18.12.05

Quién mató a Bernarda Alba




Las muchas Bernardas. Arriba, de izq. a der.: afiche de una versión
norteamericana; protagonista de un montaje sueco; García Lorca y la primera
de todas las Bernardas, Margarita Xirgú. Abajo: Bernarda y Poncia en versión
inglesa y, finalmente, imagen de una puesta inusual, con Bernarda y todas
las demás protagonistas representadas por actores varones.

Mi segunda ida al teatro, durante estos días en Lima, ha sido mucho menos auspiciosa que la primera. El montaje de La casa de Bernarda Alba que ha dirigido Jorge Guerra en el Centro Cultural PUC es chato (pese a respetar el complejo texto de García Lorca al pie de la letra) y, sorprendentemente, casi amateur en sus detalles técnicos.

Un error monumental de esta
puesta es la construcción del personaje de Poncia: la mujer es amarga e irónica en la obra original, pero se vuelve un "gracioso" siglodeoresco en la versión de Guerra, un ser de caricatura, lo que no sería grave si no fuera porque Poncia interviene crucialmente en muchos de los momentos críticos del drama, momentos que, en esta puesta, debido al carácter puramente cómico del personaje, son recibidos por el público como simples humoradas. Poncia es quien anuncia la muerte de la hija, al final, la cumbre de la tragedia en el hogar de Bernarda, y ese anuncio es, en este montaje, casi imposible entenderlo en su real dimensión dramática. Y está claro que, cuando el público es capaz de reír en el clímax de una historia como esta, es porque la historia no se le está contando de manera efectiva.

Otro factor que rebaja la calidad de esta versión es la pobreza de casi todas las actrices para asumir el encargo del director de respetar la dicción hispana: Guerra ha decidido preservar la singularidad histórica de la pieza (su ubicación en un cierto lugar, en una cierta época), y para ello ha dispuesto que los personajes hablen como españoles, pero las actrices han abierto un abanico de intentos fallidos: las hermanas hablan unas como gallegas, otras como andaluzas, otras como castellanas, la madre (Milena Alva) como una perfecta señora limeña, Poncia (Sofía Rocha) con el dejo de una villana de Televisa, la criada (Magali Bolívar) como una sevillana con frenillo.

Pero a eso hay que sumarle muchos errores adicionales: el vestuario diseñado por Pepe Corzo, con su sensualidad a media caña, destruye la castrante sensación opresiva que reina en la obra original; el recurso de los muros transparentes es formulaico y trivial; el truco de las paredes que se van aproximando y cerrando hasta reducir el espacio de la casa a su mínima expresión no hace sino volver irritantemente literal una idea sutil sugerida en el texto ("calla y no me hagas hablar, que si hablo se van a juntar las paredes unas con otras de vergüenza", dice Martirio, una de las hijas de Bernarda).

Sin embargo, confieso que nada me pareció tan lamentable, en esta Bernarda de Jorge Guerra, como los injustificados y, de nuevo, involuntariamente cómicos pasajes en que, en medio de su desgracia, los personajes encuentran oportuno ni más ni menos que ponerse a bailar flamenco. Ahí sí, puedo decir que yo zapateé más que cualquiera de las sufridas bailaoras.

4 comentarios:

Carlos M. Sotomayor dijo...

¿Quién mató a Bernarda Alba? Las evidencias apuntan como principal sospechoso a quien ha perpretado la dirección de tan importante drama lorquiano: Jorge Guerra. Comparto la mayoría de tus apreciaciones, Gustavo, y las expuse en una columna publicada hace algún tiempo en Correo ( http://www.correoperu.com.pe/paginas_columna.asp?columna_autor=Carlos%20M.%20Sotomayor&seccion_nota=8¬a_id=14206 ).
Por otro lado, mencionas que se trata de tu segunda visita al teatro desde tu arribo a Lima. ¿Qué montaje viste primero y qué te pareció?

Carlos M. Sotomayor dijo...

Acabo de leer tu anterior post. Mi pregunta está respondida allí. (No me habpia percatado de ello).

Anónimo dijo...

Confieso que aún no veo el montaje que comentas. Pero me parece interesante lo que dices de la mala imitación de los acentos de España. Lo que pasa, creo, es que en Latinoamérica no percibimos las diferencias que existen entre las diversas zonas de la península. Meter en un mismo saco el dejo andaluz, gallego o castizo es un error que pocos acá percataría.

Anónimo dijo...

Yo también comparto tu apreciación, Gustavo. Lo que me resulta sorprendente es que caiga en errores tan primarios un director como Jorge Guerra, que ya tiene una carrera hecha y ahora dirige el mismo TUC si no me equivoco. Quizás lo peor haya sido el causar esos momentos de humor en los que la gente ríe, cuando la escena es totalmente dramática, en ese sentido, creo que ha desnaturalizado el texto.

Me gusta mucho el teatro y ojalá puedas criticar algunas otras obras que estan actualmente presentandose como "El Mercader de Veneecia" o algunas otras.

Saludos,

Antonio.