12.3.10

La escritora peruana y la tradición

De Clorinda Matto de Turner al porvenir

Clorinda Matto de Turner no fue una extraordinaria escritora. Fue una intelectual y, más precisamente, una activista de la intelectualidad, pero nunca una esteta, jamás una artista que centrara sus esfuerzos en conseguir una sofisticación formal interesante, o que se rompiera la cabeza buscando el giro preciso para una cierta idea o una cierta emoción.

Y sin embargo, es una figura importante. Una escritora en pie de guerra, consciente del poder de la palabra escrita y, en particular, del poder de la ficción realista para iniciar debates, instalar tópicos en la imaginación popular o propiciar las condiciones que pudieran llevar a un observador pasivo a convertirse en un participante activo de la vida pública.

En esa vena, Matto fue una pieza clave en el descubrimiento del poder político de dos de las vertientes narrativas axiales en nuestra tradición: el indigenismo y el realismo. Resulta difícil pensar hoy en escritores que trabajen en diálogo con la obra de la cusqueña, pero sería mezquino no reconocer que sus novelas apuntalaron la centralidad y la conjunción de esas dos corrientes.

Las palabras --los cuentos, las tradiciones, las novelas, las revistas-- que Matto de Turner dio a la imprenta fueron respondidas, desmentidas, contrariadas por sus contemporáneos de maneras muchas veces exaltadas y casi siempre abusivas.

Juan de Arona contestó a
Aves sin nido con epítetos que se dirigieron siempre a la autora más que al libro: "marimacho", "ignorante", "autora de mamarrachos". Cuando Matto de Turner, como directora de El Perú Ilustrado, publicó un cuento del brasileño Henrique Coelho Neto que se refería a la sexualidad de Jesús, la Iglesia excomulgó a Matto y ello a su vez sirvió de excusa para la prohibición de Aves sin nido.

Ya el año anterior la Iglesia se había enfrentado al presidente Andrés Avelino Cáceres en torno a la polémica desatada por esa novela. La Iglesia protestaba contra su publicación, mientras el presidente (padre de Aurora, una novelista de talento aun más moderado, que era parte del círculo de Matto y Juana Manuela Gorritti), defendía la libertad de la cusqueña.

Naomi Lindstrom (de quien tomo también las otras referencias) hace notar que incluso el mismo José Carlos Mariátegui optó por ni siquiera referirse a Matto de Turner en el capítulo de los
Siete ensayos dedicado al indigenismo literario, ensayo que, por otra parte, es radicalmente visionario por la forma en que prevé la llegada de un indigenismo visto y dicho desde dentro, el que habría de cristalizar más tarde en la obra de José María Arguedas.

La batalla de la mujer por ocupar un lugar visible en la literatura peruana, que no es sino otro terreno de la batalla por ocupar el sitio que le corresponde en la sociedad peruana, sigue viva y sigue siendo dura y difícil. Y la crítica tiene una tarea particularmente delicada en su observación del fenómeno y en sus juicios acerca de él.

Es evidente que el canon latinoamericano, y ciertamente el peruano, son masculinos. Lo son en su formación y en sus resultados. Sus nombres centrales lo demuestran: en nuestro caso, Garcilaso, Palma, Vallejo, Eguren, Arguedas, Ribeyro, Vargas Llosa. Acaso la única mujer consensualmente admitida en un club tan varonil es Blanca Varela, con el más que justo motivo de una obra consistente, singular, coherente y original; sin duda la breve obra narrativa de Laura Riesco merece un camino similar.

(En el 2007 la revista
Hueso Húmero desarrolló una extensa encuesta sobre este asunto, de la que emergieron dos listas, con diez nombres cada una, que reflejaban las preferencias de los encuestados ante la pregunta de cuáles eran los nombres cruciales en la tradición poética y la tradición narrativa peruanas. Entre los diez poetas, Varela fue la única mujer; entre los diez narradores no hubo ninguna).

En otros cánones nacionales latinoamericanos el asunto es semejante. Pero no en todos. Alguna vez escuché el argumento de que en las sociedades latinoamericanas menos rigurosamente machistas el canon literario incluye un número amplio de autoras mujeres. Argentina, por ejemplo, luego del paso adelante de Juana Manuela Gorritti, ha tenido a Silvina Ocampo, Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, Sylvia Iparraguirre, Luisa Valenzuela, Griselda Gambaro, y siguen nombres.

Pero ocurre que hay sociedades latinoamericanas profundamente patriarcales y machistas que pueden ofrecer listas no menos impresionantes de escritoras que ocupan lugares incluso más relevantes en su tradición. En México, la posición central de escritoras como Rosario Castellanos, Elena Poniatowska, Elena Garro o Margo Glantz (o la importancia que se le asigna a otras contemporáneas como Carmen Boullosa o Cristina Rivera Garza) parece desmentir la idea de la directa correspondencia entre el machismo de la sociedad y el exclusivismo masculino del canon.

México, claro está, tiene en su historia literaria un rasgo del que todas las demás naciones latinoamericanas carecen: la piedra fundamental de su canon, el cimiento sobre el cual toda la tradición se ha levantado, lo colocó una mujer, sor Juana Inés de la Cruz, autora a cuya figura y herencia ningún Juan Ruiz de Alarcón hace sombra.

Sor Juana es en México lo que Garcilaso es en el Perú y eso ha hecho que desde siempre uno de los temas columnares de la literatura mexicana sea el de la posición de la mujer en la sociedad (incluso en la obra de escritores hombres), así como Garcilaso nos dejó la herencia fundadora de la discusión sobre el mestizaje, reavivada doblemente con el descubrimiento de la obra de Guamán Poma.

La Malinche, la Guadalupe, sor Juana: la tradición mexicana fue encadenando figuras femeninas en su historia de un modo que no se dio en el Perú. Eso ha dejado la figura de la mujer en una posición liminar o marginal entre nosotros, y es difícil suponer que la desviación pueda ser corregida fácilmente.

¿Cuál es el sentido de rescatar los libros de Matto, resucitar los de Mercedes Cabello, nacionalizar los de Juana Manuela Gorritti, desenterrar a Aurora Cáceres o a Teresa González de Fanning, cuando es evidente que la calidad de sus obras no les debería otorgar una posición canónica, al menos no si suponemos que el primer requisito haya de ser el estético y no el político o el ideológico?

Lo fundamental, creo yo, es empezar por no querer pasar gato por liebre: hay que aceptar que sus obras narrativas son de segundo o tercer nivel (y de cuarto y quinto en ciertos casos). No debería representar mucho esfuerzo, y hacerlo, además, no implica un sesgo sexista: la obra novelística de los hombre peruanos en ese mismo periodo no pasó de mediocre en casi ninguna ocasión (y la misma encuesta de
Hueso Húmero no incluye más que a un escritor de todo el siglo diecinueve: Ricardo Palma).

Lo siguiente, entonces, será reconocer algo que sobre todos los académicos queremos reprimir con frecuencia en el tercer sótano de nuestro subconsciente, pero que salta a la luz con sólo pasar los ojos por los libros adecuados: que el estudio de nuestra literatura de los siglos dieciocho y diecinueve es casi siempre interesante histórica, social, política y culturalmente pero no si uno quiere descubrir en ella las luces creativas del diecinueve europeo o norteamericano: porque simplemente no están allí.

Melgar no es Byron, Palma no es Hawthorne, Segura no es Strindberg, Chocano no es Whitman (Chocano no es ni siquiera Chocano). ¿Por qué habría de ser Matto una Austen o una Brontë para merecer el estudio y la centralidad que su rol en la historia literaria peruana le otorga?

Ok. Entonces, estudiar y reconocer pero sin maquillar y sin hiperbolizar su talento. El asunto no es manipular y disfrazar la calidad de nuestro pasado: el asunto es cómo repensar el canon de modo que se vuelva productivo hacia el futuro.

Es decir, hay que crear un espacio para la mujer en nuestra historia literaria, no porque haya sido deslumbrante en el pasado, sino porque sólo así podremos historizar (colocar en la historia, entender en contexto, situar en la tradición) la obra de las mujeres que escriben hoy y las que escribirán mañana.

¿Y dónde --en ese sentido histórico-- están situadas las mujeres peruanas que escriben hoy, en relación con nuestra tradición literaria? Yo tengo la curiosa impresión de que la posición liminar al que nuestro canon ha relegado a las mujeres, como en otros países de América Latina, ha llevado a muchas a establecer contactos tradicionales que superan lo nacional, lo que es en sí un gesto moderno y casi de vanguardia.

Reconocerse parte de la misma herencia de argentinas como Gorritti o Storni; de uruguayas como Agustini, Di Giorgio, Somers; de venezolanas como Teresa de la Parra; chilenas como Mistral y Bombal; mexicanas como Poniatowska o Garro, etc., ha conducido a muchas escritoras mujeres, peruanas y del resto de América Latina, a identificarse al menos parcialmente dentro de un tipo de tradición que los escritores hombres no construyen con distinción de género.

El fenómeno no es tan difícil de establecer; se puede explicar con simples ejemplos. Yo no conozco a ningún hombre que elija conscientemente a algunos de sus autores favoritos por el hecho de ser hombres como él (aunque inconscientemente la cosa sea distinta). Pero sí conozco una gran cantidad de mujeres interesadas en la literatura --escritoras, críticas o no-- que conscientemente acuden a los libros de Woolf o Stein o Colette o Plath o incluso Austen o Yourcenar o Beauvoir porque encuentran allí algo que les habla directamente, de una forma en que no les hablan otros libros.

Eso debería conducir (y quizá ya condujo) a la formación de una línea, o una serie de líneas creativas femeninas con una aspiración cosmopolita, a la vez que un reclamo comunal, marcado por el género y por la coincidencia histórica de una marginalidad de género. Peculiarmente, las mujeres pueden encontrarse reproduciendo la lógica que Borges atribuía a la posicion central y simultáneamente liminar de lo latinoamericano en el concierto de las literaturas mundiales ("El escritor argentino y la tradición").

El origen de esa tradición, por ejemplo, no lo podríamos entender sin estudiar los lazos directos que se establecieron en el siglo diecinueve con el activismo femenino internacional de escritoras como Matto, Gorritti o la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda. Ese es un rasgo del presente que sólo podremos comprender escarbando en el pasado, abriendo el canon a esos documentos cuyo valor artístico quizá no sea el mejor, pero cuya centralidad tradicional es notoria.

Al fin y al cabo, ¿a quién le importa defender un canon estático y alambrado, amurallado e impermeable? ¿No es mejor uno que nos ayude a seguir descubriendo?

Imágenes: Clorinda Matto de Turner, Aurora Cáceres, Blanca Varela, Teresa de la Parra, Sor Juana Inés de la Cruz, Laura Riesco.

26 comentarios:

Anónimo dijo...

FOTOS
Siempre he pensado que Clorinda Matto de Turner tuvo una cara de verdugo nazi (¿mala leche? ¿envidia?). No sé quién es Aurora Cáceres (sólo sé que nada sé).¡Qué lindamente primaveral que está Blanca Varela! (buen gusto el de Fernando de Szyszlo). Teresa de la Parra, me hace pensar en la finada actriz americana Clara Bow (quizás algo más por el “glamour” que por la fisonomía, T. de la P. era lo que en su país llaman “de la High”). Sor Juana Inés de la Cruz (R.I.P. en su gran pedestal). Laura Riesco se parece mucho a la actriz peruana Aurora Colina.
JOTABE POQUELIN
P.D.-“Segura no es Strindberg”. Claro que no, pues, y a ninguno de los dos le habría gustado ser como el otro. A Segura le podría haber chocado en demasía el genio sombrío, paranoico y misógino del gran dramaturgo y escritor sueco. Y no es improbable que si un mago imaginario hubiese metido Segura dentro del alma de Strindberg, éste se hubiese suicidado (nuevamente digo que los peruanos no somos patriotas sino patrioteros, yo no estoy hablando aquí mal de Segura).

Gustavo Faverón Patriau dijo...

En la campaña presidencial americana había la triste costumbre, en la prensa y en los blogs, de comentar la apariencia física de Hillary Clinton o de Sarah Palin, cosa que no ocurría con la apariencia de ningún candidato hombre. Sexismo rampante. Mal por ti, Jotabé.

Anónimo dijo...

Quizás no haya tanto sexismo como faveronismo en esto, Gustavo. Por si acaso, ese “(¿mala leche? ¿envidia?)” aludía a mi persona y no a C. M. de T.. ¿No estarás tú también construyéndote una casita en terreno palestino prohibido, cerca del desierto? Estás viendo espejismos.
JOTABE POQUELIN

Gustavo Faverón Patriau dijo...

El post no es trivial; no lo trivialices.

Anónimo dijo...

Por supuesto que no es trivial. Me ha gustado bastante.No he querido trivializarlo y si lo visualizas así te ruego disculparme la grafomanía. No respondas a este comment que no hace falta.
JOTABE

Luissiana Naranjo dijo...

Me encanta esa fusión que has dado de la literatura de la mujer hispanoamericana y sus batallas!! concuerdo que no es justificable darle un lugar histórico solo por el simple hecho de ser mujer, ninguna quisiera posesionarse de un lugar por abrir camino a una lucha sexista y no, por el valor real con el que merece ser evaluada, por su calidad estética, humana y aportes innovadores.
Saludos, excelente lectura.

Anónimo dijo...

A propòsito de autoras, cuando Silvia Núñez del Arco intentaba publicar su primera novela, el manuscrito pasó por las manos de dos fríkitos literarios de la tv que durante más de diez minutos la comentaron como les dio la gana, sin permiso de la editorial.
Si se hubiese tratado de Rocío Silva o de Gabriela Wiener, los críticos de nuestro medio habrían piteado; como se trataba de una "pituquita" amiga de Bayly, no valía la pena meterse en el asunto.
Ágreda y Arívalo atacan el libro, pero no dicen una palabra acerca de cómo fue maleteado en la tv.
No pues, ta mal eso.

Anónimo dijo...

Ese cuento del escritor brasileño puede ser encontrado en internet?

Anónimo dijo...

“……peruanas y del resto de América Latina, ha identificarse al menos parcialmente….”
Suprimir esa h ignominiosa, que ya sé que es un simple lapsus pero malhadado.
SACAPUNTAS NEBRIJA (Correctómano)
Post Data: “Es evidente que el canon latinoamericano, y ciertamente el peruano, son masculinos”. Claro que es evidente pero las razones no son de corte machista o sexista sino porque no han aparecido Blancas Varelas ya que si hubiesen aparecido, habrían sido admitidas como lo ha sido en vida la ilustre finada. En la actualidad lo que abundan son Clorindas, -carentes de la circunstancia histórica que favoreció a la Matto de Turner- con pretensiones de Blancas, y que no serán reconocidas como tales simplemente porque no lo son (Blancas) y no por razones machistas o sexistas. Y las tales pretensiones suelen ser en general alimentadas por elogios inobjetivos de castrados que desean congraciarse con las susodichas Clorindas. La paradoja que vivimos en el Perú es que mientras “comments” como el aquí sostenido, “sentencien” automáticamente a su autor como machista rampante o misógino maricón, jamás de los jamases tendremos una Margarita Yourcenar. ¡Ni soñando!

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Gracias por la corrección. Déjame apuntar una cosa sobre lo demás que dices: una cosa es decir que el número de escritoras mujeres de talento descollante es bajo entre nosotros, y que por eso, y no por machismo, el canon no ostenta una gran cantidad de mujeres. Otra cosa es decir que el machismo de la sociedad no tiene nada que ver en el asunto. Como sabrás, no fue sino hasta entrado el siglo XX que en el Perú se abrieron las puertas de las universidades a las mujeres, ni fue sino hasta entonces que se comenzó a levantar, muy levemente y poco a poco, la censura moral contra las mujeres que no se dedicaran antes que nada a la crianza de sus hijos y el bienestar de sus esposos. Ese patriarcalismo necesariamente tiene que influir en la intervención de las mujeres en la esfera pública, porque su centro era precisamente ese: vedar tal participación.

Anónimo dijo...

Obras de Clorinda Matto de Turner

Sus primeras publicaciones las hizo dentro del género tradicional, que Ricardo Palma había puesto en boga en toda Hispanoamérica. El primer libro de Clorinda Matto de Turner fue //Tradiciones cuzqueñas, leyendas, biografías y hojas sueltas //(Arequipa, 1884), publicado con un prólogo de Palma en el que la llama "//su mejor discípula//". En la misma línea, siguió luego //Tradiciones cuzqueñas, crónicas, hojas sueltas. Tomo segundo //(Lima, 1886), con prólogo de José Antonio de Lavalle. El historiador peruano Horacio Villanueva Urteaga ha demostrado que la mayor parte de estas tradiciones se basan en los //Anales del Cuzco //de Diego Esquivel y Navia, entonces inéditos.

Lo mejor de la obra de Clorinda Matto de Turner es su producción novelística, especialmente //Aves sin nido// (1889), publicada simultáneamente en Lima y Buenos Aires y traducida al inglés en 1904. Novela romántica y de costumbres, está ambientada en un imaginario pueblo de los Andes peruanos, con la intención de mostrar los males sociales de la región, con especial énfasis al maltrato y la explotación de los indígenas por parte del clero y del funcionariado político.

El libro que contaba la historia, basada en un hecho real, de un fraile enloquecido de celos que asesina a una de sus feligresas, causó una enorme polémica en la sociedad peruana y ha hecho que Clorinda Matto de Turner sea considerada la iniciadora del indigenismo moderno en América, nacido de manos de la novela del boliviano Alcides Arguedas //Raza de bronce//. Posteriormente, Matto publicó otras dos novelas dentro de una tendencia naturalista, //Índole// (Lima, 1891) y //Herencia// (Lima, 1895), en la que retoma a los personajes de //Aves sin nido// y los traslada a la ciudad de Lima.

Otros libros de Clorinda Matto de Turner son //Bocetos al lápiz de americanos célebres// (Lima, 1889), conjunto de semblanzas biográficas; el drama en tres actos //Hima-Sumac// (Lima, 1892), que había sido estrenado en el Teatro de Arequipa en 1884 y en el Olimpo de Lima en 1988; //Leyendas y recortes //(Lima, 1893); //Boreales, miniaturas y porcelanas //(Buenos Aires, 1902), que incluye relatos autobiográficos, semblanzas y diversos artículos; //Cuatro conferencias sobre América del Sur //(Buenos Aires, 1909) y //Viaje de recreo //(Valencia, 1909), donde relata su viaje a Europa. Finalmente, cabe mencionar los textos que preparó para la enseñanza, entre los que se encuentran //Elementos de literatura según el reglamento de instrucción pública para uso del bello sexo //(Arequipa, 1884) y //Analogía. Segundo año de gramática castellana en las escuelas normales según el programa oficial// (Buenos Aires, 1897), a los que se agregan las versiones en quechua preparadas por encargo de la Sociedad Bíblica Americana de los //Evangelios de San Juan y San Lucas//, los //Hechos de los Apóstoles //y la //Carta//// de San Pablo a los Romanos.//

Anónimo dijo...

pienso de que es cierto lo sacapuntado por j. negrija: jamá de lo jamases tendremo una margarita yucená, qué huevá

Anónimo dijo...

Las cosas no han sido tan fundamentalmente diferentes que se diga en otros parajes. Por ejemplo, (lo que sí está en relación con lo dicho aunque no lo parezca), en el famoso mayo del 68, las residencias estudiantiles en los “campus’ universitarios eran separadamente para mujeres y hombres y sin derecho a visitas entre macho y hembra. Un ministro les dijo a los estudiantes por esos días “si se sienten acalorados tírense a la piscina fría” (no, no era español franquista, era francés).¿Y qué de USA, por Dios, no podrías negar la evidencia)
S.N.

Anónimo dijo...

a riesgo de que digas que me voy por las ramas, gustavo, como lector casi fanatico de este blog, quiero pedirte que no hagas posts tan largos. la brevedad es una virtud en un post.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Si me dices qué partes debería sacar, con gusto. Si no, mi recomendación es que lo leas por partes. :)

Anónimo dijo...

De una entrevista que le hizo el "Paris Review" (No. 103) a Marguerite Yourcenar:

INTERVIEWER:
Let’s go back to the beginning. You were very close to your father. He encouraged you to write and he published your first poems. It was a limited edition, and I believe is now unobtainable.
What do you think of them in retrospect?

YOURCENAR:
My father had them published at his own expense—a sort of compliment from him. He shouldn’t have done it—they were not much good. I was only sixteen. I liked writing, but I had no literary ambitions.

* * *
Sr. Sacapuntas, ¿cuántos padres peruanos conoces que apostarían de esta manera por una hija escritora? El "Climate of Expectation" es algo crucial.
Y a una bisexual o lesbiana (¿¿Qué? no quiere ni necesita macho??, ¿¿no es madre? ¡Qué egoísta! Qué rara, oye, qué vergüenza para su familia...) como lo era M. Yourcenar ya quisiera ver lo difícil que se le haría todo en la Lima que conozco. Mínimo necesitaría su Valium 10 todas las mañanas, diría yo.

Otra cosa: absurdo decir que una escritora solo es digna de ser tomada en serio si es otra Yourcenar. ¿Acaso todo novelista hombre que se toma -y es tomado- en serio es o aspira a ser un Joyce o un Coetzee?

MOC

Anónimo dijo...

Señor MOC: Primero, antes de que me olvide, si usted quisiera suprimir las lesbianas y los maricones de la literatura mundial, tendría que apelar a una suerte de quema de la biblioteca de Alejandría y estoy seguro de que cometería usted así el más abominable crimen de lesa cultura en la historia de la humanidad porque se cargaría usted en su cruzada en pro de “las buenas costumbres” a buena parte de los más grandes.
Segundo, sí conozco padres a quienes les encantaría que sus hijas tuvieran una importancia real en las artes escritas y algunas de estas amadas hijitas podrían incluso tener ya una importancia ficticia (y con enorme posibilidad de morir como el coronel de Cortázar en “Rayuela”).
Tercero, su argumento último es un sofisma total en el sentido de que nada de lo afirmado por mí conduce a lo que usted afirma como “deducción”.
Lea a Yourcenar: se va a convencer de lo ENORME que es, y se va a sentir tan “fan” de ella que de repente hasta le perdona, en el colmo de la magnanimidad, su lesbianismo.
S. N.

Anónimo dijo...

Señor MOC: No entiendo cómo es posible que en el año 2010 alguien diga que el hecho ser bisexual o lesbiana "le complicaría las cosas" a alguien en Lima. Y si se refiere a "la Lima que conoce" debe vivir muy lejos de la metrópoli. Porque la que conocemos casi todos aquí es diametralmente diferente.

Anónimo dijo...

Al amigo o amiga que informa sobre los títulos de C. M. de Turner, le pido si puede y/o quiere, haga lo mismo con Mercedes Cabello de Carbonera, Dora Mayer, María Wiesse de Sabogal, Catalina Recavarren, Ángela Ramos, Cecilia Bustamante, Magda Portal y Flora Tristán. Todas ellas tienen obra que tuvo su resonancia, algo municipal en verdad, en su tiempo. Personalmente me quedo sólo con Magda Portal y Flora Tristán (el resto serían cadáveres respetables y nada más)
SACAPUNTAS NEBRIJA (Correctómano).

Anónimo dijo...

Solo para apuntar que entre nuestros escritores hombres tampoco hay alguien como Margarite Yourcenar, alguien que tenga esa luminosidad (claritas) para la observación y para una exposición filosófica (y de la vida) como por ejemplo en Memorias de Adriano, yo no he encontrado, salvo en Ribeyro (en algunos cuentos y principalmente en sus brillantes prosas apátridas y sus memorias) y Vallejo. No, Vargas Llosa no se acerca, ni ninguno de los otros que le siguen. Hay que ser un RIbeyro, un geniecillo solitario para llegar a eso. Lo siento, pero nuestro canon masculino es bastante pobre si empezamos a compararlo con gente como Yourcenar. Pocos se salvan, ni hombres ni mujeres. También, me parece que se puede decir mucho sobre Clorinda Matto, pero en realidad muy poca gente la lee. Es una escritora importante, y en su época hubo un movimiento de escritoras latinoamericanas bastante importante. Luego del indigenismo y del boom, como que los trabajos de estas escritoras palidecen en comparación y son dejadas de lado. Pero sin ellas no hubiese existido indigenismo, neoindigenismo, boom o cualquiera otra etiqueta generacional que quieran. Tampoco se entendería la literatura femenina, especialmente poesía, de los 60's y 70's.

Anónimo dijo...

“Hay que ser un RIbeyro, un geniecillo solitario para llegar a eso”. De acuerdo pero, yo también, “sólo por apuntar”, a veces he pensado que el lesbianismo les viene a ciertas mujeres, como la Yourcenar, de su superioridad, ser hombre y mujer a la vez significaría estar doblemente dotado. Porque una lesbiana es también una mujer, comenzando por la lesbiana más emblemática de todas, Safo, quien tenía un marido e incluso una hija (recordemos que ella nació en Lesbos, de donde sale lesbiana). (Y sí, es cierto: Memorias de Adriano, es un monumento literario).
JOTABE POQUELIN

Anónimo dijo...

Me alegra saber que en la Lima actual hay tanta tolerancia y se acepta tan bien a la gente que no sigue el guión sexual establecido. De ver que tantos hombres tratan de "reducir" a otros hombres llamándolos de marica para abajo ("castrado") pues yo tenía otra idea.

Saludos,
MOC (in drag)

Anónimo dijo...

Al parecer ha habido un malentendido con el señor MOC y lo que él ha querido decir es que en Lima las cosas no son tan fáciles para los homosexuales (masculinos y femeninos) como lo serían por ejemplo en San Francisco (USA). Si ha sido así, él tiene toda la razón del mundo: que 3 o 4 gatos se consideren a sí mismos (sin garantía de acierto) “superados” y jueguen al carente de prejuicios, no hace una realidad social. Lamentablemente su paréntesis induciría a error: lo que él hacía era, parece, aludir a los demás y no dar una opinión personal.
Lo de “castrado” no se refería a gays sino a machos aguantados, señores cansados de sus esposas y que miran con hambre a “todo lo que se mueve”, (como dicen con sorna los franceses, en su lengua por supuesto, para referirse a esta triste clase de seres) pero que no ligan con ninguna: hay en Lima dos notorios ejemplos, de los que no diré el nombre por razones obvias, que se la pasan elogiando sin objetividad (pero sí con “objetivización”) a las mujeres.
Un cordial saludo amigo MOC.
JOTABE POQUELIN

Anónimo dijo...

Bueno, qué bien que hayas caído en la cuenta de que estaba siendo irónicA. Para que veas, algunas de mis películas favoritas de los últimos meses son la "XXY" y la bastante "mannered" pero igual muy conmovedora (para mí por lo menos) "A Single Man", basada en la novela de C. Isherwood.

Pero JOTABE, ¿por qué aquí tenían algunos que asumir que era el Sr. MOC? Eso en sí es interesante. Y ¿por qué no hay más mujeres opinando en un post acerca de mujeres? Hmmm....¿Será que las escritoras locales ya están tan alienadas, tan cansadas de las demasiado familiares hostilidades masculinas, que ni se toman la molestia de comentar?
En cuanto a hombres cansados de sus esposas, pues no me interesan los chismes. Pero a todo "macho aguantado" le aconsejaría que fuera un poco más imaginativo y apasionado él mismo ... esos problemas por lo general son de a dos. Ahora, ¿qué tal si se regresa al tema del post?

Sra. MOC

Anónimo dijo...

Es falso señora MOC que “esos problemas” sean de a dos por la muy simple razón de que cuando hay dos desaparece el problema, esos problemas son estrictamente de a uno y no son chismes ni cosas apartes del post sino que están en relación con el mismo debido a que escritoras y artistas están involucradas y a que los tristes seres en cuestión ocultan mediamente bien su condición de tales, no todo el mundo se entera como creo que debería enterarse. Algunas de las damas concernidas sin duda que sí (usted sabe muy bien lo poderosa que puede ser de captadora la antena femenina). Con esto me despido de usted con la venia de Gustavo, buena suerte.
J. P.

Anónimo dijo...

Señor Patriau, tiene algún enlace hacia el cuento aquel del escritor brasileño?