17.9.09

Trabballengguhas (haktualisatho)

Disparates recientes de todo calibre

Ah, ¿qué es mejor? ¿Una mañana pésima o una mañana pesimista? Después de un largo tiempo me doy una vuelta por blogs peruanos que se dedican a la literatura, las artes y la cultura, por decirlo de alguna manera.

Encuentro maravillas de una luminosa inteligencia. En su blog epónimo, Rodolfo Ybarra determina el siguiente diagnóstico sobre los orígenes ideológicos de la Revolución Francesa:
"La revolución francesa tuvo sus primeras armas en los textos y discursos de Montesquieu, de Proudhon, de Diderot, etc".
Nunca más providencial un "etc". Sólo dios sabe qué nombres hubiera colocado Ybarra después, en caso de que hubiera seguido con la enumeración. La Revolución Francesa, como saben todos los lectores que hayan llegado en sus investigaciones más allá del Libro Gordo de Petete, se produjo en 1789. Proudhon nació en 1809, veinte años más tarde.

En el blog del inefable Víctor Mural descubro un post entero dedicado a corregir y enmendar la lista de diez lugares imaginarios de la fantasía literaria latinoamericana que publiqué aquí mismo hace unos días.

Mural aporta tres lugares; uno de ellos es el Quito de Pablo Palacio. Una vez más, demos gracias al señor nuestro dios porque el blogger prefiriera dejar su nómina inacabada.

Habría tenido que seguir el Miraflores de Vargas Llosa, el Barranco de Martín Adán, la Huamanga de Luis Nieto, la Lima de Reynoso (la de Melville, la de Ribeyro, la de Diez Canseco, la de Rilo), la Amsterdam de Mulisch, el París de Hemingway y así hasta el Peloponeso de Homero.

¿Qué parte de mi post se le quedó clavada como estaca en la sinapsis a Mural? ¿Cuánto tiene que reflexionar un crítico antes de notar que la percepción y representación idiosincrásica de un espacio real es un mecanismo distinto que el de instituir un espacio ideal para contraponerlo con otros tangibles? O, en otras palabras: ¿cuánto se tiene que saber para notar la diferencia entre Macondo y Ecuador como entidades ficcionales? Son misterios que no espero responder.

Y en el blog de Javier Garvich, encuentro una patinada cinemática en imperdible y agónico contrapicado:
"En esta parte del mundo hemos estado más cercanos a la producción anglosajona de mucho tirón mediático y adaptación cinematográfica asegurada. Destacamos el caso de James Jones, autor de las posteriormente oscarizadas De aquí a la eternidad (más conocida por el tórrido, playero e interminable beso entre Burt Lancaster y Deborah Kerr) y La delgada línea roja, aplaudida por los fans de Sean Penn".
La delgada línea roja es un clásico contemporáneo del cine norteamericano, una película difícil que desafía la habilidad, la sensibilidad y, en enorme medida, los hábitos tradicionales del espectador cinematográfico promedio.

¿Cuál es exactamente la razón de ese síndrome del "bloguero cultural", que lo conduce a ponerle zancadillas a la apariencia de su propia capacidad intelectual, a decir cualquier cosa sin reflexionar sobre ella, a dictaminar y concluir sin fundamento y sin argumentación?

Actualización

El sabio escriba Ybarra levanta los cargos diciendo que su resbalón era ficción. Pero acto seguido publica un post en su blog que contiene la siguiente notable cita:

"Requisar libros, como quemarlos o establecer un estamento de Librorum Prohibitorum, nos catapultarían a la edad media, nada más y nada menos que a los tiempo del Inquisidor Torquemada".
Oh, oh. Problemas: el Index Librorum Prohibitorum al que ha querido referirse Ybarra no fue creado en la Edad Media, sino en la segunda mitad del siglo XVI. Y Torquemada tenía seis décadas muerto y enterrado para ese entonces. Uno se pregunta qué tanto le cuesta a esta persona informarse antes de abrir la bocaza.


14 comentarios:

Pedro dijo...

La necedad...

Rodolfo Ybarra dijo...

Qué decir, mi estimado, por si no te has dado cuenta, "Ybarrario" es autoficción (como algunos textos de Vila-Matas o como César Aira cuando escribe "Las curas milagrosas del doctor Aira"), no siendo "realidad" lo que parece "realidad", me tomo la libertad de acometer ciertos "errores" y/e (re)inventar ciertos personajes.
Sobre el "error" de poner a Proudhon después del hecho de la cita fue un "error" que subsané casi inmediatamente, lo que me hace pensar que estás pendiente de mis "errores" y "falencias", lo cual está bien porque sirve para la crítica y la autocrítica. Espero que tengas la misma acuciosidad para asumir las críticas sobre tus (re)pasados errores, patinadas y exabruptos a los que nos tienes acostumbrados {por ejemplo, en tu último post sobre el reglaje y código de arquitectos en los que hubieras tenido mejores brillos si hubieras leído a Kant y a Hegel, y te hubieras dado cuenta que la arquitectura es "positiva" porque no puede ser "errática" y lo artístico tiene que estar supeditado a lo funcional, un separador de vidrio en medio de la sala por más "bonito" que sea no tiene ningún sentido si alguien va a estrellar sus narices ahí; quizás de todos estos puntos se desprenda ese código que el colegio de arquitectos peruanos ha manipulado a su modo, y del cual tú haces una (re)manipulación puntillista}.

Observatorio dijo...

¿Y si el "error" no era error, cómo así resulta ser un error que Ybarra "subsanó" al toque? Este pata no tiene ni pies ni cabeza, sobre todo cabeza. Es pura peluca.

Rodolfo Ybarra dijo...

La corrección de un "error" puede ser fáctica o estética (hay bibliografía sobre esto), cuál es el problema? O Faverón piensa que tenemos que hacerle caso? ya pues...

Morro Polar dijo...

Observatorio: no has entendido: no era un "error", era un "'error'". ¿Ves?

Pollo dijo...

¿Y mis errores? ¿tanto me he esforzado en ellos para que pasen desapercibidos?

El médico del pueblo dijo...

La revolución francesa es un proceso que no concluye profe, que bruto es ud.

Viva Ybarrón.

Anónimo dijo...

viva ybarrex!

Anónimo dijo...

Mira Faverón, tú deberías figurar alguna vez en la sección Trabalenguas. Y si algún blog hiciera un espacio donde se enseñen erratas (no correjidas, en muchos casos), lugares comunes y supuestas soluciones que en realidad no representan nada original o fructífero -y lo que es peor las ideas sustentadas se ven ausentes-; ahí créeme, tú figurarías comúnmente y además, serías el primer puesto de manera frecuente.

Anónimo dijo...

pucha, Ybarra, tan fácil era decir: Oops, se me chispoteó... al menos no quedabas como picón!

C. H. Benengeli dijo...

Ybarra o Yburro?

Pero, del mismo, modo

Faverón o Palomilla de ventana?

Carlos Ernesto dijo...

No hay por que incomodarse por la señalización de errores en los textos históricos. El rigor es muy importante sobretodo en esta materia. Los lectores les agradecemos la atención que exhiben en cuanto a la exactitud de los datos que se consignan en los post.

Hay que darse cuenta que, aunque parezca, los blog, no son columnas de periódicos, en donde asumo debe existir un corrector que con su labor contribuya a evitar este tipo de equívocos.

Este incidente, me ha recordado un programa reciente de Marco Aurelio, en donde se abordaba tangencialmente el asunto del anacronismo. El error que consiste en atribuir una realidad propia de una época a otra distinta. En el caso de Proudhon creo que es un típico caso de anacronismo.

El interlocutor, González Viaña, aducía que consignar en su libro, que en la década del 10 se comía pan con pollo cuando recién se extendió esa costumbre por los años 60(según Denegri), era mas bien una ucronía, es decir una potencialidad de acaecimiento de un hecho que no ha ocurrido, pero que bien pudo ocurrir, ya que no existe impedimentos positivos para que dicho hecho no suceda. Es decir una cuestión de azar.

En fin, igual me pareció interesante la discusión y a no enfadarse con los errores que nadie es infalible. La titularidad de un medio masivo y popular obliga a demostrar humildad cuando se comete estos fallos que por lo demás son entendibles.

Saludos

Anónimo dijo...

Efectivamente, hacer ver los errores que no proceden de una mecanografía apresurada (como los puede haber en este blog inclusive) no tiene por qué tomarse de manera trágica.
Sin embargo, no cabe la comparación con los periódicos, pues está demostrado que en nuestro medios impresos no hay correctores eficientes (cierto artículo de la sección deportiva de El Comercio, publicado el año pasado, referido a la gimnasia, fue un caso no solo clamoroso sino hasta risible). Lo que hace Denegri es una forma amena de llamar la atención de los editores enumerando los errores de gente no debería cometerlos ("ignorancia supina", le llama).

Anónimo dijo...

Interesante comentario de "Carlos Ernesto",sobretodo fundamentado en el agrio pero siempre preciso Denegri. Ojalá que el viejo nos dure más años.
Ybarra, Faverón y una lista más deberían verlo.
Y por cierto, aunque respeto a Ybarra,que asonante y vacío es ver siempre unos comentarios como "viva ybarron", o "camarada ybarrex".