Ocurrió con The Matrix, que, según se dijo, fue inspiración parcial de los muchachos idiotas que asesinaron a un puñado de compañeros suyos en un High School en Columbine, Colorado.
Años antes, un fiscal norteamericano le echó la culpa parcial de las barbaridades de Charles Manson a una canción de Paul McCartney, Helter Skelter, y a otro puñado de cosas de los Beatles.
Y también los Beatles tienen que ver con otra, más célebre, historia de estas: Mark Chapman, el asesino de John Lennon, y su descabellada interpretación de The Catcher in the Rye de Salinger, que fue uno de los factores que lo condujo a matar al beatle.
Ahora dicen que detrás de la historia inverosímil y compleja de Natascha Kampusch --la joven austriaca secuestrada a los nueve años de edad y que hace una semana, una década después de su desaparición, consiguió escapar de su captor-- hubo también una ficción inspiradora para el delincuente: la novela The Collector, que el británico John Fowles publicó en 1963.
The Collector
En la novela, la historia es contada primero desde el punto de vista del secuestrador y luego desde los ojos de la víctima, hasta que esta muere y la voz regresa donde el pepetrador del delito. El desenlace, afortunadamente, ha sido distinto en la realidad: la chica ha huido y su secuestrador ha terminado suicidándose.
Es curiosa el aura negativa
Como si en verdad el disfrute, el placer o la atracción estética o intelectual estuvieran reservadas a unos cuantos justos. Como si Hitler no hubiera sido un acuarelista amante de sus mascotas y Vallejo un abortista despiadado.
El problema, pongámoslo de este modo, es que el arte es siempre capaz de rescatar, despertar, remover, atizar o echar a andar aquello que tengamos en nosotros de extraordinario, sea extraordinariamente bueno o malo. Y las mismas ficciones que a algunos de nosotros nos son suficientes para ventilar nuestros lados oscuros y dejarlos expandirse un rato sin dañar a nadie --salvo, acaso, a nosotros mismos--, para otros son pasajes de salida y de regreso a una realidad más torva y cruel, más negativa y criminal.
Porque la literatura y el cine, entre otras, son formas de locura controlada, y siempre, como con cualquier simulacro, se corre con ellas el riesgo de olvidar la distancia entre los hechos de su mundo y los hechos de la realidad.
Imagen: el libro y la vida. Fotomontaje: gfp.
1 comentario:
Entre los libros que enajenan mentes y provoca que gente que no los entiende cometan crímenes a cantidad habría que incluir a la Biblia, el Corán, la Torá. Al final, si un sicópata quiere, va a encontrar una excusa perfecta en una canción de los beatles, en una religión o en el debate andinos y criollos.
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