Y cómo Silvio Rendón le ha perdido miedo al ridículo
En el Perú (supongo que lo mismo pasa en todas partes), cuando se quiere arrojar rápidamente una piedra furtiva contra un crítico literario, se hace lo siguiente: se espera a que ese crítico escriba un artículo sobre un libro de alguien que sea, o bien su rival, o bien su amigo.
Si el crítico ha comentado positivamente a un amigo o a alguien que de alguna manera está en su misma orilla del debate literario, entonces se acusa al crítico de parcializarse a favor de quienes son cercanos a él; si el crítico ha comentado negativamente a un rival, se le acusa de parcializarse negativamente con la obra de quienes le son contrarios.
Si el crítico ha comentado negativamente a alguien cercano, o positivamente a alguien de la orilla opuesta, entonces no se dice nada, porque para eso habría que ser justo y guiarse por la inteligencia y la buena fe en lugar del hígado, y quienes hacen las cosas que describí arriba no quieren ser justos y sin sus hígados no son nadie.
Hace unos días escribí un post criticando la seudo-crítica literaria y los demás sebos de culebra que Marco Aurelio Denegri obsequia en un programa de la televisora estatal. Dado que tomé como ejemplo una seudo-crítica suya contra la última novela de Santiago Roncagliolo, los maestros del hígado me acusaron, anónimamente, en este mismo blog, de parcializarme con Roncagliolo porque era mi amigo o porque estaba en mi lado de la imaginaria orilla que divide a la literatura peruana, según se supone, en dos bandos.
¿Por qué lo hicieron anónimamente? Pues, porque seguramente todos ellos sabían que no hay un solo crítico en el Perú que haya escrito tantas veces reseñas negativas de la obra de Roncagliolo como lo he hecho yo, en este blog y en diarios peruanos y en revistas extranjeras. En otras palabras, porque esos anónimos saben que acusarme de amiguismo con Santiago Roncagliolo es como acusar al agua de coludirse con el aceite.
Pero no se puede pedir la misma sagacidad a todo el mundo. Nunca falta un maestro del hígado que está dispuesto a firmar con su nombre cualquier tipo de sandez. En este caso, el maestro del hígado no es otro que Silvio Rendón... ¿Qué dice Rendón? Dice, literalmente, lo siguiente:
"Como suele hacer, Faverón salta cuando alguien se mete con un Roncagliolo, Ampuero, Cisneros, Vargas Llosa, etc.". (Busquen la cita completa en el número 21 de el galimatías que enlazo).
Es decir, Silvio Rendón afirma que mi artículo de hace unos días no fue guiado por mi espíritu crítico, sino por mi costumbre de defender a cualquiera que ataque a Santiago Roncagliolo. Quizá Silvio Rendón, antes de escribir eso, debería haber seguido su práctica habitual de leer y releer cada rincón de este blog en busca de cosas de qué acusarme. Así, hubiera encontrado los siguientes textos, escritos por mí, que aparecieron aquí mismo o que fueron enlazados desde este blog:
a) Esta crítica, sumamente dura y negativa, sobre la novela Pudor, de Santiago Roncagliolo.
b) Este comentario, también negativo, sobre un artículo de Roncagliolo, con un enlace a un texto ajeno, no menos negativo.
c) Este comentario, igualmente negativo, sobre el libro La cuarta espada, de Roncagliolo, y sobre ciertas críticas que se escribieron sobre él apenas apereció.
d) Mi reseña, bastante negativa, de la novela Abril rojo, de Roncagliolo, publicada en El Comercio en la época de su aparición.
e) Este artículo, otra vez negativo, sobre ciertas ideas expuestas por Roncagliolo en un artículo suyo sobre el cine de Godard y ciertas poéticas narrativas contemporáneas.
f) Este artículo, enteramente negativo, sobre otras ideas expuestas por Roncagliolo en un diario español, en relación con los conflictos raciales en el Perú.
g) Este artículo, en el que pregunto, por enésima vez, qué cosa dice Abril rojo sobre la violencia en el Perú, y en el que, una vez más, no encuentro respuesta alguna.
h) Esta reseña mía de La cuarta espada, publicada en The Barcelona Review. ¿Debo decir que también fue una reseña negativa?
Hay varios más. Pero creo que con eso basta: nunca he defendido mecánicamente a Santiago Roncagliolo (mucho menos sistemáticamente). No lo conozco, ni en persona ni vía email ni por teléfono, no es mi amigo, no es mi enemigo. Mi impresión sobre sus libros ha sido comúnmente negativa (excepto por el primero, que me pareció un buen libro, y por aquel que fue objeto de una extraña polémica editorial hace un tiempo, que no he leído).
Si dije lo que dije sobre la crítica de Denegri, es porque me pareció justo decirlo, y mis razones están claramente expresadas en ese post. Aunque gente como Silvio Rendón no lo pueda comprender, esa también es una manera válida de actuar y se da en la realidad. Por ejemplo, en mi caso.
Ahora bien, Rendón, al imaginar y decir esto sobre mí, está yendo directamente contra mi ética profesional. Criticar literatura es mi profesión, es mi oficio, es mi trabajo: soy novelista, soy crítico, soy profesor de literatura, soy ensayista. Decir lo que Rendón dice, porque le sale del hígado, es una difamación, cuya fasedad queda claramente establecida si se presta atención a los textos que acabo de mostrarles.
¿Qué va a hacer Rendón ahora? ¿Va a pedir disculpas? No lo creo. Pero debería, si él también tuviera algo de ética. Sospecho que lo que va a hacer es inventar algo nuevo, otra falsedad u otra tontería, como es su costumbre desde que dejó de tenerle miedo al ridículo.
...
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11 comentarios:
Faltó responder la primera parte del párrafo:
"Argumentos que recuerdo se usaban contra Ivan Thays: “como es el canal del Estado, debe invitar a todos los escritores”, pero como Thays es pata de Faverón, éste no le reclamaba por falta de seriedad o de respeto."
"Y a ver, más allá de los pergaminos que exhibe Faverón, ¿no es verdad que Faverón acaba de saltar cuando Denegri se metió con Roncagliolo? ¿Y lo hizo antes, cuando Denegri se metió con otros? ¿No es verdad que Faverón saltó inmediatamante ante una desfavorable reseña a Ampuero, maltratando a la reseñadora? ¿No es verdad que Faverón saltó a decir que el general Cisneros abogó por que las fuerzas armadas no participaran de la lucha contra Sendero Luminoso para defender a Renato Cisneros de un ataque? ¿Y a Varguitas? Incluso saltó en este blog a propósito de La Utopía Arcaica. Es una constatación: el apergaminado crítico es un saltón selectivo. Todo un campeón pluma del doble estándar: lo que él hace es crítica seria, pero cuando lo critican a él, señalándole sus inocultables sesgos, es difamación. Y encima dice que le debo disculpas. Más bien le dedico este trabalenguas:
"Eso sería cierto si no fuera mentira".
"Y a ver, más allá de los pergaminos que exhibe Faverón, ¿no es verdad que Faverón acaba de saltar cuando Denegri se metió con Roncagliolo? ¿Y lo hizo antes, cuando Denegri se metió con otros? ¿No es verdad que Faverón saltó inmediatamante ante una desfavorable reseña a Ampuero, maltratando a la reseñadora? ¿No es verdad que Faverón saltó a decir que el general Cisneros abogó por que las fuerzas armadas no participaran de la lucha contra Sendero Luminoso para defender a Renato Cisneros de un ataque? ¿Y a Varguitas? Incluso saltó en este blog a propósito de La Utopía Arcaica. Es una constatación: el apergaminado crítico es un saltón selectivo. Todo un campeón pluma del doble estándar: lo que él hace es crítica seria, pero cuando lo critican a él, señalándole sus inocultables sesgos, es difamación. Y encima dice que le debo disculpas. Más bien le dedico este trabalenguas:
"Eso sería cierto si no fuera mentira".
La crítica a Denegri estaba fundada en el absurdo de pensar que era "crítica literaria". Cuando no hay evidencia de que se hizo "crítica literaria", sino una crítica a la pobreza léxica, a la impertinencia y a la impropiedad sintáctica. Si la circunscripción de la discusión se refiere a la obra de Roncagliolo, desde los puntos de vista descritos tanto por Faverón (en sus antiguos artículos), cuanto por Denegri (en el mentado programa), se acierta.
Además se puede inferir que Rendón toma a Roncagliolo como un arquetipo cuando lo llama indefinidamente "un Roncagliolo", para despersonalizar a tal escribidor y transformarlo en la imagen de alguien que es criticable (en la errática impugnación de Faverón a Denegri) en un solo sentido, el de Faverón.
Claaaaaaaro que sí, Denegri no estaba criticando el texto como literatura... por eso le preocupaba tanto que en unos años Roncayulo vaya a ganar el nobel...
¿Algún día entenderé qué placer encuentran (ya que sé de sobra que nunca comprenderé qué esperan ganar) en estos debates?
Anónimo: te explico: razonar es un placer; criticar, una necesidad.
muy buena respuesta de, la de tentación de lúcuma...
Vaya, alguien preguntando por la justificación de la crítica o del análisis. Mejor, por la búsqueda de la verdad. Una respuesta que fue tentantada en 1878:
"Me parece que nos vemos impulsados a la posición de que la lógica inexorablemente nos exige que nuestros interesees no sean limitados. Esos intereses no deben detenerse en nuestro propio destino sino que deben abarcar a toda la comunidad. Y esa comunidad a su vez no ha de ser limitada, sino que debe extenderse a todas las razas de seres con los cuales podemos entrar en relación intelectural inmediata o mediata... En los hechos no hay nada que nos impida tener una esperanza o el deseo tranquilo y jubiloso de que la comunidad pueda perdurar más allá de cualquier fecha calculable. CSP
bueno, después de haberme soplado todo lo que se ha afirmado y argumentado en este debate, sólo me queda decir que me alegro al no haberme equivocado cuando pensé que la idea de fondo en tu artículo sobre MAD no tuvo un origen parcializado por la amistad. yo también creo que MAD no hace crítica literaria, sino que opina sobre el buen o mal uso que algunos autores le dan al lenguaje. es más, creo que MAD -como muchos otros, incluyéndote- aveces suelta cosa que, francamente, nos hacen dudar sobre el temor que le tienen al ridículo ("Yma Sumac no sabía cantar", "el verso 'el sol que llora en las mañanas' no es uno bueno, porque el sol no llora", etc., etc.). pero -sorry Gustavito- todo eso no basta para crearme la certeza de que un tipo así deba ser echado de la televisión estatal... es decir: ¿acaso estamos locos para hacer semejante pedido? así mismo, tampoco se me ocurriría pedir la cabeza de un tal Faverón sólo porque el 10% del blog que escribe aveces contiene inconsistencias y absurdos, ¡ni cagando! al hacerlo me estaría privando del 90% restante que es de un contenido demasiado chévere e interesante.
es la primera vez que te escribo y me alegra que lo haya hecho en torno a un debate como este. saludos.
Gustavo Faveron Patriau, ¿alguna vez has posteado algún artículo sobre los escritos de giulana llamoja?
hasta ahora nadie comenta su estilo, sus temas, etc.
saludos
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