Después de una semana de mensajes más bien serios, pasemos al chisme, sin salir por ello de la esfera cultural (creo). La excusa es este divertido artículo de Antonio Gnoli y Franco Volpi, publicado hoy en El Mercurio de Santiago de Chile (hogar circunstancial, no lo olvidemos, del floricultor Alberto Fujimori, Chinochet).
Los filósfos en cuestión son Martin Heidegger y su amante más interesante: Hannah Arendt, pero algunos otros se cuelan por ahí (Gadamer figura como informante). Y sus vidas sexuales, íntimas, amorosas o emotivas se han hecho públicas, o más públicas de lo que eran ya, a raíz de la aparición de un epistolario de Heidegger y su cornucópica pareja, que viene a sumarse a uno que ya se conocía, de cartas intercambiadas entre el filósofo y la Arendt.
El género tiene el antecedente ilustre de las cartas de Joyce, aunque las de Heidegger no se aproximan a las del irlandés en lo escandaloso de sus devaneos pornográficos (y, en el mundo de la ficción, tenemos la correspondencia de Beatriz Viterbo y Carlos Argentino Daneri). En fin, lean el artículo y, como dirían Lacan o Žižek, gócenlo.
Imagen: Arendt y Heidegger, algo anacrónicos (fotomontaje: gfp).
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
Supongo entonces que en alguno de sus polvos metafisicos le habra llegado a Heidegger la idea esa de que la nada nadea?
"La nada nadea" es la fea traducción de algún intérprete español, a partir de uno de esos párrafos alucinantes de Heidegger, cuya idea básica era que la nada era parte del ser.
¿"alucinantes" o alucinógenos?
Publicar un comentario