21.8.08

In Memoriam

Hace un año murió Manuel Morales

Como muchos de mi generación y de otras, leí por primera vez a Manuel Morales en la antología Estos trece, de José Miguel Oviedo, hace ya dos décadas. Ahora, viendo Perú 21, me entero de que el poeta murió casi un año atrás, en Porto Alegre, Brasil, y su deceso permaneció todo este tiempo desconocido para los medios nacionales.

Aquella vez, hace veinte años, este es el poema suyo que leí:

SI TIENES UN AMIGO QUE TOCA TAMBOR

Si tienes un amigo que toca tambor
Cuídalo, es más que un consejo, cuídalo.
Porque ahora ya nadie toca tambor,
Más aún, ya nadie tiene un amigo.
Cuídalo, entonces,
Que ese amigo guardará tu casa.
Pero no lo dejes con tu mujer, recuerda
Que es tu mujer y no la de tu amigo.
Si sigues este consejo, vivirás
Mucho tiempo. Y tendrás tu mujer
Y un amigo que toca tambor.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué interesante, gracias por compartir ese lindo poema. Me recordó un poco a los poemas de Lucho Hernández Camarero.

¿No sería interesante que los lectores del blog compartiesen sus impresiones sobre el poema?

Parece que la mención a "tocar tambor" busca sólo enunciar un don especial de la persona con la que se tiene amistad.
Es interesante que en el tercer verso se exhorte al cuidado del amigo porque toca tambor, pero en el cuarto se recomiendo hacerlo en especial por su amistad; ésta es lo trascendente, aquello lo accesorio.

Saludos.

Anónimo dijo...

beautifull.

Anónimo dijo...

Amadísimos hermanos, os invoco a la piedad y a la fraternidad permanentes, sola manera de vivir según los dictados ocultos del Altísimo que la realidad mundana nos hace perder de vista con sus crueles apariencias, las mismas que no tienen que ver nada con la misericordia y el amor infinitos de nuestro Señor, con sus verdaderos y bondadosos designios. Rogad por el alma de Manuel Morales y que de los deleites del Paraíso goce en celestial consecuencia de nuestras plegarias. No hace falta disponer de la poderosa intuición femenina para darse cuenta que nuestro amado finado era un barbarazo, que si lo dejabas, dilecto hermano en Dios, media hora a solas con tu mujer, tenías que agacharte en lo sucesivo cada vez que pasaras por el umbral de las puertas de tu morada porque de otra manera los cachos te lo hubieran impedido. La divina diversidad y alegría del mundo, cuenta en efecto con el amor desbordado de los poetas y es obvio que me refiero a los que no son homosexuales, cuyos desbordes son igualmente intensos pero en distinta dirección de la que nos ocupa, aunque sí subliminalmente y sin ninguna hesitación incluyo a los bisexuales quienes son por la gracia de Dios los más desaforados en las artes amatorias y los más buscados por las mujeres, siempre en su quintaesencia hijas de Eva y curiosas degustadoras de toda clase de manzanas, en cuyo sabor suelen conocer el paraíso en la tierra por lo cual es menester proclamar a los cuatro vientos su bienaventurada inocencia. Ya decía el divino Cronopio que en todo escritor auténtico se esconde una mujer por lo cual os digo desconfiad de los creadores y no olvideis que el zafio es menos impuro que el ilustrado. Alabado sea el Señor, rey de reyes.
Que la paz reine por siempre en vuestros corazones, amadísimos hermanos en Dios.

Cristiano Ron Aldo

Anónimo dijo...

Humor y belleza en el poema al amigo. Gracias por compartirlo

Anónimo dijo...

Poema ludico, sencillo y exacto. Aunque la "casa" a mitad del poema hace a la mujer -por metonimia- propiedad privada de un yo poetico masculino dirigiendose a un par. La mujer queda como objeto (entranable pero objeto al fin), mientras el amigo -y el lector masculino- permanece como sujeto de amistosa (o amenazante) advertencia.

Anónimo dijo...

aburrido....