12.2.09

50 años de Vargas Llosa

Medio siglo desde la publicación de su primer libro

Entre fines de abril y principios de mayo de 1959, Mario Vargas Llosa terminaba de escribir los primeros dos capítulos de una novela suya, sin nombre todavía, que años más tarde sería
La ciudad y los perros.

En esos días,
hace exactamente medio siglo, alguien en la Editorial Rocas, de Barcelona, le daba los toques finales a la edición de su primer libro: Los jefes, una colección de cuentos que incluía relatos premiados el año anterior en el certamen Leopoldo Alas.

El nombre en la carátula aún no estaba completo: todavía no era el nombre que se haría célebre. Decía, tímidamente, "Mario Vargas".

El escritor, muy pronto, había aprendido a despreciar ese primer manojo de cuentos, todavía inéditos. "En conjunto, el libro es una mierda, incluso para el Perú y España", le escribía en una carta a su amigo Abelardo Oquendo.

El mismo Oquendo recuerda otra carta llegada de Madrid, en esos tiempos:
"En la novela avanzo y me retuerzo. Me cuesta mucho trabajo. Creía tener el argumento perfectamente armado y ahora le encuentro puntos débiles, lunares, incoherencia. Me paso horas enteras corrigiendo una página o tratando de cerrar un diálogo y de pronto me lanzo a escribir sin parar una docena de páginas. No tengo la menor idea acerca de cómo está saliendo, pero me siento embriagado. Escribir es lo único realmente apasionante que existe".
Y unos meses antes:
"Ignoro si siempre ocurre así. Pero yo voy a salir loco: frente la máquina siento malhumor, palpitaciones, odio, impotencia, excitación, fiebre, frío, diarrea, contención, ahogo, asco, vómito, vértigo, una inexpresable y espantosa desesperación".
Van cincuenta años desde que apareció su primer libro, con prólogo de Juan Planas Cerda y un retrato de Clara Guillot en el que, según Vargas Llosa, se le veía como un apache de película, con la frente filosa y la mirada cruel.
Medio siglo de obra del más significativo y crucial de los narradores peruanos, autor de, por lo menos, tres hitos notables para el mundo de la novela en el siglo veinte: La casa verde, Conversación en La Catedral y La guerra del fin del mundo.

(Otros querrán añadir La tía Julia y el escribidor, Pantaleón y las visitadoras, La fiesta del chivo, la malentendida y minusvalorada Historia de Mayta)

Y, quién sabe, acaso se sume a ese cuadro de honor su próxima entrega, la novela del Congo, el Amazonas, Roger Casement y los barones del caucho. Habrá que esperar. ¿Acaso no hacemos eso siempre?

16 comentarios:

Anónimo dijo...

"Los Jefes" debe ser el libro de relatos más leído en el Perú...

CH.

Aquiles Martin dijo...

Excelentes tus datos, que bien q haya gente como tú que nos regale posteos tan interesantes. también son 50 años desde que se fue a vivir a paris, allí empezó a vivir en el 59 pero no sé bien qué mes. Allí escribió la ciudad y los perros y se hizo célebre.

Bueno según Hildebrandt La guerra del fin del mundo es una novela menor comparada con las primeras tres.

yo me volví loco leyendo Conversación en la Catedral, aún no leo la casa verde ni la ciudad y los perros, pero la guerra del fin del mundo no me pareció una novela tan menor.

SAludoS

Orlando Mazeyra Guillén dijo...

Es cierto, siempre lo esperamos (y haremos incluso cuando ya no esté).
Y yo también incluiría HISTORIA DE MAYTA entre sus mejores novelas junto con LCV, CELC y EPELOE. Creo que todos, en alguna medida, somos Mayta, nos sentimos parte de su piel, sus ansias y temores. Y siempre entendí (o malentendí) esa novela como un canto a la utopía, cuando algunos ven todo lo contrario.
Bolaño analiza lúcidamente esta novela diciendo que “se presta a más de una o dos lecturas.Se puede leer como el sueño de unos jóvenes pobres e ingenuos, que no tarda en convertirse en pesadilla, y se puede leer, también, como el transcurso obstinado de una pesadilla que, para sopresa de todos, cada vez se hace más soportable, más cotidiana, más triste y más irremediable, y también acepta una lectura como nota a pie de página, tanto por su estructura como por su argumento o discurso, de su obra maestra Conversación en La Catedral, e incluso se puede leer como epílogo o como estudio agregado o como excrecencia de otra de sus grandes obras…”
Y lo que agrega acerca de Mayta nos permite saber que estamos ante lo mejor de Vargas Llosa “Y aquí aparece Mayta, cuyo retrato es, posiblemente, el logro mayor de esta novela. Mayta no es un muchacho, pero se comporta como un muchacho, es decir, Mayta permanece en una especie de adolescencia premeditada, no se sabe a ciencia cierta si buscada o aceptada con resignación. Mayta es, objetivamente, un inadaptado, pero no es violento ni manipulador ni mucho menos un nihilista.Mayta milita en un partido trotskista de siete miembros, escisión de otro partido trotskista de 20, pero antes lo ha hecho en el partido comunista y antes en el APRA, y de todos se ha marchado por su natural disposición a disentir y a dudar. A Mayta le gustaría ducharse todos los días pero en el cuarto que alquila no hay ducha y se tiene que conformar con ir a los baños públicos una vez cada tres días. Mayta es gordo y nadie diría de él que es atractivo y también es homosexual en una época en que ser homosexual estaba considerado, en Perú y en Latinoamérica, una desviación infame.

Por tanto Mayta oculta su homosexualidad, sobre todo a sus compañeros (pues la izquierda y la derecha, tratándose de temas sexuales, siempre han marchado como hermanos siameses en Latinoamérica) y la sublima o la aplasta bajo una montaña de trabajos de propaganda o militancia o alimenticios que asume con la disposición de un santo. En gran medida, eso es lo que es Mayta: un santo contemporáneo, tentado por el diablo en el desierto, cuyo grado de solidaridad (o de prístina fe) es tan grande que se antoja monstruoso.

Bastaría con esto para que la novela de Vargas Llosa fuera memorable.Pero hay más: el joven alférez que inspira la guerrilla, un caudillo ingenuo e impetuoso cuya fragilidad, intuida desde el primer momento, mientras suena en un pickup un mambo o un bolero, se advierte con los caracteres del fin de la inocencia; los compañeros reciclados de Mayta y sus distintas versiones de éste; las pequeñas historias que el periodista va escuchando y que, en apariencia, nada tienen que ver con la novela pero que constituyen, todas juntas, un entramado riquísimo; la historia del profesor Ubilluz, una posible versión del intelectual criollo y provinciano por excelencia; la composición de la novela, tan similar a un rompecabezas que se va armando en el abismo; el sentido del humor de Vargas Llosa, que salta, a la manera balzaquiana, incluso por encima de sus propias convicciones políticas; las convicciones políticas que ceden, como sólo les sucede a los escritores verdaderos, ante las convicciones literarias. Y finalmente la simpatía y la piedad, que acaso otros llamen objetividad, por sus propios personajes”.

abel arturo dijo...

s verdad, ese conujnto de cuentos no representan casi nada para vargas llosa, a pesar que es su primer libro el no lo ve asi, no le interesan en lo absoluto.
deberiamos por cierto rendor homenaje a esos 50 años dedicados a escribir y dejar de lado el libro, y celebras este medio siglo con vargas llosa.

Anónimo dijo...

Agregaría La ciudad y los perros a tu lista.

Anónimo dijo...

¿de que está hablando ese pata? Yo no me siento Mayta

Martín Romaña

Anónimo dijo...

Me parece que "La Guerra del Fin del Mundo" no tiene la original complejidad en su estructura narrativa de obras como "Conversación en la Catedral" (no he leído la "Casa Verde") e incluso tampoco de "La Ciudad y los Perros"...

Pero ¿novela menor? Habría que ser idiota... Es una novela perfecta y enorme, con personajes muy variados y humanos, todos buscando poder y a la vez todos conducidos por motivaciones que ellos mismos no parecen capaces de entender. Ahí está Ball violando a la mujer, o el Marqués a la mucama; su esposa enloquecida; el periodista vizco conociendo el miedo...

Esa novela me hizo sentir cosas que me provocan (entre tantas otras) agarrar a Hildebrandt y pegarle con la tapa del novelón en la cabeza.

Anónimo dijo...

Gracias por el link al artículo de Abelardo Oquendo. Recrear los días iniciaticos de Vargas Llosa en sus cartas fue un real placer. Creo que ningún escritor peruano contemporáneo (y me temo que en mucho tiempo adelante) le llega ni a los tobillos.

Anónimo dijo...

ya te va a llegar tu maní de Vargas LL, pa cuando lances tu novela, sobonazo

Anónimo dijo...

Buen narrador, puede ser, nada más.

laveron dijo...

Ahora que veo esto...parece que Don V.LL. editó (o está por editar) un ensayo sobre Onetti. La cuestión es que leí un reportaje que le hicieron sobre el tema y dijo algunas cosillas un poco desubicadas, ni malas ni buenas...simplemente (y humildemente) erróneas.
¿habrá algo de este ensayo comentado aquí?

Saludos
Laura

Anónimo dijo...

¿Qué diría Vargas Llosa después del comment de "mazeyra"? ¿No me defiendas, compadre? No. Diría: no mojes que no hay quien planche, piquichón.

Anónimo dijo...

mario vargas es un escritor sobrevalorado. cuando vamos a ver a los verdaderos escritores como coral con su novelon paso de rito, rafael inocente y el poetan ibarra. esa es la gente que saca la cara por la nueva literatura lorcha!!!

Leoncio Paris

Anónimo dijo...

hablando de cuentos!!! dicen por ahi q preparas una reseña de parabellum y lo haces polvo a vico..... q fue? puro floro?

Anónimo dijo...

no te olvides de los cachorros y pichula cuellar, olvido garrafal el tuyo.

Vicente Necesidad

Aquiles Martin dijo...

el primer violador fue Gall, no Ball, y hildebrandt tendrá sus razones que se respetan, aunq a mí también me parece una novela hermosísima y llena de humanidad por todos lados esa Guerra del Fin del mundo q es la misma historia de todas las putas guerras en el puto mundo.