31.8.10

La invención del racismo

Aldo Mariátegui y la clase alta como "raza degenerada"

En vísperas del reinicio de las conversaciones entre el gobierno de Israel y el palestino, hoy cuatro civiles israelíes fueron asesinados en una emboscada gratuita por terroristas palestinos en los alrededores de Hebrón, en la margen occidental. Una de las víctimas era una mujer embarazada.

Inmediatamente, Hamas reivindicó la autoría del atentado y 3000 personas celebraron, en un mitin en las calles de Gaza (donde esa organización tiene el poder efectivo), lo que llamaron "una operación heroica" de las Brigadas Qassam, el ala militar de Hamas, cuyo vocero, Abu Obeida, estuvo entre los celebrantes.

No es necesario decir que este crimen no merecerá la atención ni la condena unánime de la prensa y la opinión pública, como sucedió con el de los barcos de ayuda humanitaria pro-palestina atacados por el gobierno israelí hace unos meses. Eso ya parece irremediable: quienes prefieren parcializarse sin juzgar los hechos, necesitan obviar este tipo de incidente para no verse forzados a usar los dos platos de la balanza.

Es de una vileza extrema elegir al azar a cuatro civiles y aniquilarlos sólo para obstaculizar una negociación (en la que nadie tiene demasiada fe, por otro lado). Celebrar el hecho como heroico es patético no sólo porque duplica la violencia sino porque nos habla de una rabia radical que difícilmente se pueda superar en un futuro más o menos próximo: tanto Hamas y el ala radical de la OLP como el extremo recalcitrante de la coalición que respalda a Netanyahu es Israel han expresado ya su oposición al diálogo y, sobre todo, a la posibilidad de que sus respectivos gobiernos cedan algo en las negociaciones.

Solemos suponer que quienes se niegan al intercambio se sienten plenamente dueños de una verdad irrefutable; en algunos casos, sin embargo, es mucho más que eso: se sienten con derecho a pasar por alto, como inatendible, como irrelevante, o incluso como inexistente, cualquier cosa que los otros piensen o digan: quitarle todo posible valor a las ideas de un colectivo es quitarle todo valor real a las personas que forman ese colectivo.

En los casos extremos de racismo, por ejemplo, los racistas no juzgan las creencias o los discursos de las personas a las que menosprecian o ven como inferiores: estudian la conducta de esos sujetos, los observan como quien observa a una especie animal, y señalan lo que ven como sus taras y sus caídas, pero no los toman como origen de un discurso que valga la pena criticar: eso sería colocarlos al nivel propio, lo que iría contra el principio elemental de cualquier mentalidad racista.

¿Recuerdan cuando Jaime Bayly, primero, y Pedro Pablo Kukzynski, después, declararon que la gente de los Andes votaba por candidatos como Humala porque en la altura de las montañas andinas los cerebros carecían del oxígeno que necesitaban? Esa era una forma de decir: lo que estas personas piensan, creen u opinan no merece nuestra atención porque viene de gente incapaz de pensar, creer u opinar con la claridad con la que lo hacemos "nosotros".

¿Y recuerdan cuando Aldo Mariátegui, en la primera plana del diario que dirige, se mofaba de la escritura del español de la congresista quechuahablante Hilaria Supa? Esa también era una manera evidente de descalificar la posibilidad misma de que el otro sea un interlocutor válido. Y ya sabemos de qué se trata en el fondo: cuando se cree que hay jerarquías que hacen a unos superiores a otros, se niega un principio básico de igualdad basado en una idea muy simple: que todos compartimos una misma humanidad.

El racismo es una de las maneras en que se manifiesta la negación radical al diálogo. Es también una forma de pensar que permite simplificar el mundo, cuando el mundo es tan complejo que resulta incómodo. Un racista puede llevar la fórmula de su discurso sobre las "razas degeneradas" por donde vaya, puede usarlo de maneras muy distintas, a veces aparentando no ser racista en absoluto, y puedo intentar que ese fácil esquemita actúe como explicación para los asuntos más diversos, sin que le importe en lo más mínimo lo insólitamente absurdas que puedan resultar sus conclusiones: un racista ha renunciado al deber de juzgar y argumentar, eso es parte de lo que lo hace racista; es su opción.

Tomen por ejemplo una reciente columna del mismo Aldo Mariátegui, "El otro electarado". Fíjense primero que el título alude a la existencia de dos grupos a los que llama, respectivamente, el "electarado" y "el otro electarado". Reparen en que "tarado" viene de "tara", la característica de un ser atrofiado, de una especie en decadencia, es decir, lo que los nazis y otros prominentes racistas de los siglos diecinueve y veinte llamaban una "raza degenerada". Mariátegui usa la palabra para referirse a las clases populares que votan por candidatos de la izquierda populista y a las clases altas que votan por candidatos de la izquierda moderada.

Sería ridículo pensar que, por referirse a gente adinerada de lo que queda de la aristocracia limeña, Mariátegui no está siendo racista. Todas y cada una de las cosas que Mariátegui dice en su triste columna acerca de la "clase A" capitalina son absolutamente idénticas a las cosas que Hitler decía sobre los judíos en la Europa de los años treinta y cuarenta: el hermetismo egocéntrico, la conducta de logia, la repetición de la endogamia, el inbreeding, la comparación con animales, las referencias a la degeneración física, a la deformidad, a la enfermedad mental. Da asco sólo asomarse al texto; parece salido de la mano de un Goebbles con bastante menos formación que el original.

Mariátegui no se refiere a una raza específica, y alude a una clase social que podemos suponer es mayoritariamente blanca. Eso puede engañar a un lector incauto. La verdad es que Mariátegui, en esa columna, hace una cosa aun más delirante que menospreciar a una raza: inventa una raza para poder menospreciarla. Incapaz de pensar en la conducta de los individuos de la clase alta limeña como miembros de una clase, los convierte en una raza degenerada. Así sí puede; así es como él entiende el mundo.

(La imagen la he tomado sin permiso de una página de Facebook donde a su vez se tomó de un post de Álvaro Portales).

11 comentarios:

Ricardo Chiappe dijo...

Excelente post, solo un comentario a lo formal: no entiendo o no veo claro el nexo entre la primera parte de su reflexion (donde comenta el ultimo atentado terrorista a cuatro civiles israelies en manos de elementos de Hamas) y la segunda, (donde reflexiona en torno al racismo y a la ultima bestialidad del senor A. Mariategui) Tal vez intentaba explicar alguna vinculacion entre los origenes de esa violencia (en el conflicto palestino-israeli) y las expresiones de racismo en algunas personas, no se..

Anónimo dijo...

Hay que pensar en el potencial racismo que puede traer algo como una selección de jóvenes bellos y guapos. ¿O irá a ser literario?:

http://elblogdejaviercalvo.blogspot.com/2010/08/m-contraatacan.html

Anónimo dijo...

A mí me espeluzna lo siguiente. Llamar a alguien estúpido es una posibilidad. Llamar a dos personas, también. Nadie nos diría nada si decimos tal y cual son estúpidos. Pero si seguimos sumando y llegamos a formar un "grupo" y se nos ocurre decir "tales fulanos son estúpidos", ya suena facho.

Y, sin embargo, la raíz es la misma. Es decir, al descalificar a un individuo estamos dando el primer paso hacia el espiral de odio que es el racismo o cualquier segregación afín.

Entonces, ¿cómo señalar a alguien como Mariátegui con el dedo si antes, con los cuatro, nos hemos señalado similares al llamar a tal o cual "estúpido", "tarado", etc.?

Por otro lado, ¿no es más o menos lógico que en una época de tolerancia (que no de amor y aceptación, ojo) la premisa básica sea: "ok, no te soporto, pero tengo que hacer el esfuerzo político de compartir el espacio contigo"?

¿No es este mundo horrible, uno fundado sobre el desprecio moderado? ¿No estamos hasta el cuello de eso?

Creo que hay dos cosas de las que estamos medio empapados: la mayor parte de cualquier cosa (tortas, libros, discos, personas) es una mierda; y, aunque seamos una mierda, no nos queda más que soportar nuestros hedores, porque el que intente limpiar todo esto corre el riesgo de ser aun más mierda (una mierda intolerante).

Veo que mucho de ello "flota" en el aire. Es triste, pero es el problema de conformarse con la "tolerancia" y no buscar el "amor".

Anónimo dijo...

¿Y cómo de la mente más lúcida que ha hado el Perú en el pasado siglo, del mejor ensayista además, y el más versátil (sus ensayos van de múltiples interpretaciones de Roma a esquemas o retratos de Chaplin y George Sand), de un hombre cuya estatura moral queda reflejada en sus cartas y en los testimonios de quienes incluso discreparon con él admirándolo, ha podido surgir este malogrado retoño que reúne en sí todos los padecimientos morales e intelectuales que se le pueden achacar a un individuo?

No hubo quizá quien regara la planta cuando era apenas semilla. O tal vez sea cierto eso de que el medio, en lugar de condicionar, en realidad determina, y veinte años de neoliberalismo lo hayan primero orientado a la derecha y finalmente al delirio.

Pero Aldo no está loco. Su voz de alguna manera es un eco proveniente de otros lugares del mundo. Ha hallado su fórmula: para sobrevivir, provoca; y para provocar, se transforma; porque nadie puede provocar por tanto tiempo si no llega a encarnar el pensamiento que defiende, en este caso el "pensamiento Hitler". Por alguna razón me recuerda a los histriones del mundo anglo, a los payasos que la Fox ostenta para darle al público una idea bastarda de lo que es el periodismo: me refiero a Glenn Beck, a Bill O'Reilly, a Hannity y Ann Coulter.

Aldo es la versión achorada de estos individuos, como Bayli la caricatura de Letterman.

El secreto tal vez resida en ignorarlos, ¿no? Porque sin eco, sin oposición, sin riña, su fuego fatuo se apaga.

Anónimo dijo...

Bueno, Faverón, si vamos a pesar los dos lados de la balanza, ponemos en un plato las 4 personas muertas en Israel y en el otro los 867 palestinos muertos y cientos de mutilados en la masacre de enero del 2009. ¿Pesamos los lados de la balanza?

Henry dijo...

La reflexión gira en torno a la percepción y calificación del delito y elracismo. No podemos caer en la provocación de contar muertos como si esa fuera una carrera de caballos para ver quién gana. Los actos de Hamas como los del gobierno de Israel son deplorables, pero no juzgados de la misma forma.
Por otro lado, no considero a Bayly como Mariátegui. El primero es un cínico provocador, picón y hasta, a veces, procaz y vulgar,pero muchas veces reconoce sus errores y pareciese moverse al menos por sus convicciones personales. El enfrentamiento con Koury y Barba, además de su simpatía con Susana Villarán, así lo demuestra. en cambio, Aldo Mariátegui es solo un espejismo de la orfandad de la lógica fujimorista. En vez de argumentar, insulta,menosprecia, envilece el periodismo. Quizás algunos tengan razón, habría que no darle importancia,pero es difícil porque observamos casi a diario, los titulares de cloaca en los kioskos de nuestras ciudades.

Saludos y felicitaciones por el blog.
Henry

Anónimo dijo...

una forma muy sencilla de saber si un socialistoide aun sigue emparentado con las ideas oscuras de sus amiguitos es justamente moverle el piso por lo de medio oriente, es bien facil hacerse el loco con la terrucada de aca porque eso ya se ve feo, pero con los de afuera...

Anónimo dijo...

se escribe Goebbels

roberto dijo...

La existencia de un Aldo Mariategui en los medios es la señal más clara de que algo se pudre en el Perú, una verdadera verguenza que salpica a toda la prensa. Muy bueno tu blog, ojalá empiece a llegar a más gente, yo llegué de pura casualidad por un artículo sobre Isabel Allende que hacía una referencia a un escritor peruano que trataba el tema desde un punto de vista interesante (o sea, tú).

Deberías darte el tiempo de joder un poco más en Twitter, es muy divertido y se puede llegar a mucha gente.
suerte!

Anónimo dijo...

"cuando se cree que hay jerarquías que hacen a unos superiores a otros, se niega un principio básico de igualdad basado en una idea muy simple: que todos compartimos una misma humanidad."

El problema básico de esta falacia es que tu PRINCIPIO BÁSICO no tiene asidero alguno, tu idea de igualdad es muy kindergarteana, y la palabra humanidad es un saco cuantico donde puedes meter cualquier cosa.

Crees q somos iguales?????

chessssssaaa (casareto´s voice) iguales en humanidad???? que es eso?

dejame poner mi frasecita messengerera:

¡La doctrina de la igualdad!... Pero si no existe veneno más venenoso que ése: pues esa doctrina parece ser predicada por la justicia misma, mientras que es el final de la justicia... "Igualdad para los iguales, desigualdad para los desiguales" - ése seria el verdadero discurso de la justicia: y, lo que de ahí se sigue, "no igualar jamás a los desiguales".

Friedrich Nietzsche

Anónimo dijo...

siguiendo tu lógica Aldo mariategui tambien es igual que nosotros, nos iguala su humanidad, y debemos entender que al menos defiende con pasión y perversión su odiosa defensa del universo caucasico letrado y democrático??? bueno entonces respetemos a Aldo mariategui porque mal q bien y a pesar de sus fallas SOMOS TODOS IGUALES EN HUMANIDAD.