Una vez, hace unos pocos años, le envié un cuento mío a Enrique Prochazka, para escuchar sus comentarios.
Sus comentarios fueron un tanto más largos que el cuento mismo, minuciosos, atentos a cada detalle, dispuestos a impugnar todo adjetivo y todo adverbio, uno por uno si era necesario, y generaron una serie de subdiscusiones que incluyeron tópicos como:
(a) Qué posibilidades hay de que una persona, en pleno siglo veinte, haga abluciones todas las mañanas (yo puse el antecedente de don Rigoberto en Elogio de la madrastra, pero fue descalificado por no tratarse de una persona de carne y hueso), o
(b) ¿Existen duraznos en conserva que vengan con la pepa incluida, o siempre vienen despepitados?
Tras algunos meses, debido a señales menores e indirectas, pude darme cuenta de que a Enrique el cuento sí le había gustado...
En fin, lo que quiero decir es que si hay un lector inmisericorde en este mundo, ese lector es Prochazka. De modo que los elogios que le hace Enrique a Augusto Effio Ordóñez (escritor que publica en estos días, en editorial Matalamanga, su primer libro de cuentos, Lecciones de origami), son para tenerlas muy, muy en cuenta:
“Ocultos en el prolijo lenguaje de Lecciones de origami hay detalles que desenmascaran que, sin duda, Effio viene observando a los humanos durante mucho más tiempo que el que su edad debería haberle concedido. Su marca personal son estas telarañas que vigilan telarañas: sutiles relaciones entre voces que no admiten que el mundo sea tan simple como parece requerirlo buena parte de nuestra actual literatura, empeñada en creer grácil tan sólo lo tenue, lo ligero".
El mismo Enrique estará entre los presentadores del libro de Augusto Effio Ordóñez (foto), este viernes 1 de diciembre, a las 7:30 pm, en la Alianza Francesa de Miraflores. Por ahora, y a través de su editor, Effio nos envía un adelanto de ese libro, el cuento que le da título a todo el volumen: Lecciones de origami.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario