17.11.10

Frenemies

Esquizofrenia y simple objetividad

En la época en que se inició la famosa polémica entre andinos y criollos, yo publiqué en el diario Perú 21 un artículo titulado Demasiado ego, cuyo párrafo final decía:
"Las ficciones de Gutiérrez, Cueto, Rivera Martínez, Riesco, Ampuero, Colchado, con su afán por retratar la diversidad del país, hablan de una narrativa peruana en auge, a punto de parir formas insólitas. Pero las discusiones públicas entre algunos de esos autores parecen desdecir la calidad de sus obras. Mientras los escritores ensayan el siguiente tacle, su propia literatura parece cogerlos por sorpresa, pasar sobre ellos, hacerse sutilmente las preguntas que los escritores deberían hacer también en voz alta, en diarios, revistas y programas de radio y televisión: en las circunstancias del país, esa es también su responsabilidad".
Notarán que en esa columna expresé claramente mi decepción ante el camino que estaban tomando en esa polémica tanto los llamados andinos como los llamados criollos. La lista de ejemplos incluyó a dos de mis amigos más queridos en Lima: Fernando Ampuero y Alonso Cueto, junto a uno de los autores que más duramente he criticado, Miguel Gutiérrez, además de otros a los que admiro también, como Rivera Martínez, la hoy desaparecida Laura Riesco y el estupendo cuentista Óscar Colchado.

El artículo, por cierto, no debió de hacerme más simpático a mis amigos, pero ninguno de ellos jamás me reprochó haberlo escrito ni haberlo publicado. No tendrían por qué, dado que ellos saben que mi opinión sobre sus obras y sobre su actuación pública corre en paralelo a nuestra amistad.

Como saben, porque lo comenté ampliamente en el post anterior, Silvio Rendón, administrador del blog Gran Combo Club, me acusó hace unos días de tener la costumbre de saltar en defensa de "Roncagliolo, Ampuero, Cisneros, Vargas Llosa", cada vez que alguien los critica o los ataca.

Como su ejemplo era el de una nota mía referida a las críticas de Marco Aurelio Denegri a Santiago Roncagliolo, le presenté, aquí mismo, ocho artículos míos en los que critiqué muy negativamente la obra y las opiniones públicas de Roncagliolo.

Si Silvio Rendón fuera un poco más despierto y lúcido como lector (o tuviera menos mala leche), no habría sido necesario darle esos ejemplos, porque en la misma nota sobre Roncagliolo y Denegri, escribí, en refernecia a la novela de Roncagliolo, lo siguiente:
"Por supuesto, me dirán que lo que le espanta a Denegri no es un desconcertante libro experimental, colmado de rarezas y riesgos, sino un libro bastante convencional, sin grandes sorpresas de estilo, hecho para el éxito mercantil por uno de los autores más comerciales de las letras peruanas recientes. Correcto".
Y repito: correcto. En efecto, Roncagliolo es para mí, y lo dije en ese artículo como en los otros mencionados, un escritor convencional, sin sorpresas, comercial, que escribe para el éxito mercantil y que nunca arriesga. Eso es lo que Rendón entiende, aparentemente, como una defensa de Roncagliolo. No me pregunten cómo o por qué; esas son cosas que sólo se entienden en su cabeza.

Otro de los autores que según Rendón yo brinco a defender apenas alguien dice algo negativo sobre él es Mario Vargas Llosa. Pero resulta que a Vargas Llosa (de quien más de una vez he dicho que es la persona que decidió mi vocación literaria, y con ello buena parte de mi vida) lo he criticado muchas veces, más de una en tono negativo, incluyendo una ponencia en un Congreso de la Latin American Studies Association sobre El paraíso en la otra esquina. Y lo critiqué hace muy poco, apenas en agosto último, en una serie de posts que pueden ver aquí mismo: 


Vargas Llosa versus las culturas, 3

"Roncagliolo, Ampuero, Cisneros, Vargas Llosa", dice Rendón. Ya mencioné artículos míos en que he criticado o la obra o las posiciones públicas de tres de esos cuatro. Si quieren bucear en el archivo del blog encontrarán más. Sólo queda Cisneros.

Cuando leí el nombre de Cisneros, pensé, como casi cualquier persona de mi edad a la que le muestren ese lista, que Rendón estaba hablando de Antonio Cisneros. Pero no. Resulta que Rendón estaba hablando de Renato Cisneros.

Y aunque no sé qué tienen que ver Renato Cisneros con Vargas Llosa, o cómo es que Ampuero y Roncagliolo son parte del mismo club, sí debo reconocer que a Renato lo he defendido una vez de lo que me pareció un ataque no sólo ridículo sino bastante bajo: una intriga de Paolo de Lima en la que se pretendía forzar a Renato Cisneros a tomar una postura pública en contra de la actuación político-militar de su padre dos décadas antes, cuando Renato era un niño.

Según el argumento de Rendón, yo me he auto-instituido en un defensor de "Roncagliolo, Ampuero, Cisneros, Vargas Llosa, etc". Ciertamente, se pueden encontrar artículos míos en los que he defendido a todos ellos en alguna circunstancia particular. Pero, curiosamente, también se pueden encontrar artículos míos en los que los he criticado negativamente (excepto en el caso de Renato, entre otros motivos porque simplemente no he escrito sobre su obra literaria, salvo para ponerla como ejemplo de lo minúsculas que son las ventas de libros en el Perú incluso en el caso de los best-sellers comerciales).

Pregunto: ¿será que mi plan es hacer que nadie más que yo tenga derecho a hablar mal sobre esos autores? ¿O será que soy un esquizoide que los detesta un día y lo adora al día siguiente?

Mis amigos responderán que sí, porque mis amigos no pierden oportunidad de batirme, porque mis amigos son unos atorrantes, como decía, cariñosamente, Joan Manuel Serrat. Pero llamarme esquizoide para explicar una cosa tan sencilla es lo que un científico llamaría una hipótesis costosa.

Menos costoso, mucho más económico, y bastante más obvio, es suponer que yo los critico negativamente cuando tengo una opinión negativa sobre algo que han escrito y los critico positivamente cuando mi opinión es positiva. Lo mismo ha pasado con aquellos escritores a quienes algunos ven en la orilla contraria: no debo recordarle a nadie que incluí en la antología Toda la sangre cuentos de Miguel Gutiérrez, Oswaldo Reynoso, Dante Castro, etc., y ciertamente no lo hice porque menospreciara sus obras.

Curiosamente, esta segunda hipótesis no sólo me salva de la esquizofrenia, sino que me convierte en una persona regularmente coherente, creo yo.

...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mirko Lauer te ha hecho pisar el palito (muy facil: inflarte el ego que ya tienes hipertrofiado) El bigoton estara sonriendo. Saludos Mirko :)

Carlos dijo...

el Dr. Rendón ha censurado un comentario mío en su blog en el que me mostraba de acuerdo contigo.

Chuck Norris dijo...

A mí también me censuró un comentario en el que demostraba que mi opinión sobre esa pésima película de artes marciales llamada The Matrix es igual de válida que la de MAD sobre la novela de Roncagliolo. Sin embargo, Silvio tiene derecho censurarlo, para eso es su blog.

Anónimo dijo...

Faverón, solitaria y obstinadamente buscas estos descargos que son poco menos que berrinches.

Hasta habría cierta sincronía de tus ánimos, acaso regularmente coherentes (más bien proteicos, ¿no crees?) en determinados períodos; un patrón anual que hace que constantemente vuelvas a tus peleas crónicas.

Lo que escribiste en el párrafo que concluye tu columna "Demasiado Ego" es perfectamente aplicable a tu labor como crítico, tu nombre debería adscribirse a la enumeración de esos escritores si estuviesen incluidos en la lista los elucubradores oficiales de la "crítica literaria".