "Maestro" y haciéndole preguntas impertinentes acerca de sus cuentos (preguntas a las que respondió siempre con proverbial paciencia). Se despidió de nosotros muy afectuosamente. Al irnos, nos pusimos a comentar la visita: lo que más nos sorpendió fue su sencillez, su simpatía y la bata de seda con inscripciones japonesas que usó para recibirnos. Se le veía muy cómodo y para nada afectado. No sé si sería la misma de la carta a Loayza (probablemente no, esta se veía tersa, como nueva), pero en todo caso Ribeyro se movía cómodamente con ella. O más bien en ella, como si fuera una segunda piel.
Felicitaciones y toda la suerte del mundo con la bata.
Interesante metáfora...
Si Fernando ha visto LA BATA se puede volver el chamán de la tribu.
un momento, si ribeyro se sentía cómodo en su bata japonesa en medio de su departamentito miraflorino la metáfora se complejiza más... ¿o es que fernando está haciendo una crítica velada a la última etapa de la obra de ribeyro?
Feliz año del perro, perro.
Esta es una prueba (comentarios anteriores han estado desapareciendo misteriosamente)...
Sí, alguien borró mi comentario. Eso es raro---se supone que solo se pueden borrar con password de administrador, así que mejor cambia tu password Gustavo.
Mi comentario iba en el sentido del de Iván, aunque con una conclusión un poco diferente. Borges dice sobre un poema (no recuerdo cuál) que si la historia de amor es falsa, como él sospechaba, el poema era aun más meritorio. Lo mismo se aplica, me parece, a la bata de Ribeyro. Se sentía cómodo en la bata, pero incluso así la pudo convertir en una metáfora de la mala literatura.
Mi comentario también fue borrado y no tenía otro fin más que el de felicitar la propuesta y esperar que vendrá con la misma.
José Antonio
Saludos, solo para comentar que se me ocurre que Ribeyro tal vez decidió utilizar la bata luego de la carta porque queria ampliar su reflexión con respecto a la primera vez que la uso. Ahora sólo estamos más confundidos y sin saber si llegó a una conclusión final. Lo sabrá Loayza?.
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