¡Todavía acepto sugerencias!
Un comentarista anónimo anuncia, previsor y clarividente, que en cualquier momento empezaré a listar en este blog los títulos de obras clásicas que llevan referencias a anticuarios. No lo había pensado ni lo voy a hacer, pero sí confieso que el título es robado directamente de una novela de Walter Scott, The Antiquary, cuyo protagonista, en gran medida como el mío, es un coleccionista de antigüedades, un historiador equívoco y un colosal bibliófilo.
¿Por qué robar un título? Primero, porque salió naturalmente y segundo porque pienso que es suficiente título para la historia contada, en la medida en que se pueda entender la palabra "anticuario" en más de una dimensión: un hombre perdido en el tiempo y en la memoria, un hombre al rescate de algo que posiblemente se ha extraviado en el pasado o se ha deformado en el tiempo.
La mayor parte de las personas a quienes consulté sobre el título se opusieron. Todas ofrecieron pensar en uno alternativo. Ninguna cumplió: la culpa es de ellos, totalmente. Cuando le dije a Edmundo Paz Soldán que mi título alternativo era La muerte y su sombra, me dijo que los títulos que evocaban la muerte eran los menos atractivos y los más pasados de moda. Dos meses después, publicó su novela Los vivos y los muertos.
Nunca he sido genial para elegir títulos. Puente Aéreo lo escogí en dos segundos, sin una idea clara de por qué lo elegía, y al inscribir el URL coloqué el acento de "aéreo", que fue automáticamente eliminado, con todo y la letra "e", de modo que, para siempre, el URL de este blog quedó como "puenteareo.blogspot.com".
Cuando editaba Somos, Óscar Franco me alcanzó un artículo sobre ciertos delfines que eran capaces de reproducir, sin ser entrenados para ello, la melodía de una canción de Madonna. Óscar no sabía qué título ponerle a la nota. Le puse "Los delfines cantan canciones de Madonna". Ese "los" convirtió el informe científico de Óscar en una nota de tabloide amarillo.
Poco después Pablo O´Brien le hizo una entrevista a Javier Pérez de Cuéllar, en la que el diplomático dijo que el regimen de Fujimori era "autoritario". Era una época en que la gente no se refería a Fujimori en esos términos y mi entusiasmo con las declaraciones me llevó a exagerarlas. El titular, entre comillas, decía "Esto es una dictadura". ¿Mal periodismo? Sí. No. No lo sé. Seguro sí. En verdad, creo que Pérez de Cuéllar quería decir exactamente eso. Pero no lo dijo. Esa es mi mala estrella con los títulos.
Hace apenas un par de semanas, Pablo de Santis presentó su novela más reciente, Los anticuarios, que aún no leo pero que, por obvias razones, despierta en mí la mayor curiosidad. Mis amigos pensaron que el título me iba a molestar. En verdad, curiosamente, ha sido una especie de legitimación; algo así como: "ok, bien, entonces todavía se le puede llamar así a una novela".
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