9.7.07

Producciones Verde Olivo

El Ejército Peruano se convierte en productor cinematográfico

Se cierra un círculo irónico: el Ministerio de Defensa censura una muestra gráfica y veta un afiche que parodia la propaganda del Ejército norteamericano durante la segunda guerra mundial.

Y ahora el Ejército Peruano anuncia su ingreso en el mundo de la propaganda cinematográfica.

¿Programa o coincidencia?

Yo me temo que estamos ante las puertas de un esfuerzo desembozado del Ejército por priorizar la concientización de los peruanos y la domesticación de sus opiniones y por transformarse en un factor cada vez más determinante en el juego del poder.

Llámenme paraoico, pero no creo que sea pura coincidencia que los generalotes Fulano y Mengano, en un lapso de quince días, empiecen a censurar exposiciones de arte y a firmar contratos para producir películas.

La noticia

Me pregunto quién censurará
Vidas paralelas. ¿Tendremos que ser todos nosotros? ¿Tendremos derecho? La película aún no existe, pero existirá: aparentemente, será un vehículo para la difusión de lo que la jerarquía militar juzgue pertinente decir sobre el rol del Ejército en los años de la violencia. Su directora será
Rocío Lladó (ganadora del premio Conacine de cortometraje el año 2004) y la cinta será construida a partir de un guión del capitán EP Carlos Freyre. Lo interesante es el dato adicional: el financiamiento de la cinta vendrá de las arcas del Ejército Peruano.

Como lo normal es que un país tenga un solo ejército, voy a da
r por supuesto que el ejército del que hablamos es el mismo que hace unas semanas exigió, a través de funcionarios del Ministerio de Defensa, que el Instituto Nacional de Cultura censurara una muestra del artista Piero Quijano por considerarla un insulto contra las Fuerzas Armadas.

A pesar de lo que piensen los desavisados, la incursión del ejército por el terreno de la cinematografía no es novedad: entre sus pasados esfuerzos en el campo de la ficción icónica se cuenta más de un
mockumentary como aquellos acerca de la retoma de la residencia del embajador de Japón (toma en picado de Fujimori elevándose entre cadáveres recién repasados) o la recuperación de tierras peruanas en el último conflicto con el Ecuador (filmada en una locación varios kilómetros al sur de lo que debió ser el escenario real).

Y, ya fuera de bromas de humor dudoso, mi generación recuerda perfectamente, también, la pésima e infinita serie televisiva sobre los héroes de la Guerra del Pacífico, allá por los años de la dictadura militar.

Las preguntas

La noticia nos deja algunas cosas nuevas en el panorama, que vale la pena revisar. Por un lado, está la pregunta obvia, que ya anda de ronda por blogs y redacciones: ¿está bien que el Ejército invierta en la producción de películas?

Es decir: ¿es ética y moralmente pertinente? ¿Es correcto de acuerdo con la legalidad peruana? ¿Es explicable que el ejército produzca filmes cuando los organismos de difusión cultural del Estado no cumplen con su rol previsto de apoyar el cine? ¿Está bien que el Estado peruano gaste dinero en transformar un arte en una forma de propaganda, teniendo en cuenta que no gasta casi nada en apoyar el arte en tanto arte?

Hay otra cosa aquí que a mí, personalmente, me parece no menos inquietante: el hecho de que el Ejército Peruano pueda al mismo tiempo producir obras de arte y espectáculos propios y censurar obras de arte y espectáculos ajenos.

Me explico: ya sabemos que el Estado hace poco o nada por promover el cine (es una discusión aparte si está o no está obligado a hacerlo). También sabemos que el gobierno ha respaldado la intervención censora del Ejército Peruano en por lo menos un caso reciente y notorio. Ahora sabemos, además, que el Ejército va a entrar en el mercado y en el negocio del cine.

Sumemos dos más dos: ¿vamos a permitir que el Ejército se convierta en una entidad con derecho a vetar todo lo que le disguste en el ámbito de la producción cultural y, al mismo tiempo, derecho a participar en esa producción cultural, en directa competencia con otros productores?

¿Qué hacer?

Sería fácil decir: la solución es que el Ejército nunca más vete o censure nada. Así, no sería tan extraño su rol de opinador y partícipe en la producción artística y cultural. Total, si todos tenemos derecho a decir lo que pensamos, también el Ejército tiene derecho a decir lo que piensa.

En condiciones normales, o simplemente menos conflictivas, esa sería acaso mi idea general al respecto. Pero, en vista de que Alan García y sus aliados acaban de dejar bien en claro que, para ellos, el Ejército tiene derecho a vetar y censurar lo que le dé la gana, entonces, lo menos que podemos hacer, ahora, coyunturalmente, es formar una corriente de opinión para que el Ejército desista de ingresar en un campo cultural contra el cual hace pocos días acaba de atentar abierta y patentemente.

Y además, por supuesto, tenemos que seguir insistiendo en que el atropello contra la exhibición de Piero Quijano es inaceptable, y nada, absolutamente nada, debe atenuar nuestro rechazo.

Imágenes: propaganda en la URSS, Estados Unidos (aunque ésta es más bien una ironización de la propaganda americana) y la Alemania nazi.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

El ejército no tiene por qué estar metiéndose en estos asuntos, ni gastando nuestro dinero en promover su imagen a través de simple propaganda al mejor estilo facho, y es una lástima que una universidad se preste a ello.

Anónimo dijo...

"Supongo que realizaran una pelicula de la primera guerra mundial acorde con su teconologia"

Anónimo dijo...

si nada debe atenuar nuestro rechazo entonces se me escapó el rechazo de Iván Thays a la censura. Puedes colgarlo por favor?

Gustavo Faverón Patriau dijo...

`
Pásame el texto y yo lo pongo, y de paso me alcanzas el tuyo, con tu firma, claro. Salvo que te llames "anónimo".

Según entiendo, el blog de Iván se dedica exclusivamente a la literatura. Yo no recuerdo que haya posteado nada nunca relativo a las artes plásticas. ¿Eso está mal?

Anónimo dijo...

Bien originales en "La República". Publican un "ramillete" de poemas sobre Machu Picchu que son los mismos que tú enumeraste en tu blog. ¿Ese es el periódico dónde publica el plagerazo de Eloy Jáuregui? Con razón, pues.

Anónimo dijo...

Una pregunta que me queda dando vueltas en la cabeza es por qué te preguntan a ti sobre lo que hace o deja de hacer Iván Thays y por qué esa obsesión. ¿Cuál es tu vínculo con Thays, Gustavo?

Anónimo dijo...

De acuerdo con lo principal de tu post, ojala hubiera una corriente contra la censura e intromision del ejercito (pagada por los peruanos) en una esfera que le deberia ser ajena. Por otro lado, en vista de su historico fracaso en la esfera que le es propia, cabe augurar que esa pelicula sera un mamarracho. Habria que decirle a Garcia y los militares que la hagan, si quieren, pero con dinero de sus bolsillos, no del erario nacional, porque tal como esta proyectada es una claro caso de malversacion de fondos.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Yo estoy enteramente de acuerdo en que la censura contra Quijano es repudiable y debe rechazarse. No entiendo muy bien, sin embargo, cómo puede sugerirse que una razonable respuesta a esa censura es pedir que se silencie otro mensaje (no importa cuán malo o bueno se considere: la tolerancia consiste justamente en no impedir la expresión de lo que no nos gusta).

Por otra parte, esos cortos van a ser obviamente presentados en público, es decir, van a someterse también al juicio de los demás y pueden ser criticados. Es más, me parece muy saludable que el ejército verbalice (o en este caso, "visualice") su versión. Es, de hecho, mucho mejor que simplemente sentarse a rumiarla en silencio (o a través de censuras).

Encuentro exageradas también las comparaciones con las producciones soviéticas y nazis (imagino que a eso apuntan las imágenes). La capacidad del ejército para censurar está limitada al apoyo de los institutos del Estado a versiones disidentes. La caricatura de Quijano ha sido ampliamente circulada en el Perú, a pesar de la censura en el INC (maliciosamente, algunos han sugerido que gracias a ella). Nada ha hecho el ejército para impedirlo (que yo sepa), ni podría hacerlo, felizmente. Si acaso, como tú sugieres, financiar esos cortos es su respuesta a esa circulación; pero eso es diferente de censurar (en cierto modo, podría decirse que están aprendiendo a conversar).

Hay otro aspecto de esta idea que es también digno de mención. Y es el hecho de que TAMBIEN hay víctimas de las fuerzas armadas. Los soldados y oficiales que murieron asesinados por las bandas terroristas merecen también una voz, alguien que cuente sus historias. Ese es el anunciado tema de esos cortos. Falta ver, claro, si les harán la debida justicia. Pero no hay ninguna razón a priori para negarle al ejército la posibilidad de contribuir a contar esa historia.

Anónimo dijo...

miguel:
ok, pero imagino que compartirias la idea de que se haga publica la cantidad exacta de dinero del Estado (osea, de todos los peruanos) que financiara tal pelicula del ejercito, y que una cantidad al menos igual se asignara para cada pelicula de realizadores independientes en el Peru, que pasen, obviamente, una seleccion desde un organismo no censurador y que evalue solo la calidad artistica de las propuestas.
En vista de la censura a Quijano, creer que tal transparente democracia ocurriria es vivir en el hiperuranio.

Anónimo dijo...

Me parece risible que un periodista de tanto recorrido no se haya informado bien y crea que el Estado o el Ejército está financiando la película. Lo único en que gastó fue en mi pasaje de Tumbes a Lima para escribir el guión original. Lo demás (y las ganancias si es que las hubiera) son de Alas Peruanas. Me parece anacrónico que en pleno siglo XXI, se pueda decir quien debe opinar de tal o cual tema. La guerra interna manchó de sangre a "todos" los peruanos. Y todos los peruanos, uniformados o no, tenemos el derecho por lo menos de dar nuestra visión del conflicto. Un abrazo. Carlos Enrique Freyre