7.9.06

Preguntas

¿Recuerdan la llamada polémica de andinos y criollos?

Una serie de preguntas quedó flotando en el ambiente después de ella, y no creo haber leído respuestas muy sistemáticas.

Vale la pena, entonces, repetirlas:


¿Cómo se decide la pertenencia a esos grupos?

¿Por qué es andino un escritor tan eminentemente urbano y de frecuente temática limeña como
Oswaldo Reynoso?

¿Son andinos en el mismo sentido
Miguel Guitiérrez y Edgardo Rivera Martínez?

¿El espíritu andino de un narrador como el chalaco
Dante Castro es, por decirlo así, una asunción de representatividad con respecto a un mundo al que no pertenece en el sentido biográfico?

Y si es así, ¿cuál es la manera en que se diferencia a un habitante de una cultura andina de un escritor que la retrata desde fuera?


¿No es otra versión del viejo problema de confundir al antropólogo con su tema o con su objeto?

¿Qué pasa con un escritor como Peter Elmore, que escribe guiones de temas andinos para Yuyachkani (Santiago, por ejemplo) y novelas de tema citadino, al mismo tiempo?

¿Qué pasa con Daniel Alarcón, para quien la temática popular, provinciana o no, es parte de un proyecto profesional y es conocida, principalmente, a través de un trabajo de campo, del cual surgen por igual historias urbanas e historias campesinas?


¿Y en qué sentido no son criollos todos los escritores mencionados líneas arriba?

¿En qué sentido no son parte de la minúscula élite intelectual generada secularmente por el poder capitalino y sus aparatos ideológicos?


¿Llamándoles andinos a ciertos escritores no se borra o se opaca un poco la existencia de otros que son andinos en un sentido bastante más evidente (es decir, que tienen una cosmovisión peculiar, diferenciada del mundo de la costa o de la capital, y que escriben a través de esos ojos distintos)?

¿Fue Pérez Huarancca igualmente andino que Zavaleta o Rosas Paravicino o Colchado Lucio?

¿No es
Luis Nieto Degregori tanto o más cosmopolita en su narrativa que, por ejemplo, Alonso Cueto?

¿La división tiene que ver con cosmopolitismo?

¿Es una división social, cultural?

¿Es una división de clase, o étnica?

¿O es una división de índole política?

¿No se está llamando "criollos" a los que son percibidos como políticamente conservadores y "andinos" a los políticamente progresistas?


Y si es así, ¿no es eso una estrategia retórica, en virtud de la cual un grupo termina ejerciendo una representatividad que no está del todo clara?

13 comentarios:

Orlando Mazeyra Guillén dijo...

¿Andino o criollo? Reynoso, por ejemplo, rechaza abiertamente ambas etiquetas. Yo creo que lo hace porque sabe que él no puede colocarse ninguna (y hace bien porque ninguna le calza). Si bien, ideológicamente, se reconoce marxista (y es serrano de nacimiento); no podría decantarse por ninguno de los bandos en disputa, lo cual resulta saludable.

Y si hablamos de otro autor arequipeño (que políticamente vendría a ser la antípoda del autor de El goce de la piel), podemos preguntarnos ¿cuál de las dos trincheras debe arropar a Vargas Llosa sabiendo que, siendo serrano de nacimiento, ha elucubrado historias que se desarrollan en costa, sierra y selva? Menudo problema para aquellos que quieren diseccionar al país con un escalpelo que, de existir, tendría tantas formas y peculiaridades como escritores tiene nuestro país.

Tanto Vargas Llosa como Reynoso resultan siendo un ejemplo muy didáctico que deja sin piso al debate: ambos hijos del Misti, pero con una producción literaria donde Arequipa resulta un lugar casi ajeno que, si se balancea, no representa ni el 5% de las páginas que todo cuanto han escrito.

A Reynoso, a quien he escuchado personalmente hablar al respecto, le conviene una división de tipo social o política para estar en su salsa. Por eso invalida sin cortapisas a la literatura sin ‘contenido social’ (aquella que, a su manera, escapa de las etiquetas); y por eso, también, afirma que Vargas Llosa es un ‘pituco’ antes de considerarse un escritor marginal (sin serlo).

Para Reynoso dejar de ser marginal sería algo así como patear el tablero, perder coherencia, acercarse a la secta de los que son 'representativos' (pero que, a su entender, no debieran serlo).

Este rechazo cerval hacia ese “grupo que termina ejerciendo una representatividad” no está indemne de viejos resentimientos o enemistades, que dejan en segundo plano los méritos o los deméritos (José Miguel Oviedo, por citar un caso, lo acusó de "escritor pornográfico", y ese tipo de cosas no se olvidan): varias veces él ha dejado dicho que la triple O y la M vendrían a ser las cuatro espadas, los comisarios que deciden quién pasa a formar parte de ese ‘círculo representativo’.

Los tres mosqueteros que conforman la O-O-O son, para Reynoso, Oquendo (Abelardo), Oviedo (José Miguel) y Ortega (Julio) y el D’artagnan que encarna a la solitaria M: Mirko Lauer.

Acá tenemos un ejemplo más de lo arbitrarias y antojadizas que son las divisiones que se plantean: Oquendo y Oviedo son, uno más que otro, amigos de Vargas Llosa (quién, sin duda, es el más representativo de los ‘representativos’), sin embargo, Ortega y Lauer, no sólo no son sus amigos sino que ha denostado de ambos con el rigor que le conocemos (revisar El pez en el agua).
¿Adónde llegamos entonces? A que cada cual establece trincheras y correligionarios en base a sus propias conveniencias y frustraciones, en base a sus amistades y enemistades… Todo esto, junto y revuelto, nutre a lo que Vargas Llosa llama, “la enfermedad nacional por antonomasia”: el resentimiento y los complejos sociales. Los escritores, al fin y al cabo, más allá de su intelecto, ideología o del lugar en donde se ambientan sus obras, vienen a constituir un microcosmos de la sociedad peruana… con toda su variedad, con todas sus fracturas y taras; que la alimentan y retroalimentan y, sin duda -y ahí está el 'consuelo'-, la hacen tan ‘literaria’.

Daniel Samanez dijo...

Yo veo el asunto en lo más elemental como una división entre los que están bien y cómodos con el sistema y no quieren cambiarlo (o que no creen que sea posible o que es muy complejo y demora mucho) y aquellos que no les gustan las cosas como están y quieren cambiarlas (y quieren cambiarlas ya).

Y creo que es una división finalmente política, como lo sugieres al final de tu post.

Hace unos días, cuando escribías sobre como trato este tema el suplemento “Identidades”, mencionaste un “texto un tanto descalabrado de Anouk Guiné en el que explicaba las diferencias entre ambos bandos en términos de relaciones de poder y colonialidad, es decir, en los términos planteados por uno de esos dos bandos, sin discutirlos ni criticarlos en lo más mínimo.”

El link al texto de Anouk Guiné es este:


http://www.elperuano.com.pe/identidades/93/precisiones.asp


Tal como lo planteas, seria interesante examinar los términos en los que los andinos -según tu comentario del artículo en mención- plantearon el tema. Y criticarlos y discutirlos. Y examinar la representatividad que puedan tener.

También seria interesante saber por que te parece el texto de Anouk Guiné un tanto descalabrado: ¿Por las ideas que usa? ¿Por cómo esta escrito o por como esta armado?

Por si a alguien le resultan útiles, acá algunas referencias rápidas sobre colonialidad:

-Aníbal Quijano trabaja el tema de colonialidad
en este artículo
. También Mignolo en esta entrevista discute el asunto, en términos más coloquiales.

-Al parece, ver la realidad –o querer verla, por que esta perspectiva es relativamente nueva- desde términos de colonialidad está bastante en difundido en la academia norteamericana dedicada a estudiar Latinoamérica.

Ahmed dijo...

Fue una tontería realmente poner el calificativo de "andino" y "criollo" a escritores de quienes se quería referir como aquellos que no gozaban de la publicidad de los medios. Al parecer desde ahí nace todo el problema si uno lee las primeras entrevistas de aquellos que comenzaron con este asunto, y para dar un poco más de sustento a sus opiniones comenzaron a deformar en tal sentido esas dos palabras. Como lo dijo Paul Auster, las palabras una vez que pierden el significado propio del objeto en sí, deberían dejar de utilizarse.
Y si no eran publicitados, por qué sus nombres salían en los medios, por qué los que se quejaban concedían entrevistas de página completa en las mismas tribunas que supuestamente estaban contaminadas por ese "veneno burocrático". Y si ser un escritor joven y provinciano es sinónimo de estar "condenado" a la marginación, qué decir de tantos jóvenes limeños que corren la misma suerte. Que pena que la literatura que debería ser un ejercicio bello, del intelecto y del espíritu se vea embarrada por este resentimiento cuasi humalista que nace de las tripas.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Ojo: desde una perspectiva como la de Mignolo (quien se basa explícitamente en Quijano), el movimiento más típicamente colonialista es el de quien, desde una posición de poder, asume que su palabra representa la de aquellos que no tienen poder. Es decir, desde esa perspectiva, precisamente, lo que distingue a los "andinos" de los "criollos" no es su posición en dos lados opuestos de la relación "colonial", sino las maneras distintas (y las retóricas distintas) con que ejercen su poder sobre los de abajo.

Ahmed dijo...

Tu preguntaste ¿Llamándoles andinos a ciertos escritores no se borra o se opaca un poco la existencia de otros que son andinos en un sentido bastante más evidente (es decir, que tienen una cosmovisión peculiar, diferenciada del mundo de la costa o de la capital, y que escriben a través de esos ojos distintos)?

No sé si esto responde un poco a la interrogante pero sin duda va en ese sentido,
A la autora del texto de identidades José Antonio Mazzotti le responde:
“No olvidemos que todos, tanto criollos como andinos, dejan de lado el circuito de las oralidades indígenas y su larga tradición mítica y poética, constituyéndose así en un circuito literario casi siempre ignorado y ‘ghettizado’ cuando el debate se centra en autores profesionalizados que apelan a la escritura y al mundo editorial occidental para lograr difusión.”
Y esos que son andinos “en un sentido más evidente”? Donde están? Al parecer los mismos que se quejan de la no difusión de los andinos hablan de erróneos andinos como lo hiciste ver en el inicio de tu post. Entonces lo del colonialismo cae en saco roto?

Gustavo Faverón Patriau dijo...

No, no: no cae en saco roto, y en principio debe atenderse a lo que dice Mazzotti en este tema: incluso si somos puristas a la antigua y le negamos a las literaturas orales el status de las escritas, no podemos negar su existencia, y esa existencia misma nos habla de toda una tradici{on que no está contemplada en divisiones bipartitas como la de "andinos" y "criollos".

Ahmed dijo...

Y esa es la verdadera literatura andina, la que se nutre de esas oralidades y su larga tradicíón mítica y poética. Mazzotti afirma que incluso los mismos llamados "andinos" ignoran esta oralidad que reforzaría esa visión cosmopólita peculiar de la que hablabas. En tal sentido me parce que todo eso es producto de ese colonialismo, y lamentablemente eso no se puede cambiar por ser parte de nuestra historia.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Para dejar en claro lo que digo, y si quieres poner el asunto en un plano teórico o especulativo: incluso si no existiera ninguna producción cultural identificable como literatura andina oral, la autodenominación de "andinos" por parte del grupo que se ha autobautizado de esa manera seguiría siendo discutible. También es saludable, sin embargo, aclarar que una etiqueta como la de "verdadera literatura andina", que usas, sólo es aceptable como construcción teórica, sin que eso implique esencializarla: nada o muy poco hay en las culturas peruanas que no sea producto de una larga y compleja transculturación.

Octavio Vinces dijo...

Convengo en que las categorías de "andino" y "criollo" pueden haber sido empleadas de manera poco rigurosa e inadecuada, y hasta arbitraria. Sin embargo, ¿no es el factor de la exclusión que, en diversos niveles y sentidos, caracteriza a la sociedad peruana el problema de fondo de una polémica que, desde una perspectiva meramente literaria, aparece como bizantina? La trascendencia y la notoriedad inmediatas de una obra pueden depender de muchos factores, incluyendo el amiguismo y el azar. Todo parece indicar, sin embargo, que en la literatura el tiempo es un juez casi siempre infalible. Hay cosas más vitales que, en cambio, no pueden hacerse esperar. Una sociedad incapaz de aceptarse a sí misma –en su color, en su raza, en su sentido estético- es una sociedad productora de seres humanos carentes de autoestima, ésos que tan peruanamente algunos llaman “resentidos” y que tal vez sean –mi afirmación es una mera sospecha, no tiene, pues, base objetiva- la mayoría de nuestros conciudadanos, o casi la mayoría.
Los términos en que se conduce la polémica no parecen llevar a ninguna conclusión útil para la literatura. Pero esto era, ab initio, imposible. Realmente no está en juego el valor literario de la obra de un grupo frente al otro. El problema es que unos se sienten marginados, excluidos, jamás invitados a la fiesta. Y eso, en el Perú del siglo 21, no sólo pasa con los escritores.

A. Ele dijo...

Del Poemario "CRIADOR DE PILOTOS"

a r c h i v o

Perfume de tiza al desmoronarse tu boca.
Cae, filtrándose, un polvo de guerra
en el azul de tu rosario.
Asumido está en el registro civil,
privado en su tinta,
que la patente del ángel
la equivocó Charles Darwin.

Daniel Samanez dijo...

A mi parecer, el planteamiento de la colonialidad tiene debilidades epistemológicas insalvables. Arranca mal y no puede llegar adonde quiere. Sin embargo, una parte de su planteamiento –que empieza con una revisión del proyecto moderno- es correcto. El problema que le veo a la colonialidad de Quijano está en su revisión de la modernidad, en lo que toma y deja de lado de la filosofía contemporánea para hacerlo.

Lo rescatable de la colonialidad es que logra ver que nuestra cultura –la peruana y latinoamericana- esta plagada de patrones culturales coloniales. No hemos dejado atrás la colonia en términos históricos, sociales, incluso legales. Lograr reconocer eso solo es posible desde una perspectiva crítica a la modernidad, desde el post modernismo o, como ellos lo renombran, el trans modernismo.

Yo creo que en aquellos países en los que los patrones heredados de la colonia son más débiles, por ejemplo Chile, las cosas van mejor para la cultura autóctona post colonial. En los países en los que los patrones culturales coloniales fueron y son más fuertes, como el Perú, las cosas no funcionan con tanta eficiencia para los miembros de la cultura autóctona como para aquellos que, desde fuera o adentro de ella, usufructúan de ella, continuando el patrón colonial.

Desde mi punto de vista la estrategia colonial es totalmente independiente de las ideologías que la justifiquen, la expliquen o la combatan. Es sencillamente un patrón natural, una estrategia evolutiva (en la acepción darviniana del termino) de la especie humana. Incluso diría una estrategia evolutiva de la naturaleza en general. Estas ideas las anoté en mi blog hace un tiempo, por si a alguien le interesa.

1. ¿Como entender el Perú? O por que algunos países funcionan y otros no.

2. Sobre el concepto de Cultura y de como Perú puede ser entendido como un país eficiente… desde una perspectiva colonial.

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Creo que puede sustentarse que la colonialidad de Quijano y Mignolo es, finalmente, una versión más del mismo colonialismo buscando perpetuarse.

Al querer dejar de lado o superar el capitalismo y la modernidad, la idea de colonialidad, está dejando de lado la posibilidades señaladas no solo por Chile si no por los países del sureste asiático, muchos de ellos muchísimo más pobres que los latinoamericanos a finales de la segunda guerra.

No se necesitan más de 20 años para ver los resultados del cambio cultural en un país: Singapur, Corea, etc.

Tengamos en cuenta que se trata de países con un pasado colonial también. Uno de los elementos claves de la salida: no usar el ropaje diseñado fuera si no hacer un hibrido entre lo autóctono y lo foráneo, según haga falta. Así, el “neoliberal” Chile no privatizo su cobre. Y, si examinamos con detenimiento su economía, queda claro que en Chile ser neoliberal no fue ni es ser vende patria. Ser vende patria es ser neocolonial, lo que se acerca más a la experiencia “neoliberal peruana”, en realidad a la experiencia peruana en general. Los países asiáticos en mención son asiáticos modernos (mas preciso y justo es decir post-modernos) no copias cartesianas de Europa o USA.

Así, digna heredera del marxismo (e igual que él), la colonialidad resulta también interesante y útil como modelo de análisis pero pobre e inefectiva como modelo de acción.

Para que queremos nuevas utopías cuando tenemos en frente modelos probados que funcionan.

No olvidemos sin embargo que es el postmodernismo -y la capacidad que nos otorga de ver la modernidad como un discurso más entre muchos- lo que permite ver en perspectiva el modelo colonial persistente en Latinoamérica. No es indispensable echar mano del concepto de colonialidad de Quijano para entender eso.

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La división que resulta provechosa entonces en el debate literario --y finalmente cualquiera que se de sobre cultura en el Perú-- debe ser planteada en el marco de nuestra experiencia colonial, pasada y presenten. Entre quienes están a favor de su continuidad y quienes están por dejarla atrás. Ahí es donde la línea debe ser trazada.

Daniel dijo...

Lo andino y lo criollo en la literatura pertenece al mismo campo de lo huachafo que tenemos los limeños a la hora de compararnos, como si haciéndolo recién comprendiéramos (como si fuera obligación) lo bueno o malos que somos. Forma parte de una identidad de país perdida y sin autoestima. En un mundo globalizado, quienes se consideren fuera de "la logia" editorial o, por el mismo motivo, quienes se crean con derecho de pertenecer a alguna, son irremediablemente idotas.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

No entiendo qué tiene que ver la globalización con esa conclusión. Más allá del caso particular, no hay por qué generalizar absurdamente. ¿Acaso si un campesino pobre de Andahuaylas dice que está marginado de las oportunidades de progreso alguien le va a decir que en un mundo globalizado quien se queja de esa manera es un idiota? Y si ese campesino creara poesía y sintiera que no tiene cómo darla a conocer, ¿alguien dirá que es un idiota que no aprovecha la globalización del mercado editorial?