31.10.06

Enlaces

A los cazadores de revistas literarias online, les recomiendo guardar este post en sus favoritos. Son enlaces a algunas de las publicaciones de literatura hispana más activas en Internet. Aquí dejo diez y les paso otros tantos más adelante.

Zona Literatura: aparentemente hecha en Argentina,
Zona Literatura recoge poesía, ensayo, cuento e incluso más de media docena de novelas escritas por autores argentinos y españoles jóvenes. La calidad de algunas es sorprendente.

Sololiteratura: es un portal que recoge varias decenas de relatos, cuentos, ensayos y poemas de unos cuarenta escritores hispanos consagrados, incluyendo a nuestros
Mario Vargas Llosa y Julio Ramón Ribeyro, pero también a autores de generaciones siguientes, como Alan Pauls, Edmundo Paz Soldán o Juan Villoro. También hay joyitas bastante desconocidas en el Perú, como los cuentos del venezolano Ednodio Quinteros.

Remolinos: la activa revista literaria
Remolinos, que recoge reseñas, artículos, entrevistas, relatos y poemas, estaba esta mañana inaccesible. Probablemente un problema temporal que se corregirá en cualquier momento. Tiene cosas recomendables; sobre todo, la frescura comparativa de sus ensayos.

El Interpretador: inquietante y bastante radical por momentos,
El Interpretador tiene la buena costumbre de los dossiers oportunos, como el del número 28 acerca de Evita Perón y su representación en las artes y las letras argentinas.

Hotel Kafka: es en verdad un sitio (real) y un sitio (web) dedicados a los cursos de creación literaria (con profesores tan conocidos como
Isaac Rosa y Martín Casariego), pero el portal de Internet coloca muchos de los escritos de profesores y estudiantes, y es en verdad recomendable.

Letralia: por supuesto,
Letralia es una de las publicaciones virtuales más grandes y abarcadoras de la literatura en español. Si no la conocen ya, dense una vuelta. También es recomendable su "itinerario", con enlaces a varias decenas de sitios de interés (entre ellos, cosa que agradezco, aparece este blog).

Arte Literal: desde Ciudad Guayana, en Venezuela, una revista online que combina las letras tradicionales con la experimentación, incluso vinculando literatura con artes plásticas.

Ciudad Seva: hace muchas cosas distintas, pero en una de ellas son especialmente eficientes: el archivo de relatos clásicos de la literatura hispana. Hay de todo, en transcripciones mucho más correctas de lo que uno suele encontrar en Internet.

Ficticia: es una de las mayores colecciones de relatos escritos por autores hispanos poco conocidos o poco difundidos. Hay de todo, y mucho de ello es interesante. (Una curiosidad: los cuentos de
Carlos Cuarón, hermano del cineasta Alfonso).

Ficción Breve Venezolana: sitio construido por la ONG del mismo nombre, y que tiene como propósito difundir la narrativa corta de autores venezolanos. Si hacen un repaso mental de los autores venezolanos que han leído en ese rubro, verán que no está de más enterarnos un poquito sobre el tema.

30.10.06

Yokos

Haruki Murakami, uno de los más intrigantes y originales narradores activos en el mundo hoy, acaba de recibir el cada vez más prestigioso Premio Kafka, el más importante otorgado en la República Checa.

El premio se ha entregado en el pasado seis veces, y ha ido a manos de escritores como Philip Roth y Harold Pinter. Murakami parecía hecho para esta distinción, a juzgar por el tema de uno de sus libros más famosos, Kafka en la orilla, la historia de un sujeto que, antes de emprender una aventura de autodescubrimiento, que lo sumerge en un mundo ciertamente kafkiano, asume el nombre del genio de Praga.

Murakami es altamente reacio a aparecer en público, y declaró enfáticamente estar muy incómodo con la recepción de la prensa en la República Checa, país al que ha llegado de la mano de su esposa Yoko.

(Y hablando de Yoko: ¿vieron la rabieta que le dio hace un par de días a María Kodama, en Santiago, a raíz de una pregunta acerca de la publicación de Borges, el libro póstumo de Adolfo Bioy Casares? Les dejo aquí el enlace a la noticia en La República. Hay que concederle a Kodama, eso sí, que la pregunta fue incómoda y acaso fuera de lugar: la interrogaron acerca del pasaje en el que Bioy sostiene que Borges vivía siempre con miedo de disgustar a su esposa con cualquier cosa).

Ahora, Sylvia Plath

Hace un mes les conté algo acerca de un poema inédito de Robert Frost, descubierto en la biblioteca de la Universidad de Virginia (hasta me animé a una traducción más o menos literal). El poema apareció finalmente en el Virginia Quarterly Review.

Ahora,
Anna Journey, una estudiante de la Virginia Commonwealth University ha descubierto un soneto desconocido de Sylvia Plath, entre los archivos de la Universidad de Indiana: catorce versos escritos al margen de un ejemplar de la novela El gran Gatsby, de Scott Fitzgerald.

El poema se titula "Ennui" (aburrimiento, digamos), y aparece junto a un pasaje de la novela en el que
Daisy Buchanan, la amante de Gatsby, dice la frase "he estado en todas partes, he visto todo, he hecho todo".

Lo interesante, a decir de
Journey, es que el soneto de Plath (escrito en 1955, mientras Plath estudiaba en Smith College, una prestigiosa universidad femenina) no fue compuesto tanto a partir de una experiencia personal, sino como una variación y una experimentación en torno a los sentimientos del personaje de Fitzgerald.

Journey quiere rescatar con esa observación el valor de la poesía temprana de Plath, la de aprendizaje, los poemas que fueron escritos para depurar y perfeccionar la técnica, como parte de una labor fundacional para la voz que Plath lograría más adelante; poemas que, según afirma Linda Wagner-Martin, biógrafa de Plath, fueron desestimados por el poeta Ted Hughes (viudo de Plath), cuando éste publicó la poesía reunida de su esposa, en 1981.

El poema será hecho público online este miércoles en
Blackbird, una revista electrónica de Virginia. Apenas aparezca, lo colocaré aquí para deleite de los muchos lectores de Plath. A ver si alguno se anima a la traducción. Por lo pronto, las dos primeras líneas las hallarán en este link.

A ojo de buen cubero

En los años en que reseñaba libros para las revistas de El Comercio, cuando lo hacía constantemente, uno y a veces dos por semana, descubrí que una buena manera de zafarse del yugo de las editoriales era no condenarse a reseñar siempre la última novedad.

No importa si llegaban dos o tres ejemplares de cierto libro a mi escritorio: casi todas las semanas prefería darme una vuelta por una librería y comprar un ejemplar de cualquier otra cosa (a veces me prestaban muchos títulos distintos y yo al día siguiente elegía uno y lo compraba y devolvía los demás).

A algunos les podía dar la impresión de que mi columna marginaba la novedad y, así, marginaba la producción nacional más reciente. La verdad es que sólo me marginaba a mí mismo de tener que dar una opinión apresurada, entrar en un debate no suficientemente meditado, etc. Unos meses más tarde, con las olas ya reventadas, escribía mi comentario, si quería, y ya.

Leo, en
Correo, la reseña de Olga Rodríguez Ulloa a la última novela de Fernando Ampuero y me encuentro con esta reflexión final de la comentarista:

"Lo que me gustaría comentar es la falta de desprendimiento del grupo editorial Planeta, el más grande de habla hispana, que entrega solamente un volumen por redacción. Con las ganas que tenía de poseer mi propio ejemplar de
Puta linda. Como a las putas, a los libros de Planeta hay que compartirlos".

Ustedes me dirán si ese es un comentario apropiado dentro de la reseña de una novela que merece todo el respeto posible de parte del comentarista. ¿Qué tienen que ver con la reseña las pataletas de una reseñadora que no recibe el obsequio deseado de una editorial?

La reseña de
Rodríguez Ulloa resume el argumento de la novela y no añade casi ninguna opinión, salvo que la novela, como su autor y sus personajes, "no se hace demasiados problemas". Gasta tres cuartas partes del texto en resumir el libro y casi una cuarta parte en referirse al autor y a la editorial. ¿No le hubiera convenido usar esas líneas en sustentar un poco su idea?

Tarea difícil, si uno tiene en cuenta que su "idea" está expresada de forma tan intelectualmente contundente como queda graficado en esta frase suya: "el mercado literario es igualmente demandante que el sexual y --tasando así nomás, al ojo-- la
Puta linda de Ampuero no pasa la prueba".

Hace bien
Rodríguez Ulloa en hablar de "mercado literario", porque, de hecho, algo de eso es lo que está en el origen del problema. Y me refiero al problema de que reseñas de tan baja calidad sean publicadas en la prensa nacional.

La cosa es que los periódicos, reacios a pagar un sueldo decente a críticos preparados, andan regalando espacios a cambio de nada o casi nada, y consiguen críticos poco menos que
ad honorem, que convierten sus columnas en lugares para pedir libros gratuitos y opinar sobre obras literarias "tasando así nomás, al ojo".

Blogs: vienen y se van

Algo que no se le puede objetar a la blogósfera peruana es su movimiento incesante.

Tras haber pasado súbitamente de mitad de tabla hasta el quinto puesto en el ránking de Perú Blogs (fenómeno que mi blog experimentó meses atrás), el reportero Marco Sifuentes ha decidido despedirse de su sitio El Útero de Marita. ¿Por qué? Nada claro dice. ¿Será una ausencia lamentable? Not really.

La pareja dispareja de Paolo de Lima y Víctor Coral entra nuevamente en crisis: ahora Coral desciende al nivel personal para acusar a De Lima de la cosa más extraña: dejar a consignación, para su venta en una librería limeña, un ejemplar de una edición no venal de cierta novela de Enrique Congrains Martin, regalada a De Lima por el autor. ¿Es un lío importante? Not really.

Uno que ha desaparecido por unos días (esperemos que sólo hasta hoy) es Iván Thays, del blog Notas Moleskine. Iván dejó en su sitio web un comentario sobre el centenario de Dino Buzzati, y acto seguido se diluyó en el aire. Si son unas merecidas vacaciones, bien. ¿Será que Iván renuncia a la blogósfera? Not really.

Otro blog que vale la pena revisar, como dije hace semanas, es Virtù e Fortuna de Martín Tanaka. Particularmente este comentario que, me parece, da en el clavo sobre quién es Noam Chomsky en cuanto a su labor relacionada con la política mundial: un activista muy sesgado que suele deslizarse en el terreno de las teorías conspirativas. ¿Es Chomsky una voz decisiva o muy atendible en relación con la realidad latinoamericana? Not really.

A propósito de Chomsky: buena la entrevista que Pati del Río le hizo días atrás en El Comercio. Entre otras cosas es interesante porque deja en claro que Chomsky lo ignora casi todo respecto a la política latinoamericana, de modo que su inteligencia y su claridad de raciocinio se vuelven vacuas al enfrentarse con un terreno en el que apenas si repite lo que dice cualquier otro activista gringo, de esos que andan por ahí reclamando la libertad de Lori Berenson o quejándose por las injustas condiciones de vida de Abimael Guzmán. ¿Son pocos esos activistas en la academia americana? Not really.

Siguiendo con Chomsky: ya todo el mundo desfiló por sus conferencias, ya todo el mundo se hizo pasar por lingüista o politólogo por unos días. Ya Chomsky se fue a Boston de regreso (supongo). Pero tengo la impresión de que nada o casi nada se ha escrito sobre qué dijo en esas conferencias. ¿O sí? Not really.

En el blog colectivo Gran Combo Club, apareció hace varios días un artículo de Giovanna Aguilar acerca de "lo público y lo privado" en relación con el artículo de César Hildebrandt que revelaba el asunto del hijo extramatrimonial del presidente Alan García. Para esos periodistas que pensaron que más importante era no permitir que la noticia los pasara por encima, y que para eso tuvieron que dejar de pensar sobre la ética del asunto, el artículo es recomendable. Really.

29.10.06

Peruanos en el New York Times

La sección Week in Review de The New York Times de hoy domingo 29 trajo un artículo informativo que recoge el estado de efervescencia que muchos ven en la escena literaria peruana recientemente.

El artículo se titula Past War and Cruelty: Peru´s Writers Bloom, algo así como "Tras la guerra y la crueldad, los escritores peruanos florecen".

En el texto, escrito por Simon Romero, tras la mención necesaria de los nombres de César Vallejo y Mario Vargas Llosa --acaso los únicos autores peruanos que resuenan rápidamente en los oídos de un norteamericano culto-- son especialmente citados Alonso Cueto y Santiago Roncagliolo, a raíz de sus novelas más recientes, y de los premios que ellas obtuvieron.

Otras fuentes (y/u objetos) del reportaje son el psicoanalista Jorge Bruce; el fundador de la editorial Estruendomudo, Álvaro Lasso; Julio Villanueva Chang, editor de la revista Etiqueta Negra, y una de sus manos derechas, el novelista Daniel Alarcón.

Los reportajes de este tipo, en la prensa norteamericana, no pasan del escritorio de un editor si no hay en ellos al menos una voz disonante.

En este caso, es la voz de Mirko Lauer, quien es citado diciendo que algunos de los libros más festejados recientemente son buenos pero no tanto ("not bad but nothing to write home about"), y que "los editores extranjeros han concedido premios en torno a un tema oportuno, las cicatrices de la guerra, para vender más" ("He said foreign publishers awarded prizes around a timely theme, the scars of war, to sell more books").

Respecto a las palabras de Lauer: supongo que algunos las tomarán escandalosamente. Creo que deben ser entendidas en dos partes: por un lado, está la opinión de Lauer sobre esas novelas, que él sabrá sustentar, si lo desea, tan lúcidamente como lo hace siempre en asuntos literarios. Y que los demás podrán discutir, como se debe. Por otro lado, está el reconocimiento de que los premios son enormes inversiones para una editorial, inversiones que deben redituar. Eso es alguien que nadie puede negar; es parte de la naturaleza del mercado editorial.

Si aprendemos a separar esas dos cosas, sin embargo, sabremos por qué un crítico nunca valora los premios como puntos a favor cuando evalúa una obra, y también por qué no se puede usar el argumento de la naturaleza comercial de los concursos para decir nada en contra de las obras ganadoras. No importa cuántos premios gane o pierda un libro: sus páginas están allí y se defienden solas.

Para quienes no tengan clave de acceso al NYT, dejo el artículo entre los comments de este post.

Libros al peso

Recibo una carta de Ricardo Vírhuez y Javier Garvich, los editores de la Revista Peruana de Literatura. La carta es un llamado a apoyar cierta iniciativa parlamentaria del congresista loretano Víctor Isla Rojas. Este es el texto de la carta (disculpen la falta de acentos):

"Algo inusual esta ocurriendo en nuestros dias y requiere de la participacion de todos los escritores, editores, investigadores e intelectuales en general para que ocurra lo inesperado. Sucede que el congresista por Loreto,Victor Isla Rojas, ha presentado un proyecto de ley que en su unico articulo dice lo siguiente:

"Todos los gobiernos regionales y las municipalidades provinciales y distritales destinaran el 1% de su presupuesto anual a la publicacion de libros y revistas con el fin de promover la lectura, la creacion literaria y la investigacion social y cientifica en todo el territorio nacional
.

"Este proyecto de ley ha sido derivado a las comisiones de Descentalizacion del Congreso, y a la de Prepuesto, para luego ser presentado al Pleno y ser debatido. Si se aprueba este proyecto, tendremos que para el año 2007 nos espera un presupuesto masivo y obligatorio de parte de todos los municipios y gobiernos regionales del Peru para publicar libros... Naturalmente, pensamos que esta iniciativa merece nuestro apoyo completo y desinteresado, nuestros pronunciamientos contundentes y cotidianos ante la prensa, ante las comisiones citadas, ante cualquiera donde pueda oirse nuestra voz, para lograr que por fin haya una partida presupuestal obligatoria para publicar libros. El enlace en la pagina web del Congreso es el siguiente:

http://www2.congreso.gob.pe/Sicr/TraDocEstProc/CLProLey2006.nsf

"Esperamos que nos ayuden a difundir esta iniciativa y la pasen a todos sus correos, a todos su amigos interesados en la cultura, a todos los que puedan sumar en este hermoso proyecto. El escritorOswaldo Reynoso opina que deberiamos hacer una gran marcha, una inmensa manifestacion exigiendo la aprobacion de este proyecto. Es una gran idea. Estamos seguros de que cada uno de nosotros podra aportar con nuevas ideas, pronunciamientos urgentes, en fin, nuestra palabra comprometida".

Hasta allí la carta. Si ingresan al enlace colocado arriba, y buscan los proyectos de ley presentados el día 20 de octubre encontrarán el texto completo. El escritor
Oswaldo Reynoso, antes de entusiasmarse, debería darle una mirada al párrafo que dice que el objetivo de la ley es incentivar "publicaciones diversas y de todos los colores". No vaya a terminar llevándose una sorpresa.

A mí me parece que el texto de la ley es poco menos que una caricatura: un arranque tan poco meditado como el que podría tener cualquiera de nosotros en una charla de café.

Si alguien quiere ayudar a que la idea (que suena obviamente paradiasiaca) tome alguna forma realista y se vuelva practicable, entonces, en lugar de promover marchas de cuarenta escritores cuyos nombres y rostros nada dicen en absoluto a la opinión pública, debería proponerse formar un equipo que aconseje al congresista Isla (un humalista cuyas credenciales no estaría de más revisar, dicho sea de paso) para que le dé cierta seriedad a su propuesta.

Tal como está, la ley no es nada. Es simplemente un saludo a la bandera, una venia para la tribuna, cuyo efecto inmediato sería la proliferación de mamarrachos proselitistas dirigidos por improvisados secretarios culturales nombrados a dedo por algún alcalde que, a su vez, nunca habrá abierto un libro en su vida.

Ford 2006

Quizá porque han pasado veinte años desde la publicación de la primera pieza de esta trilogía, o quizá porque han pasado once desde la parición de la segunda parte: hace unos años pocos habrían dudado en colocar a Richard Ford entre los grandes narradores norteamericanos contemporáneos, y, sin embargo, hoy su nombre ya no está en la punta de la lengua cuando se piensa en llenar ese escaño.

O al menos, eso ocurría hasta esta semana. A las dos primeras piezas de la trilogía (
The Sportswriter e Independence Day), Richard Ford acaba de sumar una tercera que ha merecido por lo pronto una entusiasta y admirada crítica de A.O. Scott en la Sunday Book Review de The New York Times, y una no menos elogiosa de James Campbell en The Times Literary Supplement.

El título de la nueva novela es
The Lay of the Land, y su protagonista, una vez más, es Frank Bascombe, ahora con diecisiete años más que al principio, bordeando los cincuenta y cinco, y con una vida igualmente trivial y, por tanto, igualmente crucial que antes. Y en más páginas: de hecho, uno de los rasgos que resurgen en todos los comentarios es el de la minuciosidad del relato, larguísimo recuento de tres días de vida en más de medio millar de páginas

Yo leí hace varios años las dos primeras, en español, en las versiones de Editorial Anagrama, si no recuerdo mal.
Independence Day la leí en Río de Janeiro, en las mañanas de una quincena dedicada a cierto festival de jazz (ventajas del periodismo cultural), y The Sportswriter en mi año de desempleo voluntario, en Lima, en 1996, me parece. Ahora, por una de esas casualidades de la vida, me toca leer la tercera en Bowdoin College, donde Richard Ford es profesor de creative writing desde el año pasado.

Esos traductores

Muy interesante el artículo de Javier Rodríguez Marcos en Babelia, suplemento del diario El País, acerca del oficio de la traducción literaria.

Uno de sus puntos interesantes es aquel en el que
Rodríguez Marcos asevera que muchos de los traductores entrevistados para la nota mencionaron a Borges como caso modélico de mal traductor: Borges sería uno de esos "escritores que en ocasiones tienden a meter escesivamente su cuchara en el texto ajeno".

Quienes yahan leído al
Melville o al Faulkner de Borges estarán de acuerdo con esa crítica. Pero quienes hayan leído al Proust de Carlos Manzano (el que más duramente crítica a Borges) estarán de acuerdo en que sus traducciones parecen desalmadas y mecánicas.

El artículo, involuntariamente, explica por qué:
Manzano traduce un libro de la saga proustiana en dos meses, a plazo fijo, como quien prepara un informe judicial. ¿Y a esa velocidad pretende alcanzar el complejo brillo lingüístico del original?

Aquí les dejo el artículo completo.

28.10.06

El misterio de Mary Rogers

El asesinato en New York, a mediados del siglo diecinueve, de una mujer llamada Mary Cecilia Rogers, marcó un hito en la ruta de la novela policiaca, pero bien pudo haber señalado un camino distinto, e incluso pudo haber sido uno de los grandes motores de otras especies narrativas.

Mary Rogers era la dependienta de una tienda de cigarros. Su belleza y su simpatía la habían vuelto una estrella de culto entre la clientela y un personaje célebre en la ciudad. Los hombres le escribían poemas que circulaban de mano en mano. No fue ninguna de ésas la obra literaria que la volvería inmortal.

Cuando
Mary Rogers fue asesinada y su cuerpo fue descubierto en el río Hudson, uno de sus antiguos clientes, Edgar Allan Poe, se encargó de transformarla sobre el papel en la desgraciada Marie Roget, en un relato titulado The Mystery of Marie Roget, el segundo de los cuentos de Poe protagonizados por Auguste Dupin (que aquí pueden leer en traducción de Julio Cortázar).

Poe aprovechó la historia real de Rogers para expandir los alcances de su reciente criatura --lo que hoy llamaríamos el cuento de enigma--, volviéndola una curiosa intervención sobre la realidad: Poe anunció a los cuatro vientos que escribiría el relato y que, cuando Dupin proclamara la identidad del culpable, habría que hacerle caso, pues Poe se proponía resolver el crimen real a través de la solución del crimen ficcional.

Eso no ocurrió: Dupin bosquejó varias posibilidades, alguna de ellas considerada posteriormente por la policía (la hipótesis del marinero), pero el impacto del cuento en la solución real del delito fue virtualmente inexistente.

Hubo, sin embargo, una consecuencia distinta: el crimen de
Mary Rogers había dejado una huella en la imaginación neoyorquina, huella que Poe hizo legendaria con la aparición de The Mystery of Marie Roget. En ese tiempo, los novelones del francés Eugene Sue (Los misterios de París) habían ya capturado a los norteamericanos por asalto.

Y el producto de esos dos impulsos --la ficción criminal basada en hechos reales y contemporáneos, por un lado; la novela del develamiento social, la ficción que hurgaba en los lados oscuros de la ciudad, por el otro-- acabaron por producir muchas de las primeras novelas de introspección social de Estados Unidos, muchas de las ficciones que inauguraron el naturalismo urbano norteamericano.

Y esas mismas novelas abrieron también la puerta de otra tradición, la de las
true crime novels, entre cuyas muchas y muy distintas variantes uno podría colocar desde clásicos de non-fiction, como In Cold Blood de Capote, hasta novelas criminales como The Black Dahlia de James Ellroy.

De alguna manera, todas esas son líneas que parecen nacer en ese cuerpo muerto hallado en el Hudson a mediados del siglo diecinueve: el cuerpo de
Mary Rogers.

Curiosamente, entre los clientes de la cigarrera que recordaban con admiración a la bella
Mary Rogers, además de Poe, se encontraban también James Fenimore Cooper (el autor de The Last of the Mohicans) y Washington Irving (el creador de Rip Van Winkle y The Alhambra).

Así que, quien sabe, quizá la pobre cigarrera también vive, más escondida, menos evidente, en alguna ficción de alguno de estos otros admiradores suyos.

(Todo esto venía a propósito de algo, aunque no lo parezca: el escritor norteamericano
Daniel Stashower, de relativa fama él mismo como autor derectivesco, acaba de publicar un libro acerca del caso de Mary Rogers / Marie Roget y la forma en que Edgar Allan Poe lidió con él en su obra. El libro se llama The Beatiful Cigar Girl: Mary Rogers, Edgar Allan Poe and the Invention of Murder).

(Y para los amantes del cómic, también anda por ahí The Mystery of Mary Rogers, de Rick Geary: la leí hace un año, más o menos; es bastante bueba, aunque no llega al nivel que tuvo Geary en su novelita grafica sobre Jack the Ripper).

Imágenes: Mary Rogers, un folletín de la época y un grabado de prensa que describía el rescate de su cuerpo en el río Hudson.

27.10.06

Otro incesto

Hace unas semanas, a raíz del estreno peruano de Madeinusa, el asunto del incesto en la representación de lo andino se convirtió en tema polémico en blogs y publicaciones impresas.

En algún momento, yo mismo hice notar que el revuelo de Madeinusa era sorprendente si uno tenía en cuenta la larga lista de ficciones peruanas que acudían al incesto como rasgo en la construcción de sus argumentos: mencioné, si no me equivoco, Elogio de la madrastra, Días de Santiago, Abril rojo, La mujer de mi hermano, Ojos que no ven, etc.

Ahora debemos añadir la última novela de Fernando Ampuero, Puta linda, que he leído en estos días, y en la que el personaje central, Noemí, vive su iniciación sexual con su hermano y el conviviente de su madre.

Esas historias las refiere la misma Noemí a Luis Alberto, el escritor en ciernes que quiere escucharlas para transformarlas en su primera novela. El chueco Tapia, amigo de Luis Alberto, le dice:

"El tema... es espinoso. Se presta a debates y tal vez a furibundas condenas, Luis Alberto. Vas a verte obligado a contar como si tal cosa una historia de pedofilia y de incesto, que si bien es algo común en los sectores populares, a decir de los sociólogos, resulta poco edificante en términos de valores humanos".


Sin duda, más polémica que la historia misma es la idea puesta en labios del chueco Tapia: la noción de que la pedofilia y el incesto son comunes en los sectores populares. Pero la idea, que proviene, como digo, de un personaje, es desatendida por su interlocutor, que también desestima las recomendaciones del amigo acerca de si es oportuno o no escribir sobre esos asuntos en "tiempos de miseria y terrorismo".

"La literatura carece de oportunidad", es la respuesta de Luis Alberto. "Los lectores han de tener el suficiente criterio para evaluar cómo es la vida y qué le ha tocado vivir a tal o cual persona. Aquí no se trata de un sermón, chueco".

Curiosamente, en el marco ideológico que la narración genera (como hace toda ficción), la idea del incesto entre los hermanos está lejos de representar una forma de decadencia o un síntoma de degradación (valor que sí cobra, en cambio, la relación pedófila propiciada por el padrastro): el vínculo entre los dos hermanos es trascendente y parece especialmente firme a causa de que tiene un cariz sexual.


La figura más similar que puedo recordar está en filmes como La luna (foto) y The Dreamers, de Bertolucci, en los que la sexualidad como refuerzo de lazos de parentesco funciona como una suerte de desencadenamiento de lo reprimido: madres, hijos y hermanos se vinculan a través de una suerte de fuerza primordial, anterior a las convenciones sociales y al tabú cultural. Algo que a su vez parece provenir del Bataille de Historia del ojo. (Me refiero, por cierto, sólo a ese rasgo de la trama de Puta linda).


En fin, sólo quería llamar la atención sobre la reincidencia del tópico: el incesto parece cada vez más una seña simbólica recurrente en la imaginación ficcional peruana. Supongo que quienes reseñen y estudien el libro de Fernando sabrán cómo interpretar ese rasgo en este contexto particular.

A la reja

Hablando de fascistas y de encierros: en Santiago de Chile, un juez ha ordenado el arresto del salvaje tirano Augusto Pinochet por 36 secuestros calificados, un homicidio y 23 casos de tortura, todos asociados con el centro de detención de Villa Grimaldi, y cometidos entre 1974 y 1977.

Durante el gobierno de Pinochet, como se sabe, hubo 3 mil desaparecidos y 18 mil torturados.

La literatura chilena ha recogido historias relacionadas en muchos casos, pero acaso el más temprano testimonio haya sido también el más espectacular y el más conmovedor: Tejas verdes: diario de un campo de concentración en Chile, escrito por
Hernán Valdés, sobreviviente de la represión pinochetista en 1974, y publicado apenas semanas luego de la liberación de Valdés y del inicio de su exilio en España.

Y mientras, nuestro propio ex dictador se pasea en Chile. Esperemos que los vecinos sureños nos den la oportunidad de llevarlo también al banquillo.

Trabalenguas 4

“Me pregunto… cuál es el sentido de contar, a posteriori, lo sucedido en un evento en vivo”.

--Víctor Coral critica al escritor Max Palacios por haber hecho una pequeña crónica de la presentación de mi antología Toda la sangre. Coral parece proponer una de estas dos posibilidades: (a) que los eventos sean contados a priori, o (b) que los eventos nunca sean contados. Ya saben: si algún dictadorzuelo fascista anda en busca de jefe de prensa, Coral es la voz.

“Antes de escribir sobre la todavía oblicua revelación del otro hijo de Alan García, le di varias vueltas al asunto. Ustedes saben: el curso de Deontología, la Ética a Nicómaco, lo público, lo privado y toda la vaina. De pronto, me di cuenta que tanta cavilación era inútil. En otro blog ya habían tocado ampliamente el asunto, con más pelos y señales que el mismo Hildebrandt. La información ya estaba online. Mis reparos no tenían sentido”.

--Reportero Marco Sifuentes, del canal de Baruch Ivcher, demostrando que para él cualquier reflexión ética pasa a segundo plano cuando se trata de seguir al rebaño, y, de paso, dando testimonio público de que, en su trabajo, el pensamiento es un obstáculo.

Vladimiro Montesinos aguó la fiesta de Fernando Ampuero y Gustavo Faverón. En fatídica coincidencia, los tres escritores decidieron presentar sus respectivos libros el mismo día, ayer jueves”.

--El mismo reportero Marco Sifuentes, en cuya cabeza la presentación de un libro sobre la violencia política que dejó 70 mil muertos en el Perú puede ser para alguien “una fiesta”.

“Imagino que la respuesta será que la calidad es más importante que la cantidad”.

--Mark R. Cox, comentando el libro Toda la sangre antes de leerlo, se queja de que la calidad de los relatos haya sido importante para su inclusión en la antología. Ya saben lo autores antologados por Cox años atrás: fueron escogidos no por su calidad, sino por su importancia estadística.

26.10.06

¿Qué tiene que ver?

Leo todos los días el blog del poeta Paolo de Lima. Por deformación profesional (me gusta la buena literatura), no suelo llegar hasta el final de sus textos. Por eso se me pasó el último párrafo de un post suyo de hace pocos días. Hace media hora, un amigo me ha llamado la atención sobre eso.

El título era el siguiente: Gustavo Faverón y propuestas de mestizaje como esperanza final. Comencé a leer el post llevado por la sorpresa y la curiosidad: ¿quién era ese homónimo mío que había propuesto el mestizaje como esperanza final? ¿Qué tipo de mestizaje? ¿Esperanza de qué?

El texto de de Lima es curioso: extrae una respuesta mía de una entrevista que se me hizo para el diario Correo, en la que yo comento muy a la volada el final de la nouvelle Adiós, Ayacucho, de Julio Ortega (el cadáver mutilado que decide meterse al ataúd del seudo Francisco Pizarro en la Catedral de Lima, mezclando sus huesos con los de aquel, y anuncia una suerte de inkarri mestizo para el futuro).

Luego, tras copiar ese párrafo, cita extensamente a Raúl Bueno, en un texto en el que Bueno desestima las viejas nociones latinoamericanas de mestizaje por el hecho de que solían sustentarse en un principio racial (es decir, no étnico, no cultural, no histórico, no social) del mestizaje.
De Lima aporta esta observación final:

"Parece que el mestizaje que propone Ortega (o Faverón) sería una solución social y psíquica parcial y no profunda, según lo que se extrae del estudio de Bueno. Difícil que haya reconciliación sin justicia para la mitad descuartizada, partiendo, para comenzar, de las condiciones que permitieron el descuartizamiento".

Mi primera intriga surge de esa dudosa atribución: lo que "propone Ortega (o Favéron)". ¿Le costaría mucho a de Lima aclararse a sí mismo acerca de quién está hablando? ¿Está comentando las veinte palabras de mi respuesta, transcritas y editadas, en una entrevista de prensa? ¿O está comentando las ochenta páginas de la nouvelle de Ortega? ¿De dónde saca la idea de que esa noción de mestizaje que yo menciono en Ortega es la vieja noción de mestizaje racial de Vasconcelos y compañía, es decir, la noción que Raúl Bueno critica?

Paolo de Lima ya debería saber de sobra, tras sus muchísimos años universitarios, que no sirve de nada criticar palabras: hay que criticar conceptos: "mestizaje" no significa lo mismo en Sommer que en Rama que en Ramos que en Lemire o que en Bueno.

La idea al final de la novela de Ortega no tiene nada que ver con razas, en lo más mínimo: si de Lima ha leído la novela y no comprende eso, carece de claridad intelectual; si no la ha leído y aun así quiere atribuirle la idea a Ortega a partir de una frase mía en una entrevista, carece de honestidad intelectual.

Ortega está hablando de una necesidad de reinicio histórico y también de la incertidumbre de esa posibilidad: el nuevo principio sugerido en la novela no se da entre un indígena y un español: se da entre un cadáver no identificado, arrumado en el féretro de la catedral, y el nuevo cadáver mutilado de un campesino que ya es culturalmente mestizo (es un líder comunal y un político local). Es una aproximación entre momentos históricos, y entre los agentes de esos momentos históricos, no una aproximación entre razas. Y cuando digo en la entrevista que esa suerte de mestizaje se ofrece como una idea sólo borrosa y difícilmente esperanzadora, me refiero precisamente a que es una idea fundada en la incertidumbre y en la destrucción: una unión genética, pero ocurrida en un féretro: la ironía de Ortega no puede pasarse por alto.

Ahora bien: ¿qué tiene que ver eso con los comentarios de Raúl Bueno que de Lima, al azar --que, imagino, es como él hace las cosas--, eligió yuxtaponer al fragmento de mi entrevista?

Postdata Domingo 29: Paolo de Lima, confundido e intrigante como siempre, dice que yo he añadido algo hoy día al post anterior. Es una mentira más de las suyas. El post fue escrito en su totalidad el mismo día jueves; el párrafo final fue reescrito media hora después de su primera versión. Si el súper blogger supiera usar el botón de "refresh" o "reload" de su navegador se evitaría decir pachotadas tan embarazosas.

Aprovecho para explicarle por qué no desmentí al diario Correo: porque el diario Correo no es responsable de nada de lo que yo diga, ni a la volada ni premeditadamente. Yo no soy de esos que salen por la puerta más cercana, arguyendo que no dijeron lo que dijeron y que la culpa la tiene el periodista.

De Lima podría, más, bien, leer las páginas finales del prólogo de mi antología (escritas hace meses y no hoy, ni el jueves), y notaría que mis afirmaciones no son contradictorias. Yo no tendría que darle más vueltas al asunto, ni tendría que seguir explicando lo que dije si mi interlocutor fuera capaz de entender a la primera.

Respecto a su pregunta acerca de mi obra literaria: es un cuento muy viejo ese de culpar al crítico de no ser narrador o poeta. No viene al caso. Es la defensa de los escritores inútiles. Sigo esperando que responda por qué en su texto no se atrevió siquiera a dejar en claro si lo que criticaba era algo dicho por mí o algo dicho por Ortega.

Foto: Julio Ortega.

Las casas de Asterión

La idea del encierro ha sido desde siempre un tema literario. Odiseo estuvo prisionero, Segismundo estuvo prisionero, sir Lancelot estuvo prisionero.

Pero también lo estuvieron el capitán Ahab, a bordo del Pequod, en
Moby Dick; o Arthur Gordon Pym, a bordo del Grampus, en la nouvelle de Poe; o Robinson Crusoe, en la isla soñada por Daniel Defoe.

Porque, hasta cierta época, la noción de encierro no solía implicar la existencia de muros: Sísifo, Edipo y Prometeo también son presos, pero al aire libre.

En muchas ficciones, el claustro es una seña de aislamiento: el preso es alejado de la sociedad y tiene la esperanza de regresar a ella, para gobernarla, para cobrarse una venganza o para perderse en su interior: Edmundo Dantés, Jean Valjean.

En otras, el misterio del encierro es una cifra de los misterios públicos: en las primeras historias de detectives, las escritas en la misma época en que Comte escribía sus ensayos, resolver el caos temporal dentro de una habitación cerrada garantiza la sobrevivencia del orden en la polis.

En la imaginación contemporánea, el prisionero no aspira a volver a la sociedad, porque, casi siempre, está encerrado dentro de ella: en la ficción reciente, la idea de que uno está preso en su propia casa, encarcelado en lo que cree su hábitat, ha dejado de ser metafórica.

Ese es el valor del cadáver descompuesto en su propia cama en
Mulholland Drive, de Lynch. Y se hace inacabable la nómina de las ficciones recientes que repiten el motivo: en Old Boy, la cinta del coreano Chan-wook Park, se busca la casi total identidad entre la celda donde el protagonista pasa quince años de encierro y la casa a la que llega una vez "liberado".

En
Naboer (La puerta de al lado), del noruego Pal Sletaune, el personaje principal se desdobla y apila muebles contra su puerta para evitar que entre en su casa un enemigo, sin saber que el enemigo ya está encerrado dentro de la casa, porque es él mismo.

La lista, como digo, es interminable. Sospecho que la noción de la casa de uno mismo como prisión (que siglos atrás sólo habría sido explicable en la imaginación femenina: allí está la notable narradora del siglo de oro
María de Zayas), se extenderá en la medida en que las casas contemporáneas se sigan convirtiendo en bunkers hechos para el autoexilio (ver 2001: A Space Odissey, de Kubrick), pero también en la medida en que las ciudades se sigan volviendo atemorizantes y más y más violentas (ver El inquilino, de Polanski).

En nuestra tradición más reciente no está ausente el tópico: allí están
El departamento, de Ampuero y Casa, de Enrique Prochazka, para comenzar.

En octubre no hay milagros

La editorial Matalamanga viene preparando el proyecto de un par de mesas redondas en las que intelectuales destacados discutan la relación entre narración y violencia política, esto a raíz de la publicación de la antología Toda la sangre.

Pero no ha sido necesario esperar a las mesas redondas para que empiece el debate: parece que la segunda presentación de Toda la sangre, ayer en Crisol de San Isidro, trajo polémica, y que la polémica llegó de la mano del novelista Oswaldo Reynoso.

Reynoso se refirió a mi prólogo del libro como "tendencioso y parcializado". Por cierto, no le pareció necesario explicar en qué sentido era tendencioso o parcializado (es decir, hacia dónde tendía y con quién se parcializaba).

Pero, a juzgar por su idea de que yo hacía mal en llamar "violencia política" a lo que había sido una "guerra popular", y en vista de que
Reynoso inisistió en llamar "presos políticos" a los senderistas encarcelados hoy en día, no es difícil imaginar por qué me ve como "tendencioso y parcializado".

Un libro que recoge cuentos de
Reynoso, Pérez Huarancca, Miguel Gutiérrez y Dante Castro, los reúne con cuentos de Fernando Ampuero, Alonso Cueto, Julio Ortega, Rodolfo Hinostroza, Carlos Thorne, y con otros de Sergio Galarza, Zein Zorrilla, Luis Nieto Degregori, Carlos Eduardo Zavaleta, etc... ¿con quién se parcializa y hacia dónde tiende?

Difícil responder eso. Tengo la impresión de que para Reynoso es parcial quien no está de su lado y tendencioso quien no comparte su tendencia. Pero no se puede acusar a nadie por algo así, ¿no?

En todo caso, me queda la conciencia tranquila de haber incluido a
Reynoso en el libro y haber escrito lo que pienso de su ficción, y mi tranquilidad de conciencia se ensancha al comprobar que Reynoso mismo está incómodo en la compañía de algunos de quienes lo rodean en ese índice: no es que yo sea tendencioso; es que yo tengo la voluntad y la capacidad de escuchar voces que disientan con la mía, mientras que para otros la discrepancia es insoportable y las ideas ajenas son siempre deformes y recusables.

De alguna manera, una intención de la antología es poner en la encrucijada del diálogo a quienes normalmente se muestran poco adeptos a él. Pensé que la presencia de Reynoso podía ser un buen augurio. Pero no. En octubre no hay milagros.

Una brevísima crónica de
lo dicho por Reynoso, incluyendo la respuesta que obtuvo de parte de otro miembro de la mesa --el novelista Carlos Thorne (en la foto)--, aparece en el blog del narrador Max Palacios (a quien agradezco haber asistido a las dos primeras presentaciones del libro).

25.10.06

Segunda presentación de Toda la sangre

A quienes estén en Lima y les interese el asunto, quiero invitarlos hoy, miércoles 25 de octrubre, a las 8 pm, a la segunda presentación del libro Toda la sangre: antología de cuentos peruanos sobre la violencia política.

Esta vez el local será la librería Crisol del Óvalo Gutiérrez. Yo ya estoy en Brunswick desde ayer, pero en la mesa esta noche habrá tres presentadores mucho más interesantes de escuchar: dos de los narradores antologados, Oswaldo Reynoso y Carlos Thorne, y el autor del epílogo del libro, el sociólogo Félix Reátegui.

Por cierto, el texto que Félix escribió para la primera presentación pueden leerlo en este blog colectivo.

Por otro lado, Ernesto Carlín ha colgado en su blog una versión un poco más extensa de la entrevista que me hizo para El Peruano sobre la antología. La entrevista que me hicieron Manuel Eráusquin y Carlos Sotomayor para Correo está en este enlace. Las de El Comercio y Caretas no tienen acceso abierto en Internet, de modo que no puedo colocarlas aquí, al menos no hasta que sus autores, Alonso Rabí y Jerónimo Pimentel, decidan ponerlas en otro lado, o me las hagan llegar.

Museo de los objetos fantásticos

Mi amigo Eduardo González Cueva ha inaugurado un blog muy divertido y muy interesante, que lo deja a medio camino entre sus queridas ciencias sociales y su no menos querida literatura.

El blog se llama El museo de los objetos fantásticos, y su contenido responde a una idea del escritor chileno
Jorge Edwards. En palabras de Eduardo, la idea es "hacer un museo con aquellos objetos fantásticos que pueblan las metáforas del hablar cotidiano: el Caballo de Troya, el Largo brazo de la ley, la Gota que rebalsó el vaso", etc.

Justamente la Gota que rebalsó el vaso fue el ítem inaugural del museo, y la han seguido el Lobo con piel de cordero (foto) y el Camino menos transitado. Yo espero ver pronto por allí el Talón de Aquiles, la Espada de Damocles, y, antes de que se venga abajo, el Ídolo con pies de barro. Lástima que el museo no pueda ser construido donde el diablo perdió el poncho, pues ese habría sido su lugar natural...

Airado

Larga es la tradición de los narradores latinoamericanos expertos en responder entrevistas de modo polémico y mordaz. Va de Borges a Bolaño sin caídas ni tropiezos.

Sin duda, uno de los maestros contemporáneos en el oficio de la respuesta peliaguda y el humor zumbón es
César Aira.

Les dejo aquí una entrevista suya, hecha por Alfredo Matus, pocos días atrás, para El Mercurio de Chile, y que yo reproduzco desde La Nación de Argentina.

De paso, quienes hayan leído a Violeta Quevedo y Héctor Pinochet, ¿serían tan amables de contarme cómo son? Apenas leído lo que dice Aira sobre ellos, me he puesto a buscarlos, pero pasarán algunos días antes de tener libros suyos en mis manos.

(A propósito: ambos diarios intercambian material con enorme fluidez porque forman parte de la asociación internacional
Grupo de Diarios de América. El Comercio también podría hacerlo si quisiera, porque también es parte del GDA: ¿por qué no aparecen estos textos en las páginas de El Dominical o Luces?)

El malabarismo estadístico

Han aparecido algunos comentarios acerca de mi libro Toda la sangre: antología de cuentos peruanos sobre la violencia política. Como una antología es un trabajo crítico, y el objetivo de la crítica es la elucidación a través de la discusión, me propongo responder los comentarios. Comienzo por uno del profesor norteamericano Mark R. Cox.

El famoso email

Comenzando por lo menos importante, debo decir que, en su artículo, Mark Cox se queja de que yo no haya respondido un email suyo de semanas atrás, y dictamina que, si no lo respondí, eso se debe a que yo estoy "molesto con él", debido a una crítica que hizo en un libro suyo a un artículo mío publicado en Quehacer.

Dice Cox estar "sorprendido" de que yo no haya contestado al email que él me envió "preguntando" por la antología. Cualquier desavisado podría pensar, a partir de esas palabras, que Cox me envió un email entablando una conversación intelectual sobre el proyecto, y que yo, en medio de mi "molestia" por haber sido criticado, lo desairé.

Ya que Cox hace público el tema, yo haré público su email, que decía literalmente:

"Me enteré que vas a sacar una antología de cuentos sobre la época de la violencia política en los años 80 y 90. Cuando salga me gustaría poder conseguir un ejemplar. Trabajo en South Carolina en Presbyterian College. De lo que sé, hasta la fecha han salido tres antologías, la que saqué en 2000, otra en Lima y una en Ayacucho".

Nada más. No veo que ese mensaje pida, exija o provoque una respuesta. Entendí, sí, que Cox quería un ejemplar del libro. Pero el libro no existió hasta tres meses después: su email era del 13 de julio y el libro apareció el 19 de octubre. El 20 de octubre yo iba a poner una copia en el correo en dirección a la oficina de Cox.

Pero ese mismo día, 20 de octubre, Cox publicó un artículo en El Peruano quejándose de que yo no hubiera respondido su email. Es decir, no sólo no me dio ni un día para cumplir con su antojo de recibir un ejemplar, sino que además se quejó en público, por escrito, en un artículo redactado antes del lanzamiento del libro.

Ahora no me queda sino decirle al profesor Cox que, gracias a la estupenda labor de Matalamanga, el libro está en todas las librerías de Lima.

Las críticas

Pero Cox no se conforma con editorializar su molestia por no haber recibido rápida respuesta a su prematuro pedido. También decide criticar los criterios de selección de un libro que jamás en su vida ha visto. Llevándose por el índice (esperemos, aunque la verdad es que dudo que haya llegado a ver siquiera el índice), y sin conocer el contenido de mi largo prólogo, Cox, en efecto, se permite cuestionar el contenido de un libro que desconoce.

¿Y cuáles son sus críticas? Todas sin excepción tienen que ver con cantidades y estadísticas, que son siempre las únicas ideas subyacentes al trabajo de Cox: cuántos escritores de provincia, cuántos capitalinos, cuántos hombres, cuántas mujeres. Me niego a una discusión planteada en términos tan insoportablemente vacuos, pero sí quiero hacer notar una estadística curiosa, para que el profesor Cox la añada a su nómina de cifras llamativas: mi antología tiene dos escritores de provincia por cada escritor de la capital, y esa es, curiosamente, la misma proporción poblacional del Perú.

Cox se pregunta por qué hay más limeños que ayacuchanos, si los escritores de provincia han escrito más sobre el tema que los capitalinos. Él mismo se responde: "imagino que la respuesta será que la calidad es más importante que la cantidad"...

Curiosamente, parece decirlo como una ironía; cómo si esa fuera una idea inapropiada... Es que, para Cox, que es capaz de decir con exactitud la cantidad precisa de cuentos y novelas peruanos referidos a la violencia política, aunque nunca diga nada sobre su contenido, nada es más importante que la cantidad.

Los peligros del malabarismo estadístico

Cox defiende la idea de que haya que reunir en antologías de este tipo muestras grandes y representativas de lo hecho en provincias. Pero cuando se refiere a mi antigua crítica de que su antología, publicada seis años atrás, excluyó sistemáticamente a muchos autores limeños representativos, entonces se saca este gracioso conejo de la galera:

“Faverón dice que ignoro a los escritores limeños y sólo incluyo a tres de ellos: Walter Ventosilla, José de Piérola y Pilar Dughi. Diría que Dante Castro, aunque es del Callao, cuenta como limeño. Además, Julián Pérez, Óscar Colchado y Sócrates Zuzunaga viven ahora en Lima. Zein Zorrilla vive en Chaclacayo”.

El problema, mi estimado profesor Cox, es que eso haría un total de ocho “limeños”. Y su antología reunía sólo a quince autores. O sea que, por exagerar sus propios argumentos, ahora cualquiera lo podrá acusar de haber marginado a los provincianos… Esos son los peligros del malabarismo estadístico.

Miopía

Que el profesor Cox lo conozca todo sobre estadísticas referidas al tema de la violencia política no es algo que deba ponerse en duda. Que entienda algo del fenómeno es ya bastante más cuestionable, como lo es la sutileza de su aproximación. Una de sus críticas más directas a mi antología es que ella incluye "dos cuentos que no tienen nada que ver directamente con la violencia política de los años ochenta, sino de años anteriores". Se refiere a los cuentos de Miguel Gutiérrez e Hildebrando Pérez Huarancca.

A mí, su comentario me deja perplejo, porque implica una cortedad de visión asombrosa. ¿Nada tiene que ver Los ilegítimos de Pérez Huarancca con el estallido de Sendero Luminoso en la región de Ayacucho? ¿Nada tienen que ver las escisiones y pugnas de la extrema izquierda en los años formativos de Sendero Luminoso (escisiones y pugnas reflejadas en el relato de Miguel Gutiérrez) con la violencia desencadenada años más tarde?

Un crítico se puede permitir muchas excentricidades. Puede sufrir el devaneo de las cuentas y las precisiones estadísticas si ese es el caso. Puede preferir incluso trabajar con cantidades antes que con calidades, si algún objetivo lo justifica. Pero nunca puede permitirse esa estrechez de miras. ¿Cree Cox que Sendero Luminoso apareció de la nada en una madrugada del año 1980? Si es así, hay que pedirle un poquito más de reflexión.

Promesas, promesas

Al inicio de su artículo, Cox promete que va a habar “de las varias antologías que tocan el tema de la violencia política”. No lo hace. Habla solamente sobre la mía y la suya. De hecho, habla en el fondo de la suya tomando la mía como excusa.

Al final de su artículo, Cox escribe: “Espero poder leer el prólogo de la antología pronto para aprender qué ha podido encontrar Gustavo Faverón sobre un tema fundamental para el Perú”.

Yo también espero que el profesor Cox pueda leer ese prólogo pronto; hubiera sido deseable que lo hiciera antes de opinar sobre los criterios de selección de la antología, pues esos criterios están aludidos en ese prólogo y no se desprenden de las sumas y restas estadísticas que parecen presidir cualquier aproximación de Cox al tema.