No obstante la evidencia de su carácter introspectivo y de su intención íntima y reflexiva, el poema "Extracción de la piedra de locura", de Alejandra Pizarnik, pieza crucial en el libro del mismo nombre, es también el escenario de una serie de referencias culturales que, obviamente, comienzan por la cita que sirve de título tanto al poema como a la colección.
La "extracción de la piedra de locura" no es únicamente el nombre de un célebre cuadro atribuido a Hieronymus Bosh: algunos piensan que era una costumbre de charlatanes medievales, extendida en muchos lugares de Europa hasta entrado el Renacimiento.
Otros, como Jessica Palmer, del excelente blog BioEphemera, observan que muy probablemente la operación era solo una sátira teatral, representada en ferias religiosas o carnavales, acaso con un fin alegórico, acaso como burla a la desprestigiada profesión de los médicos ambulantes, pero no una práctica real, supuesta hija de la trepanación, que, en cambio, sí fue uso corriente en muchas culturas y diversos lugares.
Luego de Bosch, la escena se volvió un tópico repetido, sobre todo en la pintura flamenca, restreable en obras de Peter Bruegel, Jan Sanders Van Hemessen, Pietr Huys, Jan Haviksz Steen y H. Weydmans, desde mediados del siglo XVI hasta finales del XVII.
Alejandra Pizarnik eligió bautizar su poemario con el título más popular y descriptivo del cuadro de Bosch, desechando, quizá por general, el otro que se usa con frecuencia para esa obra --La cura de la demencia-- y los títulos de los cuadros de su larga progenie: Sacando la piedra (Weydmans), Extrayendo la piedra (Huys), Una operación en la cabeza (Bruegel) y El cirujano (Van Hemessen).
¿Además del contenido descriptivo, pudo haber otra razón para que Pizarnik quisiera colocar en la mente de sus lectores la imagen pintada por Bosch antes que cualquier otra de la larga progenie?
Quizás sí. Una diferencia cardinal entre "La extracción de la piedra de locura" de Bosch y las versiones de Bruegel, Van Hemessen, Huys, Steen y los demás es el detalle de la substitución metafórica de la piedra misma. En Bruegel y Van Hemessen la piedra es visible. En los demás está aún enterrada en el cráneo. En el cuadro de Bosch, en cambio, el payasesco cirujano ambulante no extrae realmente una piedra: lo que su escalpelo recoge del cráneo del paciente es un tulipán, una flor.
Uno de los pasajes más emotivos y también más significativos en el poema de Pizarnik es la frase que propone el referente literal del título como metáfora para la locura propia. Dice:
“Quien te hace doler te recuerda antiguos homenajes. No obstante, lloras funestamente y evocas tu locura y hasta quisieras extraerla de ti como si fuese una piedra, a ella, tu solo privilegio”.
Pizarnik se enfrenta en ese fragmento a la tragedia del sujeto que siente la invasión de la locura como el indeseado hospedaje de un cuerpo extraño en el cuerpo propio, o en la mente propia, pero que a la vez sabe o intuye que esa locura es ya parte de sí, un rasgo inextricable, un carácter en la gramática de la propia persona: "ella, tu solo privilegio".
Pizarnik, traductora de Breton y de Eluard, de Rimbaud y Baudelaire, de Duras y Artaud, no puede conformarse con ver la locura como una enfermedad, una degeneración y un descenso animalesco: la ve también como un don, una singularidad, el haz de las extrañezas que la hacen válida como poeta y como persona: es la violenta piedra de la locura a la vez que es la púrpura flor del privilegio.
El epígrafe que abre el poema, no creo que por casualidad, es de otro holandés, un místico flamenco, el teólogo y tratadista Jan Van Ruysbroeck. Pizarnik no lo cita en su latín original sino en la traducción francesa que ella manejaba. La frase de Ruysbroeck, en mi propia y titubeante re-traducción, que quizás algún lector quiera rectificar, es la siguiente:
"Ellas, las almas..., están locas y sufren y nada les trae remedio; están heridas y rotas y nada las alivia". ("Elles, les âmes..., sont malades et elles souffrent et nul ne leur porte remède; elles sont blessées et brisés et nul ne les panse").
El ánima está enferma de locura, sufriente, sin remedio. Sin remedio porque, ¿qué quedará del paciente si le extraen la piedra que es su única flor? Pizarnik no lo quizo descubrir. Murió de una voluntaria sobredosis de seconal cuatro años después de la publicación de ese libro.
Imágenes en orden descendente: El cuadro de Bosch, el libro de Pizarnik y los cuadros de Van Hemessen, Bruegel y Waydmans.
9 comentarios:
Todo suena muy lógico, pero ¿qué otras explicaciones hay? NO debes ser el primero en buscarle un significado.
"Ellas, las almas (...), están enfermas y sufren, y nadie las cura; están heridas y rotas, y nadie las venda".
Solo dos diferencias importantes, la primera sobre la enfermedad (y no directamente la locura) y la segunda sobre el "nadie" en vez de nada.
Justamente pensaba en Pizarnik luego de tu post anterior. Pasa lo mismo con los versos, como con el "Son pocos, pero son..." de Vallejo, o el "A rose is a rose is a rose" de Stein. Pero de pronto he olvidado el verso de Pizarnik que me hizo pensar en eso.
Rafael F.
“Ellas las almas,….., están enfermas. Y ellas sufren y nadie les trae remedio; están heridas, quebradas y nadie alivia sus males”. (Ese “nul” quiere aludir a un Dios inexistente).
che, ya me hartaud la Pizarrín
Hay que ver “Margarita”, de Nicolás Yerovi, en que el ingenio documentado del autor, secundado con amor y eficacia escénicos por 17 actores y 12 músicos, nos brinda un festivo espectáculo en octosílabos, que nos evoca el gracejo de un R. Palma y de un M. A. Segura, que nos pinta estampas del tiempo de don José de San Martín. Es un deleite peruanista y original que se produce en la hermosa plaza Bolívar y aledaños.
JOTABE POQUELIN
ponga tags!
lo que a mí me parece alucinante es que en vez de un cuadro de bosch o los otros, la editorial (o quizás la misma Pizarnik)haya escogido Struwwelpeter (http://de.wikipedia.org/wiki/Struwwelpeter) para la carátula.
Juan Carrillo: ¿Por qué?
porque en el juego que el poemario parece ser, la carátula es en realidad la primera referencia cultural, el primer guiño para el lector. quizás identificando al struwwelpeter con la voz de la introspección.
pero mientras la instrospección, la intimidad y la reflexión son ejercicios de la autonomía del individuo, el struwwelpeter es exactamente lo contrario: un libro que muestra las fatalidades que ocurren a niños y niñas que desatienden enseñanzas de los adultos; es decir, un libro que muestra a niños y niñas tratando de ser autónomos y sufriendo por desatender a su "naturaleza" heterónoma.
el libro fue muy popular en la europa germana entre mediados del siglo XIX y XX. con seguridad la familia pizarnik, ashkenazis, debe haberlo conocido y usado. el autor, heinrich hoffmann, pudiese haber sido judío (no he encontrado referencias de ello, sin embargo).
al comparar lo que dice gf de bosch y los poemas de pizarnik con el struwwelpeter, se me pasó por la cabeza que cuando la voz en el poema se pregunta "a qué hora empezó la desgracia?", la carátula del libro refleja muy bien las aluciones a la infancia --el tiempo de la heteronomía-- en los poemas, que la autora (o la editorial) de alguna manera nos invita a asociar a los (des)aprendizajes del struwwelpeter.
se habría visto pizarnik como una struwwelpeter crecida? se suicidó cuaro años después de la publicación de este poemario...
en la versión del struwwelpeter que tengo en casa, debajo de la imagen que pizarnik cita en su poemario, dice:
Sieh einmal, hier steht er
Pfui! Der Struwwelpeter!
An den Händen beiden
liessen er sich nicht schneiden
seine Nägel fast ein Jahr;
Kämmen liess er nicht sein Haar.
Pfui! Ruft da ein jeder:
Garst'ger Struwwelpeter!
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