30.8.08

10 que faltan

Libros hispanos que deberíamos leer todos

No digo que los libros que enumero a continuación sean desconocidos: digo que se les conoce mucho menos de lo que se debería. Son libros subvalorados o que han merecido reconocimiento local pero no han trascendido las fronteras de sus países. Tampoco es ésta una lista de grandes descubrimientos: cada una de estas obras es de un autor más o menos consagrado, aunque estos libros en particular no hayan logrado el relieve que, creo yo, merecen. (Van en orden alfabético).

1.
Feliz nuevo siglo Doktor Freud, de Sabina Berman. Es una estupenda obra teatral, que he podido leer y ver en dvd, aunque nunca haya asistido a una representación (se estrenó en México, con el primer actor peruano Ricardo Blume en el rol protagónico). La pieza lidia con el asunto del psicoanálisis y, sobre todo, con la marca misógina del pensamiento freudiano y su influencia ideológica sobre occidente hasta nuestros días.

2.
Cuentos, de Andrés Caicedo. Cualquier buena selección de relatos del colombiano Caicedo debería ser lectura indispensable a estas alturas en cursos sobre narrativa contemporánea de América Latina. Caicedo tiene cuentos patológicos y desequilibrados, hondos como heridas y siempre inquietantes. Sus fantasmas están a flor de piel: la esquizofrenia pendiente de la sociedad moderna, el escape cinéfilo, la voracidad del mundo urbano, la locura del amor.

3.
Los mundos reales, de Abelardo Castillo. En una promoción en la que los reflectores iluminaron siempre a Ricardo Piglia y Juan José Saer, la obra de Abelardo Castillo ha quedado relegada a un segundo plano. Castillo es, sin embargo, el más sólido cuentista de los tres, un maestro del texto breve, un heredero de Borges que no teme recolocar la estética borgeana en el contexto de las últimas décadas, y decantarla hasta hacerla eminentemente contemporánea.

4.
Rosa cuchillo, de Óscar Colchado Lucio. Si un autor peruano tendría derecho a quejarse de que los circuitos comerciales centralistas y la lógica del capital han empujado su obra a una posición marginal, privándola de ser recibida por un público mayor e internacional, ése autor es sin duda Óscar Colchado, un narrador sutil y valiente, que escribe con la tensión de quien quiere liberar el discurso ideológico de las amarras que amenacen con estropear su estética. Rosa cuchillo es una de las mejores novelas peruanas de décadas recientes.

5.
Las máscaras del héroe, de Juan Manuel de Prada. Si De Prada no coqueteara descaradamente con discursos que de tan reaccionarios a veces suenan incluso fascistoides, buena parte de su obra sería considerada ya canónica en España, incluso pese a la juventud de su autor. Las máscaras del héroe es su mejor novela, absolutamente indispensable para cualquiera que quiera ver cómo se puede estar perfectamente dentro de la tradición de la narrativa cómica española y ser a la vez totalmente contemporáneo e innovador.

6.
Zama, de Antonio Di Benedetto. Si la moda y la simplicidad no se hubieran impuesto al mérito literario, Zama sería la novela existencialista por excelencia en América Latina, en lugar de El túnel de Ernesto Sabato. Zama es un libro fascinante y excéntrico en más de un sentido: por su tema, relacionado con el descolocamiento de un criollo en el circuito colonial español (la historia transcurre en el Paraguay del siglo XVIII), y porque su tendencia introspectiva, al contrario de lo que ocurre con los grandes clásicos existencialistas, no se dedica a auscultar el alma de un ser enfermo, excepcional o enloquecido, sino el espíritu de un hombrecomún y corriente.

7.
París, de Mario Levrero. No tengo que decirlo una vez más pero aquí voy: París, de Levrero debería ser pieza ineludible del canon latinoamericano. Así de original y diferente, así de interesante y bien resuelta, así de compleja y sugerente es esta novela del uruguayo.

8.
El coloquio, de Alan Pauls. Mucho antes de los libros que le dieron la fama, Alan Pauls escribió esta breve novela hecha con aliento expresionista, lujo lingüístico y exuberancia de voces y perspectivas. Una suerte de policial que se olvida del misterio para centrarse en lo absurdo del intento de descubrir una verdad.

9.
La fiesta vigilada, de Antonio José Ponte. La antinovela de Ponte es uno de los mejores libros en español publicados en el último par de años, si no el mejor. Su historia se va disolviendo paulatinamente, o acaso asomando entre los pliegues de una larga reflexión sobre la soledad y la nostalgia en una Habana ruinosa, enferma de melancolía y, por supuesto, vigilada.

10.
El caos, de Rodolfo Wilcock. El hecho de haber escrito parte de su obra en español y parte en italiano ha ocasionado que Wilcock, lejos de ser canonizado en ambas tradiciones, sea parcialmente relegado en las dos: en Argentina el error se ha empezado a reparar en la última década, con reediciones frecuentes y la traducción de su obra italiana. Wilcock tiene novelas notables, pero lo mejor de su rtabajo son los cuentos, simultáneamente bárbaros y sofisticados, sangrientos y cultistas, reunidos en libros como su paradigmático El caos.


11 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece fantástico, que Faverón sí aprecie la prosa de Caicedo. Lo digo, porque por ejemplo, su amigo Iván Thays no encuentra destacable la obra del colombiano.

Anónimo dijo...

Siempre es muy bueno o fantastico, como dice eduardo, apreciar la buena literatura. Pero si Thays no encuentra destacable a tal o cual escritor, creo que no es tan importante. Uno llega a la literatura siempre en forma directa y en relacion con el libro, lo demas es secundario. Todo esto al margen de la lectura de un buen critico sobre determinada obra.
La critica en realidad cuando no es para confirmar un gran valor literario, sirve para maquillar; una mujer bella no es necesariamente "mas" bella si se pinta o maquilla.

Anónimo dijo...

me parece clave que incluyas una autora para teatro, como Berman. Su Entre Villa y una mujer desnuda también es apreciable. Pero hay otros dramaturgos lationamericanos que tendremos que leer cuando nos toque la suerte, ya que muy poco los ponemos en escena en el Perú: Radrigán, Wolff o De la Parra de Chile, Monti, Pavlovsky o Cossa de Argentina, Cabrujas de Venezuela, Vargas de Ecuador, Nelson Rodrigues o Athayde de Brasil, TRiana, Triana de Cuba, a ese deberiamos leerlo en la escuela!!!
Por cierto, Abelardo Castillo es también un apreciable dramaturgo, por lo que tu lista ya lleva 20% de autores para el teatro.
Saludos
Carlos Vargas

Anónimo dijo...

¡Faveron¡ ¡Que has hecho¡ Recomendar "Rosa cuchillo" y no a Cueto y a Thays. ¿Tú sabes lo que te estas jugando? ¿O estas jugando un juego muy calculado para limpiarte de las últimas escaramuza? Ese juego incluye una felicitación a Porta9 por publicar a provincianos. ¿Es ciero que Rosa Cuchillo es tan buena? ¿Mejor que Prochaska que tanto alabaste? Yo he leido la novela de Colchado y no es nada del otro mundo. Inverosimil. Fundamentalismo andino puro.

Anónimo dijo...

No sé qué importancia tiene el hecho de ser conocido o no ser conocido en la literatura. La verdadera literatura es la que se escribe con rigor, la apasionada, la que mientras se está creando es un enorme gozo semejante a una eyaculación, a un orgasmo. Que después de eso, la obra sea recibida de una manera u otra, que sea leida o no, que llegue a un público determinado o no, creo que está fuera de lugar e insisto con el tema de que hay muchos escritores que confunden fama y reconocimiento con obra bien trabajada independientemente de las consecuencias que esto pueda conllevar. Qué ridículos veo a tantos escritores que patalean porque su obra sea leida, porque su obra se expanda, eso creo yo, no tiene nada que ver con la literatura. Lo que importa es la honestidad. Lo otro es el fiel reflejo de una máscara interesada, ¿una estética?, ¿cuál estética es la de los oportunistas que ven en la novela escrita un precio solamente al que a veces, casi siempre, no pueden alcanzar? Estos pataleos principiantes o no tanto, son como los enfados de los niños. La escritura es un trabajo ajeno a estas cosas. Si después la obra resulta que es bien canalizada estupendo pero si ocurre lo contrario, habrá que seguir simplemente. Cuantos escritores hay que después de cinco o seis novelas, sin contar toda la mina de palabras que tienen escritas en su solitaria habitación, han dado a la luz una obra medianamente aceptable y mal criticada o bien criticada: cientos. Así que es mejor seguir en silencio. ¡Qué pasa!, ¿que si no se habla del libro el autor saca los dientes o qué? Me resulta bastante desagradable cuando me doy cuenta que hay autores que patalean como las putas que chillaban de Octavio Paz. Creo que Di Benedetto en caso de estar vivo te habría constestado que dejes tranquila a su "Zama", que con sus poquitos lectores está más que contento, que la masificación del arte no es más que el hilo roto del pantalón que se termina por descocer completamente.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

No seas elitista. Si un libro es bueno, se lo recomiendo a todas las personas que pueda. Así de fácil.

Daniel Salas dijo...

Hay un esnobismo elitista, que preferiría que el gusto personal sea siempre "caleta" y que juzga que todo lo que es popular es malo. Hay otro esnobismo populista, que juzga que todo lo popular es necesariamente bueno y que todo lo elitista es, cuando menos, sospechoso. Ambos son repudiables.

Anónimo dijo...

Ambos son repudiables, sencillamente, porque representan extremos nada aconsejables. Y mi participación anterior felicitaba a Faverón, porque me gusta encontrar lectores que coincidan conmigo. Thays tiene todo el derecho de disentir y lo cité no sólo por la amistad que lo une con Faverón sino porque se quiera o no, es uno de los bloggers reconocidos del Perú.

creía que llovía y era mierda que caía dijo...

Leí el libro de Prada hace muchos años... y no me merece ningún cariño... De hecho después de haber leídos sus dos primeros libros, Coños, y El silencio del patinador, y después La Tempestad, Las máscaras del héroes me aburrió soberanamente... y no sólo eso, sino que ya no volví a leer ningún libro más de este personaje tan catolicón... Algunas veces, me entró la curiosidad... y abrí al azar posteriores libros suyos, cuando entraba en alguna librería, y siempre encontraba esas comparaciones que acaban hartando... es como... es como... es como... es como si no supiera describir nada sin compararlo con otra cosa... que a menudo nada tiene que ver con lo que está describiendo... Pero supongo que como era un lector tan voraz... tiene que demostrar que conoce todas las palabras del diccionario y que sabe hacer asociaciones imposibles... Lo siento, pero discrepo...

antoniotamariz dijo...

Gracias por la recomendación. Menciono dos libros que aún se pueden hallar en la feria libro del jirón Amazonas:

La hora veinticinco

La segunda oportunidad

Ambos de Constant Virgil Gheorghiu. Me turbó su pesimismo.

Sería muy útil leer las recomendaciones de otros comentaristas.

Saludos afectuosos

Anónimo dijo...

Sr Faveron
Falta 1 libro para hacer el equipo.

Rabia / Sergio Bizzio.

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