Apenas unas horas después del lanzamiento de Against the Day, la última novela de Thomas Pynchon, la crítica norteamericana ya empezó a dividirse claramente entre aquellos que la elogian hasta el extremo y aquellos que la consideran un punto bajo en la obra del huidizo y misantrópico narrador.
Entre estos últimos, hay quienes piensan que el libro es una lamentable variación sobre los rasgos típicos del mejor Pynchon. Entre los primeros, hay quienes consideran al libro un punto culminante en su carrera.
El crítico Mark Feeny, del Boston Globe, le da la bienvenida al libro, lo saluda como una gran suma de todas las virtudes del Pynchon anterior, y no duda en hacer su pública su esperanza de que la vida le dé tiempo al autor para aumentar otro título a su obra en el futuro.
Christopher Sorrentino, en el Los Angeles Times, asegura que el libro tiene zonas de densidad extrema y también lagunas, pero las justifica como parte del conjunto, y, con enorme entusiasmo, habla de la novela como "la más coherente y exitosa articulación de todas las preocupaciones que han acosado" al autor durante los últimos cincuenta años, desde el principio de su carrera literaria.
Louis Menand, en The New Yorker, considera a la novela un exceso, tullida en su propia avalancha de historias, estilos y personajes entrecruzados. Dice que, durante la lectura, se tiene la impresión de que Pynchon se hubiera puesto a escribir un pastiche de una novela de Pynchon. Las observaciones de Menand sobre la concepción política del mundo en Pynchon (que el crítico describe como una lucha entre utopismo y totalitarismo) son lo más interesante de esta reseña.
En la reseña de Carlin Romano para The Philadelphia Inquirer, es fácil sentir la disyuntiva del crítico: elogiar un libro larguísimo repleto de pasajes que sólo pueden venir de la fantasía de un genio (el más imaginativo escritor americano, lo llamó alguna vez Harold Bloom), o confesarse superado por lo desaforado de una narración proliferante, que se dispara simultáneamente en muchas direcciones. En la última frase, Romano parece decidirse por la admiración: "¿Quieren orden, coherencia, claridad, tersura? Entonces, compren un periódico", dice.
Alguien en El País ha resumido mal la reseña de Richard Lacayo en Time, consignando las críticas y borrando los elogios. El País señala que Lacayo ha comparado la novela de Pynchon, por su volumen, con una tostadora, y parafrasea a Lacayo diciendo "pero al menos en mi tostador me puedo hacer tostadas". El paralelo, en verdad comienza con esta observación: "con sus tres libras y seis onzas, Against the Day pesa sólo tres onzas menos que mi tostadora. Pero mi tostadora no ofrece la música asombrosa de la voz de Pynchon". Y luego continúa caracterizando a Pynchon, estilísticamente, como un autor capaz de combinar rasgos de Faulkner, Fitzgerald, Kerouac, etc., con fluidez y armonía.
El comentario de Lacayo, sin embargo, es en general negativo. Pero ciertas frases suyas hacen pensar en que, en el fondo, lo que en verdad le molesta es la complejidad del libro: "Con algunas décadas más de lectura y decodificación uno podría acaso traer a la luz las intenciones centrales de la obra. O quizá no", dice.
Bob Minzesheiner, en USA Today, concede que la novela "no es tan poderosa como Gravity´s Rainbow", pero la califica como una narración "brillante" y, de hecho, el libro le hace recordar la injusticia de que Pynchon no haya recibido el Nobel, así como no recibió el Pulitzer por Gravity´s Rainbow en su momento debido a la enorme incomprensión del jurado.
Steve Moore, en el Washington Post, reconoce que el libro es terriblemente difícil (pero no tanto como otros libros del autor, dice) y sin embargo no tiene dudas de que se trata de una novela magistral: "lección de historia, búsqueda mística, sueño utópico, metaficción experimental, melodrama marxista, comedia a lo Groucho Marx: Against the Day es todo esto y mucho más", dice, con clara admiración. Antes afirma: "No es para todo el mundo, pero aquellos que acepten treparse a la aeronave de Pynchon, van a experimentar el viaje de sus vidas".
Imagen: Ilustración de Henrik Drescher para LA Times.
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