3.9.10

Allende

¿Premio literario o campaña publicitaria?

¿Qué tienen en común Juan Emar, Vicente Huidobro, María Luisa Bombal, Enrique Lihn y Roberto Bolaño? Como la pregunta es demasiado amplia, iré directamente a la respuesta que espero: estuvieron entre los más notables escritores chilenos del siglo veinte y murieron sin recibir el Premio Nacional de Literatura de su país.

El premio, que fue anual desde 1942 y es bienal desde 1972, y que se alterna entre narradores y poetas, lo acaba de recibir, en cambio, la novelista Isabel Allende, como resultado de una candidatura promovida, entre otros, por los ex presidentes chilenos Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, que al fin dejaron en claro cuál es el único terreno en que todos convergen: el quiosco de los best-sellers.

La coincidencia de los cuatro ex mandatarios es irónica: las influencias políticas contrapuestas sobre el premio han sido causantes de sus mayores injusticias por décadas. Durante los años de Pinochet, ante la escasez de escritores de talento que fueran afectos al régimen, el premio lo recibieron casi exclusivamente autores de divulgación científica, de literatura infantil sin mayor originalidad, críticos oficialistas de El Mercurio y hasta algún miembro del cuerpo diplomático del Estado chileno. 

El único autor de valía premiado en los años de la dictadura fue Braulio Arenas, el fundador del legendario grupo Mandrágora, quien recibió el reconocimiento en 1984, cuatro años antes de su muerte. Tan minuciosamente fueron marginados los escritores chilenos de mayor importancia, que, a partir de 1990, con el regreso de la democracia, el Premio Nacional de Literatura tuvo que ponerse al día y galardonar sucesivamente a los que habían sido obviados: José Donoso en 1990, Gonzalo Rojas en 1992, Jorge Edwards en 1994.

Por supuesto, la responsabilidad final en la elección de Allende es del jurado y no de los subscriptores y patrocinadores de uno u otro candidato. Sería interesante conocer la opinión del único autor reputado que fue miembro de ese tribunal, el poeta Raúl Zurita, espónsor de medianías literarias desde hace largo tiempo, ganador él mismo del premio en el año 2000. Quizás el suyo haya sido un voto discrepante en minoría; no lo sé.

Como escribí hace semanas, hubiera preferido que el premio fuera a dar a las manos de Diamela Eltit, quien, aunque no es una de mis autoras favoritas, es una escritora de verdad, una que entiende la literatura como algo más que una forma de diversión o consolación masiva. El punto positivo: al menos no lo recibió Antonio Skármeta, el único de los postulados que gritó a los cuatro vientos que él se merecía el premio ya mismo. (Prefiero a Allende, sinceramente, y eso es bastante decir).

Un artículo sobre el tema, escrito por Dora Viater para la Revista Ñ del Clarín de Buenos Aires, comienza de manera sintomática: "Lo ganó, pese a todo", dice: "Pese a los muchos que durante años buscaron dinamitar su estilo, sus libros". Es curioso: como si el premio demostrara de una buena vez y para siempre que los libros de Allende son extraordianrios e indudables y que todo quien los haya criticado en el pasado estuvo en un error.

Afortunadamente, no es tan simple: ningún premio debería influir en la recepción crítica de un escritor y su obra. Pero me pregunto si la coincidencia de esos cuatro ex presidentes en patrocinar a Allende y la aceptación del jurado que finalmente ha consagrado esa candidatura no serán una señal de la oficialización, desde el Estado, de la idea de que la literatura solo vale cuando promueve unos ciertos valores inofensivos, una cierta imagen inocua, y a eso le suma cierta funcionalidad propagandística y el marqueteo de una "marca" en el mercado internacional; en este caso, la "marca" Chile.

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7 comentarios:

Jorge Frisancho dijo...

Sería bueno conocer la opinión de Zurita, sí. En parte por razones estrictamente chiosmográficas, ya que él y Eltit estuvieron casados dese los tiempos de CADA en los 70 y, según entiendo, se llevan mal.

Anónimo dijo...

Zurita votó por Diamela Eltit y Germán Marín. Pero no fue seguido por el resto del jurado. Eso consignan el diario La Tercera de Chile.

Anónimo dijo...

Skarmeta: cada una de sus sonrisas se merece un cubito de hielo introducido en su ropa interior.

Anónimo dijo...

Ese premio nacional de literatura otorgado por Aylwin, Frei, Lagos y la gorda Michelet, prestigiosos críticos herederos de Sainte-Beuve, quien le pusiera cachos a Víctor Hugo y quien a su vez y por reacción escribiera “Los Miserables” en lugar de suicidarse como alarmantemente hacen los finlandeses contemporáneos cuando un extranjero les “pene”tra a su mujer, no representa otra cosa que la eterna rivalidad entre Perú y Chile. Hace poco, el congreso peruano condecoró a la gran escritora y merenguera puertorriqueña Olga Tañón y obviamente Chile tenía que superar ese gesto: concedió un premio mucho más significativo que una simple medallita parlamentosa-peruviana y además a una chilena y no a una extranjera, como debe ser po. Esues too po, lo demás son leseras po.
AMERICO PREPUCIO

Jorge Gómez Jiménez dijo...

Una pequeña precisión: Antonio Skármeta no fue "el único de los postulados que gritó a los cuatro vientos que él se merecía el premio ya mismo". También lo hizo Isabel Allende. "Si fuera por el clamor popular, ya me lo habrían dado", dijo en julio y sus declaraciones fueron recogidas en esta nota de EFE.

Anónimo dijo...

Parece todo tan fácil, Gustavo. Tan fácil y cahuinero. Pero te pongo un sólo caso que desetima tu artículo mala leche: El premio que le dieron a Zurita fue más político que este. Los dos escritores que estaba en el jurado votaron en su contra. Los tres votos con que se le adjudicó ese año el Premio Nacional de Literatura a Rúl Zurita fueron de personas que poco entendían de poesía, y los votos de peso, es decir, de dos premios nacionales de años anteriores, fueron para otro de los postulantes. El poeta y jurado Miguel Arteche, no quiso firmar el acta.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Si Zurita ganó el premio por movidas políticas, eso no desestima mi artículo; al contrario, subraya lo mismo que estoy diciendo. Y que Zurita haya ganado de manera dudosa no vuelve transparente la premiación de Allende. Me da la impresión de que no entiendes tus propios argumentos. (Por cierto: malaleche es soltar adjetivos y no firmarlos).