3.7.09

Borges y Graciliano Ramos

Un antecedente brasileño de "El Sur" y "La noche boca arriba"

Del maestro nordestino Graciliano Ramos había leído apenas un manojo de cuentos y un tomo de sus célebres Memórias do cárcere (1953).

Este viaje a Brasil me ha dado la ocasión de conocer otros dos libros suyos: la colección de cuentos
Insônia (1947) y la clásica novela Vidas secas (1938), cuyo argumento me era conocido por la estupenda versión cinematográfica con la que Nelson Pereira dos Santos conmovió al jurado de Cannes en 1964.

Los relatos breves de Ramos son introspectivos y psicológicos --a veces, valdría la pena decir
psiquiátricos--. Su método proviene de Sartre y Camus, cuyo El extranjero fue traducido por Ramos al portugués: personajes solitarios que el destino, la inercia o la escasa voluntad coloca en situaciones límite.

En "O relógio do hospital" ("El reloj del hospital"), esa coyuntura es la de un paciente profundamente anestesiado que atraviesa una delicada operación de la cual acaso salga sin vida. El estrés y los somníferos se conjugan para dar lugar a un mundo alucinatorio o, al menos, dudosamente instalado entre el sueño, la realidad y la intrusión de lo fantástico.

Los lectores de narrativa breve latinoamericana saben qué otros dos cuentos de nuestro canon tienen una premisa similar: "El Sur", de Jorge Luis Borges, y "La noche boca arriba", de Julio Cortázar. Saben también que el relato de Cortázar es una vuelta de tuerca sobre el cuento de Borges.

En "El Sur", la irrupción fantástica es la doble existencia y, acaso, el doble final de Juan Dalhmann, escindido entre la normalidad de su vida burguesa y la excepción de su destino romántico. En "La noche boca arriba", la sala de operaciones se abre como un túnel temporal que deja al protagonista con un pie en el presente moderno y otro en el pasado precolombino.

En "O relógio do hospital", de Graciliano Ramos, el protagonista, que parece ser el mismo ladrón arrestado por la policía en un cuento previo, es sometido a una operación que ya en el plano literal implica una partición: la posible amputación de las piernas.

La anestesia y el llanto herido de un niño que es operado simultáneamente en una sala vecina (¿o sólo en la memoria del paciente?) conducen al protagonista, también, a una travesía temporal, que lo recoloca en su propia infancia.

En ese trance, la violencia específica de la operación, la inminencia de la amputación, la sensación de estar siendo, en definitiva, triturado físicamente por una sociedad que lo expele y lo rechaza, suman una cantidad tal de sentidos metafóricos y simbólicos, que el hecho de la intervención quirúrgica, paulatinamente, sin perder materialidad, gana polisemia, y acaba por situarse en un plano ambiguo de realidad, no muy distante del fantástico borgeano y cortazariano.

La lectura me dejó la impresión clara de que el cuento de Ramos debía ser no sólo un antecedente de los de ambos narradores argentinos, sino un antecedente conocido por ellos, una fuente consciente (al menos para el primero, Borges).

La inicial constatación de las fechas pareció echar por tierra mi especulación: el libro de Ramos fue publicado por vez primera en Río de Janeiro, en 1947. Mientras que la sección
Artificios, de Ficciones, de Borges, a la que pertenece "El Sur" apareció en 1944. Así pues, a primera vista, la única influencia pudo ser en el sentido contrario: Borges sobre Ramos.

Pero no es así: mi especulación sigue en pie. Las primeras versiones de
Artificios no contenían "El Sur", cuento que apareció por primera vez en el diario La Nación de Buenos Aires en el año 1953 y sólo fue incorporado al libro a partir de 1956.

Mejor aún: resulta que "O relógio do hospital" fue editado en español mucho antes de aparecer en portugués. Y su lugar de publicación, bajo el título "El reloj del hospital", fue ni más ni menos que el diario
La Prensa de Buenos Aires, el 24 de octubre de 1937.

Así que, para los cazadores de genealogías literarias, como yo, se abre allí una conección inesperada: una entre el viejo realista nordestino de estirpe existencialista y el tejedor de laberintos bonaerense, que pudo haber leído el cuento de Ramos en
La Prensa tan temprano como a fines de 1937.

Y dejo para otro post un posible paso siguiente en la genealogía: el viaje de vuelta a Brasil, la conexión entre "El Sur" y la novela
A morte e a morte de Quincas Berro Dágua, de Jorge Amado, que terminé de leer apenas ayer.


3 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Interesante. Aunque todo podria ser una casualidad...Me deja un sabor a Panofsky en el campo de la historia del arte para serte honesto.
CM

Anónimo dijo...

Solo he leído la novela "Vidas secas" de Ramos en una copia que una buena amiga me prestó, pero no he podido encontrar, en ninguna librería, esta obra ni otra obra de él. Sabes dónde conseguir los libros traducidos de Ramos, sería de una gran ayuda para colmar mi apetito literario. Mientras tanto, estoy leyendo "Adán Buenosayres" de Marechal y sería excelente que escribas un artículo sobre esta o sobre su autor.