14.6.06

Barcelona F.C.

Antes que nada, un aviso: este post lo escribo yo, pero los nombres seleccionados y los libros recomendados son casi todos preferencias de mi enamorada, Carolyn Wolfenzon, que hace unos minutos asomó de debajo de su pila de libros (está escribiendo la tesis doctoral) para mencionar estos doce nombres y regresar, de inmediato, a la cárcel libresca.

Esta es, pues, en su mayoría, su
Selección Catalana del Siglo XX; los jugadores están nombrados sin seguir ningún orden particular:

Juan Goytisolo y Juan Marsé, que fueron ya incluidos en la Selección Ibérica, y por ello paso por alto el comentario particular. Me recuerda Carolyn, eso sí, que se nos ha pasado ver la adaptación cinematográfica que Vicente Aranda hizo de Si te dicen que caí: queda pendiente.

Pere Calders. La novela a conseguir se llama
Ronda naval bajo la niebla (1966), la historia de un encierro colectivo en un barco a la deriva, con un cierto toque de El ángel exterminador.

Quim Monzó. Extravagante. Complicado en uno que otro lío por acusaciones de plagio en artículos periodísticos. Monzó es un postmo con un rollo propio, cosa infrecuente. Doy fe de sus cuentos notables, y Carolyn recomienda su novela
Gasolina, un relato delirante sobre la despersonalización de la vida contemporánea.

Merce Rodoreda. Complicada como ella sola. No la mejor lectura para pasar un momento de esparcimiento.
La muerte y la primavera, con la metáfora hermética de los muertos enterrados en árboles, y La plaza del diamante, son dos de sus novelas canónicas. Parte de su obra es un hito sui generis en la representación literaria de la guerra civil.

Josep M. Benet i Jornet. El teatro catalán es uno de los universos culturales más dinámicos de España, y Benet i Jornet uno de sus pilares. Su drama
Testamento, llevado a la pantalla por Ventura Pons bajo el título Amigo amado (que a su vez cita el título de un libro de Ramon Llull), establece una conexión entre la Cataluña contemporánea y uno de los centros de su canon histórico (precisamente, Llull).

Sergi Belbel. Otro gran dramaturgo actual, menor que Benet i Jornet, que representa, de algún modo, el recambio generacional. Belbel se enfrenta a los grandes temas del teatro clásico sin temores:
Morir (en la foto), una de sus obras más aclamadas, por ejemplo, trata sobre el deseo de autoaniquilación de siete diversos personajes. Carolyn recomienda: Después de la lluvia.

Llorenc Villalonga. Los nacionalistas estrictos dirán que esta es literatura mallorquí. A mí no me alcanza para tanto el discernimiento: Llorenc Villalonga es, en todo caso, autor de una de las novelas que más interesantemente retrata el fin del antiguo régimen en España:
Bearn o la sala de las muñecas.

Eduardo Mendoza. Este debió entrar en mi Selección Ibérica, pero se me pasó. Aquí es indiscutible. Es por lo menos recomendable leer
La verdad sobre el caso Savolta, pero es del todo indispensable su novela La ciudad de los prodigios, la voluminosa historia de un ascenso social heterodoxo en la Barcelona del paso del siglo XIX al XX. Los que quieran entrarle por el lado más sencillo, tienen un puñado de novelitas policiales a su disposición.

Josep Pla. El ombligo del canon catalán en el siglo XX, Pla aparece en esta lista como representante central de esa nómina de intocables que Carolyn y yo, sin embargo, no solemos leer: Eugeni D`Ors, Salvador Espriu, Pere Gimferrer, etc., etc. Pla, mitad proustiano, mitad stendhaliano, escribió volúmenes interminables y gozó de una popularidad fenomenal, que en el caso peruano sólo podría compararse, en su momento, con la de Palma. También se parece al tradicionista en que ambos son autores de obras prolíficas, abarcadoras en el tiempo y fragmentarias.

Carme Riera. Otro problema entre catalanes y mallorquines: Riera tiene un poco de cada cual, y las conversaciones sobre ella suelen terminar en el tema inconducente de si el mallorquí y el catalán son lenguas distintas. Su novela En el último azul, que recoge la historia de la expulsión de los judíos de Mallorca, es una apasionante reconstrucción, histórica y lingüística, de una época convulsa y confusa.

2 comentarios:

Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

Hola Gustavo.
Muy interesante la selección de tu novia, pero creo que se le escapó el nombre de un grande: Manuel Vázquez Montalbán.
Saludos.
G.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

A leer a los otros once, a ver si además de bueno, MVM es mejor que los demás. Es un excelente escritor, sin duda. Pero sólo once pueden arrancar el partido.