9.1.08

Un gritón incompetente

A manera de ejemplo de los otros 500 mil

Semanas atrás, el crítico Javier Ágreda, en su columna de La República, dio a conocer una reseña de la novela El cielo de Capri, del escritor Marco García Falcón. Gracias al blog de Javier me entero, además, de que el libro ha sido comentado también por José Guich, y que a su autor lo han entrevistado recientemente Francisco Melgar, Gabriel Ruiz-Ortega y Carlos Sotomayor.

El reseñista, Ágreda, evalúa el libro con ponderación, sin dejar de admirar la "complejidad de la trama" y la "prosa clara, sobria y bien trabajada", las "metáforas sugerentes", la elección de los "adjetivos precisos". Entre los elogios enumerados, con la saludable tendencia al equilibrio que se conoce en Ágreda, el reseñista menciona también el rasgo que ve como único menoscabo del relato: una cierta tendencia a que su imaginario resbale en el terreno del kitsch. Y ofrece un par de rápidos ejemplos.

Entonces, uno de los 500 mil gritones incompetentes (el más incompetente, el más gritón) hace el esfuerzo de torcer el sentido de la reseña, darle un significado nuevo, en el que esa última observación deja de ser el señalamiento de una excepción y se convierte en el gran juicio de valor de Ágreda sobre El cielo de Capri.

El gritón incompetente, de nombre
Víctor Coral, procede luego a escribir un artículo que más bien parece un resumen escolar del concepto de kitsch según uno de sus primeros varios formalizadores, Hermann Broch: el kitsch como búsqueda de la belleza, por oposición al arte verdadero, que busca la verdad. ¿Por qué no eligio la definición de Adorno (el kitsch como parodia de las circunstancias de la sensación de catarsis)? ¿O la de Sontag o Greenberg o Kundera o Elias? No interesa.

Lo importante, de hecho, es que la observación misma de
Coral no interesa, no viene al caso, es inoportuna, derivativa y parte de la mala intención; es bochornosamente equívoca y lo es al propósito. Coral no tiene la intención de decir nada sobre El cielo de Capri, ni quiere explicar nada sobre la crítica de Ágreda (al fin y al cabo, no hay nada que explicar: Ágreda usa el término "kitsch" en su sentido más coloquial, refiriéndose a las apariciones esporádicas de clichés efectistas en la prosa de García Falcón, a la que, por otra parte, elogia abundantemente).

Y además, Coral no dice nada en absoluto sobre el kitsch (más allá de las notas que pueda haber tomado en su blog Loro veinte años atrás, y que ahora, al parecer, le cuesta descifrar). Solo quiere una oportunidad para lucir ese rudimento de teoría que alguna vez escuchó de volada en un salón de clase. Y una voluta humosa y humorosa en su volición, siempre dañina, le indica que es un buen momento para desempolvar la idea y utilizarla para desprestigiar a un crítico serio como
Ágreda.

Félix Reátegui, en un comentario enviado a Coral, ha resumido el problema de la mejor manera:
"Javier Ágreda escribe varios párrafos razonadamente elogiosos sobre la novela breve de Marco García Falcón y en el párrafo final pone esta observación, citada en un comentario anterior de Luz de Limbo: «en algunas páginas la búsqueda de lo estético llega demasiado cerca del kitsch». Un lector competente y que al mismo tiempo lea de buena fe entendería con facilidad que Javier está señalando lo que, según él, es una falla en la novela; no está diciendo que la novela sea un proyecto o un resultado literario “kitsch”. Víctor Coral entiende o elige entender mal algo tan simple y escribe un texto que es cuatro veces más largo que el de Javier Ágreda para demostrar que es erróneo algo que Javier no ha dicho. Es más, el mismo Coral, en su presunta admonición, sentencia: «Calificar como kitsch a una obra solo por contener un elemento ligado a una de estas coordenadas es por lo menos irresponsable, entonces». Sí, pues, un crítico competente y honesto no caería en los errores de lectura que sí comete penosamente Coral".
Es curiosa la manera en que, cada vez que uno busca un ejemplo para ilustrar el mundo aquel del que habla Franzen --el mundo de la blogósfera literaria, su superficialidad, sus quinientos mil energúmenos-- descubre de inmediato un ejemplo a la mano en el blog de ya-vieron-quién. Parece al propósito.

En este caso, siendo Coral un blogger que alguna vez tuvo su oportunidad como crítico, el ejemplo deja claro que la diferencia entre una esfera y la otra no es crucialmente ética: tanto críticos como bloggers pueden hacer de su oficio una componenda, una vendetta o una ruleta rusa, si asumen su trabajo sin darse cuenta de que lo suyo debería ser el esclarecimiento de problemas estéticos y no la confusión de las ideas como disfraz para las pequeñeces del mal ánimo.

POSTDATA: No dejen de leer "La fábula del heredero" en La Gran Combi.

24 comentarios:

Anónimo dijo...

en todo caso, la reseña de ágreda peca para mí de desgano y de esa manía de querer agarrarle alguna falla a un libro que parece no haber disfrutado mucho.
sí puede ser materia de conversa si el uso del término kitsch, coloquial como tú lo llamas, no forma parte de un tabú crítico respecto a lo simple, lo repetitivo o lo banal.
lo que coral parece plantear, alambicadamente, es si la palabrita no se convierte en muletilla de reseñista para desvalorar en un importante medio.

nota: no conozco a ninguno de ustedes ni sus intríngulis previos, así que no defiendo sino mi personal lectura de este caso.

carlos vs

Anónimo dijo...

Faverón dice que "Coral no tiene la intención de decir nada sobre la reseña de Agreda", y sin embargo más adelante cita la conclusión de Coral sobre aquella reseña: que el uso del término "kitsch" fue irresponsable. Obviamente sí está diciendo "algo" sobre la reseña de Agreda. (Diferente es que tal conclusión sea correcta o no).

Quizá Coral leyó con ojo avieso la reseña de Agreda, pero, por lo menos, su nota no tiene faltas contra la lógica como sí la de Faverón.

Además, si comparo la nota de Coral sobre Agreda con la nota de Faverón sobre Coral, veo que, por lo menos, Coral se abstiene de adjetivos hirientes o despectivos, que una vez más abundan en la nota de Faverón: ("Coral... el más gritón... el más incompetente... copiando lo que apuntó hace 20 años en su cuaderno Loro...").

Cuando apuntas con un dedo, los otros cuatro te apuntan a ti mismo.

Anónimo dijo...

El anónimo 2 pierede de vista lo imporante, que Coral no DICE nada sobre la reseña de Agreda porque solo le interesa DECIR nimiedades en contra de Agreda.

Javier Ágreda dijo...

Gustavo: Gracias por ocuparte de este tema. Conozco a Marco García Falcón desde hace años, tenemos buenos amigos en común e incluso presenté (junto con Iván Thays) su primer libro, París personal. Así que no hubo ninguna actitud negativa al comentar su novela. Como dices en tu post, siempre trato que mis reseñas sean equilibradas: que hablen bastante de las virtudes del libro, pero que no dejen de mencionar aquello que (en mi opinión) no está del todo logrado. No se trata de “agarrarle alguna falla” al libro, como dice el primer comentarista, sino de ser honesto. De todos modos no deja de ser divertido que alguien escriba un texto de cuatro páginas para comentar un par de líneas mías, o que se ponga a revisar las más de 500 reseñas que he escrito para La República, para encontrar que he usado 4 veces la palabra kitsch.

Anónimo dijo...

el post de Coral, su título lo dice, es obre el kichst narrativo. Entonces Coral dice alguito sobre la reseña de Agreda y poquito sobre el libro de Marco, pero dice bastante sobre el kichst y su uso a tontas y a locas de parte de Agreda. No sé por qué tanto barullo haces.

Daniel Salas dijo...

Víctor Coral profiere varias sandeces, la mayoría con mala intención. Pero esta perla delata su poca capacidad crítica (tampoco le interesa tenerla, porque su fin no es criticar sino meter cizaña recurriendo a la seudo-erudición):

"calificar de kitsch a una novela o a una prosa es una operación muy problemática e injusta, pues el tèrmino es extremadamente relativo, como bien lo señala Eco. "

Falso, Eco nunca dice que el término es relativo. Si le dedica un estudio tan complejo no es para llegar a esa conclusión tan trivial.

Además, si no se debe usar categorías "problemáticas" tampoco se debería usar palabras tan comunes como "poesía", "tragedia", "humanidad" o "género". No se podría hablar de nada, en realidad. Se trata de otro absurdo intento de seudo-sesudez.

Anónimo dijo...

hace tiempo que coral está quemado, no sé por qué siguen pateando un cadáver. y menos entiendo que lo conviertan en personaje de novela, como en la mujer ballena y el conde de san germán. da para tanto? se lo merece? hablemos de cosas realmente importantes, por favor.

Anónimo dijo...

cuando uno habla de poesía todo el mundo sabe de que se habla. cuando agreda dice kitsch, está diciendo algo muy grave, cuando lo que quiere decir es trivialmente que no le gusta el estilo o que le parece huachafo. Un crítico debe aprender a dominar los términos que maneja, mínimo, no?

Anónimo dijo...

es curiosa la anotación de Agreda: soy amigo de García Falcón, ergo, no puede haber mala intención en mi reseña. Juat! qué es eso!!!!! el amiguismo en acción.

Anónimo dijo...

dice Humberto Eco en la entrevista que cita Coral que es desconcertante que lo que a unas clases intelectuales les parece bello, a otras les parezca kitsch. Eso es textual. El concepto es entonces relativo. De otro modo, Daniel Salas tendría que definir cuál es el concepto "universal" de kitsch que nosotros nos estamos perdiendo.

En todo lo demás estoy de acuerdo con tu post, Gustavo, salvo en los calificativos insultantes.

Pongo mis iniciales pero podría poner mi nombre completo, aunque no lo considero necesario pues mi comentario no es insultante. Saludos de

m.c.f.

Anónimo dijo...

tan bien lees a eco, mcf, que le pones una “h“ a su nombre...

la palabra kitsch la entiende cualquiera en primera. y lo que uno entiende es exactamente lo que ejemplifica ágreda. lo que realmente pasa aquí es que coral está picón porque ya no tiene tribuna y quiere jorobar como sea a los críticos que aún la tienen. y más picón seguro está por los malévolos retratos que hacen de él dos novelas del año pasado...

Anónimo dijo...

Cuando la emprendes contra Coral sueles ser muy hiriente Gustavo, pudiste ahorrarte esos calificativos. Tu eres igual a los blogger-trolls-anonimos, solo que con tu doctorado y tus estudios puedes usar lentes e insultar refinadamente.

Anónimo dijo...

Esta es la ultima de Leo Zelada. Que tiene en la cabeza ese pata?
....................

Recuerdo que ese invierno le dije a Carlos Oliva: “Vamos a formar un grupo de poetas, que sea el más parricida y maldito de la poesía”. Y él me dijo: “Está bien, hagámoslo”.

Fue a mediados del año 1990. Nuestro primer recital lo dimos en la Universidad Villareal. Aún no teníamos un nombre y en ese momento a Carlos se le ocurrió: ”Nos llamaremos Neón: porque somos la luz en la oscuridad, Rubén”. Esas fueron sus palabras textuales. Así empezó todo.

El primer recital lo hicimos en diciembre de ese mismo año, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y fue un éxito. A partir de ese momento organizaríamos una serie de encuentros de poesía con rock, instalaciones pictóricas, teatro de agresión, performance que buscaran acabar con la pasividad del receptor… El más célebre de esos ciclos se llamo “Poesía con Cólera”. Allí participaron todas las universidades públicas y privadas de Lima.

Entonces ya se habían incorporado los demás integrantes de la segunda etapa del grupo como Juan Vega, Miguel Ildelfonso, Héctor Ñaupari, Paolo de Lima, Mesías Evangelista, Roberto Salazar. Estos recitales de arte total tenían como eje central la poesía. Fueron un fenómeno social en los primeros años de la década de los 90s del siglo pasado. Era seguido por las secciones culturales y de juventud de la prensa capitalina.

Recuperábamos la poesía urbana, y una vuelta a la orilla lírica, la cultura híbrida peruana. Lo underground en un mar de colores pasteles. En aquella época yo vestía todo de negro, con botas militares, cadenas y una cinta roja en el brazo como si fuera un Punk-Dark.

Carlos era mi mejor amigo. Juntos boicoteábamos todos los recitales de poesía que se nos ponían en frente y si había alguna pelea en honor de la nueva poesía que representábamos, pues nos agarrábamos a golpes con nuestros ocasiones enemigos de la noche.

Muchos de estos actos acababan en lecturas de poemas en las plazas públicas, entre un mar de botellas rotas que se estrellaban en la noche. Eso de torear carros lo inventé yo, como una especie de rito de iniciación para los nuevos miembros de Neón. Mas luego se convirtió en una costumbre que teníamos algunos neones cuando estábamos muy ebrios y pasados. Éramos los duros de la poesía.

En alguna entrevista al diario El Comercio, en 1993, dije lo siguiente sobre esa época: “Cuando salimos éramos autodestructivos, vivíamos en un estado perpetuo de ebriedad y alucinación. No tanto como evasión sino como una manera de experimentar visiones. Nos peleábamos con todos, y tuvimos que ser escandalosos para ser escuchados. Pero lo que fue una forma de liberación luego se convirtió en perdición. Fue un experimento raro pero necesario, pues todos veníamos de familias desintegradas, por lo que la pandilla fue nuestro hogar. Nos mostramos al mundo como éramos, sin reprimirnos".

Mi profesor de literatura en la Universidad, Antonio Gálvez Roncero, me expresó que era la primera vez que por adelantar un fragmento de un libro, había surgido tanto alboroto en la prensa, a favor y en contra. Eso pasó con Delirium Tremens mi primer texto publicado, más no mi primer poemario. El libro, en su versión completa, fue editado en 1997. Ya tenía encima la fama de poeta maldito y fue imposible, desde ese momento, separar mi obra de mi persona. En esos años andaba loco, todos los días tomaba alcohol en los lugares más sórdidos de la ciudad, junto con Carlos. Íbamos totalmente puestos de cocaína. En esos estados alterados del espíritu, daba recitales, mandaba a la mierda al público en los lugares más solemnes y académicos, o leía acompañado con guitarristas de Rock. Empezaba a leer con entonación pausada, para terminar vociferando como un vocalista de Hard Core.

Uno de los múltiples actos, el que queda más en el recuerdo, fue aquella vez que entre con decenas de punks y destrozamos el Centro Cultural Magia, bastión entonces de la cultura decadente peruana. También fue conocida la polémica que tuvimos con Mirko Lauer, al cual le quite el micro, ante la negativa de este grandilocuente personaje de aceptar la importancia de nuestros textos. O las polémicas públicas con Antonio Cisneros. Con el que hicimos las paces en medio de una borrachera, a la que tuvo el honor de invitar. Con Oliva, solo reconocíamos como gran poeta de nuestra patria a Cesar Vallejo y los demás nos parecían fantoches. Aunque con el tiempo reconocimos la importancia de Cisneros y Enrique Verastegui.

Carlos y yo éramos los más radicales del grupo, el resto de miembros siempre nos acompañaban en algunas acciones, pero casi nunca intervenían. Los demás de integrantes no compartían nuestro extremismo poético. Yo de niño fui miembro de una pandilla en el puerto de El Callao y Carlos también fue un guerrero de la calle, pero en el distrito del Rímac. Así que, esto de ir contra el orden establecido, las instituciones y saltarnos las leyes era parte de nuestro día a día. El resto eran chicos rebeldes en época universitaria, o jóvenes de clase media que ingresaron al grupo, porque estaba de moda.

En ese contexto no me sorprendió por ello que Beto Ortiz, conocido entrevistador de la televisión peruana, haya escrito en un prologo que realizó al poeta Lizardo Cruzado, que había pertenecido al grupo Neón. Lo cual es falso. Siempre fue su sueño, pero nunca ocurrió. O que dizque críticos literarios como Marcel Velásquez, hayan pedido de rodillas su ingreso a nuestra cofradía, sin ningún resultado. Sí estuvieron brevemente escritores, y ahora catedráticos universitarios, como Carlos García Miranda, Selenko Vega, Miguel Maguiño o Iván Segura. Toda esta facción academicista, fue expulsada cuando liderados por Carlitos García pretendieron hacerme un golpe de estado literario en la conducción del grupo. En esos años se discutía con gente con la cual se discrepaba pero que al menos eran inteligentes. Ahora uno discute en blogs, con una joven promesa de 40 años, o con un ignorante aprendiz de crítico, como es el gago Thays o el enano Faverón . Dos tristes mediocres eunucos.

Lo más interesante que ingreso a Neón fue “Virgen Sideral”, integrado por Nagel y Paul Saavedra, ellos trajeron propuestas de ciencia ficción, cómic, o mezclas de psicodelia experimental y música aleatoria con poesía.

Pasando a temas más serios, e ingresando a los momentos de tensión, quizás lo más peligroso, fue cuando sufrimos una infiltración de simpatizantes del grupo terrorista Sendero Luminoso. Al cual combatíamos Carlos y yo en la universidad. Fue en un recital que organizamos en el auditorio 1 A de la Facultad de letras de San Marcos. El evento se convirtió en un “lleno total”. Mas no habíamos caído en la cuenta de que ese día era el aniversario del grupo senderista. Entonces empezamos a oír las acostumbradas peleas entre estudiantes y miembros de la policía, a las afueras de la ciudad universitaria. Pero esta vez, fue diferente. No solo detuvieron a cientos de estudiantes, sino que los terroristas iban facultad por facultad haciendo barricadas, y respondiendo con armas de fuego a la represión.

De repente empezaron a tirar las primeras bombas, justo al lado de nuestro acto. Fue en ese momento en el que tomé la determinación de no acabar con nuestro encuentro cultural, y exhorté al público para que se mantuviera firme y no se movieran de sus sitios. Había que vencer al miedo. Una a una fueron sonando las bombas al costado. Llegando, - las conté-, a haber diecisiete detonaciones, aquella mañana. Pero nadie se movió del auditorio. Ese fue nuestro logro. Como había algunos periodistas que venían a cubrir nuestra actividad artística, la policía no se metió con nosotros. Eso lo aprovechó un miembro silencioso de nuestro grupo, para dar sorpresivamente vivas a la lucha armada, ante nuestra sorpresa. Lo que se convirtió en motivo suficiente para expulsar a ese poeta de Neón personalmente. Aquel día declaramos la guerra abierta y frontal a Sendero, junto a Carlos Oliva. Por eso mi indignación por la pérfida labor de Paolo de Lima. La de mancillar la memoria de Oliva y de Neón sutilmente, contextualizando los 90s con un análisis, que pretende suavizar las brutalidades de aquella agrupación del terror, con la cual parecía simpatizar.

En 1993 realice un viaje con mochila al hombro desde Perú hasta Los Ángeles, Estados Unidos. Atravesé 13 países, crucé la selva amazónica, El Darién, los Andes y Centroamérica, ingresando a la tierra del tío Sam por Tijuana. Ese viaje cambio mi vida.Cuando ya no creía en nada, en cada pueblo que llegaba siempre encontraba a una persona sencilla, de campo, dispuesta a darme posada y hospitalidad sin conocerme. Esto me devolvió la esperanza en la bondad de la gente. No todo estaba perdido en el mundo. Por ello, y por algunas experiencias extraordinarias que pasé en mi travesía, abandoné mi nihilismo y ese tipo de bohemia. Sólo, con una pequeña mochila y mi diario de viaje me dediqué, en esta aventura, a viajar pueblo por pueblo de América y conocer sus costumbres y tradiciones.

Durante mi ausencia de 4 años en el exterior, me enteré de la muerte de Carlos en 1994, y de Juan Vega en 1996. Cuando retorné a mi patria, me di cuenta que Perú había cambiado. El circuito literario estaba muerto. Había un cierto orden, pero escasa rebeldía. Me topé con la enorme sorpresa que Paolo de Lima, Selenko Vega, y hasta el serio crítico literario Ricardo Gonzáles Vigil habían tergiversado la historia del grupo. Negado mi condición de fundador y líder del grupo Neón, junto a Carlos, a pesar que era voz populi a principio de años 90s. Solo Oliva fundó conmigo el Neón, el resto llegaron después. Sentía que los homenajes que se le habían realizado a Carlos Oliva y Vega eran fruto del oportunismo. La realidad es que ninguno de los supuestos amigos de Oliva y Vega, estuvieron al lado de ambos, en los momentos previos a su muerte. Sabían que Carlos estaba mal por su adicción a las drogas, lo que provocó su muerte violenta. Se tiró contra un coche, en un estado de exaltación. O el caso de Vega, cuyo enorme problema político, motivó su misterioso asesinato. Hubo silencio y eso no lo puedo olvidar. Por ello, es además importante reconocer también el legado poético de Eli Martín, otro poeta miembro importante de Neón, que falleció de Sida, a finales de la década de los 90s.

Cuando regresé, en 1997, refundé el Grupo. Esta vez con una motivación más política. Interviniendo activamente en las protestas estudiantiles contra la dictadura. Ingresando sin autorización en la Plaza San Martín o en la Plaza Mayor, para organizar mítines contra Fujimori. En aquel año, casi la totalidad de la intelectualidad peruana no protestó contra el Gobierno. Aunque sí había tímidos apoyos, lo que predominaba era el miedo. En 1999, cuando ya se veía caer el régimen autoritario, muchos oportunitas se volcaron a la oposición. Luego sacaron beneficios individuales, que es lo clásico en la cultura oficial peruana.

Sin embargo, no todo fue política. Sino más bien tratar de romper con nuestro propio paradigma de “malditos”, para explorar otros tipos de poéticas como la vanguardista conceptual, representada por José Calderón, Percy Ramírez, o el camino de las poéticas místicas, míticas en Luis Espejo o Gerson Paredes. Así como la neobarroca, en el caso de Harold Alva. Esta segunda etapa tuvo un énfasis estético. Buscar una propuesta intercultural híbrida, bajo el lema "Pasar de la Generación X a la nueva civilización planetaria". A su vez, se logró el sueño de devolver al espacio público la poesía. Para organizar, exitosamente, festivales culturales masivos, con la asistencia de miles de personas, que luchábamos por el restablecimiento de la democracia en Perú.

En una entrevista, que me hicieron en el año de 1992, para una revista de la Universidad Católica lo dije. “Neón pertenece a las calles de la ciudad, no a un solo lugar. Nos hemos reunido en la Plaza Francia, en la Avenida Tacna; en cualquier lugar donde nos agarraba la noche. Un local siempre implica, por un lado gastar -cosa que por lo general no podemos-, y por otro cierta formalidad, una limitación para las ganas de expresarnos que teníamos. Hemos frecuentado casi todos los lugares en donde hay un bar, pero preferíamos los lugares abiertos. Quiero referirme a la cuestión familiar que se ha mencionado antes: Neón para muchos de nosotros fue una familia. Nos acogíamos, apoyábamos y contábamos frustraciones, o alegrías. Nos aceptábamos como éramos, sin distinguir opciones sexuales ni políticas. Alguna gente nos llamaba marginales. Sin embargo ahora, hay un auge de la poesía `maldita´ y rebelde. A Neón le achacaron también esa denominación de marginalidad. Ahora es una moda llamarse marginal, hay gente que vive de eso. Nosotros, además, renegamos de una serie de convenciones, estábamos al margen. Rechazamos cosas, las cuestionamos, discutimos para saber mejor quiénes éramos y qué hacíamos, nunca para golpear. Los cuestionamientos tienen el fin de llegar a algo, de encontrar salidas. Si no cuestionáramos nada no estaríamos vivos. Éramos escépticos ante el discurso político, ante el poder oficial, ante las racionalidades formales, pero no ante la vida”. Con esta imagen de Neón me quiero quedar.

Ningún ensayo o trabajo reflexivo que se ha publicado hasta ahora, ha dicho lo que realmente fueron los años 90s. Ni el parcializado estudio de Luis Fernando Chueca, con la literatura más light, ni las declaraciones peyorativas de gente inepta para la poesía, como el caso del crítico literario Miguel Ángel Huamán.

Así, después de 18 años, he escrito esta crónica. Para decir la verdad de nuestra experiencia. Para nosotros la poesía estuvo estrechamente vinculada a nuestras vivencias intensas y a una vocación auténtica. No buscábamos aplausos de aprobación. Tal vez por ello, fuimos los últimos románticos de la palabra.

Ahora, pasado el tiempo, ya no levanto banderas, como la generación poética de los 90s. Tampoco me interesa defender posturas nacionalistas o regionales. Si de algo me ha servido mi estadía en Europa, es para aprender la cultura desde una perspectivas más amplia. Lo cual no quiere decir olvidarse de las raíces.

Con este escrito, espero haber acabado definitivamente con el tema de Neón. Pues hace años, ya pasé página a esta historia. Solo era mi deber hablar de estas cosas, por un compromiso de amistad con poetas. En especial a los 3 miembros de Neón fallecidos, que asumieron la poesía con la pasión y estremecimiento, que deben tener los verdaderos poetas y cuyo compromiso con el oficio fue más allá del de la academia.

Con estas palabras, creo, al fin, haber cumplido con narrar la verdadera historia del grupo literario más radical de la poesía contemporánea: Neón.



Postdata.- En diciembre del 2000 se acordó la desaparición formal del grupo Neón, en una ceremonia pública de incineración poética de nuestros textos. En el año 2002 se publicó la antología poética del grupo Neón “Poemas sin límites de velocidad”.

Anónimo dijo...

Disculpame Gustavo pero era innecesario tanta afrenta e insulto para discutir dos ideas. Es obvio que hay dos posiciones frente a un concepto que se viene discutiendo años en Arte. Puedes tener la razón o tal vez no, en donde no te sigo es en la agresión destemplada.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

¿Discutir la noción con Víctor Coral? ¿Y para qué, si se puede saber?

No, la intención de mi post es simplemente llamar la atención sobre la bajeza de expectativas y de métodos de esa persona.

Anónimo dijo...

y para qué cuelgas tremendo rollo de Grajeda, te parece importante para el debate literario?

Anónimo dijo...

Ya cansó el rollo con Coral. Más interesante está la pelea de críticos de cine. Ricardo Bedoya vs. Claudio Cordero:

http://paginasdeldiariodesatan.blogspot.com/

http://lacinefilianoespatriota.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Leo Zelada: "En diciembre del 2000 se acordó la desaparición formal del grupo Neón, en una ceremonia pública de incineración poética de nuestros textos."

hay gente que se reúne para hacer esas cosas, por increíble que suene

Anónimo dijo...

Un abrazo de reconocimiento para Gustavo, por dejar pasar esa frasecita del neonato fallecido, que quiere asociarlo en verticalidad con el chato Hildebrandt. Fijo que Iván no la dejaba pasar.
R. BARTHES

Anónimo dijo...

Acabo de leer superficialmente el coment que envía Zelada anónimamente y me recuerda a un amigo con el que jugábamos fulbito, después de cada partido siempre comentábamos las mejores jugadas y los goles, este amigo, especialmente torpe para el juego, recordaba siempre con vehemencia sus goles y sus jugadas, aunque nadie había visto tales proezas él insistía en contarnos sus goles de palomita o de chalaca o sus rabonas imposibles y nos decía :tienen envidia de mis "goles de fantasía", es decir, el jugaba como Maradona pero nadie lo había visto... así, Zelada nos cuenta unas historias que tienen como único testigo él mismo y como mi amigo parece que celebra sus "goles de fantasía"...

Anónimo dijo...

Off-topic:
Las increibles bases del concurso de cuento Zeta Bookstore 2008

A través de un grupo yahoo, he visto que Zeta Bookstore organiza un concurso de cuentos de 2008 palabras.
El punto 2 dice así:

2.- El tema es libre, apto para todos y debe ser presentado en idioma español.

Señores organizadores: ¿Podrían explicar qué significa para ustedes "apto para todos"? Ni siquiera PG-13. Porque si es así, le pediré a mi hija pre-adolescente que escriba uno, porque se la pasa viendo Disney Channel y seguramente estará más capacitada para satisfacer las bases de su concurso.
Si dejamos de lado los concursos temáticos, nunca he tenido conocimiento de que en una convocatoria de tema libre se haya especificado que el cuento tiene que ser "apto para todos". Caramba, ¿qué haremos entonces los que ya frisamos los 40 y por lo tanto hace mucho rato tenemos derecho a imaginar cosas que, de seguro, espantarían la moral de púber de ciertos "organizadores" de concursos?
Realmente, esto es para la anécdota.

Daniel Ágreda Sánchez dijo...

Interesante, después de tanto post y comentario y definiciones se me olvidó el nombre del libro y del autor... creo que todo esto se ha vuelto un poquito kitsch...

Anónimo dijo...

Todo el mundo dice, este libro es bueno, este otro es libro es malo, aquel libro me ha desilusionado,etc. apreciaciones generales sin especificar por qu{e el libro es malo, bueno, o ha desilusionado. Es una manera no correcta de cakificar un libro, poco seria. Decir este libro es bueno o malo sin dar razones. Espero que los lectores de blog no se dejen llevar por apreciaciones de ese tipo. Lean los libros y opinen.?¿Desde cuando Agreda es un critico riguroso? Es un reseñista de periodico, tendencioso. Desde que nacio en posiciones literarias de extrema izquierda hasta ahora que ha evolucionado a una vergonzo posicion que consiste en pasarle la mano a los escritores poderosos, siempre fue un critico deleznable.

Anónimo dijo...

Los ataques de Coral a Javier Ágreda son constantes. Nunca duda en apelar a criterios jalados de los pelos como esta "interpretación" del Kitsch. Esto demuestra la envidia del ex reseñista de El Comercio, a quien botaron por una tremenda bajeza, con el reseñista de La República. Por más que intentó el señor Víctor Coral, inmortalizado en la novela El susurro de la mujer ballena como Mariano Quiroz, jamás pudo llegar a lo que Javier Ágreda es: un crítico influyente.