Silvio Rendón publicó "El doble rasero de Vargas Llosa" hace unos días, y generó en su blog una larga discusión que giró, básicamente, en torno a tres ejes: la crítica de Vargas Llosa a la obra de Arguedas; el estatuto de la ficción y cuán válido es juzgarla en términos referenciales, es decir, digamos, simplificando, como una descripción de la realidad; y, finalmente, cómo es que una obra literaria puede plantear un discurso ideológico sobre una realidad social, o, incluso, una "propuesta política y social".
Sobre el primer tema: la crítica de Vargas Llosa a la obra de Arguedas es sin duda interesante, en algunos puntos acertada y en otros no. El error mayor de La utopía arcaica es su tendencia a considerar a Arguedas demasiado cercano al indigenismo original, como si en Arguedas estuviera ausente la propuesta del mestizaje, como si sus obras plantearan una vuelta utópica en dirección a cierta idea paradisiaca de lo andino primigenio.
Otro error no menor es suponer que Arguedas, en su literatura, promueve intencionalmente una representación del mundo andino impulsada ideológicamente desde una especie de marxismo cuasi ortodoxo (lo cual, curiosamente, debería hacer colapsar la suposición de que Arguedas es un indigenista típico: el marxismo ortodoxo y el indigenismo original son bastamente contradictorios).
El acierto crucial de Vargas Llosa está en señalar cómo la coherencia estética y discursiva de Arguedas lo lleva a construir un mundo enteramente verosímil en sus desgarros internos; es decir, en hacer notar que la tendencia utopista de Arguedas y la mecánica de sus "demonios" personales se impone a la larga en su obra, que, de ese modo, se debate entre un elemento ideológico corruptor por programático, y una inclinación más bien romántica y sin duda inconsciente a dejarse guiar por pulsiones internas que tienen que ver más con su experiencia vital que con sus aspiraciones ideológicas o políticas.
El segundo punto es menos interesante, al menos en los términos en que ha sido planteado en la discusión a la que me refiero. Vargas Llosa, ciertamente, ha sido siempre invariable en considerar a la ficción como una fagocitación de la realidad, a partir de la cual se constituye una "realidad ficticia" que es más que una reiteración o reinstauración de la primera: es, más bien, su contradicción, su reflejo crítico y subvertido. Las verdades de la ficción no son verdades referenciales o miméticas, sino reelaboraciones ideológicas hechas a partir de una reconstrucción estética: su verosimilitud está en el hecho de que añaden al mundo algo cuya carencia original provocó la escritura de la obra, o, en su defecto, hacen más sensible y notoria esa carencia.
El tercer punto: ¿cómo es que una obra literaria puede plantearse como discurso o, incluso, como propuesta social, ideológica y política? Silvio ha anotado, en su comentario más reciente, esta última observación:
"Arguedas sólo está haciendo una ficción. No hay una propuesta política. Vargas Llosa ve en El Sexto una suerte de manifiesto antiamericano, anticomercial, anticosteño. Nada que ver. ¿No que era ficción? Es alucinante cómo un escritor que ha pontificado tanto sobre la literatura como ficción, toma las obras literarias de Arguedas como si éstas fueran una propuesta política y social. Gran injusticia y gran patinada".Ese comentario lo hace Silvio tras citar el siguiente fragmento de La utopía arcaica, el libro de Vargas Llosa sobre Arguedas:
"Aunque las opiniones varíen sobre muchas otras cosas - acaso sobre todas las demás cosas -, los peruanos de todas las razas, lenguas, condiciones económicas y filiaciones políticas están de acuerdo en que el Perú en gestación no será ni deberá ser el Tahuantinsuyo redivivo, ni una sociedad colectivista de signo étnico, ni un país reñido con los valores 'burgueses' del comercio y la producción de la reiqueza en búsqueda de un beneficio, ni cerrado al mundo del intercambio en defensa de su inmutable identidad. Ni indio ni blanco, ni indigenista ni hispanista, el Perú que va apareciendo con visos de durar es todavía una incógnita de la que sólo podemos asegurar, con absoluta certeza, que no corresponderá para nada con las imágenes con que fue descrito - con que fue fabulado- en las obras de José María Arguedas".No quiero detenerme mucho en el contenido del párrafo de Vargas Llosa: en él se reiteran los errores críticos que ya apunté antes, porque Vargas Llosa malentiende a Arguedas como si en la obra de éste se reclamara una reinstauración indianista y se rechazara el mestizaje. Esos son malentendidos y desencuentros, observaciones que no describen adecuadamente las postulaciones ideológicas de Arguedas en su narrativa.
Lo que quiero hacer notar, más bien, es que no tiene sentido criticar a Vargas Llosa en los términos en que lo hace Silvio cuando dice que Vargas Llosa "toma las obras literarias de Arguedas como si éstas fueran una propuesta política y social" y, a partir de ello, concluye que lo de Vargas Llosa es una "gran injusticia" y una "gran patinada".
Esa idea es simplemente insostenible. Durante la discusión previa, creo yo, ya había quedado bastante claro que Vargas Llosa, por una simple cuestión de aproximacion a la literatura, ha despreciado siempre las ficciones ancilares, instrumentales, las que hacen de la literatura un vehículo programático destinado a la pedagogía política, al adoctrinamiento, a la demostración de hipótesis sobre la sociedad o la cultura, es decir, ha tenido un consistente y perpetuo rechazo hacia la literatura proselitista y la ficción basada en una tesis. Y, como dije, uno de sus errores en cuanto a sus juicios sobre Arguedas está en suponer que parte de la obra de este resbaló eventualmente hacia ese terreno. Para ser justos, también, habría que decir que Vargas Llosa no ve en ello una constante de la obra arguediana, sino un sobresalto pasajero que asoma aquí y allá.
Ahora bien, aceptar que, en efecto, la literatura programática, al menos en el campo de la novela, suele engendrar criaturas maltrechas, y considerar también lo dicho antes, es decir, que la literatura, incluso cuando quiere representar la realidad, no es jamás un reflejo fiel de ella, no implica en lo más mínimo afirmar que una obra literaria no pueda albergar una "propuesta política y social".
Silvio está cayendo en un error (injusticia o patinada, para decirlo con sus palabras): el error de confundir dos planos distintos. En un primer plano, se puede exigir de una obra literaria que no se plantee como la mera ilustración o puesta en escena de una idea cuya demostración sería el objetivo final de dicha obra. En un plano completamente distinto, la lectura atenta de una obra literaria puede descubrir, obviamente, un planteamiento ideológico sobre un determinado mundo social, y es enteramente lícito desenterrar ese discurso del cuerpo de la ficción.
¿Es contradictorio defender ambas cosas simultáneamente? No, en lo más mínimo. Simplemente se trata de comprender que un texto ficcional, por ejemplo una novela, no debe ser el ejercicio demostrativo de una tesis anterior al texto, pero que un análisis del texto puede perfectamente descubrir y describir (es inevitable) la trama ideológica que constituye su discurso, acaso sobre la sociedad, acaso sobre la condición humana, acaso sobre un elemento más acotado y discreto dentro de esos dos campos casi infinitos.
El ejemplo que yo mismo cité en esa discusión: cualquiera que lea El hablador sin dejarse guiar por el hígado antes que por el cérebro (y el corazón, por qué no) tendrá que concluir que Vargas Llosa no ha escrito esa novela para demostrar la inevitabilidad de la asimilación de las culturas indígenas amazónicas al mundo costeño occidental de la sociedad peruana. De haberlo hecho, Vargas Llosa habría sido fiel a lo que él piensa sobre el futuro del Perú, pero habría sido desleal a su credo literario, pues hubiera convertido la novela en pedagogía y proselitismo. ¿Quiere decir eso que la novela no está informada por ningún discurso ideológico? No: lo que quiere decir es que no está construida para demostrar ninguno, sino que, de manera interesante, la novela misma es un campo de batalla dialógico entre discursos enfrentados, contradictorios, y que ninguno de ellos es finalmente colocado por encima de los otros: no es una demostración, sino una búsqueda, y, por lo tanto, es bastante más indeterminada de lo que sería si Vargas Llosa la hubiera tomado, sin riesgos, como un simple vehículo probatorio.
Eso no quiere decir que desde la lectura de El hablador no se pueda llegar a una caracterización del discurso o los discursos que encarnan en esa ficción. Y lo mismo puede decirse de cualquier libro de Arguedas, o, para tal caso, de cualquier ficción en general. Lo que sería realmente sorprendente es hallar una novela que no sea susceptible de ser leída en términos ideológicos. Y eso no quiere decir que podamos describir siempre una novela con una simple atribución referida a un discurso ideológico preexistente: marxista, liberal, neoliberal, cristiana, eurocéntrica, etc. Lo que quiere decir es que toda buena ficción tiene una dimensión ideológica que es parte y producto de su propia textualidad, no algo que preexista al texto.
¿Es injusto Vargas Llosa al leer las novelas de Arguedas como discursos con un componente ideológico acerca de una determinada realidad social? No lo es. Lo que sería injusto es decir que porque las novelas de Arguedas son ficciones, nada debemos buscar en ellas que suponga una mirada coherente, ideológica y política, sobre el mundo real.
21 comentarios:
un dato completamente ajeno a tu reciente post: no sé nada de comics pero sé que tú los aprecias mucho. Acabo de descubrir este blog sobre cómics y cultura por. Tal vez te resulte interesante:
http://ciudadanopop.blogspot.com/
Saludos,
Luis Eduardo
Hola Gustavo,
El tema es que Vargas Llosa, particularmente en LVDLM y en LUA, tiene un punto de vista muy suyo, que no es el tuyo. Él hubiera podido decir muchas cosas, entre ellas las que tú sostienes, pero dijo lo que dijo y patinó con su apreciación de Arguedas, presentándolo como un retardatario, como ya sostuve en el comentario que citas.
Un ejemplo. Si Cámac, personaje de "El Sexto", dice que "la patria de los gringos es el billete", Vargas Llosa colige que ésa es la propuesta (politica-social) de Arguedas. Entonces, la refuta como "arcaica", parte de una visión dependentista, dirigista, etc. Esa es la forma cómo Vargas Llosa "desentierra ese discurso del cuerpo de la ficción".
Para decirlo de otra manera, Gustavo, no estoy confundiendo planos, como apresuradamente afirmas. No estoy diciendo que "no se pueda desenterrar ese discurso del cuerpo de la ficción". Estoy diciendo que Vargas Llosa lo hace muy mal, presionado por su propia agenda política, y contradiciéndose a sí mismo. No es lo que nos (me) hubiera gustado ver en un escritor de su talla.
Por supuesto que entiendo que seguramente un lector de Arguedas se quedará con la imagen de algún tipo de propuesta o, mejor dicho, visión del mundo. Pero, y aquí, una vez más lo repito, viene el sentido de mi post. Si le criticas algo así a Vargas Llosa, éste te dice que se trata de "la verdad de las mentiras". ¿Y si los militares del Leoncio Prado "desenterraron ese discurso del cuerpo de la ficción" y se picaron por el antimilitarismo de la novela? No es algo ante lo cual Vargas Llosa parece estar muy abierto en LVDLM, como sí lo está en LUA con Arguedas.
La posición de Vargas Llosa me recuerda mucho a la película del "hombre invisible", en particular la de de Kevin Bacon, que juega con la ventaja de tirar golpes sin que se los puedan devolver. Cuando yo critico la obra de mi colega, ésta si tiene un contenido supra-ficcional y no me quiten el derecho de verlo así; cuando se trata de mi obra, ésta es un mero producto de mi imaginación y tengo el derecho a la libertad individual con muy poco margen para que alguien pueda ir más allá. He ahí lo insostenible.
Saludos,
"Nada que ver. ¿No que era ficción? Es alucinante cómo un escritor que ha pontificado tanto sobre la literatura como ficción,..."
Que prosa impecable la de S. Rendon, yo le sugeriria que sea mas informal.
A S. Rendon:
" No es lo que nos (me) hubiera gustado ver en un escritor de su talla."
Pero MVLL es antes que ensayista, un escribidor de ficciones, entonces creo que le exiges que escriba ensayos al mismo nivel que escribe ficciones. En otras palabras; sus ensayos pueden estar muy bien escritos pero sus contenidos no son del todo acertados.
No necesariamente pues un escritor de su talla deberia escribir tambien ensayos de esa talla.
O es Dios?
No puedes tapar el sol con un dedo.
Dices: "Vargas Llosa, por una simple cuestión de aproximacion a la literatura, ha despreciado siempre las ficciones ancilares, instrumentales, las que hacen de la literatura un vehículo programático destinado a la pedagogía política, al adoctrinamiento, a la demostración de hipótesis sobre la sociedad o la cultura, es decir, ha tenido un consistente y perpetuo rechazo hacia la literatura proselitista y la ficción basada en una tesis"
La mayoria de los criticos literarios encuentra exactamente lo contrario: "novela de tesis" neoliberal en la mayor parte de la novelistica de VLL, in crescendo.
Al punto que a su novelistica pro-neoliberal se la ha llamado la de "policia del mundo".
Puede rastrearse eso incluso en su obra previa. Ha devenido asi en su personaje mas caraceristico: un policia, Lituma, que tras el informe Uchuraccay, la apologia a la guerra contra Irak, su festejo de Thatcher, ahora se ve expuesto, en frio, en su equivocacion.
La literatura no es un "plano distinto" solo cuando te conviene. Un escritor decide su grado de acercamiento al plano politico, eso permea su obra. VLL postulo a presidente con propuestas neoliberales, y su obra es de tesis.
Tonterías. Si te pidiera por favor que justificaras y demostraras lo que has dicho, no tendrías nada coherente que decir. No se trata de lanzar afirmaciones improbables, se trata de razonar con argumentos.
Silvio, eso no es lo que dices en el comentario que cité. Lo que dices es que Vargas Llosa toma la ficción de Arguedas como si no fuera una ficción. Eso es un error teórico tuyo. Revisa tu párrafo:
"¿No que era ficción? Es alucinante cómo un escritor que ha pontificado tanto sobre la literatura como ficción, tome las obras literarias de Arguedas como si éstas fueran una propuesta política y social".
Allí estás contraponiendo dos cosas que no son contrapuestas:
a) "la literatura como ficción".
b) la literatura como "propuesta política y social".
Esas dos cosas que contrapones, no son cosas opuestas, ni una niega a la otra. Si ahora quieres limar y afinar lo que dijiste, está muy bien, ese es el punto de tener una conversación, pero no digas que lo que dijiste me lo estoy inventando yo, porque eso no es cierto.
Malentiendes, Gustavo.
"¿No que era ficción?" se refiere a la afirmación de Vargas Llosa de la literatura como exclusiva ficción en LVDLM.
El párrafo que citas es bien claro en señalar SU contradicción. La contraposición a la que te refieres no es mía, sino, lo repito una vez más, de Vargas Llosa, cuando se trata de él y cuando se trata de Arguedas.
Al anónimo del tercer y cuarto comentario.
- Sí, pues, es un estilo algo informal.
- Efectivamente, los ensayos de Vargas Llosa no parecen ser tan buenos como su literatura, pero generalizar la crítica a sus ensayos ya merecería un análisis aparte. Lo que es claro es que su ensayo sobre Arguedas está muy por debajo incluso de sus otros ensayos, en particular, los ensayos sobre sí mismo y la libertad del escritor.
Silvio, quisiera por favor que me dijeras en qué lugar de "La verdad de las mentiras" Vargas Llosa dice que una ficción no implica un discurso social y político acerca del mundo representado. Esa idea va en contra de absolutamente todo lo que Vargas Llosa dice, escribe y defiende desde hace más de cuarenta años, así que será interesante descubrir que alguna vez ha dicho lo contrario.
Gustavo, te repito mi aclaración:
"No estoy diciendo que "no se pueda desenterrar ese discurso del cuerpo de la ficción". Estoy diciendo que Vargas Llosa lo hace muy mal, presionado por su propia agenda política, y contradiciéndose a sí mismo."
En LUA un personaje arguediano dice algo y Vargas Llosa ya ve en Arguedas una "propuesta político y social", desde luego criticable. El "Sexto" no es una propuesta político-social, que pueda ser refutada en los noventas por lo anticipado en "El Otro Sendero", al cual, ya peleado con Hernando de Soto, Vargas Llosa alude sin citar al final de LUA. ¿Qué es eso?
No sólo eso. Vargas Llosa va señalando diversos "errores" de Arguedas en varios planos, "las imágenes de los gamonales vienen de la amargura y rencor de Arguedas por traumas infantiles", "tiene una visión estereotipada de los ricos", "la costa es el anti-Perú", "el comercio es degradante", etc. Es muy exhaustivo en señalar los diversos "errores" arguedianos, en realidad en forma no muy diferente a los científicos sociales del IEP que criticaron a Arguedas en una mesa redonda.
La mezcla vargasiana es clara:
"podemos asegurar, con absoluta certeza, que [el Perú] no corresponderá para nada con las imágenes con que fue descrito - con que fue fabulado- en las obras de José María Arguedas".
¿Y por qué tendrían que corresponder? Este es un señalamiento irrelevante.
Veamos ahora lo que dice Vargas Llosa en LVDLM:
"documentar los errores históricos de La guerra y la paz
sobre las guerras napoleónicas sería una pérdida de
tiempo: la verdad de la novela no depende de eso. ¿De
qué, entonces? De su propia capacidad de persuasión, de
la fuerza comunicativa de su fantasía, de la habilidad
de su magia. Toda buena novela dice la verdad y toda mala novela miente. Porque «decir la verdad» para una
novela significa hacer vivir al lector una ilusión y
«mentir» ser incapaz de lograr esa superchería. La
novela es, pues, un género amoral, o, más bien, de una
ética sui generis, para la cual verdad o mentira son
conceptos exclusivamente estéticos. Arte «enajenante»,
es de constitución anti-brechtiana: sin «ilusión» no
hay novela."
Aquí Vargas Llosa aboga por la creación de un "mundo aparte", la "isla de la fantasía". ¿Dedicarse al recuento de "errores"? Sería dedicarse al asunto equivocado. Hay que leer "la guerra y la paz" en base a su lógica de ficción.
En LVDLM Vargas Llosa no dice que no pueda haber una "propuesta político y social" (tampoco lo digo yo), pero tampoco dice que tenga haberla ni la menciona como prioridad, cual sí lo toma en la práctica en LUA. Lo que dice en LVDLM es que la novela, en realidad dice que "la literatura cuenta la
historia que la historia que escriben los historiadores
no sabe ni puede contar." Es un tema de énfasis sobre lo que es verdaderamente importante.
En LUA Vargas Llosa hace las dos cosas. Por un lado, un puntilloso recuento de errores (históricos, económicos, personales, etc.) y una sobre-interpretación y atribución a Arguedas de una propuesta político-social en base a lo que dicen sus personajes de ficción. Por otro lado, una crítica artística a Arguedas por su fracaso en lograr la ficción en diversas obras, supuestamente guiado, presionado, Arguedas, por su agenda política. Al final, Arguedas es un retardatario, un conservador en diversos planos, que propone una "utopía arcaica". Por eso yo decía que no le dejaba un hueso sano. Vargas Llosa prestidigita argumentos de manera que la "irrealidad" arguediana resulta ser una irrealidad mutidimensional: en la realidad real siempre y en la realidad ficticia frecuentemente. Vargas Llosa mezcla las cosas. Usa con ambigüedad la palabra "irealidad": a veces "irrealidad" es usada en el sentido coloquial del término; a veces es usada como no crear una ficción internamente verosímil. En los dos sentidos viene la crítica. Habilidoso con las palabras, cual jugador de fulbito puesto en cancha de fútbol, Vargas Llosa no llega a meter el gol. Vargas Llosa tiene en LUA un desempeño ensayístico por debajo de otros ensayos. Como ya manifesté anteriormente, es Vargas Llosa quien parece más presionado por su propia agenda que le nubla la visión y le hace ver en Arguedas a un utópico arcaico, un incorregible tawantinsuyano. Por favor. Mal lograda la visión vargasiana.
En este contexto, los "elogios" que le hace al pasar, mencionados en los comentarios a mi post, son como para decirle "No me elogies, compadre". Son elogios condescendientes, paternalistas, tipo premio consuelo.
Espero que mi punto de vista haya quedado más claro.
Gustavo:
Coloco aquí un comentario aparecido en Gran combo Club.
Recién he podido tener tiempo para retomar la lectura de los
comentarios y aportes dejados a tan interesante post. Agradezco la
observación hecha por Gustavo Faverón. No obstante, en ningún momento
he sostenido o querido insinuar (lo que sugiere Salas) que el ser
"realista" sea un elogio y la opción de "irrealidad" un insulto. Yo no
creo mucho en esas distinciones y mucho menos en el maniqueísmo a la
hora de juzgar una propuesta literaria con otra.
Ahora bien, Gustavo apunta: "lo que VLL dice cuando usa la palabra
"irrealidad" no es que Arguedas sea incapaz de reflejar la realidad,
sino que al querer hacerlo programáticamente hace colapsar el objetivo
básico de toda novela: la verosimilitud del texto ficcional". Y parece
que no entendió mi participación, cuando cito lo expresado por VLl no
lo hago con la intención de demostrar que el autor de "La guerra del
fin del mundo" denostara la obra de Arguedas con la generalización de
"un fracaso total la literatura que realizó", sino que dicha cita
ilustra que cuando un escritor opta por la imposición ideológica en
detrimento de la riqueza ficcional, esa apuesta para alguien como VLl
supone ya un lastre. Le cuesta creer que una obra literaria donde
irrumpa y prevalezca lo ideológico pueda ser atractiva. VLl es claro
para mí en ello, cuando lo ideológico prevalece en la ficción, lo
escrito se torna panfletario, insufrible.
Eso es lo que yo señalaba; el fracaso que anota VLl cuando Arguedas no
desarrolla obras más "libres" y creativas como "Los ríos profundos".
La admiración de VLl para con la obra de Arguedas resulta curiosa.
Recuerdo que en LUA señala que Arguedas es el único escritor peruano
que ha analizado, seguido y releído como lo ha hecho con autores de
cabecera (Sartre, por ejemplo) pero que le llama atención ello, porque
no deja de encontrarle reparos a su obra.
Insisto, la admiración resulta curiosa. Ya que me parece mezquino
destacar sólo "Los ríos profundos", que sin duda es la obra maestra de
Arguedas; pero no se puede afirmar que es lo único notable que haya
logrado en el campo literario.
Alfio
En pocas palabras, para VLl fracasa un tipo de ficción abordada por Arguedas; lo cual repito no quiere decir que sienta que toda su obra representa un fracaso.
Y como dicha opinión es discutible, subjetiva, yo digo que hasta ese supuesto fracaso resulta un reparo y por ende, no la comparto.
Alfio
Silvio, lo que pasa es que hablar de literatura no es tan sencillo como pareces creer. No puedes tomar una afirmación de Vargas Llosa sobre la referencialidad de una novela histórica (una observación en la que dice que es inútil constatar si son precisas o no las referencias factuales de una novela histórica) y afirmar que, por decir eso, Vargas Llosa no tiene derecho a señalar lo que él juzga como prejuicios o desviaciones de la percepción de Arguedas sobre la realidad que quiere representar o recrear. Una cosa y la otra no tienen NADA que ver. Vargas Llosa no está diciendo que la novela de Arguedas sea un fracaso porque cuenta una historia que no corresponde a una verdad histórica. Está diciendo que sus defectos representacionales provienen de los errores de concepción de Arguedas puesto a describir ciertos estamentos sociales, ciertas relaciones sociales o ciertas instituciones. Vargas Llosa no te va a decir que una novela de Arguedas "está mal" porque en verdad no existen zorros arriba que debatan con los zorros de abajo; pero sí tiene derecho a decir que la elaboración mítica del mundo andino en Arguedas produce una estructura narrativa funcional a la novela y productiva (o no) para comprender el mundo andino.
No entiendo cómo puedes basarte en "La verdad de las mentiras" para decir lo que dices. Ese ensayo, o, más precisamente, la introducción de ese libro, propone justamente la idea de que la "verdad" profunda de una ficción no tiene que ver con la posibilidad de verificar el carácter fáctico de los hechos narrados, sino con la posibilidad de crear una ficción que, formando un mundo internamente coherente (primer nivel de verdad: ficcional, intradiegético) nos permita descubrir algo sobre el mundo representado (segundo nivel de verdad: referencial). Siguiendo al pie de la letra su propia propuesta, a Vargas Llosa no le importa si los hechos de las novelas de Arguedas se parecen a los hechos de la realidad; lo que le preocupa es que la anteojera ideológica de Arguedas pueda colapsar el segundo nivel de verdad a pesar de que la obra se sostenga apropiadamente en el primero.
Es cierto que yo no creo lo que cree VLL: que Arguedas escribe desde el prejuicio ideológico. Pero es completamente arbitrario todo ese asunto del "doble rasero" que has propuesto. Simplemente, lo has hecho desde una lectura muy superficial.
Donde dice "segundo nivel de verdad: referencial", debería decir "segundo nivel de verdad: representacional".
Bueno, este es tu blog y tomo como normal que tengas la última palabra. Tomo nota de tu apreciación sobre lo "arbitrario" y "superficial" de mi lectura.
Nomás dejo constancia de dos cosas
1. Me pediste documentar mi afirmación sobre LVDLM y lo hice, para que después me digas "No entiendo cómo puedes basarte en "La verdad de las mentiras" para decir lo que dices."
Y aquí tal vez está nuestra discrepancia (al menos una). Tú dices:
"Siguiendo al pie de la letra su propia propuesta, a Vargas Llosa no le importa si los hechos de las novelas de Arguedas se parecen a los hechos de la realidad"
Bueno, en LUA a Vargas Llosa SÍ le importa lo que dices que no le importa, como ya he sustentado. He ahí la contradicción. No sigue su propia propuesta al pie de la letra.
2. No he planteado las cosas en términos de "derecho":
"Vargas Llosa no tiene derecho a señalar lo que él juzga como prejuicios ..."
"sí tiene derecho a decir que la elaboración mítica del mundo andino en Arguedas..."
Seguramente Vargas Llosa tiene derecho a señalar que porque Cámac dice que "la patria de los gringos es el billete", Arguedas comparte esa visión. Como tú tienes derecho a frasearlo como lo haces, que Vargas Llosa dice que "sus defectos representacionales provienen de los errores de concepción de Arguedas puesto a describir ciertos estamentos sociales".
A menos que por "tener derecho" quieras decir "tener razón", se trata de un tema de libertad de expresión, que no he cuestionado, pero que no sustenta en absoluto que las afirmaciones de Vargas Llosa sean inferencias que se desprendan de la evidencia.
Algo de lo que discuten es señalado por Angvik en el libro "La ausencia de la forma da forma a la crítica que forma el canon literario peruano". ¿Así se llama? La visión de la veta ensayística de MVLL se discute de una manera más parecida a la de Silvio que a la de Gustavo. Este parece indicar que MVLL posee una solidez donde no la hay; aquel, en cambio, se nota más ajustado a la interpretación cabal, menos "franela".
Hola, el final no me quedó muy en claro, tal vez porque leí con prisa todo el texto, pero habría que señalar que Vargas Llosa tiene un lado político muy marcado y activo, por lo menos en sus artículos y en sus ideas. No he leído la obra de Vargas o de Arguedas, con eso soy franco, pero del tema he oído algo y el análisis que se hace me parece correcto, junto con la conclusión de que de la textualización se deriva una ideología que debe inspirar a posteriori de la realización del texto. Pero me queda una duda: ¿Cómo podemos aplicar el mismo planteamiento al autor de Redoble de Rancas? ¿No será que también, a partir del interés de exponer un manifiesto ideológico por medio de la literatura se puede llegar a la literatura misma sin que predomine el adagio mental? Suerte.
Me encantaría leer lo de la discuión aquí, pero veo que es bastante largo, y la verdad es que no creo que me dé el tiempo. Tendré que dejarlo. Sólo espero que haya primado la verdad, o por lo menos la lógica. Suerte.
La crítica del Señor Rendón es absolutamente injustificada por que ha hecho una lectura muy superficial de LA VERDAD DE LAS MENTIRAS. Con respecto al texto de MVLL sobre Arguedas, más interesante me parece la propuesta de BIRGER ANGVIK titulada "José María Arguedas: Una presencia persistente en la critica literaria de Vargas LLosa (contenido en su libro "La narración como exorcismo" Mario Vargas LLosa, obras (1996-2003). Publicado por el Fondo de Cultura Económica en el año 2004). Le sugiero al señor Rendón que le le dé una leidita a dicho libro y que de paso relea LA VERDAD DE LAS MENTIRAS de MVLL para que no vuelva a soltar conclusiones tan apresuradas. La crítica nada elogiosa que hace ANGVIK del libro de MVLL sobre Arguedas está mucho mejor fundamentada que la del señor Rendón.
Al último anónimo le pediría que señale concretamente dónde está lo "absolutamente injustificado" y apresurado de mi crítica.
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