Como es sabido, yo no enlazo anónimos desde mi blog, así que quienes quieran leer el comentario al que me refiero en el post anterior tendrán que buscarlo por sí mismos. Sí puedo enlazar, en cambio, esta nueva reseña de Toda la sangre, publicada en El Comercio por el profesor Ricardo González Vigil.
Sobre ella, quiero decir un par de cosas: la primera es que agradezco mucho los elogios, sobre todo los elogios al libro, porque los otros son pura generosidad del profesor.
La segunda es que la inclusión de los relatos de Pérez Huarancca y Miguel Gutiérrez, ambos anteriores a los años ochenta, pretende cubrir, en dos aspectos disntintos, los momentos formativos del estallido de la violencia política: la manera en que la injusticia social era percibida en los Andes y las divisiones de la izquierda en momentos en que alternativas cada vez más radicales iban apareciendo, respectivamente.
Una de las intenciones del libro, que González Vigil destaca en su comentario, es la de historizar el fenómeno: comprenderlo no como accidente ni como exabrupto, sino dentro de la dialéctica de la historia peruana. Si eso es un objetivo defendible, entonces mal valdría marginar ciertos relatos sólo porque son de media década antes de las primeras manifestaciones violentas de Sendero Luminoso.
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