He recibido esta carta de Daniel Salas acerca de Javier Gárvich, director de la Revista Peruana de Literatura.
Estimado Gustavo:
A través del blog de Paolo de Lima llego a descubrir que Javier Gárvich, a quien (ahora pienso que por fortuna), no veo hace años, escribe regularmente una columna en Terra. Después de leer unas cuantas pachotadas, me alegra haber dejado de ver a este personaje que, con el paso de los años, ha empeorado y es como si no hubiera aprendido nada.
Lo asombroso es que Javier Gárvich se dedique al cliché y la calumnia impune desde un medio que nada tiene de marginal. Observemos esta perla:
"Los escritores criollos aducen su mejor sintonía con los críticos de los grandes medios.Algo penoso si sabemos que gran parte de esos críticos están a sueldo de las grandes editoriales que repiten como loros las alabanzas impartidas por la casa matriz. La llamada sintonía es, principalmente, pecuniaria".
¿Javier Gárvich tiene alguna prueba de lo que está diciendo? ¿Está diciendo en serio que Ricardo González Vigil, Luis Aguirre, Leonardo Aguirre, Javier Ágreda, Iván Thays reciben o recibían sobornos por sus columnas? ¿Cuáles son esas obras y autores que se han beneficiado por los elogios pagados? ¿Se puede tener la frescura de lanzar sin pruebas una acusación así, con un evidente fraseo radical que recuerda los panfletos maoístas? ¿Tiene Javier Gárvich el más mínimo indicio de lo que está sosteniendo?
Esta otra frase es particularmente más desafortunada por la mezcla de irreverencia y lugar común:
"De ascendiente andino, residente en el populoso distrito limeño de San Juan de Miraflores, José Flores logró estudiar en la elitista Pontificia Universidad Católica la carrera de Derecho. No hay que ser muy imaginativo para entender la terrible exclusión que un cholo de pura cepa podía sufrir en ese campus ajardinado e irreal, patria chica de los dueños del Perú y otros oligarcas, ajeno a las epopeyas que se sucedían en el Perú durante los tremendos y intensos años ochenta".
Javier Gárvich estudió en esa universidad elitista, en ese mismo campus ajardinado e irreal donde, entre otros elitistas, enseñaba Alberto Flores Galindo. Cualquiera que haya pasado por la Católica sabe que desde hace mucho ha dejado de ser la universidad de la oligarquía, que es la universidad privada racialmente más plural. Y la noción de que un campus pueda ser irreal es, sencillamente, estúpida. Las cosas, por un principio elemental, no pueden ser irreales. Una flor en el jardín no puede ser irreal. Pero contradecir este principio básico del pensamiento lógico es precisamente una de las estrategias retóricas de quienes quieren imponer su absurda noción de realidad según la cual si las cosas no son como deberían ser (en la versión provista, claramente, por su ciego fanatismo), entonces son falsas.
Más desopilante es este otro cliché. Gárvich se refiere a las epopeyas que se sucedían en el Perú durante los tremendos y intensos años ochenta. ¿A qué epopeyas se puede referir Javier Gárvich? ¿A los crímenes que perpetraban Sendero y las Fuerzas Armadas? ¿A esa sangría en donde murieron más peruanos pobres que los oligarcas que Gárvich detesta? ¿Podemos llamar epopeya a lo que no fue sino un episodio de infamia?
No menos absurda ni menos alucinada es esta otra columna según la cual quien desconoce la experiencia representada en la literatura es incapaz de disfrutar de esa literatura: El agudo Gárvich sostiene que esa es la razón por la cual las capas criollas limeñas no leen ni se interesan por leer los autores que a él (un criollo limeño) sí le interesan.
Según Gárvich, no puedo interesarme en El Quijote porque nunca he pisado España, ni puedo leer la Odisea porque no viví en los tiempos de la Grecia arcaica, ni puedo conmoverme con Os Sertoes porque no soy brasileño, ni sertanejo ni positivista.
Javier Gárvich, el editor de la Revista Peruana de Literatura, ¿está hablando en serio o cree que somos idiotas? ¿Y qué hace la todopoderosa mafia criolla de la cual él despotrica que no logra que lo boten de su puesto de columnista de la agencia de noticias de terra.com.pe?
Un cordial saludo,
Daniel Salas
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2 comentarios:
Lo más increíble es que existan esos criterios de "genuina literatura peruana" e "historias de pescadores chimbotanos".
¿Qué es lo que hace genuinamente peruana una historia? ¿Si Hemingway hubiera ambientado "El viejo y el mar" en el puerto de Chimbote, sería considerado un autor peruano?
Según lo postulado, los autores "cosmopolitas" son indiferentes a la realidad nacional. ¿Y los que pretendemos escribir ciencia ficción, con historias ambientadas en otros planetas o en otros ámbitos? ¿Traidores a la patria?
¿Si en lugar de pescadores chimbotanos la historia tratara sobre mineros chimbotanos que trabajan en un asteroide?
Solo preguntas, nada más...
Debería llamarnos la atención cómo este neosenderista levanta la idea de “la mafia cultural” para contrabandear una apología del terrorismo. De la misma manera, algunos comentaristas neonazis (en blogs donde se lo permiten) aprovechan el debate sobre “la mafia” para introducir arengas antisemitas. Entre las varias monstruosidades que debemos al fanatismo, quizá la más ominosa sea precisamente la manera como los fanáticos desfiguran una legítima aspiración colectiva, y la convierten en el caballo de Troya de sus pasiones y odios. La búsqueda de la igualdad se vuelve un mero apetito de sangre, el progreso se transforma en un mercado de cadáveres. Y el justo reclamo de muchos escritores jóvenes por ver sus trabajos reconocidos y publicados, deviene en una ruleta de chismes e insultos, en una catarata de especulaciones y elucubraciones insensatas que dicen más de la catadura moral de quienes las formulan y recogen que del circuito que supuestamente critican.
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