Más de medio centenar de adaptaciones: aquí una de ellas (y algo más)
A quienes, como yo, sólo pueden recordar tres películas basadas en obras de Kafka (El proceso de Orson Welles, El castillo de Michael Haneke y Kafka de Steven Soderbergh, que no recrea ningún texto en particular pero incluye retazos de varios de ellos), aquí un dato interesante: Internet Movie Database registra cincuenta y un películas en cuyos créditos aparece Kafka como autor original, fuente para el guión, etc.
La más antigua de todas fue producida en 1950 y, además, en español: un cortometraje de Néstor Almendros y el conocido cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea, titulado Una confusión cotidiana. Gutiérrez Alea, como se sabe, dirigiría más adelante cintas como Memorias del subdesarrollo, Fresa y chocolate y Guantanamera. Almendros sería luego director de fotografía en filmes de Truffaut, Rohmer, Schroeder, Scorsese, Malick, etc.
La de Welles, en 1962, es apenas la tercera película basada en cosas de Kafka, de acuerdo con los datos de Imdb. En 1970, otro hispanohablante llegaría a Kafka: el notable director chileno Raoul Ruiz, adaptador de La colonia penal. Entre los pocos otros talentosos que se han atrevido figuran también los hermanos Quay e István Szabó.
Entre los grandes fracasos, el más sonoro puede haber sido The Trial (1993), de David Hugh Jones, con guión del ahora premio Nobel Harold Pinter. No he visto esta película. Sé que el rol del sacerdote, o acaso rabino, que le cuenta a Joseph K la historia del hombre ante las puertas de la ley, lo tiene a su cargo Anthony Hopkins. Y que Joseph K es Kyle MacLachlan, un actor que, salvo cuando lo dirige David Lynch, jamás hace otra cosa que estropear papeles.
Aquí les dejo dos cortometrajes kafkianos, uno de ellos dividido en dos partes:
El primero, titulado Franz Kafka, es de 1991 y fue hecho por el muy notable (y lamentablemente parco) animador polaco Piotr Dumala, autor también, en el año 2000, de una adaptación de Crimen y castigo. (Dumala es asimismo cuentista, pero de esa parte de su obra no puedo decir nada).
El segundo cortometraje es una interesante adaptación de La metamorfosis, una versión esquizoide dirigida por el español Fran Estévez, en la que la subjetividad asumida por la imagen es la de la hermana de Gregor Samsa, pero la voz narrativa es la del joven ya convertido en insecto.
Primera parte
Segunda parte
29.6.07
2. Los viajes de Kafka
Autor de El castillo, de hotelito en hotelito
Acaso es el gusto por los enormes contrastes o el placer de la ironía o las paradojas desmesuradas el que nos lleva a señalar con frecuencia, junto a los méritos intelectuales o estéticos de los grandes escritores, las limitaciones (ciertas o falsas) de sus biografías.
Decimos entonces que Jules Verne nunca viajó fuera de su tierra, que Immanuel Kant jamás visitó un gran museo, que Robert Walser fue siempre despreciado por sus contemporáneos, o que Jorge Luis Borges no conoció el sexo, etc.
De Franz Kafka, curiosamente, se han dicho todas esas cosas: la leyenda asegura que era un autor desconocido para sus coetáneos, que jamás se enamoró o consumó sus escasos amores, que no puso un pie fuera de Praga, etc.
Todas esas cosas podrían ser ciertas, pero ocurre que son falsas: Kafka era un escritor apreciado en una de las tertulias más importantes de Europa, la que se reunía en el Café Arco de Praga; libros como La metamorfosis no pasaron desapercibidos en su tiempo; si sólo fingió amar a Felice Bauer, es bastante claro que tuvo relaciones íntimas con ella, y que amó a Milena Jesenska; y viajó mucho, dentro y fuera de su país, sobre todo en compañía de quien luego sería su albacea y el salvador de su obra, Max Brod.
Sobre esto último, el fotógrafo Jan Jindra ha encabezado un curioso proyecto llamado Los viajes de Kafka: una larga serie de excursiones que siguen las rutas de los viajes de Kafka y Brod tanto dentro de la antigua Checoslovaquia como por los otros países que visitarion juntos: Alemania, Francia, Italia y Suiza, al menos.
En cada escala, Jindra toma fotorgafías en blanco y negro de los sitios que sirvieron de estación a los viajeros, y, según cuenta, en la mayoría de los casos sorprende a los dueños de las casas y los hoteles con la noticia de que, décadas atrás, alguno de los hombrecitos desapercibidos que sus padres o sus abuelos alojaron entre esas paredes, era Franz Kafka.
Dato llamativo: Kafka, sujeto de gran curiosidad, solía hacer viajecillos en motocicleta con un tío suyo, seguir regímenes alimenticios peculiares --incluyendo dietas vegetarianas--, asistir a shows de danza moderna, al cine y a espectáculos aéreos. Pensar que si él mismo hubiera registrado todas esas aventuras sobre el papel, Walter Salles habría podido hacer sus Diarios de motocicleta sobre Kafka, en lugar del ensimismado Che Guevara.
PD: les recomiendo esta página excelente sobre Kafka.
Imagen: fotografìa de Jan Jindra, hotel de Lucerna, Suiza.
Acaso es el gusto por los enormes contrastes o el placer de la ironía o las paradojas desmesuradas el que nos lleva a señalar con frecuencia, junto a los méritos intelectuales o estéticos de los grandes escritores, las limitaciones (ciertas o falsas) de sus biografías.
Decimos entonces que Jules Verne nunca viajó fuera de su tierra, que Immanuel Kant jamás visitó un gran museo, que Robert Walser fue siempre despreciado por sus contemporáneos, o que Jorge Luis Borges no conoció el sexo, etc.
De Franz Kafka, curiosamente, se han dicho todas esas cosas: la leyenda asegura que era un autor desconocido para sus coetáneos, que jamás se enamoró o consumó sus escasos amores, que no puso un pie fuera de Praga, etc.
Todas esas cosas podrían ser ciertas, pero ocurre que son falsas: Kafka era un escritor apreciado en una de las tertulias más importantes de Europa, la que se reunía en el Café Arco de Praga; libros como La metamorfosis no pasaron desapercibidos en su tiempo; si sólo fingió amar a Felice Bauer, es bastante claro que tuvo relaciones íntimas con ella, y que amó a Milena Jesenska; y viajó mucho, dentro y fuera de su país, sobre todo en compañía de quien luego sería su albacea y el salvador de su obra, Max Brod.
Sobre esto último, el fotógrafo Jan Jindra ha encabezado un curioso proyecto llamado Los viajes de Kafka: una larga serie de excursiones que siguen las rutas de los viajes de Kafka y Brod tanto dentro de la antigua Checoslovaquia como por los otros países que visitarion juntos: Alemania, Francia, Italia y Suiza, al menos.
En cada escala, Jindra toma fotorgafías en blanco y negro de los sitios que sirvieron de estación a los viajeros, y, según cuenta, en la mayoría de los casos sorprende a los dueños de las casas y los hoteles con la noticia de que, décadas atrás, alguno de los hombrecitos desapercibidos que sus padres o sus abuelos alojaron entre esas paredes, era Franz Kafka.
Dato llamativo: Kafka, sujeto de gran curiosidad, solía hacer viajecillos en motocicleta con un tío suyo, seguir regímenes alimenticios peculiares --incluyendo dietas vegetarianas--, asistir a shows de danza moderna, al cine y a espectáculos aéreos. Pensar que si él mismo hubiera registrado todas esas aventuras sobre el papel, Walter Salles habría podido hacer sus Diarios de motocicleta sobre Kafka, en lugar del ensimismado Che Guevara.
PD: les recomiendo esta página excelente sobre Kafka.
Imagen: fotografìa de Jan Jindra, hotel de Lucerna, Suiza.
1. Las calles de Kafka
Por dónde camina uno cuando camina por Praga
He leído más de una crónica sobre Praga: una muy buena de Rodrigo Fresán; una de Bruce Chatwin; una del gran Ivan Klima, que algunos consideran el más importante narrador checo de hoy.
Praga es escenario de crónicas de Kapuscinski y de una de Jorge Edwards que alude a las galerías, callejas y corredores subterráneos por donde los praguenses se ven obligados a transitar en el invierno.
De alguna manera, casi todas esas evaluaciones de la cotidianidad en Praga terminan por hablar inevitablemente sobre Franz Kafka: los laberintos de Praga son los laberintos de Kafka; la atmósfera opresiva o infernal y la grisura de la ciudad son la opresión y el infierno de los relatos de Kafka.
Leyendo --que es como yo me encuentro la mitad de las cosas que encuentro en esta vida--, descubro que, quizá, la relación no es arbitraria, ni sólo evocativa, ni tampoco existe únicamente porque Kafka haya habitado en esas calles y en esos edificios.
Kafka, como se sabe, fue funcionario en una agencia de seguros. Lo que no se conoce tanto es que, en esa calidad, y preocupado por la frecuencia de accidentes evitables en su distrito, Kafka tuvo influencia directa en políticas praguenses referidas a la seguridad de los citadinos: reformas urbanas, disposiciones alusivas al tránsito de peatones y vehículos, al ordenamiento vial, etc.
Es decir, quizá quien camina por las calles de Praga, meditando en comparaciones como las que menciono, está --literalmente-- atravesando uno de los laberintos de quien, en una de esas casas del antiguo ghetto judío, escribiera La construcción de la muralla china.
Imagen tomada de aquí.
He leído más de una crónica sobre Praga: una muy buena de Rodrigo Fresán; una de Bruce Chatwin; una del gran Ivan Klima, que algunos consideran el más importante narrador checo de hoy.
Praga es escenario de crónicas de Kapuscinski y de una de Jorge Edwards que alude a las galerías, callejas y corredores subterráneos por donde los praguenses se ven obligados a transitar en el invierno.
De alguna manera, casi todas esas evaluaciones de la cotidianidad en Praga terminan por hablar inevitablemente sobre Franz Kafka: los laberintos de Praga son los laberintos de Kafka; la atmósfera opresiva o infernal y la grisura de la ciudad son la opresión y el infierno de los relatos de Kafka.
Leyendo --que es como yo me encuentro la mitad de las cosas que encuentro en esta vida--, descubro que, quizá, la relación no es arbitraria, ni sólo evocativa, ni tampoco existe únicamente porque Kafka haya habitado en esas calles y en esos edificios.
Kafka, como se sabe, fue funcionario en una agencia de seguros. Lo que no se conoce tanto es que, en esa calidad, y preocupado por la frecuencia de accidentes evitables en su distrito, Kafka tuvo influencia directa en políticas praguenses referidas a la seguridad de los citadinos: reformas urbanas, disposiciones alusivas al tránsito de peatones y vehículos, al ordenamiento vial, etc.
Es decir, quizá quien camina por las calles de Praga, meditando en comparaciones como las que menciono, está --literalmente-- atravesando uno de los laberintos de quien, en una de esas casas del antiguo ghetto judío, escribiera La construcción de la muralla china.
Imagen tomada de aquí.
Nuestros dramaturgos
La encuesta menos numerosa, la respuesta más clara
Es curioso que una encuesta sobre el mejor dramaturgo activo del Perú acabe por demostrar la preferencia de los votantes por un autor cuya obra, acaso, ha sido más leída sobre el papel que vista sobre las tablas.
Alfredo Bushby, magister de la Universidad Católica, master de la Universidad de Texas en Austin, profesor de teatro en el Perú, autor de La casa de las ánimas, Lengua larga, La dama del laberinto, Perro muerto, Historia de un gol peruano y Dominante de si bemol, ha acumulado el mayor número de votos en una encuesta que ha sido la menos discutida, y también, curiosamente, la menos concurrida de las que hemos tenido en el blog hasta el momento.
El segundo puesto es para un autor bastante popular, sobre todo gracias a sus éxitos televisivos: Aldo Miyashiro, quien, como dramaturgo, es autor de No amarás, Función velorio, Los hijos de los perros no tienen padre, Un misterio, una pasión, Parias y Promoción. Como Bushby, Miyashiro estudió también en la PUCP, así como en el Instituto Bausate y Meza y en la Ensad.
El tercer puesto es compartido: allí está el enemigo público de las encuestas (rechazo que ha de haber empezado en la segunda vuelta del 2000, imagino): nuestro novelista número uno, Mario Vargas Llosa, autor de La señorita de Tacna, Katie y el hipopótamo, La Chunga, Ojos bonitos, cuadros feos, El loco de los balcones, etc, y ahora convertido, además, en exitoso performer.
La misma cantidad de votos tienen dos de los hombres de teatro más productivos de la generación intermedia: César de María y Roberto Ángeles, y el más recordado de la generación mayor: Alonso Alegría, que tuvo su momento creativo más interesante en la segunda mitad del siglo pasado, con el estreno de El cruce sobre el Niágara (1969), obra que, según nos informa Wikipedia, ha sido representada en medio planeta. (La foto que ilustra este post es de una puesta de dicha obra por una compañía teatral de Valladolid).
Para los interesados, dejo aquí un enlace al artículo sobre la edición de tres de las piezas de Bushby (PUCP, 2003), que escribiera Fernando Iriarte para el número 7 de la revista Ajos y Zafiros. Y a continuación, cómo quedaron las cosas entre los más votados:
Alfredo Bushby 16
Aldo Miyashiro 9
Mario Vargas Llosa 6
César de María 6
Alonso Alegría 6
Roberto Ángeles 6
Eduardo Adiranzén 5
Mariana de Althaus 5
Rafael Dumett 4
Juan Rivera Saavedra 4
Ninguno de los anteriores 7
Es curioso que una encuesta sobre el mejor dramaturgo activo del Perú acabe por demostrar la preferencia de los votantes por un autor cuya obra, acaso, ha sido más leída sobre el papel que vista sobre las tablas.
Alfredo Bushby, magister de la Universidad Católica, master de la Universidad de Texas en Austin, profesor de teatro en el Perú, autor de La casa de las ánimas, Lengua larga, La dama del laberinto, Perro muerto, Historia de un gol peruano y Dominante de si bemol, ha acumulado el mayor número de votos en una encuesta que ha sido la menos discutida, y también, curiosamente, la menos concurrida de las que hemos tenido en el blog hasta el momento.
El segundo puesto es para un autor bastante popular, sobre todo gracias a sus éxitos televisivos: Aldo Miyashiro, quien, como dramaturgo, es autor de No amarás, Función velorio, Los hijos de los perros no tienen padre, Un misterio, una pasión, Parias y Promoción. Como Bushby, Miyashiro estudió también en la PUCP, así como en el Instituto Bausate y Meza y en la Ensad.
El tercer puesto es compartido: allí está el enemigo público de las encuestas (rechazo que ha de haber empezado en la segunda vuelta del 2000, imagino): nuestro novelista número uno, Mario Vargas Llosa, autor de La señorita de Tacna, Katie y el hipopótamo, La Chunga, Ojos bonitos, cuadros feos, El loco de los balcones, etc, y ahora convertido, además, en exitoso performer.
La misma cantidad de votos tienen dos de los hombres de teatro más productivos de la generación intermedia: César de María y Roberto Ángeles, y el más recordado de la generación mayor: Alonso Alegría, que tuvo su momento creativo más interesante en la segunda mitad del siglo pasado, con el estreno de El cruce sobre el Niágara (1969), obra que, según nos informa Wikipedia, ha sido representada en medio planeta. (La foto que ilustra este post es de una puesta de dicha obra por una compañía teatral de Valladolid).
Para los interesados, dejo aquí un enlace al artículo sobre la edición de tres de las piezas de Bushby (PUCP, 2003), que escribiera Fernando Iriarte para el número 7 de la revista Ajos y Zafiros. Y a continuación, cómo quedaron las cosas entre los más votados:
Alfredo Bushby 16
Aldo Miyashiro 9
Mario Vargas Llosa 6
César de María 6
Alonso Alegría 6
Roberto Ángeles 6
Eduardo Adiranzén 5
Mariana de Althaus 5
Rafael Dumett 4
Juan Rivera Saavedra 4
Ninguno de los anteriores 7
28.6.07
El dueño del pongo
Arguedas según Fernández Retamar (o Adaptar es hacer propio lo que era ajeno)
Hablando de adaptaciones, aquí les dejo un raro vídeo --en verdad, un montaje de imágenes fotográficas acompañado de una narración oral--, hecho a partir de "El sueño del pongo", uno de los cuentos más conmovedores del gran José María Arguedas.
El vídeo, producido por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, es dirigido por Santiago Álvarez, a partir de una adaptación del texto de Arguedas hecha por Roberto Fernández Retamar, ensayista, crítico, teórico, árbitro, mandamás, factótum, hombre-orquesta, burócrata mayor y varita mágica de la cultura y las letras cubanas de las últimas décadas.
Si se fijan detenidamente en los créditos, notarán la falta de un nombre clave: José María Arguedas. Parece que lo único crucial era no olvidar la mención de Fernández Retamar, no así la del autor original. ¿Calibanismo o canibalismo del revolucionario adaptador?
Hablando de adaptaciones, aquí les dejo un raro vídeo --en verdad, un montaje de imágenes fotográficas acompañado de una narración oral--, hecho a partir de "El sueño del pongo", uno de los cuentos más conmovedores del gran José María Arguedas.
El vídeo, producido por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, es dirigido por Santiago Álvarez, a partir de una adaptación del texto de Arguedas hecha por Roberto Fernández Retamar, ensayista, crítico, teórico, árbitro, mandamás, factótum, hombre-orquesta, burócrata mayor y varita mágica de la cultura y las letras cubanas de las últimas décadas.
Si se fijan detenidamente en los créditos, notarán la falta de un nombre clave: José María Arguedas. Parece que lo único crucial era no olvidar la mención de Fernández Retamar, no así la del autor original. ¿Calibanismo o canibalismo del revolucionario adaptador?
27.6.07
Persepolis al cine
Los dos volúmenes de memorias de Marjane Satrapi adaptados por ella misma
Dos o tres veces les he hablado sobre Marjane Satrapi, la novelista gráfica iraní, autora de los volúmenes de memorias titulados Persepolis --el primero del año 2002 y el segundo del 2003-- y de una novelita llamada en francés Poulet aux prunes, del 2004, que yo leí como Chicken with Plums.
(Persépolis es, en resumen, el relato de la caída del régimen del Sha de Irán (de quien Satrapi era pariente) y el encumbramiento de los ayatollahs, todo desde los ojos de una niña que luego tendrá que abandonar Irán y enfrentarse a una cultura radicalmente distinta, en Europa occidental).
Y dos o tres veces les he contado algo sobre adaptaciones cinematográficas de cómics y novelas gráficas (mis favoritas: Ghost World y Art School Confidential, ambas de Terry Zwigoff a partir de cómics de Daniel Clowes. Zwigoff dirigió además Crumb, uno de los mejores documentales que he visto en mi vida, acerca del icónico fundador del underground comix movement. El Hellboy de Guillermo del Toro tampoco está nada mal. Y el peor desperdicio de una gran fuente debe de ser la mediocre versión de From Hell de Alan Moore que cometieron Albert y Allen Hughes, una pareja de hermanos que, tras esa metida de pata, tuvo que regresar a la dirección de tv).
Siendo lector de Marjane Satrapi e interesado como estoy en el tema de las adaptaciones, les tengo que dar un dato que me contó hace unas horas una espía de Puente Aéreo en París, dato que a mí se me había pasado de largo: Persépolis acaba de ser llevada al cine, dirigida por Vincent Paronnaud y la misma Satrapi, con estreno exitoso en el Festival de Cannes, y todo parece indicar que esta vez los adaptadores han dado en el clavo.
Una gran diferencia con las mejores adaptaciones americanas de cómics (Ghost World, Art School) y también con las peores (bochornos como 300 o Sin City *) es que Satrapi y Paronnaud, al parecer, no han intentado hacer ni una completa recreación de la historia buscando lo cinematográfico entre las líneas del original (como hace Zwigoff), ni una traducción directa, pero a la vez espectacularizada, de un lenguaje al otro (como ha ocurrido con 300 y Sin City).
Lo que han hecho suena más inocente: han animado la historia original, acortando con ello las distancias entre el formato de la fuente y el de la adaptación: es decir, han ido del cómic a lo que hace no mucho llamábamos dibujo animado, añadiendo detalles sutiles pero importantes, como la construcción de escenarios tridimensionales y el constante movimiento de los encuadres (además de las voces, claro, entre las que destacan los aportes de Catherine Deneuve, Chiara Mastroiani y Gena Rowlands), conservando con ello todo el espíritu de los libros.
Ustedes dirán que cómo puedo comentar esto si no he visto la película. Es verdad, sólo he visto cuatro o cinco fragmentos en internet, y por eso mejor me callo y les dejo los enlaces a continuación: extracto 1, extracto 2, extracto 3, teaser 1, teaser 2, las voces, los directores.
* Para mi desconsuelo, Melvin Ledgard, que anduvo por Maine hace unas semanas, me hizo notar que quien viene dirigiendo la adaptación al cine de Watchmen --la notable novela de Alan Moore-- es el mismo hombre que perpetró 300: Zack Snyder.
Imágenes: la autora y el afiche de la película.
Dos o tres veces les he hablado sobre Marjane Satrapi, la novelista gráfica iraní, autora de los volúmenes de memorias titulados Persepolis --el primero del año 2002 y el segundo del 2003-- y de una novelita llamada en francés Poulet aux prunes, del 2004, que yo leí como Chicken with Plums.
(Persépolis es, en resumen, el relato de la caída del régimen del Sha de Irán (de quien Satrapi era pariente) y el encumbramiento de los ayatollahs, todo desde los ojos de una niña que luego tendrá que abandonar Irán y enfrentarse a una cultura radicalmente distinta, en Europa occidental).
Y dos o tres veces les he contado algo sobre adaptaciones cinematográficas de cómics y novelas gráficas (mis favoritas: Ghost World y Art School Confidential, ambas de Terry Zwigoff a partir de cómics de Daniel Clowes. Zwigoff dirigió además Crumb, uno de los mejores documentales que he visto en mi vida, acerca del icónico fundador del underground comix movement. El Hellboy de Guillermo del Toro tampoco está nada mal. Y el peor desperdicio de una gran fuente debe de ser la mediocre versión de From Hell de Alan Moore que cometieron Albert y Allen Hughes, una pareja de hermanos que, tras esa metida de pata, tuvo que regresar a la dirección de tv).
Siendo lector de Marjane Satrapi e interesado como estoy en el tema de las adaptaciones, les tengo que dar un dato que me contó hace unas horas una espía de Puente Aéreo en París, dato que a mí se me había pasado de largo: Persépolis acaba de ser llevada al cine, dirigida por Vincent Paronnaud y la misma Satrapi, con estreno exitoso en el Festival de Cannes, y todo parece indicar que esta vez los adaptadores han dado en el clavo.
Una gran diferencia con las mejores adaptaciones americanas de cómics (Ghost World, Art School) y también con las peores (bochornos como 300 o Sin City *) es que Satrapi y Paronnaud, al parecer, no han intentado hacer ni una completa recreación de la historia buscando lo cinematográfico entre las líneas del original (como hace Zwigoff), ni una traducción directa, pero a la vez espectacularizada, de un lenguaje al otro (como ha ocurrido con 300 y Sin City).
Lo que han hecho suena más inocente: han animado la historia original, acortando con ello las distancias entre el formato de la fuente y el de la adaptación: es decir, han ido del cómic a lo que hace no mucho llamábamos dibujo animado, añadiendo detalles sutiles pero importantes, como la construcción de escenarios tridimensionales y el constante movimiento de los encuadres (además de las voces, claro, entre las que destacan los aportes de Catherine Deneuve, Chiara Mastroiani y Gena Rowlands), conservando con ello todo el espíritu de los libros.
Ustedes dirán que cómo puedo comentar esto si no he visto la película. Es verdad, sólo he visto cuatro o cinco fragmentos en internet, y por eso mejor me callo y les dejo los enlaces a continuación: extracto 1, extracto 2, extracto 3, teaser 1, teaser 2, las voces, los directores.
* Para mi desconsuelo, Melvin Ledgard, que anduvo por Maine hace unas semanas, me hizo notar que quien viene dirigiendo la adaptación al cine de Watchmen --la notable novela de Alan Moore-- es el mismo hombre que perpetró 300: Zack Snyder.
Imágenes: la autora y el afiche de la película.
River Rímac
El titular de la semana
Yo soy aquel que ayer nomás decía que el buen fútbol suele generar mala literatura. También genera mal periodismo, por cierto.
Un amigo sostiene que, en verdad, el periodismo futbolero está obligado a ser huachafo --cursi, siútico, atorrante, florero, fachendista, afectado-- para ser efectivo, y que su materia se presta tan bien a eso, que la huachafería futbolística no es nunca un error estético.
Bueno. Pero también se puede ser inteligente, e incluso irónico, para hablar sobre fútbol. La imagen que ilustra este post, primera plana de hoy del diario argentino Olé, es el titular deportivo más ingenioso que he visto en mucho, mucho tiempo: un elogio a la selección peruana que es más un comentario, entre sardónico y cariñoso, sobre la actual situación del River Plate.
(Es sugerente también, sin embargo, ese ombliguismo argentino que lleva a los periodistas del diario a dar la noticia del Perú-Uruguay como una simple excusa para hablar sobre el fútbol de su tierra).
Yo soy aquel que ayer nomás decía que el buen fútbol suele generar mala literatura. También genera mal periodismo, por cierto.
Un amigo sostiene que, en verdad, el periodismo futbolero está obligado a ser huachafo --cursi, siútico, atorrante, florero, fachendista, afectado-- para ser efectivo, y que su materia se presta tan bien a eso, que la huachafería futbolística no es nunca un error estético.
Bueno. Pero también se puede ser inteligente, e incluso irónico, para hablar sobre fútbol. La imagen que ilustra este post, primera plana de hoy del diario argentino Olé, es el titular deportivo más ingenioso que he visto en mucho, mucho tiempo: un elogio a la selección peruana que es más un comentario, entre sardónico y cariñoso, sobre la actual situación del River Plate.
(Es sugerente también, sin embargo, ese ombliguismo argentino que lleva a los periodistas del diario a dar la noticia del Perú-Uruguay como una simple excusa para hablar sobre el fútbol de su tierra).
Fulbo y literatura
Por algún motivo arcano, el buen fútbol suele inspirar mala literatura. También suele inspirar reflexiones que insospechadamente lindan a la vez con lo literario y con el puro lugar común. Anoche, el entrenador de la selección peruana, Julio César Uribe, describía la victoria de su equipo sobre Uruguay diciendo que era una página brillante, pero que todavía podía soñarse "con escribir una historia mejor".
Borgeano a su manera, el entrenador de Uruguay, Óscar Wáshington Tabárez, declaró lo siguiente sobre la derrota de su equipo: "Nos sorprende esta realidad, pero el partido ya se terminó: estamos hablando sobre algo que no existe, salvo en la retina y en nuestra memoria".
Si se me permite una corrección (y un rapto patriótico), diré que el 3-0 de Perú sobre Uruguay también existe aquí:
1-0
2-0
3-0
Dicho sea de paso: estos tres goles son realmente excelentes. Los tres. Jugadas simples y efectivas, pero además hermosas. Si las cosas funcionaran siempre así en la selección peruana, ese equipo le podría dar un nuevo sentido a la frase "sociedad del espectáculo". Ojala así fuera.
Borgeano a su manera, el entrenador de Uruguay, Óscar Wáshington Tabárez, declaró lo siguiente sobre la derrota de su equipo: "Nos sorprende esta realidad, pero el partido ya se terminó: estamos hablando sobre algo que no existe, salvo en la retina y en nuestra memoria".
Si se me permite una corrección (y un rapto patriótico), diré que el 3-0 de Perú sobre Uruguay también existe aquí:
1-0
2-0
3-0
Dicho sea de paso: estos tres goles son realmente excelentes. Los tres. Jugadas simples y efectivas, pero además hermosas. Si las cosas funcionaran siempre así en la selección peruana, ese equipo le podría dar un nuevo sentido a la frase "sociedad del espectáculo". Ojala así fuera.
25.6.07
Dos de Vargas Llosa
El pasado número de El Dominical y una entrevista en el Wall Street Journal
Aunque cité algo de la entrevista de mis amigos Jeremías Gamboa y Alonso Rabí a Mario Vargas Llosa en el último número de El Dominical, olvidé mencionar los otros artículos de esa edición monográfica dedicada al novelista arequipeño.
Los textos aparecidos son de Peter Elmore, Willy Niño de Guzmán, Ricardo González Vigil, Alonso Cueto, Cecilia Esparza, Melvin Ledgard, Luis Peirano, Alejandro Miró Quesada, Carlos Garayar y Ricardo Bedoya, entre otros (incluido yo, que algo escribí sobre Vargas Llosa en su rol de crítico literario).
Para que este post no sea enteramente extemporáneo, aprovecho para dejarles este enlace a una entrevista a Vargas Llosa hecha por Emily Parker y publicada este último sábado en The Wall Street Journal.
El punto central de la entrevista es el de la ética de opinador de Vargas Llosa: Emily Parker lo dibuja como un impenitente peleador, que ve en sus artículos y columnas de opinión, pero también en su literatura, una forma de oposición activa a los males de la sociedad. De hecho, durante la entrevista no faltan las referencias a Sartre. En cierta forma, a uno le queda la impresión de que Vargas Llosa empezara a parecerse cada vez más al Vargas Llosa de hace treinta años: ¿esa opinión la comparte alguien más?
Imagen: Mario Vargas Llosa en Middlebury College. Ya les contaré algo sobre ese lugar en un próximo post.
Aunque cité algo de la entrevista de mis amigos Jeremías Gamboa y Alonso Rabí a Mario Vargas Llosa en el último número de El Dominical, olvidé mencionar los otros artículos de esa edición monográfica dedicada al novelista arequipeño.
Los textos aparecidos son de Peter Elmore, Willy Niño de Guzmán, Ricardo González Vigil, Alonso Cueto, Cecilia Esparza, Melvin Ledgard, Luis Peirano, Alejandro Miró Quesada, Carlos Garayar y Ricardo Bedoya, entre otros (incluido yo, que algo escribí sobre Vargas Llosa en su rol de crítico literario).
Para que este post no sea enteramente extemporáneo, aprovecho para dejarles este enlace a una entrevista a Vargas Llosa hecha por Emily Parker y publicada este último sábado en The Wall Street Journal.
El punto central de la entrevista es el de la ética de opinador de Vargas Llosa: Emily Parker lo dibuja como un impenitente peleador, que ve en sus artículos y columnas de opinión, pero también en su literatura, una forma de oposición activa a los males de la sociedad. De hecho, durante la entrevista no faltan las referencias a Sartre. En cierta forma, a uno le queda la impresión de que Vargas Llosa empezara a parecerse cada vez más al Vargas Llosa de hace treinta años: ¿esa opinión la comparte alguien más?
Imagen: Mario Vargas Llosa en Middlebury College. Ya les contaré algo sobre ese lugar en un próximo post.
Censuras
¿En qué se diferencia Cameron Díaz de Piero Quijano?
En estos días han ocurrido dos hechos en apariencia no vinculados, a los que me quiero referir.
Sobre el primero pueden leer aquí: funcionarios del Ministerio de Defensa (o miembros del Ejéercito Peruano: resta aclarar eso) ejercieron presión sobre autroridades del Instituto Nacional de Cultura para que se retiraran ciertas obras del pintor Piero Quijano de una exposición que tenía lugar en la Casa Museo José Carlos Mariátegui.
¿La razón? El carácter crítico de dichas obras acerca del rol del Ejército Peruano durante los años de la guerra subversiva y antisubversiva. La imagen juzgada como más ofensiva por los censores habría sido la que aparece en el afiche de la exhibición, en la que se formula una parodia de la célebre fotografía del izamiento de la bandera americana en Iwo Jima, con la variante de que, en lugar de bandera, aparece la gigantesca bayoneta de unos soldados peruanos que se clava en la espalda de un poblador andino. La censura ha merecido ya una respuesta del pintor.
Acerca del segundo hecho pueden leer aquí: la actriz Cameron Díaz, de paseo por la sierra sur del Perú, durante una de las tardes de su estadía en el Cuzco, se dejó ver paseando con una pequeña mochila color verde olivo que llevaba una gran estrella roja y los ideogramas chinos que representan el lema maoísta "Servir al pueblo" (y no "sirve a la gente", como se ha traducido por allí: eso parecería más un lema de Starbucks, según me hace notar un amigo).
Casi de inmediato, salieron cables en español e inglés dando la noticia, y no faltaron los políticos y activistas peruanos que criticaron a Díaz por la aparente insensibilidad de usar signos maoístas como adornos en una tierra que ha sido víctima de la violencia de grupos maoístas en el pasado.
El caso es que a Quijano se le censura por la fuerza, a través de presiones, por unas imágenes que ciertamente no promueven ninguna forma de violencia, sino que más bien critican la violencia de Estado que, como todos sabemos, convirtió los años ochentas y noventas en algo incluso peor de lo que ya eran. A Cameron Díaz se le critica lo que, en el peor de los casos, es el resultado de la pura ignorancia: el lema maoísta es sin duda inofensivo en sí mismo; estaba escrito en chino; la mochila era un souvenir comprado en otro viaje de turismo; y la mujer no tiene la más remota idea acerca de que un discurso surgido en China haya sido excusa de miles de muertes en los Andes peruanos.
Mi problema con todo esto es otro: es que me parece que, mientras que la censura contra Quijano todavía se nos hace evidente a muchos (no a todos, claro) y notamos que es criticable y perniciosa, el escandalete absurdo construido en torno a Cameron Díaz les parece a muchos justificable: ¿cómo se atreve esta persona a pasearse portando los signos de una ideología asesina?
El asunto de las ideologías criminales y sus símbolos es infinitamente complejo. ¿Será también censurable pasearse por allí con una cruz, aun sabiendo que la cruz estuvo detrás de más de un genocidio, empezando por el de los indígenas de América? ¿Lo que Díaz ha hecho sería comparable a caminar por la calle con un uniforme nazi? ¿Por qué sí, o por qué no?
Entiendo que el nazismo es ideológicamente criminal, que sus textos fundadores proponen el aniquilamiento de sus enemigos como objetivo y como necesidad. No entiendo que el maoísmo esté gestado de acuerdo con un espíritu comparable: es decir, no creo que el maoísmo sea, como postulación, una propuesta genocida. Tampoco lo es, obviamente, el cristianismo, aunque también haya conducido al crimen. Pero sí lo era el nazismo, para el cual la única forma de abolir las diferencias era abolir primero a quien fuera diferente.
Yo creo que en ese punto vale la pena trazar una línea. No creo que el maoísmo, sin importar cuán repugnante puedan parecernos sus resultados, sea una ideología criminal. Sí lo pienso del nazismo, en cambio. No es lo mismo pasear por la calle con una estrella roja que hacerlo con una esvástica.
Y así como no creo que quepa censurar el arte contestatario de Quijano, tampoco me parece que haya que hacer escándalos disparatados por una estrella roja y tres ideogramas en la cartera de una actriz. En algún momento nos tenemos que acostumbrar todos a convivir con las ideas de los demás, incluso cuando se trata, como con Cameron Díaz, de una radical falta de ideas.
Fotomontaje gfp.
En estos días han ocurrido dos hechos en apariencia no vinculados, a los que me quiero referir.
Sobre el primero pueden leer aquí: funcionarios del Ministerio de Defensa (o miembros del Ejéercito Peruano: resta aclarar eso) ejercieron presión sobre autroridades del Instituto Nacional de Cultura para que se retiraran ciertas obras del pintor Piero Quijano de una exposición que tenía lugar en la Casa Museo José Carlos Mariátegui.
¿La razón? El carácter crítico de dichas obras acerca del rol del Ejército Peruano durante los años de la guerra subversiva y antisubversiva. La imagen juzgada como más ofensiva por los censores habría sido la que aparece en el afiche de la exhibición, en la que se formula una parodia de la célebre fotografía del izamiento de la bandera americana en Iwo Jima, con la variante de que, en lugar de bandera, aparece la gigantesca bayoneta de unos soldados peruanos que se clava en la espalda de un poblador andino. La censura ha merecido ya una respuesta del pintor.
Acerca del segundo hecho pueden leer aquí: la actriz Cameron Díaz, de paseo por la sierra sur del Perú, durante una de las tardes de su estadía en el Cuzco, se dejó ver paseando con una pequeña mochila color verde olivo que llevaba una gran estrella roja y los ideogramas chinos que representan el lema maoísta "Servir al pueblo" (y no "sirve a la gente", como se ha traducido por allí: eso parecería más un lema de Starbucks, según me hace notar un amigo).
Casi de inmediato, salieron cables en español e inglés dando la noticia, y no faltaron los políticos y activistas peruanos que criticaron a Díaz por la aparente insensibilidad de usar signos maoístas como adornos en una tierra que ha sido víctima de la violencia de grupos maoístas en el pasado.
El caso es que a Quijano se le censura por la fuerza, a través de presiones, por unas imágenes que ciertamente no promueven ninguna forma de violencia, sino que más bien critican la violencia de Estado que, como todos sabemos, convirtió los años ochentas y noventas en algo incluso peor de lo que ya eran. A Cameron Díaz se le critica lo que, en el peor de los casos, es el resultado de la pura ignorancia: el lema maoísta es sin duda inofensivo en sí mismo; estaba escrito en chino; la mochila era un souvenir comprado en otro viaje de turismo; y la mujer no tiene la más remota idea acerca de que un discurso surgido en China haya sido excusa de miles de muertes en los Andes peruanos.
Mi problema con todo esto es otro: es que me parece que, mientras que la censura contra Quijano todavía se nos hace evidente a muchos (no a todos, claro) y notamos que es criticable y perniciosa, el escandalete absurdo construido en torno a Cameron Díaz les parece a muchos justificable: ¿cómo se atreve esta persona a pasearse portando los signos de una ideología asesina?
El asunto de las ideologías criminales y sus símbolos es infinitamente complejo. ¿Será también censurable pasearse por allí con una cruz, aun sabiendo que la cruz estuvo detrás de más de un genocidio, empezando por el de los indígenas de América? ¿Lo que Díaz ha hecho sería comparable a caminar por la calle con un uniforme nazi? ¿Por qué sí, o por qué no?
Entiendo que el nazismo es ideológicamente criminal, que sus textos fundadores proponen el aniquilamiento de sus enemigos como objetivo y como necesidad. No entiendo que el maoísmo esté gestado de acuerdo con un espíritu comparable: es decir, no creo que el maoísmo sea, como postulación, una propuesta genocida. Tampoco lo es, obviamente, el cristianismo, aunque también haya conducido al crimen. Pero sí lo era el nazismo, para el cual la única forma de abolir las diferencias era abolir primero a quien fuera diferente.
Yo creo que en ese punto vale la pena trazar una línea. No creo que el maoísmo, sin importar cuán repugnante puedan parecernos sus resultados, sea una ideología criminal. Sí lo pienso del nazismo, en cambio. No es lo mismo pasear por la calle con una estrella roja que hacerlo con una esvástica.
Y así como no creo que quepa censurar el arte contestatario de Quijano, tampoco me parece que haya que hacer escándalos disparatados por una estrella roja y tres ideogramas en la cartera de una actriz. En algún momento nos tenemos que acostumbrar todos a convivir con las ideas de los demás, incluso cuando se trata, como con Cameron Díaz, de una radical falta de ideas.
Fotomontaje gfp.
En la cabecera
Los discos, libros y películas de (mi) semana
Cómics: Exit Wounds, de la narradora-dibujante israelí Rutu Modan. Hace tiempo, un amigo me mostró una revista israelí de cómics y me quedé con ganas de buscar más, así que al toparme con Rutu Modan, ahora, he cumplido un viejo deseo. La novela gráfica de Modan es sutil y de ritmo lánguido, una de esas historias en las que un profundo romanticismo se esconde detrás de cierta apariencia de distanciamiento o incluso desaprensión. Los personajes son dos generaciones enfrentadas, y el escenario principal es Tel Aviv.
Otros libros: El segundo tomo de los Cuentos completos de Mujica Láinez en la edición de Alfaguara. Mujica no sólo es un estilista refinadísimo: tiene, además, la cualidad de hacerle sentir al lector que conoce mucho y muy de cerca a todos los personajes, cosa que uno puede exigir a cualquier novelista pero que no siempre es virtud de los cuentistas. Sin desmerecer a Bomarzo y sus otras ficciones de largo aliento, debo decir que mi impresión es que el cuento de mediana longitud era el formato ideal de este magnífico escritor argentino. Búsquenlo, y, si lo encuentran, empiecen por "El brazalete".
También he leído esta semana Shining Path, de Simon Strong. No es el mejor análisis del fenómeno senderista, y le debe demasiado a las fuentes en inglés, en especial a Gustavo Gorritti, pero el libro de Strong (periodista del New York Times) está muy bien escrito y sus primeras cien páginas, sobre la vida pre-SL de Abimael Guzmán y las etapas formativas de Sendero Luminoso, son sin duda interesantes.
Cd´s: Icky Thump, de The White Stripes. El disco se abre con una canción estupenda (la que le da título al conjunto), que es un relato en tres partes sobre el asunto de las relaciones fronterizas México-Estados Unidos y el tema, cada vez más crucial, de las migraciones ilegales desde el sur. Salvo por esa canción y un par más, el disco no está entre los mejores de White Stripes, hasta el punto en que a uno le queda la duda acerca de si Jack White, acaso, no estará tomando más en serio a The Raconteurs que a su banda original (bueno: dúo original, en este caso). Pueden ver el vídeo de Icky Thump aquí.
Dvd´s: Esta semana vimos dos películas con muchos puntos de contacto entre sí: la holandesa De Tweeling (2002), de Ben Sombogaart, que en inglés llaman Twin Sisters, y la israelí Karov La Bayit (2005), de Bardit Vilu y Dalia Hager, que en inglés llaman Close to Home.
De Tweeling es la historia de dos mellizas separadas en la niñez y que se reencuentran sólo tres veces a lo largo de su vida: poco antes de la segunda guerra mundial, durante ella y cuarenta años más tarde. Es un estudio de personajes, pero también una reflexión acerca de las formas de ideologización que transformaron a buena parte de los europeos de los años treinta y cuarenta en aliados de los nazis (o en nazis). Es sumamente recomendable.
Close to Home es buena sin ser extraordinaria. Es un relato acerca de dos jóvenes israelíes (ese tema me ha rondado esta semana) reclutadas en el Ejército de su país y obligadas a llevar a cabo tareas que se oponen a sus principios o, al menos, a sus deseos y su voluntad. Vista es contraste con De Tweeling, salta en ella la ironía histórica que coloca a los israelíes en una posición opresora en el Medio Oriente al cabo de pocas décadas de haber sido los grandes perseguidos de Europa. Como De Tweeling, también Twin Sisters reflexiona sobre la forma en que una ideología se impone y se filtra en la mente de los individuos.
[Por cierto, también vimos Longford (2006), de Tom Hooper, una película hecha directamente para la televisión (HBO), con Jim Broadvent y Samantha Morton. Si el director hubiera olvidado al final su afán de subrayar la moraleja, esta cinta acerca de un noble inglés entregado a luchar por los derechos de una asesina en serie sería perfecta: grandes actuaciones, mucho pulso, un perfecto ritmo narrativo y muchas ideas en juego].
Cine de estreno: un fiasco anunciado, si tal cosa puede existir: Ocean´s Thirteen, de Steven Soderberg. Hubo un tiempo en que uno pensaba que Soderberg dirigía películas efectivas de estudio para solventar sus interesantes películas personales. Ahora las dos líneas se han encontrado en una medianía de nivel, y el panorama de su cine empieza a verse cada vez más plano...
Vimos también una comedia mucho mejor de lo esperable: Knocked Up, de Judd Apatow, el mismo de The 40 Year Old Virgin. Como esa, Knocked Up es también una cinta sumamente divertida, y se da tiempo para no olvidar que el espectáculo y el entretenimiento pueden, cuando están bien hechos, generar historias dignas sin mayores pretensiones.
Imágenes: la carátula de Exit Wounds; Samantha Morton, que está físicamente irreconocible en Longford; las dos hermanas mellizas de la cinta holandesa De Tweeling.
Cómics: Exit Wounds, de la narradora-dibujante israelí Rutu Modan. Hace tiempo, un amigo me mostró una revista israelí de cómics y me quedé con ganas de buscar más, así que al toparme con Rutu Modan, ahora, he cumplido un viejo deseo. La novela gráfica de Modan es sutil y de ritmo lánguido, una de esas historias en las que un profundo romanticismo se esconde detrás de cierta apariencia de distanciamiento o incluso desaprensión. Los personajes son dos generaciones enfrentadas, y el escenario principal es Tel Aviv.
Otros libros: El segundo tomo de los Cuentos completos de Mujica Láinez en la edición de Alfaguara. Mujica no sólo es un estilista refinadísimo: tiene, además, la cualidad de hacerle sentir al lector que conoce mucho y muy de cerca a todos los personajes, cosa que uno puede exigir a cualquier novelista pero que no siempre es virtud de los cuentistas. Sin desmerecer a Bomarzo y sus otras ficciones de largo aliento, debo decir que mi impresión es que el cuento de mediana longitud era el formato ideal de este magnífico escritor argentino. Búsquenlo, y, si lo encuentran, empiecen por "El brazalete".
También he leído esta semana Shining Path, de Simon Strong. No es el mejor análisis del fenómeno senderista, y le debe demasiado a las fuentes en inglés, en especial a Gustavo Gorritti, pero el libro de Strong (periodista del New York Times) está muy bien escrito y sus primeras cien páginas, sobre la vida pre-SL de Abimael Guzmán y las etapas formativas de Sendero Luminoso, son sin duda interesantes.
Cd´s: Icky Thump, de The White Stripes. El disco se abre con una canción estupenda (la que le da título al conjunto), que es un relato en tres partes sobre el asunto de las relaciones fronterizas México-Estados Unidos y el tema, cada vez más crucial, de las migraciones ilegales desde el sur. Salvo por esa canción y un par más, el disco no está entre los mejores de White Stripes, hasta el punto en que a uno le queda la duda acerca de si Jack White, acaso, no estará tomando más en serio a The Raconteurs que a su banda original (bueno: dúo original, en este caso). Pueden ver el vídeo de Icky Thump aquí.
Dvd´s: Esta semana vimos dos películas con muchos puntos de contacto entre sí: la holandesa De Tweeling (2002), de Ben Sombogaart, que en inglés llaman Twin Sisters, y la israelí Karov La Bayit (2005), de Bardit Vilu y Dalia Hager, que en inglés llaman Close to Home.
De Tweeling es la historia de dos mellizas separadas en la niñez y que se reencuentran sólo tres veces a lo largo de su vida: poco antes de la segunda guerra mundial, durante ella y cuarenta años más tarde. Es un estudio de personajes, pero también una reflexión acerca de las formas de ideologización que transformaron a buena parte de los europeos de los años treinta y cuarenta en aliados de los nazis (o en nazis). Es sumamente recomendable.
Close to Home es buena sin ser extraordinaria. Es un relato acerca de dos jóvenes israelíes (ese tema me ha rondado esta semana) reclutadas en el Ejército de su país y obligadas a llevar a cabo tareas que se oponen a sus principios o, al menos, a sus deseos y su voluntad. Vista es contraste con De Tweeling, salta en ella la ironía histórica que coloca a los israelíes en una posición opresora en el Medio Oriente al cabo de pocas décadas de haber sido los grandes perseguidos de Europa. Como De Tweeling, también Twin Sisters reflexiona sobre la forma en que una ideología se impone y se filtra en la mente de los individuos.
[Por cierto, también vimos Longford (2006), de Tom Hooper, una película hecha directamente para la televisión (HBO), con Jim Broadvent y Samantha Morton. Si el director hubiera olvidado al final su afán de subrayar la moraleja, esta cinta acerca de un noble inglés entregado a luchar por los derechos de una asesina en serie sería perfecta: grandes actuaciones, mucho pulso, un perfecto ritmo narrativo y muchas ideas en juego].
Cine de estreno: un fiasco anunciado, si tal cosa puede existir: Ocean´s Thirteen, de Steven Soderberg. Hubo un tiempo en que uno pensaba que Soderberg dirigía películas efectivas de estudio para solventar sus interesantes películas personales. Ahora las dos líneas se han encontrado en una medianía de nivel, y el panorama de su cine empieza a verse cada vez más plano...
Vimos también una comedia mucho mejor de lo esperable: Knocked Up, de Judd Apatow, el mismo de The 40 Year Old Virgin. Como esa, Knocked Up es también una cinta sumamente divertida, y se da tiempo para no olvidar que el espectáculo y el entretenimiento pueden, cuando están bien hechos, generar historias dignas sin mayores pretensiones.
Imágenes: la carátula de Exit Wounds; Samantha Morton, que está físicamente irreconocible en Longford; las dos hermanas mellizas de la cinta holandesa De Tweeling.
Nuestros dramaturgos
Pequeño ensayo de encuesta sobre el teatro peruano
Hace veinte millones de años, Luis Jaime Cisneros me prestó el primer libro de muchos que habría de prestarme en el futuro: se llamaba Extraterritorial, y era una colección de ensayos de George Steiner (que Luis Jaime tenía entre sus textos favoritos para iniciar a los novatos en la lectura de crítica literaria).
Otra cosa que Luis Jaime me prestó casi de inmediato fue algo de Emil Staiger sobre géneros literarios. Se trataba del famoso ensayo en que Staiger propone un paralelo entre lírica, épica y dramática y las tres edades del crecimiento humano (infancia, adolescencia, madurez) y, además, extiende el paralelo para hablar no sólo de individuos sino, crucialmente, del desarrollo histórico de los pueblos: la lírica en los pueblos primitivos; la épica en las sociedades conflictivas o en vías de consolidación; el drama en las culturas más ricas, más sofisticadas, capaces de cuestionarse a sí mismas.
Ha pasado el tiempo suficiente como para que Staiger deje de ser un crítico leído, y de hecho uno no encuentra su nombre con gran frecuencia en ensayos y estudios literarios. Sigue intrigándome, sin embargo --siempre lo ha hecho--, la parte final de su hipótesis: ¿es verdad que solamente los pueblos que alcanzan un profundo grado de sofisticación artístico e intelectual, un nivel de autorreflexión y una capacidad de cuestionamiento (pero, también, un punto crítico y terminal de desarrollo) logran producir literatura dramática de la mejor? (Ejemplos de Staiger: la tragedia griega, la latina, el teatro isabelino, el español del siglo de oro, etc).
Y si es así, ¿podemos los peruanos aspirar a una producción amplia, numerosa y sostenida de teatro dramático? (No pregunto si podemos alcanzar excepcionalmente niveles elevados: allí está Yuyachkani para probar que sí; pregunto, a la luz de Staiger, si podemos conquistar el arte dramático con la evidente suficiencia con que hemos construido sólidas tradiciones poéticas y narrativas).
Por lo pronto, para facilitar la discusión, quiero recordarles los nombres de algunos de nuestros mejores autores teatrales, y ya que los dejo aquí, proponer con ellos la encuesta de la semana (y al hacerlo, paso por alto conscientemente el hecho de que no todo teatro es dramático y no todo drama se escribe para las tablas). La pregunta: ¿cuál es tu autor teatral peruano favorito? Las opciones:
Eduardo Adiranzén
Alonso Alegría
Roberto Ángeles
Alfredo Bushby
Mariana de Althaus
César de María
Rafael Dumett
Sara Joffré
Rafel León
Aldo Miyashiro
Jaime Nieto
Delfina Paredes
Miguel Ángel Pimentel
Juan Rivera Saavedra
Marcela Robles
Alfonso Santistevan
Mario Vargas Llosa
Walter Ventosilla
María Teresa Zúñiga
Nota: La encuesta ya está activada. La pueden ver al lado derecho de esta página. No estoy incluyendo a autores como Peter Elmore y José Watanabe, cuyos textos dramàticos (Santiago y Antígona, respectivamente) han sido montados por Yuyachkani, porque el asunto de la autoría se hace difícil de determinar con el método creativo colectivo usado por dicho grupo teatral). Tampoco incluyo a autores destacados en otros géneros que han incursionado por el teatro una sola vez (Cueto, Ampuero, Roncagliolo, por ejemplo).
Fotomontaje gfp.
Hace veinte millones de años, Luis Jaime Cisneros me prestó el primer libro de muchos que habría de prestarme en el futuro: se llamaba Extraterritorial, y era una colección de ensayos de George Steiner (que Luis Jaime tenía entre sus textos favoritos para iniciar a los novatos en la lectura de crítica literaria).
Otra cosa que Luis Jaime me prestó casi de inmediato fue algo de Emil Staiger sobre géneros literarios. Se trataba del famoso ensayo en que Staiger propone un paralelo entre lírica, épica y dramática y las tres edades del crecimiento humano (infancia, adolescencia, madurez) y, además, extiende el paralelo para hablar no sólo de individuos sino, crucialmente, del desarrollo histórico de los pueblos: la lírica en los pueblos primitivos; la épica en las sociedades conflictivas o en vías de consolidación; el drama en las culturas más ricas, más sofisticadas, capaces de cuestionarse a sí mismas.
Ha pasado el tiempo suficiente como para que Staiger deje de ser un crítico leído, y de hecho uno no encuentra su nombre con gran frecuencia en ensayos y estudios literarios. Sigue intrigándome, sin embargo --siempre lo ha hecho--, la parte final de su hipótesis: ¿es verdad que solamente los pueblos que alcanzan un profundo grado de sofisticación artístico e intelectual, un nivel de autorreflexión y una capacidad de cuestionamiento (pero, también, un punto crítico y terminal de desarrollo) logran producir literatura dramática de la mejor? (Ejemplos de Staiger: la tragedia griega, la latina, el teatro isabelino, el español del siglo de oro, etc).
Y si es así, ¿podemos los peruanos aspirar a una producción amplia, numerosa y sostenida de teatro dramático? (No pregunto si podemos alcanzar excepcionalmente niveles elevados: allí está Yuyachkani para probar que sí; pregunto, a la luz de Staiger, si podemos conquistar el arte dramático con la evidente suficiencia con que hemos construido sólidas tradiciones poéticas y narrativas).
Por lo pronto, para facilitar la discusión, quiero recordarles los nombres de algunos de nuestros mejores autores teatrales, y ya que los dejo aquí, proponer con ellos la encuesta de la semana (y al hacerlo, paso por alto conscientemente el hecho de que no todo teatro es dramático y no todo drama se escribe para las tablas). La pregunta: ¿cuál es tu autor teatral peruano favorito? Las opciones:
Eduardo Adiranzén
Alonso Alegría
Roberto Ángeles
Alfredo Bushby
Mariana de Althaus
César de María
Rafael Dumett
Sara Joffré
Rafel León
Aldo Miyashiro
Jaime Nieto
Delfina Paredes
Miguel Ángel Pimentel
Juan Rivera Saavedra
Marcela Robles
Alfonso Santistevan
Mario Vargas Llosa
Walter Ventosilla
María Teresa Zúñiga
Nota: La encuesta ya está activada. La pueden ver al lado derecho de esta página. No estoy incluyendo a autores como Peter Elmore y José Watanabe, cuyos textos dramàticos (Santiago y Antígona, respectivamente) han sido montados por Yuyachkani, porque el asunto de la autoría se hace difícil de determinar con el método creativo colectivo usado por dicho grupo teatral). Tampoco incluyo a autores destacados en otros géneros que han incursionado por el teatro una sola vez (Cueto, Ampuero, Roncagliolo, por ejemplo).
Fotomontaje gfp.
24.6.07
La tumba del Gólem
Sobre Kafka (y Kafka), Crumb, Borges, Meyrink y otros monstruos
Nunca me había ocurrido ir a una librería y salir de ella con dos libros distintos que llevaran el mismo título. Me ocurrió ahora sí, con dos libros en cierto sentido similares y en cierto sentido muy diversos: ambos se llaman Kafka; se asemejan en que los dos son relatos gráficos; se distinguen en todo lo demás.
El primero es una novela-cómic de Steven T. Seagle y Stefano Gaudiano, un thriller noir (así lo describen ellos) nominado tiempo atrás al premio Eisner y que, más que referirse a Kafka directamente, tiene la sombra de lo kafkiano como telón de fondo.
El otro es un experimento ensayístico, suerte de biografía crítica de Kafka hecho a dúo por el sumo sacerdote del cómic underground, Roberto Crumb, y el escritor Zane Mairowitz.
Acaso lo mejor del libro son las cortas adaptaciones de relatos de Kafka hechas por Crumb, algunas de ellas magistrales (aunque la versión gráfica de La metamorfosis hecha hace años por Peter Kuper sigue siendo, creo yo, el standard más alto en esa materia).
El texto de Mairowitz no desmerece el notable nivel de los dibujos de Crumb, y su ensayo tiene el mérito adicional de practicar una explicación de lo kafkiano más a la luz de la historia checa, la tradición judía y la sociología del ghetto de Praga que --como suele ser el caso en los libros introductorios a la vida y la obra de Kafka-- confiando plenamente en explicaciones psicoanalíticas referidas a la relación entre el escritor y el padre (aunque Mairowitz tampoco obvia ese aspecto).
Precisamente, en su intento de colocar a Kafka en la perspectiva de la tradición judía de Praga, Mairowitz y Crumb cuentan el relato del Gólem, en su versión más difundida: la historia del rabino Loew, creador del monstruo al que grabó en la frente, sucesivamente, la palabra "aemaeth" (verdad divina) y la palabra "maeth" (muerte): la primera letra de "aemaeth", suprimida en "maeth", es aleph: la diferencia entre la verdad de Dios y la destrucción total, es decir, entre revelación y extinción. (Borges sabía algo de eso).
La historia es muy conocida, claro. Yo la leí hace años en su versión más famosa, El Gólem, de Gustav Meyrink, un contemporáneo de Kafka. Lo que no sabía --o no recordaba de aquella lectura-- es lo que encuentro ahora en el libro de Mairowitz y Crumb: que, según la leyenda, el Gólem no ha desaparecido por completo de este mundo: su cuerpo fue depositado en el ático de la Sinagoga Altneu (alt-neu: viejo-nuevo), en Praga, edificio que ha sobrevivido a la destrucción parcial del ghetto praguense de 1906, así como a sucesivas guerras, incendios, ataques de turbas antisemitas durante la segunda guerra, etc.
Así que ahí lo tienen: Kafka vivía a unas pocas cuadras de una siniestra sinagoga erigida en la tardía edad media, dentro del ghetto de Praga (al que el escritor llamaba "el estrecho círculo que encierra mi vida"), en cuyo ático estaba el cadáver de un monstruo cuyo destino había dependido de una letra escrita sobre su frente. Y es posible que el monstruo continúe allí. Y eso, señoras y señores, sí que es kafkiano.
Imagen: en primer plano, a la izquierda, la Sinagoga Altneu de Praga.
Nunca me había ocurrido ir a una librería y salir de ella con dos libros distintos que llevaran el mismo título. Me ocurrió ahora sí, con dos libros en cierto sentido similares y en cierto sentido muy diversos: ambos se llaman Kafka; se asemejan en que los dos son relatos gráficos; se distinguen en todo lo demás.
El primero es una novela-cómic de Steven T. Seagle y Stefano Gaudiano, un thriller noir (así lo describen ellos) nominado tiempo atrás al premio Eisner y que, más que referirse a Kafka directamente, tiene la sombra de lo kafkiano como telón de fondo.
El otro es un experimento ensayístico, suerte de biografía crítica de Kafka hecho a dúo por el sumo sacerdote del cómic underground, Roberto Crumb, y el escritor Zane Mairowitz.
Acaso lo mejor del libro son las cortas adaptaciones de relatos de Kafka hechas por Crumb, algunas de ellas magistrales (aunque la versión gráfica de La metamorfosis hecha hace años por Peter Kuper sigue siendo, creo yo, el standard más alto en esa materia).
El texto de Mairowitz no desmerece el notable nivel de los dibujos de Crumb, y su ensayo tiene el mérito adicional de practicar una explicación de lo kafkiano más a la luz de la historia checa, la tradición judía y la sociología del ghetto de Praga que --como suele ser el caso en los libros introductorios a la vida y la obra de Kafka-- confiando plenamente en explicaciones psicoanalíticas referidas a la relación entre el escritor y el padre (aunque Mairowitz tampoco obvia ese aspecto).
Precisamente, en su intento de colocar a Kafka en la perspectiva de la tradición judía de Praga, Mairowitz y Crumb cuentan el relato del Gólem, en su versión más difundida: la historia del rabino Loew, creador del monstruo al que grabó en la frente, sucesivamente, la palabra "aemaeth" (verdad divina) y la palabra "maeth" (muerte): la primera letra de "aemaeth", suprimida en "maeth", es aleph: la diferencia entre la verdad de Dios y la destrucción total, es decir, entre revelación y extinción. (Borges sabía algo de eso).
La historia es muy conocida, claro. Yo la leí hace años en su versión más famosa, El Gólem, de Gustav Meyrink, un contemporáneo de Kafka. Lo que no sabía --o no recordaba de aquella lectura-- es lo que encuentro ahora en el libro de Mairowitz y Crumb: que, según la leyenda, el Gólem no ha desaparecido por completo de este mundo: su cuerpo fue depositado en el ático de la Sinagoga Altneu (alt-neu: viejo-nuevo), en Praga, edificio que ha sobrevivido a la destrucción parcial del ghetto praguense de 1906, así como a sucesivas guerras, incendios, ataques de turbas antisemitas durante la segunda guerra, etc.
Así que ahí lo tienen: Kafka vivía a unas pocas cuadras de una siniestra sinagoga erigida en la tardía edad media, dentro del ghetto de Praga (al que el escritor llamaba "el estrecho círculo que encierra mi vida"), en cuyo ático estaba el cadáver de un monstruo cuyo destino había dependido de una letra escrita sobre su frente. Y es posible que el monstruo continúe allí. Y eso, señoras y señores, sí que es kafkiano.
Imagen: en primer plano, a la izquierda, la Sinagoga Altneu de Praga.
Encuestas y fútbol de provincia
Vargas Llosa, Hueso Húmero, la última encuesta de Puente Aéreo
Sobre la reciente encuesta de Hueso Húmero, Mario Vargas Llosa dice lo siguiente en la entrevista que Alonso Rabí y Jeremías Gamboa le hacen en el último número de El Dominical:
La votación, por cierto, ha dejado en mano a mano a uno de cada rubro: el doctor Ricardo González Vigil, profesor del Departamento de Humanidades de la Católica desde hace varias décadas, y el novelista Iván Thays, conductor del único programa de la televisión peruana dedicado por entero a la literatura, Vano Oficio.
Otros cuatro profesores, dos de San Marcos (Camilo Fernández Cozman y Marcel Velásquez) y dos de la Católica (Carmela Zanelli y Víctor Vich), ocuparon los puestos siguientes. Recién en sétimo puesto apareció alguien dedicado casi por entero a las reseñas escritas para la prensa: Javier Ágreda, de La República.
Aquí los resultados:
Sobre la reciente encuesta de Hueso Húmero, Mario Vargas Llosa dice lo siguiente en la entrevista que Alonso Rabí y Jeremías Gamboa le hacen en el último número de El Dominical:
"A mí me escribió Abelardo (Oquendo). Yo no quise participar porque esas encuestas me parecen equivocadas. Eso de tratar de decidir por votación quién es el mejor escritor y quién el peor me parece equivocado. Está bien para los futbolistas. Pero entre buenos escritores es muy difícil establecer esa jerarquía, es arbitrario, un poco provinciano también, y por otra parte, entre los malos, ¿para qué establecer jerarquías? Por otra parte, las encuestas las hace el tiempo en literatura. Nosotros no podemos ahora anticipar. Uno puede decir de esta época que Borges va a quedar, pero ni siquiera eso es algo tan absolutamente seguro".Una vez más, es tiempo de hacer oídos sordos a la crítica de nuestro mejor novelista, y presentar los futbolísticos resultados de la última encuesta de Puente Aéreo: "¿Quién es el maestro universitario o comunicador más influyente sobre las nuevas generaciones literarias en el Perú?"
La votación, por cierto, ha dejado en mano a mano a uno de cada rubro: el doctor Ricardo González Vigil, profesor del Departamento de Humanidades de la Católica desde hace varias décadas, y el novelista Iván Thays, conductor del único programa de la televisión peruana dedicado por entero a la literatura, Vano Oficio.
Otros cuatro profesores, dos de San Marcos (Camilo Fernández Cozman y Marcel Velásquez) y dos de la Católica (Carmela Zanelli y Víctor Vich), ocuparon los puestos siguientes. Recién en sétimo puesto apareció alguien dedicado casi por entero a las reseñas escritas para la prensa: Javier Ágreda, de La República.
Aquí los resultados:
Ricardo González Vigil 46
Iván Thays 42
Camilo Fernández Cozman 24
Carmela Zanelli 19
Marcel Velásquez 15
Víctor Vich 12
Javier Ágreda 10
Luis Fernando Chueca 10
Mirko Lauer 7
Marco Martos 7
Abelardo Oquendo 7
Hildebrando Pérez Grande 7
Ricardo Silva Santisteban 6
José Güich 6
Miguel Ángel Huamán 4
Carlos Garcia-Bedoya 3
Eduardo Huarag 3
Rocío Silva Santisteban 3
Carlos Garayar 2
Ninguna de las anteriores 15
Cinema Toledo: el biopic
La vida de Alejandro + Kill Bill Vols. III y IV
Apenas seis semanas después de que Alfredo Bryce anunciara en Santo Domingo que el cineasta Quentin Tarantino se encargaría de llevar al cine su novela Un mundo para Julius, otro personaje público peruano suelta el dato de un próximo debut cinematográfico.
Es el ex-presidente Alejando Toledo, quien ha declarado en Madrid dos cosas: la primera, que está escribiendo un libro autobiográfico; la segunda, que la venta de los derechos para llevar dicho libro a las pantallas ya "se está gestionando".
En vista de que Toledo declara que aún no se ha decidido quién dirigirá la adaptación, que el libro aún no está acabado y que no se ha decidido qué actor representará el rol del ex-mandatario, no parece aventurado decir que la cristalización del proyecto está todavía bastante, bastante lejos.
Tan lejos como para suponer que se encuentra, todavía, en su primera fase, es decir, la del anhelo, la etapa imaginaria: más o menos en el mismo periodo de gestación en que debe andar el trabajo de la dupla Bryce-Tarantino.
Recuerdo que Bryce se preguntaba quién haría en el cine el papel de Julius, el niño autorreferncial de su notable primera novela. Del mismo modo, ahora Toledo se pregunta en voz alta quién podrá representarlo a él en esta otra película.
¿Qué habrá detrás de esa duda de autoimagen que parece filtrarse en las preguntas de Bryce y Toledo? ¿No será esa pregunta lo más cerca que ambas fantasías estarán de ser proyectadas alguna vez?
Actualización: Kill Bill Vols. III y IV
Dicho sea de paso, me encuentro con este cable en el que Tarantino anuncia la filmación de la tercera y la cuarta partes de Kill Bill. El anuncio fue hecho en la Feria del Cómic de San Diego, California, y lo más sorprendente fue que Tarantino aludiera a la posibilidad de que las nuevas entregas de la saga fueran hechas en animación.
El diario Clarín, curiosamente, da la noticia y le resta crédito de inmediato, aduciendo que Tarantino es célebre por hablar de proyectos que nunca culmina... Al menos no anunció la adaptación de Un mundo para Julius...
Fotomontaje gfp. Una propuesta: Edward James Olmos en el rol de Toledo.
Apenas seis semanas después de que Alfredo Bryce anunciara en Santo Domingo que el cineasta Quentin Tarantino se encargaría de llevar al cine su novela Un mundo para Julius, otro personaje público peruano suelta el dato de un próximo debut cinematográfico.
Es el ex-presidente Alejando Toledo, quien ha declarado en Madrid dos cosas: la primera, que está escribiendo un libro autobiográfico; la segunda, que la venta de los derechos para llevar dicho libro a las pantallas ya "se está gestionando".
En vista de que Toledo declara que aún no se ha decidido quién dirigirá la adaptación, que el libro aún no está acabado y que no se ha decidido qué actor representará el rol del ex-mandatario, no parece aventurado decir que la cristalización del proyecto está todavía bastante, bastante lejos.
Tan lejos como para suponer que se encuentra, todavía, en su primera fase, es decir, la del anhelo, la etapa imaginaria: más o menos en el mismo periodo de gestación en que debe andar el trabajo de la dupla Bryce-Tarantino.
Recuerdo que Bryce se preguntaba quién haría en el cine el papel de Julius, el niño autorreferncial de su notable primera novela. Del mismo modo, ahora Toledo se pregunta en voz alta quién podrá representarlo a él en esta otra película.
¿Qué habrá detrás de esa duda de autoimagen que parece filtrarse en las preguntas de Bryce y Toledo? ¿No será esa pregunta lo más cerca que ambas fantasías estarán de ser proyectadas alguna vez?
Actualización: Kill Bill Vols. III y IV
Dicho sea de paso, me encuentro con este cable en el que Tarantino anuncia la filmación de la tercera y la cuarta partes de Kill Bill. El anuncio fue hecho en la Feria del Cómic de San Diego, California, y lo más sorprendente fue que Tarantino aludiera a la posibilidad de que las nuevas entregas de la saga fueran hechas en animación.
El diario Clarín, curiosamente, da la noticia y le resta crédito de inmediato, aduciendo que Tarantino es célebre por hablar de proyectos que nunca culmina... Al menos no anunció la adaptación de Un mundo para Julius...
Fotomontaje gfp. Una propuesta: Edward James Olmos en el rol de Toledo.
22.6.07
Quemalibros, matagente
Salman Rushdie en peligro & los sabios de Pakistán
Parece parte de una saga novelesca: en 1977, Muhammad Zia Ul-Haq condujo un golpe de estado en Pakistán, derrocando con ello al primer ministro Zulfiqar Ali Bhutto. Treinta años más tarde, el hijo de Ul-Haq es ministro de Asuntos Religiosos de su país y su mayor enemigo es otra ex primera ministra pakistaní: Benazir Bhutto, la hija de Zulfiqar.
Ayer, Bhutto ha hecho público un comunicado criticando a Ul-Haq a raíz de que este último endosara su apoyo --públicamente, en el parlamento pakistaní-- a cualquier musulmán fiel que quiera llevar a cabo el asesinato del escritor Salman Rushdie, todo esto debido a que Rushdie recibiera la semana pasada un título honorífico de la corona británica.
Hay otro personaje en la trama: Allama Tahir Ashafri, el presidente del Concejo de Ulemas de Pakistán, quien ha hecho pública la decisión de los miembros de dicho organismo de otorgar a Osama Bin Laden el título de saifullah: "espada de Dios", en respuesta al honor concedido a Rushdie.
Por supuesto, se sabe que esta no es ni por asomo la etapa más riesgosa en la vida de Rushdie, quien ya soportó durante años una fatwa en su contra, ya vivió mucho tiempo enterrado en refugios, perseguido por guardaespaldas y resguardado por agentes de inteligencia, ya vio arder piras de libros suyos en todos los países del mundo árabe, además de las ciudades de Bolton y Bradford, en el Reino Unido, y ya atestiguó el incendio, en 1988, de dos librerías de Berkeley, California, que se atrevieron a vender sus libros en contra de las amenazas de los fanáticos.
Poco de lo que cuento es noticia a estas alturas. Sólo quiero hacer notar un detalle tan chocante que acaba por resultar absurdo: el Concejo de Ulemas de Pakistán ha decidido que Salman Rushdie y Osama Bin Laden sean puestos en los platos de la misma balanza: el escritor de fábulas y el asesino en masa, el autor de libros y el terrorista.
Resulta difícil entender la ética de esa reacción, pero también resulta difícil comprender el mensaje que ella implica: ¿es que los ulemas pakistaníes están tratando de decir que Rushdie es un campeón de cierta causa, así como, creen ellos, Osama Bin Laden lo es de la causa de los musulmanes radicales? (Algo parece no cuadrar en esa idea). Claro, no cabe suponer que el mensaje de los ulemas sea que Rushdie no es menos asesino ni menos criminal que Osama, de modo que, al parecer, toda la paridad se reduce a eso: para los ulemas, el escritor crítico es la quintaescencia del mundo corrupto que ellos quieren combatir, y el fanático saudita representa lo mejor del mundo que defienden.
Ulema significa "sabio". ¿En qué momento se volvió cosa de sabios mandar a matar escritores y premiar asesinos? Ciertamente, no es un fenómeno reciente. Y también los cristianos han mandado libros a la hoguera, más de una vez en compañía de sus autores. Los judíos, incluso los ortodoxos, han sido infinitamente menos violentos en ese aspecto, pero también entre ellos ha habido casos de beligenrancia ante la difusión de libros que consideraran despreciables.
Parece que ninguna cultura es lo suficientemente bibliocéntrica como para asumir que los libros y su multiplicación pueden ser buenos de por sí. Hay, lamentablemente, varias "religiones del libro", pero ninguna "religión de los libros".
Parece parte de una saga novelesca: en 1977, Muhammad Zia Ul-Haq condujo un golpe de estado en Pakistán, derrocando con ello al primer ministro Zulfiqar Ali Bhutto. Treinta años más tarde, el hijo de Ul-Haq es ministro de Asuntos Religiosos de su país y su mayor enemigo es otra ex primera ministra pakistaní: Benazir Bhutto, la hija de Zulfiqar.
Ayer, Bhutto ha hecho público un comunicado criticando a Ul-Haq a raíz de que este último endosara su apoyo --públicamente, en el parlamento pakistaní-- a cualquier musulmán fiel que quiera llevar a cabo el asesinato del escritor Salman Rushdie, todo esto debido a que Rushdie recibiera la semana pasada un título honorífico de la corona británica.
Hay otro personaje en la trama: Allama Tahir Ashafri, el presidente del Concejo de Ulemas de Pakistán, quien ha hecho pública la decisión de los miembros de dicho organismo de otorgar a Osama Bin Laden el título de saifullah: "espada de Dios", en respuesta al honor concedido a Rushdie.
Por supuesto, se sabe que esta no es ni por asomo la etapa más riesgosa en la vida de Rushdie, quien ya soportó durante años una fatwa en su contra, ya vivió mucho tiempo enterrado en refugios, perseguido por guardaespaldas y resguardado por agentes de inteligencia, ya vio arder piras de libros suyos en todos los países del mundo árabe, además de las ciudades de Bolton y Bradford, en el Reino Unido, y ya atestiguó el incendio, en 1988, de dos librerías de Berkeley, California, que se atrevieron a vender sus libros en contra de las amenazas de los fanáticos.
Poco de lo que cuento es noticia a estas alturas. Sólo quiero hacer notar un detalle tan chocante que acaba por resultar absurdo: el Concejo de Ulemas de Pakistán ha decidido que Salman Rushdie y Osama Bin Laden sean puestos en los platos de la misma balanza: el escritor de fábulas y el asesino en masa, el autor de libros y el terrorista.
Resulta difícil entender la ética de esa reacción, pero también resulta difícil comprender el mensaje que ella implica: ¿es que los ulemas pakistaníes están tratando de decir que Rushdie es un campeón de cierta causa, así como, creen ellos, Osama Bin Laden lo es de la causa de los musulmanes radicales? (Algo parece no cuadrar en esa idea). Claro, no cabe suponer que el mensaje de los ulemas sea que Rushdie no es menos asesino ni menos criminal que Osama, de modo que, al parecer, toda la paridad se reduce a eso: para los ulemas, el escritor crítico es la quintaescencia del mundo corrupto que ellos quieren combatir, y el fanático saudita representa lo mejor del mundo que defienden.
Ulema significa "sabio". ¿En qué momento se volvió cosa de sabios mandar a matar escritores y premiar asesinos? Ciertamente, no es un fenómeno reciente. Y también los cristianos han mandado libros a la hoguera, más de una vez en compañía de sus autores. Los judíos, incluso los ortodoxos, han sido infinitamente menos violentos en ese aspecto, pero también entre ellos ha habido casos de beligenrancia ante la difusión de libros que consideraran despreciables.
Parece que ninguna cultura es lo suficientemente bibliocéntrica como para asumir que los libros y su multiplicación pueden ser buenos de por sí. Hay, lamentablemente, varias "religiones del libro", pero ninguna "religión de los libros".
21.6.07
El más influyente
Hora de pensar en los maestros y los comunicadores
Ahora sí, luego de un viajecito de dos días a Boston, y tras revisar las sugerencias de los comentaristas, propongo la lista definitiva y activo la encuesta.
La pregunta, ya afinada, es: ¿quién es el maestro universitario o comunicador más influyente sobre las nuevas generaciones de la literatura peruana?
Mi criterio para seleccionar a los nominados: primero, ya que me interesa descubrir cómo se están moviendo las cosas dentro del Perú, elijo a personas que vivan dentro del país.
Segundo, como no quiero entrar al asunto de la influencia en tanto fenómeno estético, no escojo a escritores que resulten influyentes por medio de la lectura o los talleres literarios, sino básicamente a comunicadores y maestros universitarios, que lo hagan a través de sus clases y sus artículos, es decir, a través su reflexión intelectual sobre la literatura.
Lo hago un poco teniendo en mente los dos casos notorios de mi generación en la universidad en la que yo estudié la carrera: Luis Jaime Cisneros y Mario Montalbetti eran tan influyentes sobre los estudiantes de literatura y lingüística en la Católica que yo conozco a varias personas que, en lo profesional, decidieron su especialidad, su orientación e incluso los lugares donde estudiarían sus maestrías y doctorados, por consejo (o por directa imitación) de ellos: yo mismo pasé al menos dos años o tres descubriendo a los escritores que Luis Jaime quería que descubriese (Quiroga, Felisberto Hernández, Hermann Broch, George Steiner) y eso venía sucediendo con muchos otros desde décadas antes, y siguió ocurriendo mucho tiempo más, supongo que hasta hoy.
La encuesta aparece en el lado derecho de esta misma página, como siempre. La he reseteado hace unos minutos para borrar el enésimo ataque de los idiotas de siempre; los resultados parciales, que al final serán sumados a los nuevos,eran los siguientes.
Javier Ágreda 10
Luis Fernando Chueca 10
Camilo Fernández Cozman 24
Carlos Garayar 2
Carlos Garcia-Bedoya 3
Ricardo González Vigil 46
José Güich 6
Miguel Ángel Huamán 4
Eduardo Huarag 3
Mirko Lauer 7
Marco Martos 7
Abelardo Oquendo 7
Hildebrando Pérez Grande 7
Ricardo Silva Santisteban 6
Rocío Silva Santisteban 3
Iván Thays 42
Marcel Velásquez 15
Víctor Vich 12
Carmela Zanelli 19
Ninguna de las anteriores 15
Ahora sí, luego de un viajecito de dos días a Boston, y tras revisar las sugerencias de los comentaristas, propongo la lista definitiva y activo la encuesta.
La pregunta, ya afinada, es: ¿quién es el maestro universitario o comunicador más influyente sobre las nuevas generaciones de la literatura peruana?
Mi criterio para seleccionar a los nominados: primero, ya que me interesa descubrir cómo se están moviendo las cosas dentro del Perú, elijo a personas que vivan dentro del país.
Segundo, como no quiero entrar al asunto de la influencia en tanto fenómeno estético, no escojo a escritores que resulten influyentes por medio de la lectura o los talleres literarios, sino básicamente a comunicadores y maestros universitarios, que lo hagan a través de sus clases y sus artículos, es decir, a través su reflexión intelectual sobre la literatura.
Lo hago un poco teniendo en mente los dos casos notorios de mi generación en la universidad en la que yo estudié la carrera: Luis Jaime Cisneros y Mario Montalbetti eran tan influyentes sobre los estudiantes de literatura y lingüística en la Católica que yo conozco a varias personas que, en lo profesional, decidieron su especialidad, su orientación e incluso los lugares donde estudiarían sus maestrías y doctorados, por consejo (o por directa imitación) de ellos: yo mismo pasé al menos dos años o tres descubriendo a los escritores que Luis Jaime quería que descubriese (Quiroga, Felisberto Hernández, Hermann Broch, George Steiner) y eso venía sucediendo con muchos otros desde décadas antes, y siguió ocurriendo mucho tiempo más, supongo que hasta hoy.
La encuesta aparece en el lado derecho de esta misma página, como siempre. La he reseteado hace unos minutos para borrar el enésimo ataque de los idiotas de siempre; los resultados parciales, que al final serán sumados a los nuevos,eran los siguientes.
Javier Ágreda 10
Luis Fernando Chueca 10
Camilo Fernández Cozman 24
Carlos Garayar 2
Carlos Garcia-Bedoya 3
Ricardo González Vigil 46
José Güich 6
Miguel Ángel Huamán 4
Eduardo Huarag 3
Mirko Lauer 7
Marco Martos 7
Abelardo Oquendo 7
Hildebrando Pérez Grande 7
Ricardo Silva Santisteban 6
Rocío Silva Santisteban 3
Iván Thays 42
Marcel Velásquez 15
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Carmela Zanelli 19
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