Cuál es la diferencia entre Stephen King e Isabel Allende (según Harold Bloom)
En el blog de Alastair Harper, en The Guardian, encuentro un texto suyo titulado "Lo único sorprendente de Stephen King es su ego". En vista de que King es un vecino ilustre de Maine, desde que vivo aquí los titulares sobre él suelen jalarme la mirada: le di un vistazo a este artículo y --digámoslo de una vez a riesgo de que me desconozcan los mainiacs--: parece que tiene razones reales para decir que HarperKing es un ególatra de marca mayor.
Pero más interesante que su artículo me resultó leer otro, que Harper recomienda y que yo había visto ya una vez, hace años: el artículo "Dumbing Down American Readers", que escribió Harold Bloom para The Boston Globe en setiembre del 2003, cuando Stephen King recibió el premio anual del National Book Foundation, por lo común reservado a las luminarias mayores de las bellas letras americanas.
El punto central de Bloom en ese artículo era uno solo: sostenía que, al premiar a King, la fundación estaba contribuyendo a la estupidización del público norteamericano, rebajándole los estándares de lectura a sus connacionales al colocar al mago del thriller allí donde antes sólo cabían los más refinados literati.
Como se sabe, Bloom es un defensor a ultranza del canon en su sentido más elitista, y se ha arrogado incluso, más de una vez, el derecho a decidir ex cathedra quiénes lo conforman y quiénes no. Además de su libro The Western Canon, Bloom ha impulsado también una colección de libros, llamada, con un ego digno del otro king, Bloom´s Modern Critical Views Series, cada uno de cuyos tomos recopila ensayos innovadores y agudos, de divesos críticos, sobre algún célebre escritor de cualquier época y cualquier lengua. Hay un tomo sobre Paul Auster, otro sobre Don DeLillo; hay tomos sobre Dante, Dickens, Walcott, Proust, Tolstoi, Pynchon, etc.
La colección también incluye un volumen dedicado a Isabel Allende. Volumen que recopila ensayos de lectores ilustres (entre ellos una nueva amiga mía), y que se abre con una introducción escrita por el mismo Harold Bloom. Yo podría formular la siguiente pregunta de muchas maneras, y algunas de ellas serían muy poco diplomáticas; lo haré con total moderación: ¿por qué, exactamente, consagrar a Stephen King es estupidizar a los norteamericanos y, en cambio, consagrar a Isabel Allende es un acto digno del doctor océano Harold Bloom?
Imagen: Bloom, lector de Allende. Fotomontaje gfp.
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20 comentarios:
Preguntas: "¿por qué, exactamente, consagrar a Stephen King es estupidizar a los norteamericanos y, en cambio, consagrar a Isabel Allende es un acto digno del doctor océano Harold Bloom?"
Quiza por la misma razon por la que entre tus peliculas favoritas esta "The shining", basada en la novela King, mientras la narrativa de Allende te parece deplorable. Es decir, puestos a canonizar desde la egolatria, cada critico pontifica decidiendo que pasa la aduana y que se excluye.
Isabel Allende en USA es lectura de feministas y culturalistas. La leen casi como se lee un documento. Si Allende fuera norteamericana no le encontrarían gracia. Sería la versión femenina de Stephen King. Lo mismo podría decirse sobre Reynaldo Arenas. Lo estudian porque es cubano y es gay.
Isabel Allende es lectura masiva en Estados Unidos, quienquiera atribuir su éxito a que las leen las feministas y las "culturalistas" está en un error gigante. Y la comparación con Reynaldo Arenas no parece seria. Arenas es un gran escritor.
Isabel Allende en Estados Unidos es lectura popular y también de culturalistas. No me explico las razones de Bloom para ser incluida en su colección – netamente de marketing? – pero lo cierto es que Allende goza de la obsecuencia de la crítica norteamericana. Hace poco me llamó la atención la blanda reseña de un excelente crítico como Jonathan Yardley a “Inés del Alma Mía”, una novela que, usando la expresión de Bloom, es tan “penny dreadful” como cualquier título de King.
Aunque, Gonzalo, yo pienso que King es más escritor que Allende. Y no es uno de esos autores de best sellers con grandes problemas para construir una frase, tipo Dan Brown, por ejemplo.
Por supuesto, eso no quiere decir que tenga razón alguna el primer anónimo de esta lista de comentarios: "The Shining" de Stanley Kubrick es una obra maestra, y "The Shining" de King simplemente es un libro más. Kubrick, como Hitchcock, hizo muchas grandes películas a partir de algunos libros mediocres (también las hizo a partir de grandes libros, como Lolita).
yo le reconozco a Isabel Allende el mérito de que escribe entretenido. Pero no me gusta mucho, es un tanto cursilona.
De King sólo leí una que se llama "Un saco de huesos", en español y era un tanto mala.
Me encanta "The shining",es una de mis películas favoritas.
Me encanta Bolaño.
Estimado Gustavo, ¿podrías decirme al menos el nombre de tu libro? Por favor, quiero incluirlo en mi proyecto de memoria y debo entregarlo antes que acabe el mes.
Atte.
Janisse H.
Ja ja ja, lo siento Gustavo, ese no es el punto del primer anónimo. Has perdido talento para desviar la atención.
creo que Bloom es una advertencia a TODOS los crìticos: cómo las vacas sagradas, como Bloom, pueden convertirse en bueyes profanos.
jbadolph
Ahh, yo discrepo con muchos de ustedes y tengo que salir en defensa de King, así éste no sea el tema.
King no es un mal escritor, es un buen escritor. Obviamente no es Styron, Lampedusa o Böll, pero eso no lo descalifica como escritor respetable. Es muy entretenido e inteligente, cosa que no es común; siempre desde el género en el que se mueve aunque sea también irregular y flojo muchas veces. Pero, insisto, no es un mal escritor. Sino lean Mientras Escribo (On Writing), que es un libro precioso. ¿Qué hace por ejemplo a Habla, Memoria de Nabokov un mejor libro que Mientras Escribo de King, por intentar establecer una comparación? Yo no lo sé. Son libros distintos pero no creo que el primero sea mejor. Creo, por ejemplo, que es también mucho mejor escritor que Cueto o Thays, y eso no convierte a Cueto o Thays en escritores de última. Discrepo también con Gustavo en que The Shining de Kubrick es mejor que el libro original y no vale que me tilden de fan obseso de King, que no soy. En fin, quería sólo comentar esto pues creo que subvaloran, sin mucha base creo yo, a un buen escritor.
Saludos,
Ramón Ponce Testino.
Se me ocurre una diferencia entre el premio otorgado a King y la inclusión de Allende en la serie de Modern Critical Views: el premio es, en efecto, una institución consagratoria, mientras que la serie de libros es en esencia una empresa comercial, que debe responder tanto a criterios académicos como a criterios de ventas, y por eso incluye junto a Chaucer, Shelley o Swift a figuras más contemporáneas y de cierta popularidad como Maya Angelou y Joyce Carol Oates. Dada la popularidad de Allende en los Estados Unidos, ella no está del todo fuera de lugar ahí.
El premio a King, en cambio sí es un acto que borra las fronteras entre las formas "cultas" y las formas "populares" (o "comerciales") de escritura, y es lógico que personas como Bloom lo perciban como una afrenta. Un poco, salvando todas las enormísimas distancias, como cuando en el Perú se le dio el premio nacional de cultura al retablista Joaquín López Antay, en 1975, y hubo grandes coros de voces reclamando que eso no era arte sino artesanía.
Lo que Bloom no parece ver, o en todo caso ve y se rehúsa a aceptar, es que esas fronteras entre la alta literatura y la escritura de género ya hace rato que están borradas en el contexto de la cultura norteamericana, y que las diferencias entre un Thomas Pynchon (¿alguien puede asegurar que su último libro, "Against the Day", no es una novela de género?) o un Cormack McCarthy (ídem con "The Road") y autores como Elmore Leonard, Ursula LeGuin o la propia Oates, ya no son tan grandes ni tan determinantes.
De hecho, la historia de la cultura norteamericana del siglo XX, e incluso antes (Twain, por ejemplo), no es comprensible si no se le presta atención a esa borradura. En el caso de la escritura literaria, la centralidad del género policial de los años 20s y 30s está harto reconocida, y la de la ciencia ficción (por ejemplo, Phillip K. Dick, de quien se acaban de editar agunas novelas en la consagratoria colección Library of America) es cada vez más aceptada. Hamett, Dick, Himes, Cain y muchos otros escritores de género son figuras canónicas que pocos disputan. (Todos están muertos, eso sí; tal vez eso tenga que ver).
Más interesante que todo esto me parece el hecho de que la postura de Bloom revela con bastante desnudez el absurdo que subyace a cualquier intento de establecer un canon sobre la base de criterios que se pretendan, de alguna manera, objetivos. La verdad es que no hay ninguna razón para excluir a Stephen King de ese canon; o en todo caso, cualquier razón que se aduzca eliminaría de él a muchos otros, clásicos y contemporáneos, que sin embargo tienen su puesto asegurado. Cualquier defecto que se le pueda atribuir a la prosa de King se le puede atribuir, por ejemplo, a Dickens, o a Richardson, o a las hermanas Brönte, o a Lovecraft, y a ninguno de ellos los va a sacar nadie del canon de las letras en lengua inglesa. Lo que sucede, en parte, es que los leemos de otra manera; nuestra lectura condiciona su permanencia, y nuestra lectura de King (así como su mercadotecnia) condiciona su transitoriedad.
Pero hay libros de King que, leídos enteramente fuera de contexto (por un marciano, digamos, o por un arqueólogo del futuro), podrían perfectamente ser interpretados como sublimes exploraciones de temas universales —el bien y el mal, por ejemplo, o las relaciones entre ficción y realidad—, al mismo nivel que Shakespeare, quien dicho sea de paso fue un escritor tan comercial como King, o más, y tan adepto como él a manipular las pasiones y las emociones de su público para ganarse unas monedas.
La Allende es una desgracia que se lleno de gloria pasando por agua el realismo magico y por los ecos que despertaba su apellido. Y punto. Perdon por ser un poquitín drástico, pero aquí Bloom se cayó medio a medio. Y concuerdo contigo, no es lo mismo el libro de King que la película de Kubrick.
CGO
Adolph siempre está de acuerdo. Increíble.
siempre será mejor que convertirse en bueyes invisibles.
m.
Los bueyes invisibles mugen en silencio, por eso hay quienes los aprecian más.
Creo que el asunto de si a King un marciano lo puede leer con gusto se debe a que el marciano le baja bastante la valla, no de la calidad, sino de la comunicación. Si alguien de nuestra época e idioma nos muestra un cuento suyo y vemos que éste falla, se nos hace difícil ver que la idea que estaba detrás podría haber funcionado; pero si alguien de otra época u otro idioma nos muestra un cuento, nos esforzamos por tratar de entender lo que haya querido decir, aún si lo ha hecho en términos diametralmente contrarios a los nuestros; en esa busqueda, el impacto o sensación que percibimos iguala al cuento "extranjero" con uno indiscutiblemente bueno y "nacional".
(mu)
Hola, Jorge. A mí siempre me ha llamado la atención el hecho de que, cuando alguien señala la "borradura" de la frontera entre "alta literatura" y "lieratura popular" --para usar dos de los nombres que se suelen usar--, ese alguien siempre parece tener muy claro, muy muy claro, después de todo, qué autores están a cada lado de la frontera supuestamente inexistente. Jamás he escuchado a alguien para quien genuinamente no exista la frontera, es decir, alguien que no sea capaz de intuir la distancia entre los cuentos policiales de Stephen King y los cuentos policiales de William Faulkner, o, si quieres, la diferencia entre Manuel Puig y Cortín Tellado.
Lo que me lleva a preguntar: ¿tú acaso no notas la distancia enorme entre Joyce Carol Oates e Isabel Allende?
Pregunto porque de tu texto por momentos se desprende solo la idea de que no hay frontera entre "high" y "pop", pero, en otros pasajes, da la impresión de que estuvieras diciendo que no se puede señalar la mejor o peor calidad de una obra literaria. Y eso es en la práctica la defensa de una lectura acrítica (porque la crítica también es juicio de valor). Decir que Stephen King es cualitativamente indistinguible de las hermanas Brontë me parece insostenible. Ni siquiera las hermanas Brontë se parecen tanto unas a otras y no encuentro ningún problema con que un crítico, siguiendo su propio criterio, establezca una diferencia de valor estético entre ellas.
La critica no necesariamente es "juicio de valor". Critica es estudio. Hay distintos tipos de critica. Se puede estudiar una obra sin emitir juicios de valor, o emitiendolos como algo secundario, reconociendo de principio la hipersubjetividad implicita de esa parte del estudio. Lo que ocurre es que la practica de un tipo restringido de critica periodistica (la llamada critica literaria, artistica, de espectaculo) ha venidoa tomarse como La Critica per se. Y cual es esta institucion moderna sino el espacio de una mediacion comercial entre la produccion en este caso literaria y el consumo? Supuestos lectores "mas informados", con "buen gusto", son colocados como comisarios culturales.
Esta comun y lamentable distorsion del sentido de la palabra "critica" pasa al habla comun, de modo que si te critico es que estoy hablando mal de ti, veo la paja en tu ojo, y su legana. El supuesto critico mas bien deviene asi en "criticon" en sentido vulgar. Decir que una critica sin juicio de valor seria acritica, es recaer en el error mencionado. La critica literaria que promueves parte del error de primar el juicio valorativo por encima del analisis cultural. Es decir, se refugia en el coto del administrador de alta cultura, sin ver los procesos sociales y culturales que atraviesan las practicas literarias.
Gustavo, claro que se puede senalar la diferencia de calidad entre textos literaros. Los hay buenos y los hay malos, y los hay de medio pelo. Lo que quise decir, en todo caso -ademas de aquello de que las distancias entre "high" y "pop" ya no son en absoluto claras-, es que los criterios en los que nos basamos para hacer esas distinciones son, en el fondo, enteramente arbitrarios, aun si mantienen una cierta logica interna (y en muchos casos no la mantienen).
Si noto la distancia entre Oates y Allende. De la primera soy fan, la segunda no me dice nada, y para justificar estas referencias podria aducir razones mas o menos consistentes. Pero no creo que mis razonestengan una validez mas alla del contexto cultural, o ideologico si quieres, en el que se han formado; si estuviera libre de ese contexto, que valora ciertas cosas y las busca en un texto literario, leeria de otra manera. Eso es lo que nos pasa con libros del pasado, incluso del pasado no muy lejano, creo yo. Uno lee a Dickens o a Austen o a Flaubert o a Machado de Assis o a quien sea sin una experiencia inmediata, vivida, de los contextos a los cuales su escritura responde.
La frontera entre "high" y "pop" se borra, pero no desaparece. Es facil reconocer quien esta de cada lado, porque esa atribucion viene dada en muchos discursos y en muchas practicas dentro del mismo espacio cultural.
No hace demasiado tiempo, todas las novelas eran "pop", o por lo menos una version de ello. La novela como genero era vista con muy malos ojos, un genero femenino o infantil, con valor casi enteramente negativo; ninguna novela era parte del canon, porque el canon no valoraba ni respetaba la ficcion. Esta era la vision dominante hasta finales del siglo XIX, y sus resabios subsisten incluso hasta hoy. Creo que en parte a eso se debe, por ejemplo, nuestro prejuicio contra las novelas que se quieren o se presentan o se mercadean como puro entretenimiento (King): por alguna razon, necesitamos creer que para ser buena, la literatura tiene que tener "valores trascendentes" de alguna clase.
Jorge
Al final ni el sumo pontífice de las letras occidentales es inmune a ese bicho tan humano y banal llamado subjetividad.
Bicho presente en todas nuestras valoraciones (incluyendo las más "exigentes")
Saludos
Jorge
No estoy de acuerdo con que Bloom se considere a sí mismo el que dictamina el llevado y traído canon. Creo que sencillamente habla de los libros (cuando se refiere al canon occidental) que, según su parecer, marcan un antes y un después en la historia de la literatura.
Stephen King ha transformado e incorporado a su obra toda una gama de subgéneros (ciencia ficción, terror, policial) provenientes no sólo de la literatura, sino también del cine y del comic (en especial, los comics "censurados" de los 50 de la EC y, por eso, su participación en el proyecto del film "Creepshow" junto con George A. Romero).
Tal vez el ego le juegue hoy a King una mala pasada y lo desubique (pero ¿no ocurre lo mismo con las figuras de la "literatura culta" en festivales, encuentros, entrevistas, etc.), y, más bien, su reconocimiento literario es también a una tradición que integra a Lovecraft, Robert Bloch, Richard Matheson (que también hizo guiones a las series de la tele "Dimensión desconocida" y "Outer Limits"), Robert E. Howard, Raymond Chadler, Mickey Spillane y muchos otros (incluyendo a alguien como Forrest J. Ackerman, a quien la cultura de los fanáticos de ciencia ficción o del terror o los zines en general le debe hoy en día muchísimo). La lectura del "Danse Macabre" de King es como entrar al cuarto de un chiquillo fanático del cine de serie B, los comics y los subgéneros literarios.
Importa poco lo que piense alguien como Harold Bloom sobre una tradición que, simplemente, ignora y no incorpora a su espacio mental, pero no puede eliminar del ámbito de la cultura popular. Este es el punto central de lo discutido aquí, en lugar del mérito literario de King que ya aparece desde sus primeras obras ("Carrie", "El Resplandor", sus primeros relatos, "La zona muerta", etc.).
En sana discrepancia, Gustavo, y en coincidencia con Ramón, "El Resplandor" es una muy buena novela de ácida crítica a la familia gringa y al sueño americano (en este caso, literario, en guiño autobiográfico al propio King) y la pela de Kubrick palidece a su lado.
Raschid
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