La idea más brillante que tuvo Robert Ripley (a la izquierda con su mejor amigo peruano), al concebir su célebre Believe It or Not, que comenzó como una tira cómica en diarios norteamericanos, fue la noción de que la intriga de cada caso presentado se viera siempre aumentada por la incertidumbre: los datos "de Ripley" pueden y deben hacer dudar al público acerca de su veracidad. Es decir, pueden ser verdades irrefutables y sorprendentes o, acaso, simples patrañas.
Aparentemente, esa premisa la tiene muy presente toda la familia Ripley: desde los descendientes de Robert, que administran la franquicia de Believe It or Not, hasta los otros Ripley, los de los grandes almacenes qe invaden Lima con sus locales y los periódicos peruanos con sus inacabables avisos.
Justamente, uno de sus últimos avisos, parte de una suerte de campaña de responsabilidad social, de esas que las grandes empresas desarrollan para levantar su imagen pública, parece demostrar el parentesco de unos Ripley y otros. Una página entera en diversos diarios, pagada por las tiendas Ripley, decía: "En el Perú 50 niños mueren de hambre al día".
La cifra oficial calculada por el Ministerio de Salud para el año 2004 (última estadística públicamente conocida) es de 117 niños al año, es decir, uno cada tres días: un número atroz pero bastante lejano de los 18 mil 250 niños muertos de hambre anualmente según la cifra irresponsablemente propagada por Ripley. (Para que quede más claro: el número dado por Ripley es 156 veces mayor que la cifra real).
Es curioso: en un esfuerzo por mejorar su propia imagen, Ripley no duda en llevarse de encuentro la imagen del país. Tampoco le importa (como al otro Ripley) si sus datos son patrañas, siempre que sean impresionantes. Sus publicistas son, como lo fue Robert Ripley en un principio, caricaturistas dispuestos a cualquier deformación de la realidad. Pero todo se les perdona, porque, claro, hay que recordar que los mueve un objetivo loable: vender más chompas, más zapatillas y más calzones.
Amigo lector: compre en Ripley si eso quiere, pero no confíe mucho en lo que le digan en esa tienda: puede no ser verdad, aunque usted se lo crea.
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