12.12.06

Hernández y Heraud (e Ildefonso)


En La República, el crítico Javier Ágreda publica una reseña de Hotel Lima, la reciente novela del escritor Miguel Ildefonso.

Como suele ocurrir con los comentarios de Ágreda, hay en éste un censo mesurado y metódico de virtudes y defectos que, en esta oportunidad, conluyen en lo que parece una aprobación tibia: "
no estamos ante una lectura fácil, pero sí ante un libro original y auténtico (a pesar de sus tropiezos en ciertos pasajes y páginas)".

El párrafo más interesante de la reseña dice lo siguiente:

"La propuesta de conjugar los paisajes y personajes del submundo urbano limeño con los universos artificiales de la subjetividad personal y la creación artística está presente en la obra de Ildefonso desde su poemario Las ciudades fantasmas, ámbitos entonces definidos como "fuera del tiempo", pero dentro del espacio limeño. Así se explica que todos los personajes de Hotel Lima, incluso los más vulgares, lleven nombres literarios (Beatriz, Dafne, Silvia, Laura); y también las frecuentes alusiones a escritores como Martín Adán, Luis Hernández, Juan Ojeda y Carlos Oliva. Estas menciones, uno de los lugares comunes más frecuentes entre nuestros escritores jóvenes, resultan aquí demasiado reiteradas".

Es en verdad curiosa la obsesiva recurrencia de tantos escritores más o menos jóvenes en el lugar común que apunta Ágreda. Lo suficiente que parece necesario preguntarse qué signo común comparten los autores inconizados por las nuevas generaciones.

Aparentemente, no se trata de una poética, una estética o un elemento ideológico. Difícil conciliar el barroquismo elitizante de Martín Adán con la obra de Oliva, por mencionar un ejemplo Y si se piensa que los otros nombres que aparecen en esas nóminas suelen ser los de Oquendo de Amat, para remitirnos a los más viejos, y José María Recalde, para hablar de lo más reciente, parece claro que el atractivo es el sino trágico y que la mecánica de esa atracción es la romantización de la desgracia.

Por otro lado, la importancia actual de la obra escrita parece haber quedado desligada del aura otorgada a los poetas mencionados; se ha vuelto casi accesoria: revísese la lista y se verá que, no importa cuán célebres sean muchos de los poetas enumerados, muy pocos de ellos ejercen un influjo palpable en las letras peruanas actuales.

Es básicamente un paraíso poblado por los fantasmas de artistas y poetas que murieron en la juventud, donde apenas se permite el acceso de un par de viejos (Humareda, Adán), siempre y cuando puedan demostrar que al menos la cordura la extraviaron temprano en sus vidas.

Se trata, claro, de artistas de una u otra manera marginales. En mi época universitaria, esos personajes eran, claramente, Javier Heraud y Luis Hernández. Sin embargo, en la década última, el nombre de Heraud se ha ido borrando, hasta casi desaparecer. Como si fueran preferibles la tragedia y el romance de quienes hayan sufrido sus desgracias al margen de una lucha social activa.

El hecho de que, en la vieja dupla Hernández / Heraud, haya predominado Hernández y haya ido desapareciendo Heraud, parece, entonces, un sutil diagnóstico del cambio de los tiempos.


15 comentarios:

F dijo...

Extrañamente esta vez estoy de acuerdo contigo. Sobre todo en el ultimo parrafo.

(A proposito de la novela de Ildefonso, la edicion no me gusta para nada, quiza esta 'sugerencia' de Fontanarrosa le hubiera ayudado:

"...o va a comprender la gente que ya tiene cierta edad, y no es por la madurez: tiene que tener letra grande. Hay escritores que escribían con letra muy chiquita, y ya a esta
altura del campeonato ese esfuerzo es excesivo.

Otra cosa: tiene que tener espacios en blanco. Si abro un libro y veo un masacote negro, como si fuera un amontonamiento de hormigas, yo digo: '¿Por dónde entro al texto?'")

Anónimo dijo...

esa tendencia tiene su origen en bolaño. todo gran escritor deja secuelas. Ildefonso debe de ser aquí su seguidor más visible, el más acomedido; en esta empresa de imitación ha invertido su ya reconocible talento. Es gracioso y un poco lamentable leer que en algunas entrevistas promueve su candidatura a nuevo tótem, a nuevo chamán literario, el que llevara a los poetas a ser héroes. Ojalá se le quite pronto.

Anónimo dijo...

Hay ciertas taras leves que persisten entre ciertos narradores jóvenes. Este gusto romántico tardío por lo sórdido, lo "maldito" y lo contracultural en realidad esconde en muchos casos una orfandad de lecturas y una pobreza de comprensión de la realidad que estremecen.

Karen

Anónimo dijo...

El libro de Ildefonso me ha resultado muy original, tanto por su estructura como por su lenguaje. Ah y la edicíón está bien cuidada. Las fotos tomadas a Humareda son muy buenas.

Anónimo dijo...

Hablar de novela con Hotel Lima es un exceso. Es un conjunto desestructurado de cuentos y recuerdos poéticos. Su valor es de híbrido literario, eso no está mal, pero novela no es.

Anónimo dijo...

Si un lector va a una librería a comprar algo que los editores y los medios le han dicho que es una novela, y se encuentra con un conjunto desorganizado de textos intercambiables, que no conservan mayor estructura que la de un poema río, no tiene acaso el derecho de sentirse estafado?

Si el libro de Ildefonso tiene un valor, es por su estilo, trabajado, por su imaginario, aunque a ti no te guste, Gustavo. Me parece poco ético vender ese libro que no alcanza siquiera la condición de experimental, como novela.

Un lector cuando escucha novela espera una historia, verosimilitud, personajes creíbles y logrados. No ensoñaciones poéticas, para eso mejor compra un poemario de los buenos que tiene el autor.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

¿Aunque a mí no me guste? ¿¿¿Yo acaso he dicho algo acerca del libro de Ildefonso???

chinochan dijo...

tienes razón, hay autores "emblemáticos" como heraud, luchito o martín adán que generan una pasión de rollinga quinceañero (quizá para algunos más por su vitalidad que por su verbo). Del mismo modo, hay escritores que nos ayudan a amar la literatura y facilitan a que los jóvenes imberbes se engullan de literatura, los nombres que se me vienen ahorita: el detective salvaje y el cronopio cortázar, quizá luego, cuando la panza crece y se nos cae el pelo ya no nos parecen tan geniales e imprescindibles, pero siempre los recordaremos con pasión, pues esos libros te cambian la vida (y el tiempo que uno vivió mientras los leía).

Anónimo dijo...

Tú dijiste: "Es en verdad curiosa la obsesiva recurrencia de tantos escritores más o menos jóvenes en el lugar común que apunta Ágreda".
Esto encierra un juicio de valor sobre el libro de Ildefonso. Lo curioso a su vez es que no te equivocas. Yo sí he leído el libro y aunque no es "malo" hacemos bien en llamarlo libro y no novela.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Está clarísimo que no di ningún juicio de valor sobre el libro de Ildefonso, simplemente porque no lo he leído.

Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

Parece que casi todos esos anónimos provienen de la misma persona. Siempre habrá un "Salieri"
por cada quien, estos especímenes no viven si atacan (dando la cara o no), cumplen a cabalidad su función de cucarachas, pero en el fondo, hacen un gran favor.
G.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Gabriel: no veo que nadie haya insultado a nadie en estos comentarios, así que te ruego que guardes la compostura en los tuyos.

Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

Ok, sorry.
G.

Franco dijo...

Alguna vez una conocida poeta me comento que no entendia esto de Luis Hernandez, que en verdad su "fama poetica" estaba sostenida por el circulo que lo rodeaba y que su poesia no corroboraba tal cosa. A lo que ella llamaba "sus amigos". Uno puede estar o no de acuerdo con ello, pero la actualidad de un poeta o un artista a veces no solo se explica por la obra sino tambien por otros ingredientes... Aunque se supone que le tiempo lo cura todo, tambien las equivocaciones. Es lo esperable.

Anónimo dijo...

Hernandez es un poeta de gran importancia, del mismo modo en que Adan lo es. Por favor separen la anecdota de la obra. (Moraleja:a veces los escritores no tienen la culpa de tener el público que tienen).