30.6.09

Temporada de circo

¿O carnaval en Lima? Saquemos la pistola de agua


Como era de esperarse, Víctor Samuel Rivera (profesor de la Universidad Federico Villarreal) no ha respondido a mi pedido, no ha republicado su texto ni me lo ha hecho llegar.

Afortunadamente, no ha sido el caso de varios lectores de este blog, que me han enviado copias y hasta screen captures que muestran el desconcertante post que Rivera publicó sobre mí y que luego, aparentemente, ha decidido desconocer.

Así que a continuación les voy a mostrar algunos highlitghts de la rutina del involuntario patafísico, que voy a comentar con brevedad, para no quebrarle al lector la magia que acaso experimente en este tour de force por el mondo bizarro que es la mente del profesor Rivera, microcósmico túmulo de la sinapsis.

Como anuncia en su título --"Gustavo Faverón et Caetera Omnes"--, el post de Rivera es una acusación en contra mía y en contra de otras personas a las que (acaso porque sencillamente no existen) nunca se atreve a mencionar por un nombre propio.

¿Qué cosa inquieta a Rivera? Su respuesta es esta: “Una serie de acusaciones y ataques por internet al Dr. Eduardo Hernando Nieto". Pero no se detiene allí: lo que Rivera desliza es que las supuestas acusaciones y los mentados ataques son parte de un esfuerzo "concertado" por perjudicar la carrera profesional de Hernando. Dice Rivera:

"¿Sabían los lectores que esto se realiza concertadamente en el periodo en que [Hernando] debe renovar su condición de docente de Derecho en la Pontificia
Universidad Católica del Perú?"


Ese tampoco es su paradero final. Rivera enumera más adelante una serie estarmbótica y no poco risible de acusaciones adicionales:

“Se ha primero vandalizado la página de Wikipedia referida al Dr. Hernando
para luego proceder a un borrado expeditivo, para hacer escarnio de ello luego
en los mismos blogs que lo difaman”.

“¡Oh Favero, casualidades madre! La semana anterior colgué una queja
pública contra las difamaciones de Faverón. ¡Gran Madre! Un Hacker ha destruido
mi computadora al día siguiente y esta semana han arruinado varios videos del
archivo de mi blog”.

“El tipo me acusa de nazi por estudiar la obra del mentor de la PUCP (¡qué
bruto hay que ser para eso!) y al día siguiente una mano invisible (ajá: ¡Una
mano liberal!) había denunciado la mención de mi nombre en Wikipedia como
autopromoción (¡qué casualidad!, ¿no Favero?)”.

“El último mes he recibido amenazas con mensajes de texto en mi teléfono;
una andanada de agravios coprolálicos se ha sucedido ese mismo periodo y me han
forzado a cerrar los comentarios libres de Anamnesis. Desde que se dio la
discusión con Faverón, alguien entraba a mi blog a las 9 am y entre 5 y 6 pm
todos los días a saturar el espacio de comentarios antedicho de palabras
literarias estilo “mierda”, “vendido”, “cabro”, etc. Como diría el Conde Joseph
de Maistre en alusión a la idea de Locke sobre la libertad: “Todo huele aquí a
dinero”. Estamos, sin duda, en el mundo liberal”.


Y, para que quede claro, Rivera, literalmente, textualmente, por escrito y en un medio público me acusa directamente de todas esas cosas:

“¿Quiénes han estado en esto?: Al menos un par de señores que no son conocidos
precisamente por sus sillas en el banquete del conocimiento: Gustavo Faverón et
caetera”.
¿Repito la lista? Rivera me acusa de:

1) Complotar con otras personas para perjudicar la carrera de Hernando.

2) Vandalizar Wikipedia.

3) Hackear su blog y arruinar sus archivos.

4) Destruir su computadora.

5) Ordenar a bibliotecarios de Wikipedia que denuncien el artículo sobre él.

6) Enviar amenazas con mensajes de texto a su teléfono.

7) Hacer otro tanto por medio de comentarios en su blog.

Quien entre al blog de Rivera encontrará de inmediato, en la portada, a la mano derecha, un texto que dice "Gustavo Faverón, difamador". Esa acusación, por supuesto, es una octava difamación que se suma a las siete que acabo de enumerar, pero prefiero no tomarla en cuenta.

Rivera tendría ya la obligación de presentar pruebas de esas siete acusaciones o disculparse en público por esa pataleta cargada de invenciones, mentiras y exabruptos. No le voy a pedir lo primero, no por ahora, al menos, porque sería un espectáculo penoso.

Si yo hiciera uso de mi derecho a exigir su rectificación inmediata, el escándalo podría abrumar y problematizar el proceso de renovación de contrato del profesor Hernando (cosa que a Rivera, soprendente y paradójicamente, no parece haberle preocupado mucho al escribir su post). No tengo el menor interés en hacer tal cosa, así que dejaré mi reclamo para después, esperando que las disculpas lleguen en algún momento.

Ah, pero el resto del artículo de Rivera es notable por la donosura intelectual que demuestra. Recuerden los lectores que todo lo que he hecho yo hasta ahora es preguntar (no a Rivera, sino a Hernando) por qué la enorme mayoría de los intelectuales y artistas que él menciona como formadores de su línea ideológica son fascistas, nazis, filofascistas, filonazis, antisemitas y otras lindezas de ese corte.

Hernando ha tenido un mes y medio para responder pero no ha podido. Rivera trata de contestar. O algo así. Me llama "bruto" y "enfermo de rabia". Habla, en un momento más que creepy, por cierto, de mis "poderes siniestros". Alude a mi vida privada, a mi lugar de residencia, a mis notas de Estudios Generales, a mi capacidad reproductiva, etc. Todo muy relevante.

Y claro, también me dice "sionista", "sionista", "sionista", "sionista" y... "porcino". Justo cuando uno pensaba que el lenguaje del antisemitismo renacentista éstaba muerto y sufría de un severo rigor mortis, Rivera decide permitir que reencarne en él.

Ahora los dejo con los mejores párrafos de Rivera, a los que sólo añadiré un comenario sucinto al final. Dice Rivera:

"Un buen día de fines de mayo e inicios de 2009, de buenas a primeras, sin
aviso, [Faverón]demostró que era un experto en el pensamiento de Julius Evola.
Casi nadie sabe quién es Evola. ¿Quién es Evola?: un antimoderno italiano a
quien yo, coaligado y amigo de Hernando, sólo conocía de nombre. Pero resultó
que Faverón era también un experto en los textos de la revolución conservadora,
que sabía de los autores mayores, menores y aun nimios de la tradición de la
metapolítica, con detalle del contenido y la historia de sus obras, o sea, un
verdadero PhD.

“En fin. Un día aciago de mayo de 2009 resultó que Faverón parecía haber
hecho una maestría, qué digo, un doctorado en unos libros que con dificultad
frecuentan o frecuentaron en Lima Fernando Fuenzalida, Onorio Ferrero y su
pequeña escuela, de la que Eduardo Hernando Nieto es heredero intelectual. ¿Cómo
hizo para leer tanto? ¿En qué tiempo –en su tiempo ocioso de literato- pudo
acceder y leer lo que a Hernando le tomó –digamos- tres lustros? ¿Qué vitaminas
toma Faverón?

“Es admirable, Faverón, que sepas tanto y tan rápido de cosas tan raras e
inhallables y –sobre todo- tan alejadas de las habilidades que adquiriste en la
vida universitaria en la que yo te conocí.

“No, Faverón. Algo en tu sabiduría repentina huele mal, malísimo compadre.
Huele mal por su fecha, que coincide con la renovación de contrato del profesor
Eduardo Hernando Nieto. Huele mal por lo que en otro contexto serían cualidades,
por su exhaustividad, por su rigor, que tan porcino aspecto toman cuando
ingresan al lenguaje de periodista desde el que pontificas a favor del sionismo.

“¡Ay Faverón! O tú tienes ayuda o tú tienes ayuda. ¿De dónde sale tu ayuda
para la infamia? ¿De tu prístina vocación por las letras? ¿O será de otra
fuente, más acorde con tu mentalidad sionista?.

“¿Crees que tu poder lo es todo, Faverón? ¿Crees que los poderes siniestros
que te cualifican en tus trece me asustan a mí, Faverón? Nunca el poder que te
anima será el poder de la verdad y Dios todopoderoso es más poderoso que todos
los poderes que te sostienen”.

Dos cosas: la primera es que el desequilibrio final del texto me asusta y me entristece. Rivera se siente en guerra santa contra una conspiración sionista que lo ha tomado como presa. Y escribe eso, precisamente, en un texto que había empezado como demostración de que Hernando y él nada tienen de antisemitas ni cosa que se le parezca.

La segunda es que los escritos de Evola y los metapolíticos son en su enorme mayoría estúpidos y delirantes. No hace falta mucho tiempo para leerlos, comprenderlos, revelar su torpeza y rebelarse ante su penosa y paranoica fragilidad.

Si a Hernando le ha tomado quince años creérselos a pie juntillas, a mi me tomó diez días acostumbrarme a leerlos como quien hace un crucigrama de Ajá: sabiendo que la recompensa es poca, la dificultad es ninguna y la aparente complejidad es una arbitraria confusión.

A eso sólo debo añadirle un pedido: si Rivera, como confiesa, no ha leído ninguno de los textos en discusión, entonces será mejor que no participe en la conversación, pues, mientras la ignorancia sobre el tema sea su única credencial, sólo podrá participar en el el debate mediante el insulto personal y la risible petulancia de unos galimatías sin ningún espesor. Por supuesto, la otra opción es que se ponga a leer a Evola, a ver qué le parecen los dioses del parnaso de su colega.

Respira

La piscina como lugar común

La primera noche que paso en Lima, veo, en el Teatro Británico, una obra de teatro escrita por Eduardo Adrianzén y dirigida con oficio aunque sin mucha pasión por Roberto Ángeles. La pieza, ganadora del Concurso de Dramaturgia Peruana 2008, se titula Respira.

La metáfora que guía la trama y organiza la puesta en escena es una fusión de lugar común y baúl de sastre: para vivir una vida plena, o al menos no del todo plana, hay que lanzarse a la piscina, zambullirse, aprender a nadar y vencer el miedo a la amenaza del entorno.

Los demás elementos no son menos superficiales ni menos esperables: hay una caricatura ingrata de la izquierda legal de los ochentas, una absurda deconstrucción de la imagen de Cristo, una vulgarización pseudo-crítica de la Iglesia Católica, y, lamentablemente, una torpe idealización de la juventud senderista, caracterizada, a través del retrato de un personaje chato y monodimensional, como una generación de utopistas genuinamente comprometidos con una causa equivocada.

La ficción aguanta siempre, y muchas veces sobrevive con salud, las peores distorsiones de la historia. Pero en el caso de Respira, más allá de las simplificaciones y las perogrulladas, más allá de las desinformaciones y la pura demagogia, las distorsiones sirven para proponer empatías estólidas.

Construir a Jesús como un sedicioso judío que luchaba violentamente contra el Imperio Romano, para luego identificarlo simbólica e icónicamente con un joven peruano de clase media que opta por el terrorismo a principios de los ochentas, por ejemplo, no es problemático por la licencia contrafáctica que esa operación implica, sino por la evidente incomprensión que ese paralelo demuestra.

Culpar a la generación izquierdista de los sesentas y setentas por haber guiado a sus hijos en dirección a Sendero Luminoso, para mencionar otro caso propuesto en la obra, es una esquematización escandalosa, que, además, resulta insoportablemente agraviante cuando uno considera la dureza de la lucha que sostuvo un gran sector de la izquierda legal contra Sendero Luminoso en las décadas siguientes.

Al final de la pieza, el público, acaso sin distinguir claramente el alcance de su reacción, aplaude de pie la escena en que el protagonista (sobreactuado por Leonardo Torres) decide "lanzarse a la piscina" a impulso de la memoria de su hermano mayor, el terrorista buena gente: hay que creer en algo, lo que sea, sea bueno o sea malo, y zambullirse en ello.

Quienes no aplaudimos al final hubiéramos esperado que, emergiendo de alguna forma entre la marea de caricaturas, estereotipos y obviedades, una noción más simple y a la vez más compleja se hubiera abierto paso: la idea de que no en todas las piscinas es bueno sumergirse, unas pueden estar llenas de agua, otras pueden estar llenas de sangre, la propia y la ajena.

(Me dicen que algunas voces de la Iglesia Católica se han quejado por la caricatura de Jesús que la obra ofrece: es absurdo hacerlo por razones ideológicas, y es oprobiosa la intención de censurar. Pero no es absurdo sentirse mal ante la monstruosa torpeza del retrato, sólo por una cuestión de estética y una preocupación por la inteligencia que cabría esperar de un dramaturgo con premios y experiencia, como Adrianzén).

29.6.09

De Brasil a Lima

Acusaciones tropicales y tropicalias cariocas

Me cuentan que durante mi viaje a Brasil el colorido y galimatesco blog de Víctor Samuel Rivera publicó un post sobre mí y particularmente sobre el contenido de mis últimos posts, los referidos al profesor Eduardo Hernando Nieto y su cariño por los intelectuales de extrema derecha que él agrupa alternativamente bajo las etiquetas de la "metapolítica" y la "revolución conservadora".

Me dicen que el post de Rivera era poco menos (o poco más) que una acusación de complot y conjura concertada contra el profesor Hernando. No tengo la menor idea de cómo alguien puede sustentar una acusación tan atrabiliaria, pero me interesa mucho responderla.

Por eso lamento que Rivera haya retirado su propio post, sin darme la oportunidad de contestar. Desde aquí le pido que lo vuelva a colocar en su blog, o que me lo envíe. Creo que si hizo público un ataque contra mí y ese ataque tuvo lectores, yo tengo todo el derecho del mundo a saber su contenido literal y a responderlo.


(Rivera tiene actualmente en su blog un texto en el que me llama "difamador". No quiero ser circular ni soltar ideas que se muerdan la cola, pero, teniendo en cuenta que en ese texto no se dice por qué sería yo un "difamador", bien puede ser ese ataque, en toda la regla, un caso notorio de difamación. No se me puede culpar, entonces, de sospechar que el otro texto, el ahora eliminado, lo fuera también).

Por otro lado, estas casi tres semanas en Brasil han sido muy buenas, muy saludables y tan relajantes como educativas. En los próximos días, volviendo a la literatura, les estaré contando sobre mi nuevo entusiasmo por Hilda Hilst y Joao Gilberto Noll, así como acerca de mi renacida afición por Graciliano Ramos y Machado de Assis. La literatura brasileña es un universo mayúsculo y mayúsculamente desatendido en el mundo hispano.

10.6.09

Diferencias

La mirada del lector y las ideas del autor

¿Todos los que admiran a Pound, a Céline, a Mishima, a Jünger, admiran lo mismo? No lo creo.

Con frecuencia exagerada hacemos esa abstracción inconcebible de hablar sobre la figura del "escritor" como si los cientos de miles o millones de autores que pueblan la historia de la literatura fueran fáciles de reducir a una lista de cualidades y rasgos universales.

Con frecuencia mayor e incluso con más distracción hablamos sobre "el lector", como si los cientos de millones de lectores en el mundo leyeran para lo mismo, con la misma intención, con iguales anteojos, similares expectativas, idénticos juicios y prejuicios.

Incluso cuando nos ponemos más finos nos quedamos muy cerca de la total abstracción: hay un lector ideal, un lector modelo, un lector competente, un horizonte de expectativas, un lector in fabula, un lector oficioso, un lector oficial: caras sin rasgos propios.

Aún abstracto, pero menos, será decir lo siguiente: hay lectores que leen por el argumento --parafraseo a Peter Brooks--, lectores que leen por la forma, lectores que leen por las ideas, etc. Por supuesto, el lector ideal leerá por todo ello y mucho más: una comprensión estética, filosófica, histórica, política. Pero sabemos que nadie es ideal.

Y entonces repito: ¿todos los que leen y admiran a Pound, a Céline, a Mishima, a Jünger, admiran lo mismo? Tengo la impresión de que no, y tengo además la impresión de que mi respuesta conduce a un terreno difícil y pantanoso.

Yo, como muchos, admiro profundamente la poesía de Pound y las historias de Mishima; también tengo aprecio por las novelas de Jünger y Céline. Todas ellas son expresión palpable de su tiempo y frutos reconocibles de una identidad y una subjetividad torturada y tortuosa, literatura que nos enfrenta al fantasma reiterado del mal en el centro mismo de la modernidad.

A su vez, no importa cuán dislocada y rencorosa fuera por momentos la relación de esos autores con el universo que les tocó vivir, sus obras son escenarios regidos por la apariencia de una lógica perfecta, legitimados hacia adentro de sí mismos por una voluntad casi inagotable de dar forma articulada a un mundo real que se percibe como caos y decadencia.

A todos ellos, en algún momento, los atrajo alguna forma de autoritarismo modelada a partir de un rechazo a lo que veían como la caída del mundo tradicional en las garras de la modernidad. Sin embargo, la inclinación a veces totalitaria, a veces autoritaria, a veces abiertamente fascista de sus obras, su espíritu abarcador, es, paradójicamente, inconcebible fuera de la modernidad.

Sólo la modernidad, al engendrar discursos intelectuales, racionalistas, cientificistas, grandes teorías de la humanidad como el discurso liberal, el marxista, el psicoanálisis, el darwinismo, alejados todos de la explicación mágica, esotérica, mística, con un impulso, más bien, hacia la secularización, habilitó a la literatura para emprender la construcción de mundos ficcionales también racionalistas y tan abarcadores como la novela naturalista, la realista y sus infinitas secuelas.

La novela modernista hizo posibles a escritores como Jünger o como Orwell, inconcebibles fuera de ese marco, inconcebibles sin la idea moderna elemental de que un solo escritor es capaz de crear una sola teoría que explique el mundo en más de una dimensión, no sólo teológica, claro, pero tampoco sólo histórica ni sólo política ni sólo psicológica, sino todas a la vez: lo que Vargas Llosa solía llamar la "novela total".

Sólo en la modernidad, incluso, la literatura se ha permitido soñar con la reinstitución ficcional de momentos históricos previos: la utopía del pasado, la recuperación de la historia, o su invención o reinvención.

Ahora bien, yo no leo a Jünger o a Céline o al Mishima más descalabrado porque sus ideas sobre el mundo me parezcan notables, sino porque me parecen de una bizarría absoluta (en el sentido que tiene la palabra "bizarro" en todas las lenguas romances excepto el español: demencial, desmedido, extraño, inusual, raro, descabellado).

Porque colocan a un lector como yo en el abismo que se abre al final de la razón: la zona riesgosa de la barbarie, la locura, la insania, la alienación.

No soy, pues, el lector que esos autores buscaban; pero acaso sea un lector más saludable que aquellos que encuentran en sus ficciones la clave para comprender el mundo. Quienes leen a estos escritores para develar el secreto del universo, intuir una verdad trascendente dicha al pie de la letra, glorificar la alienada misantropía que los movió como si ella fuera una forma profunda de humanismo, quizás estén aceptando el deseo que arrastró a aquellos a escribir sus libros, pero también están buscando algo que no se encuentra en esas páginas: una verdad moral intangible, un saludable y heroico programa de vida.

En el Perú por muchos años los antropólogos leyeron a Arguedas como si sus obras fueran no una ficción del mundo andino, sino el mundo andino mismo. Hoy, hay politólogos que leen a los grandes fascistas como si hubieran escrito los evangelios. ¿Quién les explicará que no es así? ¿Quién les dirá que, afortunadamente, en lo que a política respecta, Mishima y Pound y Jünger y Céline, vivieron en vano?

9.6.09

Brasil

Más aviones de los que uno quisiera

8 am del martes: taxi al aeropuerto, tren a Boston, avión a Miami, avión a Rio de Janeiro: 7 am del miércoles. Nos quedamos en Río hasta el 20 y en Florianópolis hasta el 27. ¿Me estarán aguardando las huestes de Getulio Vargas? ¿Los memoriosos del 6 a 0? ¿Sauron o el Besuqueiro?

Vamos al congreso anual de la Latin American Studies Association. Mi ponencia se titula "Las trasformaciones de la metáfora del canibalismo en la narrativa latinoamericana del siglo veinte". A ver cómo va eso.

El 28 de junio llegamos a Lima y allí estaremos hasta la primera semana de agosto. Espero que no sean viajes accidentados (detesto los aviones, los trenes, los buses, todas las cárceles semovientes). Me llevo en la maleta un libro de Wilcock y uno de Roger Griffin, los dos, cada cual a su modo, tratan sobre la relación indesligable entre modernidad y fascismo.

Y de paso les dejo aquí un cuento que juega con esas mismas dos variables, el "Deutsches Requiem" de Borges, que en uno de sus párrafos más memorables, más viles, más sutiles, hace decir a su narrador, el nazi Otto Dietrich Zur Linde:
"Ignoro si Jesusalem comprendió que si yo lo destruí, fue para destruir mi piedad. Ante mis ojos, no era un hombre, ni siquiera un judío; se había transformado en el símbolo de una detestada zona de mi alma. Yo agonicé con él, yo morí con él, yo de algún modo me he perdido con él; por eso, fui implacable".
Seguiré posteando durante todo el viaje, cada vez que tenga la oportunidad.

7.6.09

La revolución conservadora

O, ¿Cuántas pieles de cordero puede llevar un mismo lobo?

"Metapolítica", "tradición", "nueva derecha", "nacional-bolchevismo", etc, etc: todas son camisetas que el profesor Hernando se pone una encima de la otra, cuando se le pide describir su posición política.

Una tras otra, hemos visto cómo cada una se vincula directamente con fascistas, nazis, neo-fascistas, neo-nazis, antisemitas, totalitarios, etc. La última camiseta del profesor es la de la "revolución conservadora".

En este avatar, Hernando menciona las siguientes figuras relevantes: Jünger, Sombart, Spengler, Niekisch, Moeller van der Bruck. Nada muy distintos de las alineaciones anteriores.

Los vínculos de varios de los mencionados con el fascismo ya los hemos visto: Jünger, antisemita, totalitario, militarista, glorificador de la guerra; Sombart, totalitario, nazi, antisemita; Niekisch, antisemita, totalitario, primero pronazi y luego proestalinista; Spengler, nacionalista y místico germánico, una de las fuentes del discurso hisstórico nazi; Moeller van der Bruck, antecedente del nazismo, nacionalista germánico, creador de la frase
Tercer Reich.

Armin Mohler, aludido con centralidad por Hernando, fue quien creó la etiqueta "revolución conservadora" y la definió. Roger Griffin, acaso el más prestigioso investigador del fascismo en las últimas décadas, considera a Mohler y a su idea de la "revolución conservadora" como perfectos ejemplos de fascismo.

El historiador Elliot Neaman explicó así la actitud de Mohler ante el fascismo tras la derrota en la guerra: Mohler, dice Neaman, pensaba que "la idea fascista" nunca se había concretado, y, por tanto "permanecía pura y era históricamente legítima".

Describiendo él mismo la "revolución conservadora", Mohler escribió lo siguiente (citado por Griffin): la revolución conservadora es "una actitud que cuestiona todo aquello que haya sido logrado hasta hoy, y constantemente desea un renacimiento, que habrá de surgir de un aniquilamiento".

Hernando mismo la caracteriza en términos similares:
"En pocas palabras, el movimiento aparecía como una respuesta a la “Civilización” burguesa, proponiendo en su reemplazo la “Kultur”, una reivindicación de la vida natural contra la vida artificial. Un contacto directo con las fuentes primigenias del ser (la espiritualidad) frente al materialismo ateo".
Ambas maneras de formularlo caen dentro de lo que Griffin llama discursos "palingenéticos": básicamente, el rasgo elemental de todos los fascismos (el estudio de ese rasgo es lo que ha convertido a Griffin en una autoridad en el tema).

Discursos "palingenéticos" son los que proponen la desaparición de un orden social, ético, moral y político contemporáneo para reemplazarlo con uno que describen como "primordial", "original", "genuino", "primigenio" o "natural".

Uno de los problemas, claro está, es que ese orden primordial, ese modelo de "vida natural" al que se propone regresar, es un producto imaginario, que no corresponde a ningún momento histórico, una idealización absurda y ficticia, una mala lectura de la historia, un error producto de un idealismo pasatista infundado.

En suma: una ilusión que, en el fondo, contradictoriamente, es tan estentóreamente artificiosa, que la única manera de llevar a la sociedad a coronarla sería forzándola mediante mecanismos opresivos y totalitarios.

Hernando se queja de que califiquemos a muchos de esos autores como "fascistas o nazis a secas" (ésas son sus palabras textuales). Creo que allí está la trampa y el truco: lo que él quiere hacer, pero no se atreve a hacerlo abiertamente, es calificar y matizar, modificar y legitimar a "fascistas y nazis", para que no lo sean "a secas".

Los libros del profe

Cómo vivir en la Luna y conquistar la Tierra

La costumbre más simpática y encomiable del profesor Eduardo Hernando Nieto es su pasión por recomendar libros.

Uno le presenta un argumento y el lo manda a leer tal libro. Uno pregunta sobre algún punto particular y él lo remite a un libro. Uno espera una respuesta inteligente y él lanza una bibliografía. Uno le propone un tema y el envía la copia de un sílabo.

Como es imposible hablarle directamente, decidí empezar a leer a los autores que el profesor recomienda. Ya poco a poco, y alternando el asunto con mis habituales posts sobre literatura, iré contándoles a los lectores qué cosa encuentro en las páginas de esos estudiosos.

Hoy voy a comenzar por uno muy intersante, Nicholas Goodrick-Clarke, profesor de la academia inglesa.

El libro que tengo en las manos se llama Black Sun: Aryan Cults, Esoteric Nazism, and the Politics of Identity. Y el capítulo al que mis ojos han sido arrastrados irremisiblemente se titula "Julius Evola and the Kali Yuga". No sé si es el capítulo que Hernando quería que leyera. Pero sin duda es interesante.

En él, Goodrick-Clarke empieza por presentar a Evola como "inspiración, mentor y gurú" (52) de grupos "terroristas neo-fascistas italianos" (52), incluso varias décadas después de la Segunda Guerra Mundial. Y luego explica cómo es que su figura llegó a esas coordenadas.

Evola, dice el autor, "es hoy un ícono prominente del idealismo fascista" (53), en función de su prédica del "anti-igualitarismo, la anti-democracia, el anti-liberalismo y el antisemitismo" (53) que lo convirtieron en un "oráculo de la violencia" (53).

Durante los años veinte y principios de los treinta, Evola transitó por la vanguardia, como poeta y pintor, central en el dadaísmo italiano, pero pronto la abandonó para dedicarse a estudiar magia, ocultismo, alquimia, "experimentar con alucinógenos" (53) e investigar el tantra y otras doctrinas orientales, religiosas unas y esotéricas otras.

El secretismo y el elitismo de los practicantes del tantra terminó de afirmar a Evola en su propia forma de aristocratismo. Goodrick-Clarke lo resume así:
"Evola escribió que el conocimiento y el poder buscados por el mundo moderno son democráticos, es decir, al alcance en instituciones educativas para cualquiera con un mínimo de inteligencia. También la tecnología es democrática: un instrumento o un arma pueden ser usados por cualquiera con cierto entrenamiento. Por contraste, los poderes mágicos del tantra son siempre logros personales y excepcionales, accesibles sólo para unos pocos elegidos" (54).
Una crítica similar formulaba contra el cristianismo, religión que, según Evola, se basaba en el error democrático de colocar la salvación y la esperanza de vida eterna al alcance de todo el mundo, y no sólo de lo espíritus superiores (61).

Los años siguientes lo llevaron por esa ruta: revistas de ocultismo, panfletos esotéricos, clanes tántricos, amantes de la alquimia.
Atanor, Ignis, el grupo Ur. Rituales públicos conducidos para transmitir al régimen fascista el espíritu del antiguo Imperio Romano (56).

A cualquier persona inteligente tiene que sonarle lindante con la idiotez. Evola, sin embargo, "creía que el velado simbolismo de la cosmología hermético-alquímica describía el diseño de una cosmovisión heroica, pre-cristiana, de un mundo en el que una aristocracia guerrera lo había gobernado todo" (54).

Reghini, uno de los ocultistas del círculo, introdujo a Evola en la obra de René Guénon, principalmente en la noción de la "Tradición primordial" (56), surgida en una Edad Dorada, previa incluso a las "auténticas religiones" (56) de la antigüedad, a la que habían seguido otras tres edades (plata, bronce y hierro, como en la imaginación clásica), cada una más decadente que la anterior.

Según Guénon, "el mundo estaba pasando por la cuarta edad, Kali Yuga, o la era de las tinieblas, desde hacía más de seis mil años" (57).

El elemento político de la Tradición, según Evola, se manifestaba en el sistema de castas de la sociedad indo-aria, donde unos estaban irremediablemente destinados a ser esclavos, otros comerciantes, otros nobles guerreros y otros la nobleza religiosa.

Enredado en su profunda confusión intelectual, Evola concebía ese pasado mítico como un verdadero pasado histórico, y de allí se generó su idea de la historia como "un proceso de regresión o involución" (58): la sociedad declinaba progresivamente. ¿La solución? Viajar hacia el pasado, regresar a la edad dorada. Fácil, ¿no?

Obviamente, todo colocaba a Evola en conflicto con cualquier teoría modernista del mundo, empezando por el psicoanálisis y el darwinismo. Evola llegó a creer más en la realidad de los viejos mitos fundacionales que en la evidencia de la arqueología, la historia y la antropología, a las que despreciaba como a toda la ciencia moderna sin excepción.

Al borde del delirio, y entre la espada y la pared, Evola, según explica Goodrick-Clarke, escribió que si no se habían encontrado huesos de los antiguos "seres súper-humanos" (59), eso sólo demostraba la naturaleza "divina" y preter-material de nuestros antepasados (59).

El racismo de Evola se basaba en concepciones espirituales. Identificaba a los judíos --a quienes se refería como "la horda judaica", "la más sucia", "la tiranía israelita"-- como portadores del espíritu moderno del capital y la empresa, y a los alemanes, en tanto descendientes de los nor-arios, como depositarios de una "pureza prehistórica" (62).

Sus frecuentes aproximaciones a los nazis, sin embargo, fueron problemáticas: los nazis lo despreciaban por aristocratizante (66); él los despreciaba a ellos porque el racismo nazi, basado en nociones biologistas, le parecía demasiado científico y, por tanto, sospechosamente moderno: eran "ciencia reduccionista y materialista" (65).

Mussolini, en cambio, aunque también sosteniendo diferencias, "adoptó las ideas de Evola como la teoría oficial fascista de la raza en 1938, y ese mismo año las convirtió en ley" (65). Ese fue el aporte de Evola al Holocausto.

No fue el único aporte: entre 1943 y 1945, cuando la parálisis lo postró en una silla de ruedas, Evola actuó como intermediario y vocero de la SS en sus esfuerzos por construir una nueva tropa de activistas paneuropeos en la lucha contra las invasiones de los ejércitos ruso y americano (66).

Tras la guerra, Evola vivió siempre en Roma, siendo el "gurú de la derecha neo-fascista" (67) e inspirando su "activismo y violencia" (67). En 1950 ya volvía a hablar de "el espíritu legionario" y la "ética del guerrero" (67) y proponía que el Estado italiano fuera capturado por las armas y gobernado por la acción conjunta de la policía, el ejército y el Movimiento Social Italiano, partido neo-fascista (67).

En los años posteriores, se volvió cada vez más pesimista. Pensaba que "nada, en esta fase final del Kali Yuga merecía sobrevivir". "Evola construye el ideal del "nihilismo activista" que está preparado para actuar con violencia contra la decadencia moderna", escribe Goodrick-Clarke (67).

Prácticamente todos los grupos terroristas italianos de extrema derecha que han bombardeado, asesinado, secuestrado y sembrado el caos en la Italia de las últimas décadas, según explica y enumera Goodrick-Clarke, han reivindicado a Evola como su mentor intelectual, el pensador cuyas ideas siguen, particularmente su infame "llamado por una guerra santa que debía lucharse para la renovación del espíritu" (69).

"Desde finales de los años setenta", escribe Goodrick-Clarke, "los intelectuales neo-fascistas han buscado introducir a miembros del
mainstream en el discurso de la Nueva Derecha" (69). Parte de ese esfuerzo, señala el autor, es la frecuente y repetida publicación de los libros de Evola en diversas traducciones y los intentos de introducirlo en el debate intelectual.

Eso último nos permite ver cuál es la ola intelectual sobre la cual está navegando el profesor Hernando.

(Las citas en su totalidad corresponden a Goodrick-Clarke, Nicholas.
Black Sun: Aryan Cults, Esoteric Nazism, and the Politics of Identity. New York: New York Univerity Press, 2003).

6.6.09

Otro crimen en su prontuario

Que en paz descansen los nativos y los soldados

Enfrentados a la triste realidad de los muertos de Bagua y a su violencia incesante, empezarán, quienes se sienten analistas serenos de la política peruana, a repartir una culpa equitativa entre el gobierno y el partido oficialista, por un lado, y la dirigencia indígena, por el otro.

Sin duda, ante el hecho puntual del choque y la doble masacre, en las dos líneas hay responsables. Pero detenerse en ese juicio es quedarse atrapado en la sincronía del momento, como si la violencia social peruana fuera siempre un brote intempestivo, súbito, inesperado, y nunca el producto de una situación sostenida y presionante.

El Estado peruano es larga y secularmente culpable de haber arrinconado a los nativos amazónicos y a tantas otra minorías --que suman mayoría--, cada cual en el encierro de una esquina más miserable, cada cual con menor poder, menor representatividad, menores posibilidades de desarrollo y libertad y de rutas fiables para la satisfacción de sus necesidades.

Todos los gobiernos peruanos sin excepción han tratado a la violencia social como un incendio pasajero que hay que extinguir pisoteando sus llamaradas, y cuando ha llegado el incendio próximo han saltado nuevamente, como si otra vez se tratara de una excepción.

¿Cómo llamaremos al que ve salir el sol por el mismo lugar todos los días y no es capaz de pronosticar que el sol volverá a salir mañana por el mismo sitio?

Quienes ahora se sorprenden y piden violencia en la respuesta, mano dura --como el pusilánime Aldo Mariátegui en su editorial de hoy en Correo--, ¿qué han hecho o qué han propuesto hacer para exterminar la marginación económica, social, política, educativa, de infraestuctura y de movilidad social en que viven los nativos amazónicos?

Hay otra responsabilidad histórica, que alcanza a muchos más. Colocar a la cabeza del Estado, en el gobierno, a delincuentes tan obvios e indudables como Alan García o Luis Giampietri, y luego esperar que no repitan el crimen, es de una candidez tan radical que a veces parece más justo llamarla hipocresía. Quien elige ser gobernado por una mafia, debe esperar que su vida la rija la ley del más despiadado.

El gobierno de Alan García es un despreciable ornitorrinco, el monstruo más espurio, falso e ilegítimo del liberalismo económico latinoamericano: el que dice defender la libertad de empresa pero en verdad impone la libertad de empresa de la minoría sobre los derechos de los demás ciudadanos; el que proclama la modernidad democrática pero decide luego a qué grupos de la sociedad le corresponderá disfrutarla.

Ambas cosas son inconsistentes, mentiras frágiles en su interior pero útiles y mortíferas cuando el Estado quiere tomarlas como principio.

¿Qué salidas les da el Estado a los indígenas amazónicos? ¿Qué opciones? ¿Cómo negocia con ellos? ¿Cuáles de sus pedidos son escuchados? Ninguno, nada. Se les quiere manipular, engañar; se les promete sin intención de cumplir.

Peor aun. Miserablemente, Alan García y su gobierno, con la ayuda de un parlamento que ahora tiene las manos llenas de sangre, han agudizado el aislamiento de los nativos, han creado la coyuntura de su revuelta, los han dejado sin salidas, los han empujado a alianzas que ellos no consideraron en un principio, han creado un ambiente de guerra civil en la zona, con una inundación de soldados donde deberían haber estado los voceros del gobierno, o el mismo presidente, escuchando las quejas, considerando soluciones.

A todo criminal hay que juzgarlo, sí. ¿Pero qué pasa cuando quien juzga es el mismo que ha propiciado el delito, el que ha creado la escena del crimen y ha colocado el arma homicida sobre la mesa?

Alan García ha dicho ayer que "en el Perú no hay ciudadanos de primera clase". La burla nefasta que esa frase implica cuando se sabe que ha sido dicha en referencia a peruanos que no tienen prácticamente nada en este mundo, debería ser suficiente para enfermar el corazón de cualquiera que tenga uno.

Ante la montaña de cadáveres que él mismo ha diseñado y apilado, una vez más, es evidente que para García sí hay ciudadanos de segunda, como los soldados, y de tercera, como los indígenas.

Alan García también fue electo para representar a los nativos amazonicos. ¿Qué ha hecho para honrar esa confianza, además de colocarlos en la posición de un paulatino exterminio?

5.6.09

Auf Wiedersehen, Metatrash

¿Por qué no se puede dialogar con los metapolíticos?

Cinco posts y trescientos comentarios más tarde, quizá se acerque el momento de pasar a otro asunto. Un blog literario no debe vivir constantemente de mala literatura, de modo que va siendo tiempo de hacer un primer balance.

Detrás de quienes se llaman a sí mismos, alternativamente, "tradicionalistas" y "metapolíticos" se agazapa un canon intelectual dudoso en sus mejores momentos e indignante en los peores, que reúne lecturas seudo-históricas de la antigüedad clásica y de la edad media así como escritos sociológicos, económicos, políticos y esotéricos de intelectuales definidos por su proximidad al fascismo en diversos grados y variantes.

Generalizando, me referiré a quienes recogen y acogen este canon como "
metapolíticos y tradicionalistas seudo-históricos": para abreviar en siglas, los llamaré metatrash.

Para ser metódico, cabría agrupar a los intelectuales que influyen sobre los metratrash en tres ejes.

En primer lugar, están los intelectuales del totalitarismo, el autoritarismo, el decisionismo y ocasionalmente los del absolutismo. Casi siempre son antecedentes inmediatos del fascismo italiano, del nazismo y del nacional-bolchevismo alemán y ruso. En muchas ocasiones son fascistas confesos, más radicales que los partidos oficiales de su tiempo. Varios tuvieron roles cruciales en el nazismo durante los años de la segunda guerra mundial y el Holocausto. Otros fueron propiciadores del nazismo. De este primer grupo (Spann, Niekisch, Dughin, Sombart, Schmitt), los metatrash recogen las líneas centrales de un distópico pensamiento político.

En segundo lugar, están los autores esotéricos, propositores de un misticismo casi siempre vinculado con mitologías orientales e indoeuropeas. El tronco central de ese árbol es René Guénon, y, sobre todo, su explicación de la historia en términos de edades cuasi-míticas, nociones a su vez mistificadas en una propuesta de racismo espiritual en los escritos del italiano Julius Evola, ex-pintor dadaísta convertido en un no menos dadaísta historiador, activista antisemita y maestro de yoga. De este grupo, los metatrash recogen los elementos de algo a lo que quieren llamar metafísica.

En tercer lugar, está un grupo variopinto de autores literarios, definidos por al menos uno de lo siguientes dos rasgos característicos: o son adoradores de la guerra y de una violencia que con frecuencia llaman heroica --Céline, Mishima, Jünger (quien aparece en la foto junto a Carl Schmitt)--, o son constructores de mitologías distópicas alternativamente presentadas como una historia fantástica y microcósmica de la humanidad (Tolkien) o como un conjunto de relatos seudo-míticos pesadamente marcados por alguna variante oscurantista (Lovecraft).

Los tres grupos presentan coincidencias frecuentes: en todos ellos hay racistas (habitualmente, antisemitas); en todos ellos hay propulsores del totalitarismo (habitualmente, fascistas); en todos ellos existe la visión de la historia de Occidente como un descenso y una decadencia (habitualmente, esa decadencia la resolvería el "regreso" a una forma de orden arcádico representado, curiosamente, por una sociedad vertical de castas y/o estamentos dirigida por una élite gobernante autoinstituida: vaya Arcadia).

Los metatrash se definen siempre por negación y oposición: están
contra la modernidad, están contra la democracia, están contra la universalidad de los derechos humanos, están contra la igualdad social concebida en términos de libertades individuales.

Los intelectuales metatrash suelen (aunque no siempre) rehuír y rechazar el que los llamen fascistas, racistas o totalitarios; suelen aceptar, en cambio, la etiqueta de reaccionarios. Esto, que puede parecer ridículo --después de todo, reaccionario no es, tampoco, la etiqueta más bienvenida hoy en día--, no responde a una acuciosidad teórica, sino a una necesidad estratégica: bastante peor suena reclamarse fascista.

Confrontados con el hecho de que virtualmente todas y cada una de sus mayores fuentes intelectuales sean o bien fascistas, o bien nazis, o bien racistas, o bien totalitarias, o bien todas las opciones anteriores a la vez, los metatrash suelen responder con una de las siguientes dos alternativas: o dicen que todo ello es falso, sin considerar la evidencia y los hechos, o dicen que es verdad pero que no admiran a dichos intelectuales por ese motivo, sino por sus
demás aportes intelectuales.

Los metatrash se consideran a sí mismos marginales de una manera sui generis: se sienten el centro mismo lo que consideran la viga maestra de la vieja tradición euroasiática, depositarios de una verdad incontrastable, sobrevivientes de la decadencia de Occidente, y, dado que todo alrededor de ellos es caída, pérdida de valores y hundimiento del antiguo humanismo, ven su propia situación y su ideología como ferozmente antisistémica.

No cabe duda, claro, de que su postura es antisistema, y que eso los puede volver marginales en cierto sentido. Pero quiero hacer notar que la marginalidad de los metatrash no es similar en nada a la de ningún otro elemento marginal de la sociedad (y esta constatación, quién sabe, quizás los haga felices). Es decir, no son marginales por estar privados de acceso al poder: sin ir más lejos, más de un metatrash circuló por ministerios y hemiciclos durante el gobierno de Fujimori, más de uno conduce clases en aulas universitarias, en el Perú y en muchos lugares del mundo.

En verdad, entonces, no son marginales en el espacio (político) sino en el tiempo: para ellos, los últimos quinientos años de historia son parte de un descenso de la humanidad a los infiernos, al Averno de la modernidad, incluso a pesar de la evidencia de que sus propios discursos serían inexplicables si no se les entendiera como producto de la historia moderna (el romanticismo nacionalista, la reacción anti-revolucionaria, el fascismo, el nacional-socialismo, el imperialismo, y también, no hay que olvidarlo, el genocidio).

Esa marginalidad temporal es doblemente marcada, porque los metatrash se definen a sí mismos como buscadores de la reinstitución de un pasado que, a todas luces, jamás existió: una edad clásica perfecta en que el reino del bien ganaba su lucha contra el reino del mal (De Maistre), una edad dorada (Guénon), un medioevo caballeresco hecho de guerras santas inmaculadas y valores inmutables (Evola).

A eso se debe el rasgo conspicuamente omnipresente de su admiración por autores como Mishima, que quería reinstituir el código samurái en el Japón de la postguerra, o Tolkien, que inventó una edad media alternativa: incapaces de encontrar el "pasado" que idealizan en los libros de historia, lo buscan en las ficciones del delirio pasatista o en fábulas infantiles.

Ese mismo afán de legitimación de una ideas sin asidero los conduce a buscar el prestigio de los fascistas excepcionales a quienes el canon y la historia han recogido: aunque no lean nada más de poesía, leen a Pound; aunque no lean nada más de novela, leen a Celine y a Jünger: versos y ficciones donde el antisemitismo se ha salvado de la censura y el totalitarismo se ha consagrado como posibilidad.

(Poco les interesa que autores como Pound y Jünger sean, en sus exploraciones estéticas, en sus propias teorías de la tradición, en sus postulados artísticos, en su relación con las vanguardias, en fin, en sus obras literarias, motores activos y cruciales de la modernidad, incomprensibles fuera de ella).

¿Por qué es imposible dialogar con los metatrash? Porque ellos, aunque estén en el mismo espacio en que estamos todos, no viven en el mismo tiempo en que vivimos los demás. Porque cada razón que uno les dé la verán como corrompida por el aliento de la modernidad. Porque ellos no creen en sus ideas con la cabeza, sino con las entrañas y, por ello, ante cada razonamiento que se les oponga, pensarán, o creerán pensar: "no importa lo que digas tú, yo sé cuál es la verdad".

Y un caballero andante le cortará la cabeza a un gnomo y todo seguirá su marcha fantástica en la tierra de nunca jamás.

4.6.09

De Milosevic a La Coalición

Sigamos leyendo al profesor Hernando

Entregado como ando a la lectura del canon del profesor Eduardo Hernando, me encontré con el website Ernst Jünger in Cyberspace, un sitio dedicado íntegramente a la obra del novelista alemán. Como el mundo es pequeño, recorriendo las discusiones de su lista de debates hallé --sorpresa sorpresa-- un debate público en el que participó el profesor Hernando.

Era 1999, y los miembros de la lista no pudieron evitar una discusión entonces de actualidad, sobre Slobodan Milosevic, su campaña genocida de limpieza étnica y la intervención militar de la OTAN. Hernando era, en buena cuenta, el único jüngerite que defendía a Milosevic. Escribía, por ejemplo:
"¿Así que debemos agradecer a la señora Albright y al señor Clinton por matar y destruir a un estado soberano con un líder democrático como Milosevic?".
También negaba los crímenes masivos de Milosevic aludiendo a la desinformación de la CNN:
"¿Fosas comunes? Claro, por supuesto. Pero, ¿por qué tengo que creerle a un medio de comunicaciones "americano" (es decir, políticamente correcto)?".
Y pedía pruebas en un tono que todos conocemos, el de los negacionistas de genocidios. Hernando preguntaba:
"¿Qué genocidio? ¿Dónde están los cadáveres?"
(Los cadáveres, profesor Hernando, estaban por todas partes. La foto al inicio de este post corresponde al reentierro de los cadáveres de una de esas fosas comunes que según usted no existían).

Siguiendo a Guenon y al fascista Evola, sus líderes espirituales, Hernando abogaba por una guerra riesgosa, heroica:
"El sentido común también nos dice que no hay nada de qué sentirse orgullosos en pelear una guerra sin correr ningún riesgo, y pienso que los soldados de la OTAN son sólo un montón de cobardes!!".
En ese sentido, juzgaba a Milosevic como un ejemplo de heroísmo:
"Milosevic ha mostrado algo que los europeos, desafortunadamente, ya han olvidado".
En otro momento aludía, además de Jünger, a otros dos de sus modelos intelectuales en el campo político, dos que hasta ahora han estado al margen en esta discusión: "Yo concuerdo con los escritos heroicos de Jünger y, por supuesto, con Niekisch y en estos días con Alexander Duguin", escribía Hernando, en 1999, identificándose luego a sí mismo como un "nacional-bolchevique".

Alexander Duguin (o Aleksandr Dugin) no parece haber dejado de atraer la atención de Hernando en estos años, puesto que en su blog ha publicado al menos un artículo suyo íntegro, uno en el que Duguin explica la naturaleza del nacional-bolchevismo. Este párrafo puede resultar interesante:
"Entre los nacional-bolcheviques alemanes, el más coherente y radical fue sin duda Ernst Niekisch... pero en este movimiento también encontramos... figuras espontáneas del ala izquierda del NSDAP, como Otto Strasser y Joseph Goebbels".
Sí: se trata de ese mismo Goebbles en el que están pensando, el ministro de Propaganda de Hitler. Y no se enreden con las siglas: NSDAP quiere decir Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, el nombre oficial del Partido Nazi.

¿Qué tienen en común Niekisch y Duguin, además del nacional-bolchevismo y las amistades y asociaciones con líderes nazis? El alemán Ernst Niekisch era un furibundo antisemita que proponía la construcción de un estado totalitario en Alemania.

Aleksandr Duguin, o Dugin, ruso, ha exigido el arribo a su país "de un genuino, verdadero y radicalmente consistente fascismo fascista". Fue colaborador de la revista Den, el órgano más conocido del antisemitismo ruso, dirigido por Alexander Prokhanov, quien desde esas mismas páginas ha afirmado que todos los males sociales y económicos de Rusia son culpa de los judíos.

Sólo para que quede claro: eso no fue en el pasado remoto, sino en los años noventa.

Otro párrafo de Hernando es singularmente interesante, y nos deja claro cuándo y cómo es capaz de defender cualquier línea política, no importa que ella rompa todos los principios que Hernando defiende hoy en público. Cuando el debate llega al asunto de las armas nucleares en poder de Corea del Norte y China, Hernando escribe:
"Desafortunadamente estás obligado a defender tu libertad con cualquier medio disponible y esa es la razón por la cual no es un pecado desarrollar armas nucleares".
De pronto, Hernando parece preocupado por la libertad de los pueblos. Pero, oh problema, oh confusión: ¿de qué libertad está hablando cuando se refiere a China y Corea del Norte? Dudo que se refiera a la libertad de los pueblos chino y norcoreanos, sumergidos cada cual en una dictadura peor. Se refiere a la libertad de los dictadores.

Cuando otro participante envía un mensaje con una pregunta explícita como titular --"Nazi or not Nazi?"--, Hernando se indigna y hace un extraño comentario en el que parece acusar a sus interlocutores liberales de intolerancia y... Mejor léanlo ustedes:
"No quiero responder nada más porque tú y algunos de tus amigos no quieren argumentar, sólo quieren atacar y destruir a la gente, como la OTAN. Es gracioso ver que finalmente el mundo se ha puesto de cabeza: los fascistas son tolerantes y usan la razón mientras que los liberales son intolerantes y usan las emociones". (Nazi or not nazi?)
¿Quién es el fascista tolerante al que alude? No quiero sobreinterpretar, claro. Pero sí diré que de inmediato Hernando se compara a sí mismo con los serbios de Milosevic:
"De algún modo me siento como los serbios, quiero decir, siendo atacado por el poder enorme de esta lista cuyos miembros simpatizan (hablando en general, claro, aunque no todos) con los genocidas yankees y de la OTAN".
Saltó la liebre antiamericana. Pero, ¿cuál es el origen de el antiamericanismo de Hernando. En sus textos políticos, Hernando asiduamente identifica a Estados Unidos con la nefasta omnipresencia del capitalismo, la pérdida de valores tradicionales, etc. Pero en otro texto que se halla en internet, una entrevista hecha a él por José Luis Ontiveros, Hernando da
otra pista de su repulsión hacia la política internacional norteamericana. El asunto aparece cuando Ontiveros le pregunta por la relación entre Leo Strauss y los neoconservadores americanos que rodean al segundo Bush. Dice Hernando:
"Strauss es un autor de relieve que no tiene nada que ver con Bush y el grupo neoconservador sionista".
Ahí todo comienza a oler a teoría de la conspiración, confabulación judía mundial, etc. Entonces, es bueno regresar a una frase clave en su participación en el debate en el website sobre Jünger. En ese foro, para explicar qué cosa es lo que mueve a la OTAN a atacar al pobrecito Milosevic, Hernando escribe lo siguiente:
"Je, je, je, je. Disculpa, sólo me puedo reír... je, je. ¿Tienes alguna idea de qué cosa son Davos, la Mesa Redonda, Bilderberg o la Comisión Trilateral?".
Yo sí tengo una idea. El Grupo Bilderberg es una conferencia anual de políticos, financistas y hombres de negocios, donde se discuten temas de interés mundial. Los miembros no ofrecen declaraciones a la prensa sobre el contenido de sus diálogos, y ese secretismo ha llevado a los grupos fascistas y neonazis a acusar a Bilderberg de ser una versión nueva de la legendaria "conspiración judía mundial". Esa misma: la de los Protocolos de los sabios de Sión. ¿Se acuerdan? El librito antijudío prologado por Evola. De hecho, otro participante del debate en el website sobre Jünger le hace notar a Hernando que sus argumentos suenan cada vez más antisemitas en la línea de los Protocolos.

La Comisión Trilateral, entidad privada que promueve las relaciones político-económicas entre Europa, Japón y los Estados Unidos, fue creada por una propuesta de David Rockefeller, miembro vitalicio del Grupo Bilderberg. Ya se pueden imaginar ustedes las acusaciones de los termocéfalos contra la Comisión.

La Mesa Redonda de Industriales Europeos es una entidad similar pero que quiere potenciar la competitividad europea. Claro está, los que arman teorías de la conspiración suelen notar que un número amplio de miembros de la Mesa Redonda son también asistentes a la conferencia anual del Grupo Bilderberg.

Regresemos a la entrevista de Ontiveros a Hernando. O mejor, echemos un ojo al autor de la entrevista. Ontiveros, qué casualidad, es el autor de los siguientes dos párrafos:
"La crítica al fascismo es uno de los hábitos más imbéciles y rutinarios de nuestros contemporáneos".
Y:
"La precipitada descomposición de Occidente confirma que el instinto fascista del hombre surge de la forma, la fuerza, el espíritu y el corazón, en el combate del heroismo cotidiano por sobreponerse al desplome interno en la vía solar y ascendente, que requiere de pruebas continuas y que cumple con la tensión guerrera, misma que expresa una revuelta metafísica por la afirmación de un estilo de vida diferenciado, lo que ya manifestara Joseph de Maistre al referirse al instinto monárquico, en cuanto que el hombre para ser necesita de un sueño, de un amor apasionado por lo invisible, de una devoción viril y sacra que potencialice al héroe y al santo, por ello el fascismo es la liturgia postrimera de una mística de la potencia, y al ser esto así, el fascismo en su esencia final es imbatible".
¿Dónde fueron publicados esos párrafos? Los dos aparecen en Nomos contra Anomos, el blog que dirige... Eduardo Hernando Nieto. No son comentarios a un post, no son intervenciones que hayan sido luego respondidas por Hernando o alguien más: se trata de un artículo escrito por Ontiveros y publicado por Hernando en su integridad.

Más aun: Ontiveros es un autor en quien Hernando se suele apoyar para sus propios ensayos. Hernando lo llama en un post "mi querido amigo el ensayista mexicano José Luis Ontiveros". En otro dice coincidir "totalmente" con las lecturas que Ontiveros hace de Jünger.

Y "La Coalición"

En los últimos días, con visceral cariño, Hernando ha defendido, como desde hace muchos años, la inteligencia, agudeza y visión de Carl Schmitt, y ha querido mostrarlo como libre de cualquier compromiso políticamente, digamos, conflictivo.

Víctor Samuel Rivera, amigo de Hernando, colaborador suyo y codirector con él de un blog curiosamente llamado La Coalición, describe el afán de Hernando en su primer libro como el impulso de coronar "una radical nostalgia reaccionaria" y dice sobre Schmitt:
"Schmitt fue procesado, como lo fueron muchos profesores alemanes que apostaron por el nacional socialismo. Eso sólo demuestra la fuerza increíble del fanatismo".
Correcto: Rivera acepta que Schmitt apostó por el nazismo. Y llama a sus rivales fanáticos. Ustedes dirán: ¿no eran los nazis los verdaderos fanáticos? Parece que no para todo el mundo.

Rivera es un profesor universitario de filosofía. Uno al que no siempre se puede tomar en serio, por cierto. Pero eso no quiere decir que no sea, al mejor estilo de su amigo Hernando, capaz de pensar peligrosamente. Escribe, por ejemplo:
"Sólo te anticipo que no creo que haya criminales ideológicos. Ni siquiera creo ahora que Abimael Guzmán lo haya sido".
Rivera reconoce a Riva Agüero (a quien prefiere llamar "Montealegre", en referencia a sus anacrónicos títulos de nobleza) como su "filósofo peruano favorito". También reconoce lo siguiente:
"Ahora me preguntan: ¿es usted de la idea de que Montealegre era pro-nazi? La respuesta es complicada, pero sí, el marqués era favorable al III Reich".
Si uno sigue los enlaces de La Coalición a los amigos, condiscípulos y allegados al grupo, encuentra cosas que, a estas alturas, difícilmente sorprenden, pero que deberían siempre indignar. Un miembro de La Coalición de Hernando y Rivera es el señor Ricardo Milla. Éste escribió hace poco, en referencia al caso peruano:
"Las execuciones extra-judiciales muchas veces fueron necesarias dada la naturaleza de la guerra. Muchos terroristas eran liberados muy rápido a "falta de pruebas". Eran abogados terrucos los que los liberaban. Ante ello Inteligencia actuó. Y actuó como fue debido. Toda muerte a inocente es punible, pero toda muerte a un delincuente terrorista es necesaria, pues está en el deber de la comunidad terminar y eliminar a ese sujeto. Es así de sencillo. No hay DDHH qué valgan".
También escribió esto:
"Asesinar está mal. Muy mal. Pero a alguien que ha perdido el derecho a la vida, debe morir, no hay más".
Milla, socio de La Coalición de Hernando, publica en su blog videos de discursos de Hitler, bajo titulares como "Postrimerías de un líder". Y comenta al respecto, mostrando las imágenes del peor asesino de la historia universal: "la virtud de líder es admirable".

La Coalición enlaza y explícitamente recomienda los blogs de Milla, Hernando, Rivera, Raúl Haro (quien, según veo, tiene gran vehemencia para insutlarme, pero no parece ser un facho como sus aliados), además de un blog de acceso restringido que apropiadamente se llama
La Fortaleza - Metapolítica Peruana y el blog de Sofía Tudela, autora del siguiente párrafo:
"Lo cierto es que la democracia, el gobierno del pueblo, del inmenso, ignorante y descalificado populacho, es el sometimiento jerárquico de una elite de mentes superiores a la inferioridad bestial de las onerosas mayorías, del indigente criterio común".
Ya no nos soprende un texto así, porque eso no es sino una versión grotesca de lo mismo que afirmaba Othmar Spann, a quien Hernando reconoce como uno de sus maestros de sociología:
"Spann distingue entre estamentos espirituales y estamentos de acción. Todos tienen la misma importancia funcional para el total de la sociedad, pero no son equivalentes. Cada etamento bajo es guiado espiritualmente por el estamento de encima. La gente inferior sólo puede participar de lo superior a través de la adoración y la devoción... Sólo los mejores pueden ejercer el poder. Quiénes son los mejores es algo que sólo puede ser decidido desde arriba, no determinado por la democracia, porque el pueblo carece de espiritualidad y de entendimiento".
¿Qué cosa es una persona de "inferioridad bestial", como dice Tudela? ¿Qué cosa es el pueblo si "carece de espiritualidad y de entendimiento", como decía Spann? ¿Tengo que decirlo? Estas personas consideran al pueblo una manada de animales.


1.6.09

Trabalenguas 21

Frases célebres de los ídolos del profesor Hernando

Aquí les entrego algunas citas de textos escritos por los intelectuales y artistas citados por el profesor Eduardo Hernando Nieto como los máximos exponentes de las ideas "metapolíticas" que él suscribe. Juzguen ustedes. Y de paso les recomiendo este post de Gonzalo Gamio.

"Queremos un fascismo más radical, más intrépido, un fascismo realmente absoluto, hecho de fuerza pura, que no acceda a ningún compromiso". --- Julius Evola, criticando a la cúpula del fascismo italiano por ser demasiado abierta y conciliadora.

"El espíritu judío destruye todo a través del cálculo y el racionalismo, y conduce a un mundo hecho de máquinas, objetos y dinero en lugar de personas, tradiciones y patrias". --- Julius Evola resumiendo por enésima vez el fundamento de su antisemitismo.

"El maestro Julius Evola... no fue nazi ni antisemita ni fascista. Eduardo Hernando Nieto sí es un admirador de la obra de Julius Evola". --- Eduardo Hernando Nieto (que habla de sí mismo en tercera persona). De tal maestro, tal discípulo.

"El control ejercido por los judíos es la sífilis de cualquier nación de gentiles". --- Ezra Pound, demostrando que hasta el mejor poeta puede generar la metáfora más imbécil, si lo ciegan la paranoia y la vileza. Es el único poeta listado por Hernando entre los intelectuales que han dado forma a su "metapolítica".

"El judío no puede jugar un rol creativo, ya sea bueno o malo, en nada que tenga que ver con la vida germánica". --- Ernst Jünger, promoviendo la expulsión de todos los judíos de Alemania.

"Los judíos son pestilentes en masa, aunque puede ser que algunos de ellos sean inocuos, como los microbios que, según Pasteur descubrió, podían ser esterilizados. Pasteur no podía detenerse a diferenciar entre los buenos, los malos y los inocuos; por lo tanto, los eliminaba a todos. Y lo mismo se debe hacer con los judíos". --- Louis Ferdinand Céline, proponiendo el genocidio como solución a la "cuestión judía", ensaya otra metáfora nauseabunda.

"Los judíos se paran a un lado y miran mientras los pueblos del mundo se matan unos a otros. Para ellos, esta matanza y masacre mutua es lícita y
kosher. Luego comen la carne de los masacrados y viven de ello". --- Carl Schmitt, mostrando su rostro menos caritativo. Carl Schmitt, bueno es recordarlo, es el intelectual crucial en las ideas y los estudios de Hernando, y el mismo en cuyas teorías Hernando se basa para construir su defensa de Fujimori.

"El judío debe de tener un rol biológico en el organismo de la humanidad. El rol de un microbio o de un leucocito". --- Pierre Drieu La Rochelle, autoproclamado nazi, es otro escritor preferido por Hernando. Está claro que los fachos no tienen gran variedad metafórica.

"En una civilización superior, como por ejemplo la de los indo-arios, aquel que no pertenece a una forma característica o a una casta se convierte en un paria. En ese sentido, América es una sociedad de parias. Hay un rol para los parias. Es el de ser sometidos por seres cuyas formas y leyes internas estén definidas con precisión". --- Julius Evola, dejando en evidencia que su odio a los judíos estaba lejos de ser el único rasgo de su estupidez.

"(Sabemos que) los comerciantes de París comparaban a los judíos con las avispas que se cuelan en las colmenas sólo para matar a las abejas, desgarrar sus cuerpos y extraer la miel almacenada en sus entrañas... Pero esto no es suficiente. No nos conformaremos con saber que los judíos ponen en peligro la supervivencia de los demás. Queremos descubrir la razón". --- Werner Sombart, el economista de cabecera de Hernando, escribió un libro entero para explicar los males de la economía europea responsabilizando a los judíos de todos ellos.

"Al dinero lo vence y neutraliza solamente la sangre... Lo que importa en la historia es la vida, siempre solo la vida, la raza, el triunfo del deseo de poder, y no la victoria de las verdades, las invenciones y el dinero". --- Oswald Spengler, echando mano a un estereotipo de fácil comprensión para los lectores europeos de su tiempo, en que el dinero son los judíos mientras que la sangre y la raza son la tradición germánica.

"Spann señaló que los judíos repetidamente tuvieron la oportunidad de integrarse a una cultura elevada (hacerse cristianos), pero se negaron a hacerlo y de ese modo rechazaron la posibilidad de abandonar la secta inferior para adherirse a una fe y una civilización superiores". --- Gerald Mozetic, sobre Othmar Spann, uno de los sociólogos favoritos de Hernando.

"Spann distingue entre estamentos espirituales y estamentos de acción. Todos tienen la misma importancia funcional para el total de la sociedad, pero no son equivalentes. Cada etamento bajo es guiado espiritualmente por el estamento de encima. La gente inferior sólo puede participar de lo superior a través de la adoración y la devoción... Sólo los mejores pueden ejercer el poder. Quiénes son los mejores es algo que sólo puede ser decidido desde arriba, no determinado por la democracia, porque el pueblo carece de espiritualidad y de entendimiento". --- Otra vez, Gerald Mozetic, explicando las propuestas políticas de Othmar Spann.

"Faverón no tiene ninguna relevancia en el medio académico". --- Eduardo Hernando sobre mí. Yo, por mi parte, no voy a negar la importancia crucial de Hernando en la academia. No la voy a negar porque sería torpe y ocioso poner en duda algo que absolutamente nadie está dispuesto a afirmar.

(Y de Mishima sólo les dejo la foto de arriba.)

Frodo versus Sauron

¿Quién ha leído a los escritores más famosos del siglo?

Ah, las infinitas posibilidades de interpretación que el más breve texto es capaz de ofrecer. Regresemos sobre uno escrito por el profesor Eduardo Hernando Nieto, maestro de filosofía del derecho de la Universidad Católica.

Es ya un pasaje clásico en este blog y, en él, el profesor enumera las cumbres más visibles que han dado forma a su pensamiento, que él llama "metapolítico":
"La metapolítica puede exhibir nombres de escritores como Mishima, Celine, Tolkien o Drieu la Rochelle, ensayistas como los hermanos Jünger, metafísicos como Evola, Guénon, o Coomaraswamy, sociólogos como Spann o Freyer, antropólogos como Eliade, poetas como Pound, economistas como Sombart, historiadores como Spengler, directores de cine como Tarkovski etc, etc. ¿Quiénes los conocen?, ¿Quiénes los han leído?"
En un post anterior hice notar que --perplejidades que nos depara el azar-- de los quince nombres enumerados, un porcentaje sospechosamente elevado corresponde a antisemitas, nazis y fascistas o son íconos habituales de antisemitas, nazis y fascistas. Al menos diez de los quince, como expliqué.

Ahora quiero llamar la atención sobre las preguntas finales de ese párrafo. La lógica de Hernando es la siguiente: la "metapolítica" cuenta con brillantes intelectuales que la maquinaria liberal ha lanzado al basurero del olvido, motivo por el cual son desconocidos: "¿Quiénes los conocen?", se pregunta el profesor. "¿Quiénes los han leído?".

No quiero posar de experto en esoterismo y seudometafísica, porque afortunadamente no lo soy. Pero sé algo de literatura.

Lo suficiente como para decir, con el acuerdo esperable de todos ustedes, que Pound fue acaso el poeta más leído del siglo veinte, y seguramente el más influyente, gracias a D-os más en la forma que en la ideología .

Que Mishima y Celine son autores sabidos y resabidos por cualquier digno estudiante de literatura. Que Drieu La Rochelle está lejos de ser un anónimo y que Ernest Jünger no sólo no es un olvidado, sino que es un autor de moda en el reavivamiento de la literatura distópica, que lleva ya décadas.

Y Tolkien. Bueno. Tolkien es el autor de
El señor de los anillos, pues. No tengo un sobrino de más de nueve años que no lo haya leído. Es probable que ningún autor del planeta deba tanto de su fama a la maquinaria capitalista norteamericana como Tolkien, niña de los ojos de Hollywood, con estantes individuales para su obra en cada librería de los Estados Unidos.

Lo interesante, en todo caso, es preguntarse cuál puede ser la visión del mundo que construye alguien que coloca entre los cimientos de su mirada ideológica la obra de Tolkien. La "vida heroica". Hay que salir a matar ogros. El mundo está poblado de razas despreciables y malévolas, humanoides de pacotilla, monstruitos.

¿Spengler? ¿Tarkovski? ¿Eliade? ¿Eliade, el de los libros de cabecera de literatos, antropólogos e historiadores, el memorialista
best seller, un desconocido? Tarkovski es un cineasta crucial, sus cintas se muestran en todo el planeta, hasta Hollywood, una vez más, hace remakes de ellas. ¿Quién ha leído a Borges y no ha sentido la curiosidad de leer a Spengler?: "¿Quiénes los conocen?".

Luego, Hernando cita a los "antiliberales en el sentido moderno". Y más adelante continúa con otro párrafo notable:
"Obviamente la izquierda contemporánea ha creído tener el patrimonio del conocimiento y por eso uno no podría ser un académico serio sino repite los evangelios de Rorty, Arendt, Nussbaum, Sen, Foucault, Benhabib, Levinas o Zizek".
¿Rorty y Foucault en el mismo bando? ¿Zizek y Sen? ¿Arendt y Levinas? ¿Quién podría tomar a Zizek como palabra innegable --"evangelio", dice Hernando-- y hacer lo mismo con Rorty, sin que le explote la cabeza en treinta segundos? ¿Y tener a Rorty y a Zizek como evangelistas, no obligaría al pobre evangelizado a adorar simultáneamente a Lacan, Lenin y Davidson? ¿Dije treinta segundos? Pónganle quince.

¿A qué se debe esa simplificación? Quizá al hecho de que desde los extremos sólo se ven otros extremos, no hay grises, sólo blanco y negro, Frodo versus Sauron. La "vida heroica" necesita enemigos, rivales a quienes ir eliminando, fundamentos indudables que defender a ciegas, anillos que recuperar, no sutilezas ni sofisticaciones intelectuales, sólo maniqueísmo, únicamente simpleza y simplonería; mientras más ramplona, mejor.