El discurso vacío y Dejen todo en mis manos
Me ha dejado muy contento enterarme, a través del blog de Iván Thays, de que dos novelas del maestro uruguayo Mario Levrero han aparecido en ediciones nuevas de la casa Caballo de Troya, en España. Se trata de libros extremadamente disímiles: Dejen todo en mis manos y El discurso vacío, que originalmente fueron lanzados en discretas ediciones uruguayas de las editoriales Arca (1994) y Trilce (1996), respectivamente.
La nouvelle Dejen todo en mis manos es uno de los libros más peculiares de Levrero: la historia de un escritor fracasado que recibe de su editor el encargo de rastrear el paradero de una joven y anónima promesa de las letras nacionales. A cambio de ello, el editor está dispuesto a publicar la última novela del improvisado detective. La historia, contada en un lenguaje voluntariamente descuidado, resulta dominada por un tono de humor negro y autoparodia que, de paso, fomenta la sátira acerca de los circuitos literarios y su mecanismo editorial.
El discurso vacío, en el polo opuesto, es puro lenguaje, pura divagación, pura observación, y en ella la línea argumental resulta, más que tenue, inexistente: un escritor se fuerza a una suerte de terapia caligráfica, en el convencimiento de que el acto puramente físico de ejercitar la escritura habrá de limar los excesos de su carácter; el resultado es un cuaderno de anotaciones oscilantes, que pasa de unos temas a otros en lo que parece el imperio de la mayor arbitrariedad.
Las dos narraciones, a pesar de las distancias, coinciden en perfilar la preocupación notoriamente metaliteraria y reflexiva que animó la literatura de Levrero en años recientes: la novela que triunfa, paradójicamente, al ser una reescritura del fracaso (Dejen todo en mis manos); la novela que, al cobrar forma de modo casi inopinado, da forma, en cambio, al espíritu de su propio autor (El discurso vacío).
Yo, que he tenido que leer toda la obra de Levrero en ejemplares de biblioteca, que he rastreado sus libros hasta el cansancio, y que sólo poseo los que la buena Gabriela Sanseviero me ha podido enviar desde Punta del Este, doy fe de que el noventa por ciento de la obra de Levrero es inhallable en librerías de todo el mundo hispano. (Gabriela, que administra El Virrey de Uruguay, incluso ha ofrecido fotocopiarme sus ejemplares de ciertos títulos, porque sabe bien que es virtualmente imposible encontrarlos).
De modo que esta noticia es más que saludable, y ojalá sea el presagio de un relanzamiento en toda la línea de la estupenda "Trilogía involuntaria": las novelas El lugar, La ciudad y París (que bien se merecerían esa edición conjunta y definitiva de la que un amigo me habló tiempo atrás).
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
4 comentarios:
Yo leí París en una edición que era de la editorial Minotauro. la encontré en Quilca y me la dieron por una migaja. Esos vendedores no saben lo que tienen.
la vanidad del comprador-lector
yo leí Nick carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo, en una edición de la editorial Arca, además posee un pos-facio y casi cincuenta páginas de bibliografía (¡), ah, casi me olvido, tiene una dedicatoria del propio Levrero donde se lee la fecha(sep.92) y el nombre de un lugar "coconiti". lo compré en una fería de libro viejo.
f.
yo no tenia la mas remota idea del tal Levrero, y ahora que se le resucita habra que esperar que los libros lleguen a las librerias para poder leerlo.
Trivial el comentario de Olga Ulloa a la novela de Alarcon? No se pase, el articulo de Ulloa lo acabo de leer y me parece interesante, creo que tiene la virtud de utilizar un lenguaje accesible al publico lector, sin jergas academicas, extremadamente simple y deja la sensacion, luego de leerla y al margen de jergas propias de academias; de invitar a comprar el libro de Alarcon.
Ahora bien, que usted tenga su roche con OU... ese es otro asunto.
Publicar un comentario