Volvemos a la conversación
¿Dos (o más) interlocutores están, al menos en apariencia, seriamente interesados en decirse algo el uno al otro, pero son poco menos que incapaces de escucharse mutuamente?
¿Y mientras tanto otras personas oyen lo que ambos dicen, es decir, aquellos mismos mensajess frustrados que los dos primeros no alcanzan a captar?
Cuando yo era feliz e indocumentado, a eso se le llamaba "el cono del silencio". La era ciberespacial ha generado su propia versión contemporánea: el blog.
Todo esto, sólo para contarles que regreso al blog regularmente dede esta semana (luego de otros dos días en Rio de Janeiro, y tras mi encuentro casi traumático con los libro de Caio Fernando Abreu, cosa de la que les hablaré más adelante).
Sigamos, pues, con nuestro diálogo de sordos.
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15 comentarios:
Que bien!
Que siga el diálogo que Ud. disponga.
Bienvenido de vuelta.
deliras, asno
El problema de los dos interlocutores en esferas incomunicadas es que uno hace trampa y el otro trata de descubrir cuál es la trampa de la que lo quieren hacer víctima. Uno tiene un plan entre manos y arma el tinglado de las dos esferas. El otro es invitado a entrar a la esfera, pero no tiene la menor idea de qué se trata. ¿Qué quieres decir Gustavo? No tengo ni la menor idea de lo que has querido sugerir con este post.
esta hablando de la blogósfera peruana y su inútil diálogo de sordos
¿Y qué quieres?
Tú haces un post sobre lo que te interesa, y los comentaristas tocan aquello que les interesó del post.
Entonces, qué, antes de publicar un post, ¿preguntarás a tus visitantes si les interesará conversar productivamente sobre ese post?, ¿o harás una encuesta sobre qué tema preciso tus lectores serían capaces de debatir o aportar sin derivar hacia estupideces?
Eso entendí. ¿Hablo huevadas?
P.D.: Luching, me llegas al ave soul. Al pajarraco, no al alma.
se agracede la testarudez.
f.
deja de lanzar tío
AL
Ayer te vi chapando combi en la brasil... ¿cuándo pondrán un google earth para saber desde dónde postean los "trotamundos"?
La interrogativa precisa como introducción y el giro final, hacen de este post uno de los mejores del año.
Say no more.
Eso mismo digo yo.
¿Te refieres a "Onde andará Dulce Veiga?"?
Mire, usted no ayuda tampoco a que su blog despegue del diálogo de sordos. Es una persona nada empática, tolerante y al igual que su amiguito Thays que generaliza acerca de los anónimos como terribles o la peste (cito a Thays). Todos los anónimos no son cobardes, insolentes o energúmenos. Hay sus excepciones; incluso hay comentaristas que firman con seudónimos y son dignos y muchas veces ofrecen un contrapunto a lo que usted expresa en sus textos. Así que no se venga con ser original, lúcido o certero diciendo que continúe "el cono del silencio". Las temporadas que usted se ha quedado en silencio han resultado más gratificantes y hasta más expresivas que cualquiera de sus posts. Aprovecho decirle que ha vuelto a patinar cuando asevera que Goyo Martínez no es un escritor y que como ensayista no la ve. Se pasa. Ya una vez le señalé su mala leche en apreciaciones y que usted suele reaccionar con juicios negativos sobre alguien cuando el susodicho lo ha atacado. Usted expresa lo de Martínez como reacción a los ataques personales que ha sufrido. Se nota que quien no la ve es usted como lector, no crea que por haber estudiado en el extranjero y enseñar en los yunaites se convierte automáticamente en una voz autorizada e incuestionable. Yo ya le señalé que no me convence; del mismo modo no me convenció cuando dijo que no hallaba aportes o nada rescatable en el trabajo de Miguel ángel Huamán, ese ensayo donde discrepaba y criticaba su antología Toda la sangre. No le puedo creer que no haya nada rescatable en semejante texto. Por favor. Usted promueve la narcolepsia y es activo impulsor de la existencia de un cono del silencio aquí. Y no busque como salida fácil preguntarme: haber y en opinión de usted qué méritos o valores tiene la prosa de Martínez y qué rescata de lo escrito por Huamán. Es muy fácil lanzar esa responsabilidad a mí; lo digo porque usted muchas veces no argumenta con cosas de fondo sino muy anecdóticas, insustanciales y escuetas. No por ser conciso, usted obtiene el don de explicar contundente y claramente.
Ya me exprese.
Y admito una errata cometida: debí escribir expresé en lugar de exprese, verbo sin tilde.
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