1.9.06

Un libro no es noticia

Una revisión rápida de los espacios sobre libros en la prensa peruana nos lleva a una conclusión fácil: hay muchísimas personas capaces de escribir sobre libros, pero casi no existen los medios de comunicación que juzguen eso una tarea importante.

La columna de Luis Aguirre, escrita con entusiasmo pero sin exceso de luces, desapareció de Correo, donde quedan los comentarios de Carlos M. Sotomayor, muy informativos y cumplidores pero rara vez lo suficientemente arriesgados a la crítica como para considerarlos reseñas en todo el sentido de la palabra.

En La República, eventualmente Abelardo Oquendo dedica su columna al comentario puntual de un libro. Cuando lo hace, suele ser iluminador, pero no lo hace con gran frecuencia.

Los artículos que escribía Peter Elmore ya no asoman en Domingo, me parece, y con ello el suplemento de dicho diario ha quedado casi enteramente desligado del mundo de los libros.

Javier Agreda sigue siendo, con su serena y metódica página semanal, que debe andar ya por los ocho años de vida, el único lazo de La República con ese universo.

Después del despido de Coral de Somos, la revista sabatina de El Comercio no ha tenido problemas en encontrar un reemplazo interno para sus cápsulas de treinta palabras, y yo mismo venía ya colaborando, a pedido de sus editores, con reseñas eventuales. Pero lo cierto es que Somos ya hace años dejó de contar con una sección fija de reseñas, cosa que debilita a la revista por decisión no de sus editores, sino de la dirección del diario.

El cuerpo Luces de El Comercio es un caso grave y sopecho que el responsable es mi amigo Alberto Servat: la confusión entre show business y sección cultural es tan hipertrófica que parece cosa de broma, y en la broma, por supuesto, es la literatura la más afectada. Luces seguirá dedicada a describir los vestidos de Scarlett Johansson en la entrega del Oscar y, mientras tengan tiempo para eso, el mundo se puede venir abajo y nadie se dará cuenta.

El Dominical, donde también colaboro cuando me invitan, presenta comentarios de ciento cincuenta palabras (que, al menos en la edición online que yo veo, aparecen sin firma) sobre un par de publicaciones cada semana, y cualquier otro texto sobre libros lo deciden sus responsables coyunturalmente (hablo de Alonso Rabí, Diego Otero y, claro está, de Álvaro Roca Rey).

Perú 21 (cuya página web recomienda y enlaza a Puente Aéreo desde meses atrás) es un caso curioso: entre sus columnistas hay muchos escritores, ya sean autores de obras literarias (Gregorio Martínez, Alonso Cueto, Luis Jochamowitz, Alonso Alegría, Giovanna Pollarolo) o seudoliterarias (Beto Ortiz), pero nadie asume el comentario de libros como tarea estable, decisión que, ciertamente, no corresponde tomar a esos columnistas, sino a la dirección del diario: Martínez, Cueto, Pollarolo podrían sin duda hacerlo muy bien.

Que me corrijan si me equivoco, pero pienso que ni La Primera ni Expreso tienen columnas reservadas para la crítica de libros. (A juzgar por el nivel intelectual de Expreso, en ese diario ni si siquiera debe de haber libros).

Caretas, donde labora otro de nuestros buenos escritores, Jaime Bedoya, tiene reseñas eventuales como las que escribe Iván Thays, y me consta, porque el mismo Bedoya hace tiempo me ha invitado a colaborar allí, que existe la preocupación por cubrir el mundo de los libros en las páginas de la revista. Pero al parecer no es algo que pueda estar considerado en la planilla fija de la publicación.

En Terra aparecen los artículos de la Vaca Profana, que, como sabemos, con frecuencia se dedica a comentar a los autores más que a sus libros, y tras cuyo seudónimo se disimulan apenas los ácidos de la mala leche. Sin embargo, curiosamente, además de la de Ágreda, ésa es la única otra columna de libros extensa, frecuente y de periodicidad regular en toda la prensa peruana.

Por último, con la desaparición de Identidades, la gente de El Peruano ha perdido también bastante del espacio que tenía para hablar de literatura. Identidades era claramente un coto cerrado, de aire marginaloide pero sorprendentemente cómodo dentro de un medio estatal, y sin embargo era interesante, pero ahora ya no está.

No es exagerar, entonces, decir que en nuestros medios de comunicación las reseñas de libros son artículos en proceso de extinción. Eso puede no ser sorpresivo, pero tiene que quedarnos claro que es triste y vergonzoso y que ni siquiera en el paupérrimo espectro de la prensa latinoamericana hay casos tan lamentables como el peruano.

No esperamos que, en un día próximo, los directores de El Comercio, Perú 21, Expreso, La Primera, La República, etc., se despierten una mañana habiendo comprendido en sueños lo importante que es para un país leer y hablar acerca de libros... ¿Pero quizá sí se les pueda hacer entender que sus "productos" adquirirían una mayor aura de prestigio y seriedad si ellos invirtieran un porcetaje minúsculo de sus presupuestos en contratar a un escritor o a un crítico y pedirle que, puntualmente, todas las semanas, sin falta, comparta con sus lectores sus impresiones acerca de algún libro?

Postdata: Iván Thays me hace notar que a Luis Aguirre lo reemplazó Olga Rodríguez Ulloa, en Correo. Y también me recuerda las reseñas de Ricardo González Vigil en El Comercio. El caso de González Vigil es paradigmático, más allá de la opinión que cada quien tenga de su trabajo (y la de Iván, se sabe, es negativa): de una página completa en el antiguo Dominical, su espacio se ha ido empequeñeciendo y marginalizando en la sección cultural del diario.

Postdata 2: Quizá, lamentablemente, la respuesta a la pregunta con la que termino mi post sea que no: que, simplemente, en el Perú, la intelectualidad no es prestigiosa y la reflexión cultural no gana auras de credibilidad. O que la seriedad intelectual, en general, no es particularmente bien vista.

15 comentarios:

PVLGO dijo...

La pregunta con que concluyes tu post debieras ponerla en negritas.
Por otro lado, olvidaste mencionar elhablador.com (q ojala no se demorar tanto en salir)

Claroscuro dijo...

Estamos en total acuerdo contigo, Gustavo. En la prensa peruana, comentar un libro es sinónimo de bajas ventas (para el diario) y un mundo totalmente ajeno a los "buenos negocios". Al menos eso creen los dueños y directivos de los medios. El vetusto Comercio cada vez se parece más al intrascendente y mal-ejemplar Trome, que aquel creó dizque para darle al pueblo lo "que el pueblo quiere."

Lo irónico del asunto es que, como haces notar, esto se recrudece justo en el año en que el Estado ha lanzado "El Plan Lector". Naturalmente, ninguno de los ministerios se animan a siquiera pedirle (menos conminar) a la prensa que apoye con coherencia los bien-intencionados aunque frágiles planes de un estado que necesita urgentemente elevar el nivel intelectual, cultural, de su nación para progresar. Falta de decisión política que esconde la mirada en nombre de una ya maloliente libertad de prensa.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Giancarlo Stagnaro, me recomiendas "revisar mi posición", como si fueras un comisario stalinista. Ya pues, un poco más de apertura.

Lo que no entiendo es qué te ocasiona ese malestar: dije hace meses que Identidades era "encomiable" y hace dos horas dije que era "interesante", y creo que ambos son elogios. Pero no siempre vas a recibir exactamente el elogio que esperas. No pidas tanto.

Dije también que el suplemento tenía un "aire marginaloide", es decir, literalmente, con rasgos de marginalidad. No entiendo cuál puede ser la ofensa, salvo que la marginalidad te parezca ofensiva. Tampoco entiendo cómo quieres negar ese aire marginaloide citando los nombres de tus colaboradores: Marcel Velázquez, estudioso de la marginalidad del racismo, y ni más ni menos que John Beverly, fundador de los estudios subalternos latinoamericanos.

Respecto a lo del "coto cerrado". A ver. En el número 99 aparecía esta frase, referida a una antología recién editada: “se hacen presentes en ella plumas jóvenes y de gran calibre como las de Jeremías Gamboa, Giancarlo Stagnaro… (etc)”, siendo tú, Giancarlo, editor del suplemento. En el número 101 se anuncia “los artículos escritos por Martín Rodríguez-Gaona y Paolo de Lima, poetas que, junto con Victoria Guerrero, pertenecen a la promoción surgida en la década de 1990”. Uno se pregunta por qué el único nombre de la generación del 90 que merece añadirse a los de tus colaboradores es el de Victoria Guerrero. Pero en el número 103 vuelve Victoria y uno empieza a suponer que algo pasa. En el número 102 aparece Marcel Velázquez en su rol de editor de la obra de Yerovi; en el 106, como en muchos otros, escribiendo sobre otros temas, pero en medio, en el 103, recibiendo elogios por su libro. En el 104 aparecen las flores a Santiago Roncagliolo y en el 107 aparecen las flores que se habían quedado en el jarrón tres números antes (y otra vez Marcel, y González Viaña), y Goldemberg que salió en el 102 regresa en el 105, recibiendo las alabanzas de Zurita, el otro amigo de Paolo de Lima, quien (hablo de Paolo de Lima), además de haber diagnosticado a su propia generación en el número 101, reaparece en los números 105 y 106, etc...

Te digo, sin ningún mal ánimo, que para ser un diario nacional, el suplemento Identidades daba, en efecto, la impresión de tener una obsesión por el trabajo de muy poca gente. Su otra obsesión, en cambio, la de rescatar la cultura popular y mirar constantemente hacia el interior del país, me pareció siempre encomiable y me lo sigue pareciendo.

Daniel Salas dijo...

Estimado Giancarlo:

Si no me equivoco, te conozo de hace varios años. Si no me he olvidado, recuerdo haber estado de tu lado cuando se cometió una notoria injusticia contra ti.

Nada de eso me impide coincidir con Gustavo en que, lamentablemente, "Identidades" me pareció un suplemento peculiarmente sesgado y que, justamente por eso, se me hacía muy difícil su lectura. La preferencia a un grupo de escritores de los 90 era ostensible y, en muchos aspectos, inexplicable, dada la reiterada pobre calidad que mostraban algunos ensayistas que contrastaban con la de otros muy buenos. La mía es, por supuesto, la simple opinión de un lector que espera ser tratado con un mínimo de respeto y creo que se subestima mucho al lector cuando es obvio que se le da preferencia a un punto de vista que no es ni mayoritario ni particularmente lúcido. Espero que comprendas esta crítica.

Tanque de Casma dijo...

Estimado Gustavo
No quiero meter mi cuchara en el intercambio de post sobre identidades, suplemento en el que trabaje en su ultima etapa. Sin embargo, ya que mencionas una reseña mia, tendre que hacer un par de precisiones.
Tu dices: "En el 104 aparecen las flores a Santiago Roncagliolo y en el 107 aparecen las flores que se habían quedado en el jarrón tres números antes"
La critica que le hice en identidades 107 a la novela de Santiago es de mi entera responsabilidad. Si te parece que le echo excesivas flores, esa es tu opinion, atendible como cualquiera. Pero ni por asomo puedes sugerir que forma parte de una conspiracion por levantar a unos cuantos escritores en lugar de otros. Si te das cuenta, dedico algunas lineas a criticar lo que me parece mal. Es mas, en cierta parte cito tu reseña vetada en España. En mi blog, tu lo sabes, he colocado mi reseña a Abril Rojo enlazada con la tuya a Pudor. Si lo mio es publicherry, lo he disimulado bien al menos.
Por otra parte, coincido contigo que falta espacio para la difusion cultural. Nosotros hacemos un esfuerzo por sacar una critica extensa a un libro en el nuevo suplemento Variedades, pero igual, es poco para lo que se publica.
Un abrazo
ECG

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Hola, Ernesto

Si te fijas bien, mi observación fue que Identidades tenía la pinta de un "coto cerrado". Esa fue mi frase exacta, y la he explicado diciendo que había una recurrencia de temas que, en efecto, dejaba de lado al noventa por ciento de las corrientes literarias peruanas para centrarse en un número reducido de autores. No dudo en lo más mínimo de la sinceridad de los elogios cada vez que se elogió algo, pero sigo pensando que la selección tenía un sesgo evidente (que, por otro lado, nunca tuvo nada de secreto).

Fíjate por ejemplo, cómo fue la postura de Identidades en la polémica "andinos" vs "criollos" (ambos entre comillas).

Publicaron un artículo de Mario Suárez Simich, escritor habitual del suplemento, en el que, entre otras cosas, EN UN MEDIO DEL ESTADO PERUANO, llamó públicamente a no comprar los libros de los llamados autores "criollos". Y luego otro artículo de Carlos Meneses en que se refería a la ponencia de Ampuero como "provocación" y a la de Gutiérrez como "lúcida", aunque en ninguno de los dos casos explicaba por qué. El otro artículo que publicaron era un texto un tanto descalabrado de Anouk Guiné en el que explicaba las diferencias entre ambos bandos en términos de relaciones de poder y colonialidad, es decir, en los términos planteados por uno de esos dos bandos, sin discutirlos ni criticarlos en lo más mínimo.

Es curioso, pero Perú 21, tantas veces acusado de parcialidad, fue INFINITAMENTE más abierto, ponderado y plural en su reacción a la polémica que Identidades. Y eso no es un pecado leve en un suplemento que no solamente es hecho con la plata de todos los peruanos, sino que es el medio oficial de transmisión de la palabra del Estado peruano.

F dijo...

será que ahora los libros se promocionan en los blogs- quiero decir, se comentan en los blogs, será?

Ciertamente hay algo extraño aquí porque escitores hay de sobra y publicaciones tambien, diarias.

Tanque de Casma dijo...

Hola, estimado
Más allá del hecho anecdótico de una reseña así o un artículo asá, creo que esta discusión se muerde la cola en un hecho concreto que tú ya señalaste en tu post: hay muy poco espacio para la cultura en los medios. Elegir un tema es dejar otros más en el tintero. Si sacas X, te van a crucificar los que querían Y, W, o Z. El gran problema es que uno, como periodista, quisiera sacar todo... pero no se puede. Y cada vez se puede menos. Me acuerdo que en el suplemento en el que tú trabajabas -todo lo que hago para no darle publicidad a Somos- salía tu página al frente de la de Rocío Silva. O sea, varios libros comentados en extenso en una semana. Ahora son pastillitas que se pueden hacer con leer la contratapa. Es una pena que la mayoría de directores de medios peruanos tengan tal miopía hacia la cultura y los libros.
Slds

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Ernesto, al fin y al cabo llegas a lo que era el objeto de mi post: la actitud de los propietarios y/o directores de diarios y otros medios.

Yo sé que, por algún motivo que desconozco, a alguna gente le gusta suponer que soy un incondicional de El Comercio o de sus dueños o directores, cosa que es absolutamente falsa. De hecho, no creo que haya otro colaborador de EC que critique las políticas del diario con tanta frecuencia como yo.

Entre esas críticas ya he mencionado un par de veces una cosa que me parece inaudita, y sin embargo es real: desde la época en que yo era editor (1997-2000), hasta hace poco (quizá aún ahora) una indicación (léase "orden") que los editores del diario recibían del director era que se bajara el nivel intelectual de los artículos.

Así como se oye.

Bajar el nivel era una consigna. A mí me consta que Fernando Ampuero tenía que discutir con medio mundo para que no cancelaran mi columna de libros, cuando yo aún no era editor. Y luego lo tuve que hacer yo mismo. Y cosa similar pasaba en El Dominical y Luces.

Los críticos del nivel intelectual de EC suelen agredir a los editores (Malca o Planas o Rabí, y antes Cueto o Ampuero o yo), sin darse cuenta de que ellos hacen todo lo posible por mantener cierto grado de inteligencia en unas publicaciones que, si se siguiera el gusto de sus propietarios, serían ahora folletines con comentarios sobre vino y toros y nada más.

Hablo de EC porque es el caso que conozco, pero estoy seguro de que es en buena medida un indicio de cómo funcionan las cosas en otros medios. Y también para hacer notar, de paso, cuán idiota puede ser la crítica acerca del acaparamiento de una "argolla" en EC y otros medios afines. La gente no se imagina cuántos dolores de cabeza y discusiones ante los directores se puede comprar un editor de EC cada vez que decide dedicarle un par de páginas a Oswaldo Reynoso o una columna a Miguel Gutiérrez o una entrevista a Rivera Martínez, cosa que ha ocurrido muchas veces.

Juan Arellano dijo...

Post seleccionado para la sección de posts recomendados de BlogsPerú.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Pues no sé cómo funciona eso, Juan, pero supongo que a alguien debo agradecerle, ¿no?

Octavio Vinces dijo...

Me pregunto -a estas alturas supongo que ésta es una pregunta bastante obvia- qué tanto tuvieron que ver los años de la dictadura fuji-montesinista con el descenso generalizado en la calidad de los medios peruanos. De regreso al país, luego de casi catorce años de ausencia, me encuentro con una prensa y una televisión plagadas de contenidos más bien pobres, esencialmente truculentos, ajenos a cualquier espíritu reflexivo. Es de algún modo contradictorio -y sin duda irónico- que los espacios aptos para la creación y la reflexión se reduzcan justo en un momento en que la cultura peruana parece más viva que nunca.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

CARTA DE MARIO SUÁREZ

Estimado Gustavo:

Recién llegado de vacaciones, me encuentro un comentario tuyo, del 1 de septiembre, al artículo “Un libro no es noticia” publicado en Puente Aéreo. Sobre el contenido, quiero hacer un par de aclaraciones.

Entiendo que me llames “escritor habitual” de Identidades como recurso dialéctico, ya que ello lleva a que tus lectores entren en el contexto de los criterios que tienes sobre esa publicación. Para ese suplemento (el antiguo) sólo escribí sólo 3 artículos y nota en memoria de Pilar Dughi. Me hubiera gustado escribir más, ya que considero a Identidades uno de los mejores suplementos culturales que ha tenido la prensa peruana en muchos años. Esta nota, es el segundo comentario que escribo para tu blog; no creo que eso me convierta en un escritor semi-habitual de tu publicación.

Lo que no entiendo y no me parece correcto para con tus lectores, ni explicable en un profesional como tú, es que hagas una sesgada cita de lo escrito por mí en el artículo de Identidades al que haces referencia en tu comentario; sesgo de desvirtúa el sentido completo del texto y lleva a error a quien lo lea. La frase completa dice lo siguiente: “Frente a esta realidad sólo queda hacer tres cosas: jamás comprarlos, siempre leerlos y combatir sus posiciones todos los días desde otros medios”. Como ves, también hice un llamado público, EN UN MEDIO DEL ESTADO PERUANO (las mayúsculas son tuyas), a leerlos y a combatir sus ideas. Dejo a tus lectores que formen su propio criterio del porqué escogiste sólo una parte y no la totalidad como era lo obligado.

Yo tengo ya el mío. Además, entre gitanos no podemos leernos las manos. Creo, Gustavo, que el tiro te ha salido como el del cañoncito de Ramón Castilla en la tradición de Palma. Un abrazo.

Mario Suárez Simich

Gustavo Faverón Patriau dijo...

No creo que decir de alguien que es escritor habitual de Identidades sea un cargo que se necesite rebatir.

Mario Suárez confirma que, como dije, hizo desde el diario oficial un llamado a no comprar los libros de ciertos escritores. También hizo un llamado a leerlos (en copias piratas, supongo; ya que esos libros no van a las bibliotecas). Bien por su afán de conocimiento, pero sigue claro que usó un medio del Estado para convocar a un boicot comercial contra ciertos escritores (y por tanto ciertas editoriales).

Giancarlo dijo...

Bueno, creo que voy a ser el único que va a dejar su comentario sin ser un escritor consagrado, publicado o 'bloggeado', cosa que a mí ni me va ni me viene.

No entiendo porque un libro tiene que ser necesariamente noticia. Me parece una posición añiñada quienes creen que se les ha quitado, o reducido, los espacios en los diarios, donde podían comentar, criticar o reseñar libros y demás publicaciones. ¿O es que acaso buscan protagonismo o qué?.

Como he leído en un comentario, es una buena opción hacer esta tarea desde la web, medio donde se ha ganado muchos lectores de diarios.

Sobre el "Plan Lector", creo que va a ser un fracaso, y no porque a un grupo de intelectuales (¿qué es eso de intelectualidad?) se les ha quitado el caramelo de la boca, sino porque primero habrá que educar a la gente para que reciba este tipo de actividad social, que a mi modo son 'programas de emergencia a corto plazo, baratos y engañosos'.

Como lector, la verdad nunca me sentido atraído por textos 'culturales' de la prensa peruana porque me saben confusos y poco sinceros.

Una vez, por ejemplo, en Moleskine, le critiqué a Iván Thays su falta de coherencia al degradar a los correctores de estilo para luego disculparse de ello porque había ofendido a un amigo suyo, que también ejerce ese oficio (y que por cierto le corrije las novelas a Thays).

¿Acaso hablamos de esta clases de intelectuales? Hasta ahora me sigue respondiendo...