Ejemplo de lucidez nos ofrece el profesor Eduardo González Viaña en un reciente artículo, en el que anuncia, en la víspera de las elecciones, su oportuno voto por Ollanta Humala.
¿Sus razones? Sólo esgrime una: que la mayoría de los pobres va a votar por él. ¿Ejemplo de la teoría (imagino que habrá una teoría) del intelectual como retaguardia revolucionaria?
González Viaña no se siente intimado a pensar su voto: basta con votar por quien voten "los pobres". Sería interesante descubrir desde cuándo viene aplicando su teoría. Si se remonta a, digamos, veintiséis años atrás, Gonzálaez Viaña habrá votado antes por Fernando Belaunde, Alan García, Alberto Fujimori (dos veces) y Alejandro Toledo.
González Viaña, intelectual de izquierda (el profesor guarda dos doctorados de la Universidad de Trujillo en sus armarios) no se siente motivado a pensar demasiado su voto, no asume su posición de intelectual como la de un guía, un adelantado o una vanguardia obligada a revisar y cuestionar. No. Él vota con la mayoría.
Pensándolo bien, es difícil imaginar qué diría González Viaña si tuviera que plantearse un ejercicio reflexivo sobre las elecciones. Su artículo, después de todo, se muerde la cola renglón a renglón, y acumula tantas contradicciones como lugares comunes.
¿Cuáles? Dice, por ejemplo, que los ricos, propietarios de los medios de comunicación, "programan el cerebro de la mayoría de personas" y sin embargo observa que el lugar de Humala en las encuestas se debe a la decisión soberana "de los más pobres".
Dice también, argumentando en favor de su voto humalista, que en el Perú no hay democracia que defender (con lo que acepta tácitamente, claro, que nada hará él por defender lo que los demás llamamos nuestra democracia, no importa cuán endeble sea). Pero, curiosamente, al final de su artículo, reconoce que nuestro sistema es precisamente el que permite la irrupción democrática de Humala: "si un país pobre tiene mayoría de pobres, en algún momento esa mayoría conquistará su derecho a hacerse oír", dice. ¿Total?
Dice otra cosa: que los medios de prensa desinforman a la población, para favorecer a unos cuantos grupos de poder y afirmar las expectativas de una sola clase social, la de los más ricos. Los electores, dice, están "condicionados y manipulados a diario por información parcial y tendenciosa". ¿Y cuál es su solución? Elemental: llevar al gobierno a Humala, para, de ese modo, asegurarnos de que el método velasquista de expropiación de los medios de comunicación, combinado con la censura descarada al estilo de Hugo Chávez, propicien nuestra libertad de información. Notable.
Dice más: que una simple "acusación no probada de haber ultrajado los derechos humanos" no es suficiente para descalificar a Humala como candidato, pero dice también, con grueso argumento ad hominem, que García no es nadie para criticar a Humala porque García y su candidato a vicepresidente "están acusados de haber ejecutado una matanza". Es decir, hay que votar por Humala a pesar del motivo X, pero es imposible votar por García debido al mismo motivo X. Más lógico ni Wittgenstein.
(¿No sería mejor, digo yo, tener un país en el que Humala y García estuvieran hoy sentados en el banquillo de acusados, respondiendo los muchos testimonios en contra de ambos, en lugar de andar en camino a Palacio de Gobierno?).
Habría que preguntarle a González Viaña --y al resto de la izquierda que irresponsablemente viene apoyando, en el extremo de su poder acomodaticio, a un evidente fascista como Humala-- qué le dirá a los deudos de los muertos de Madre Mía si un día se acaba de probar que el asesino de los suyos fue el angelical "candidato de los pobres".
También habría que preguntarle a González Viaña por qué el ser apoyado por el cuarenta por ciento de los sectores C y D, y rechazado por el sesenta por ciento, hace de Humala el candidato de los pobres. Y por qué ha de suponerse que el supuesto candidato de los pobres sea el mejor. En el Perú nunca, jamás, ha ganado una elección un candidato que no tuviera la mayoría en los sectores socioeconómicos más bajos. Nunca, jamás. Cabría preguntar, entonces, por qué esa fe ciega de González Viaña. ¿O es otra cosa?
Me parece que un académico, ex profesor de Berkeley, ahora profesor de la Western Oregon University, que escribe una columna de opinión que se publica, según leo en su página web, en treinta diarios de América Latina, un intelectual con ese nivel de influencia, digo, debería presentar argumentos mucho más sólidos para un voto tan discutible como el de González Viaña por Humala.
(A propósito: hubiera querido colocar aquí los links a los treinta diarios latinoamericanos que, según nos informa el autor, publican su columna Correo de Salem. No los he encontrado; sólo he hallado una media docena de páginas web que colocan la columna eventualmente. Pido a los lectores, más perspicaces que yo, que me ayuden a colectarlos, para hacerle justicia a la popularidad de su autor).
Imagen: González Viaña presentando uno de sus libros en la cadena transnacional de tiendas Barnes & Noble.
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4 comentarios:
Completamente esperable, me parece. Lo lamentable es que levantando una supuesta bandera de la izquierda, González Viaña realice un análisis tan burdo (y demagógico) de la situación política peruana. Finalmente, uno se explica por qué todavía no puede reconstruirse una propuesta unitaria en la izquierda: hay demasiada nostalgia por fórmulas colapsadas, y se confunde el futuro con el pasado. Ahora González Viaña, llamándose izquierdista, apoya a Humala. Durante años, la así llamada izquierda "oficial" apoyó a Stalin y demás bestias.
Es muy cómodo estar del lado de los pobres desde AFUERA. Y por otro lado, no es nada fácil dejar de ver esta postura como un mero cliché.
Pura retórica. Estar del lado de los pobres no significa absolutamente nada ahora. Es más, estaría tentado de pensar que alguien que se pone "del lado de los pobres" de esa manera efectista e histriónica lo hace por dos cosas: u obtiene algún beneficio político o académico con semejante declaración, o simplemente vive en el desván de la ideología contemporánea, desde donde se ve todo en blanco y negro, cuadriculado y con demasiada añoranza. ¿O las dos cosas?
Vamos, no puedo creer que Gonzales Viaña esté cayendo en semejante inocentada. ¿No es claro acaso que Humala no responde al perfil del "nuevo presidente" que produce mucha identificación con la masa por ser "un hombre como cualquiera" es decir por hablar mal, ser campechano, por ser un "representante de la mayoría" como Bush, como Fujimori, como Chávez o como Evo Morales que, en lugar de representar valores dignos de todo buen lider como sentido claro de justicia, mesura, educación, etc. Reprsentan todo lo contrario, es decir, son un costal de antivalores?
No puede ser, ¿es una inocentada o la distancia y el reconocimiento empiezan a afectar su sano jucio?
Un abrazo
José Antonio
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