23.3.11

Hecha la ley

Algo más sobre el Plan Lector

De todas las arbitrariedades que se pueden cometer a la sombra del Plan Lector, la más banal, pero también la más vergonzosa, es utilizarlo para convertir la obra propia en lectura escolar, servirse de él como mecanismo de autopromoción. Subrayarlo fue el objetivo de mi post anterior sobre el tema.

Por supuesto, alguien dirá (aunque nadie lo ha dicho) que esa actitud es sólo un signo de preocupación activa y de entrega a una causa: autores que ofrecen sus propios libros para la lectura de decenas de miles de colegiales.

Pero otros percibimos detrás de esa actitud, en el mejor de los casos, la terrible arrogancia de personas que suponen que la iniciación literaria de los peruanos debe darse en la lectura de los libros que esas mismas personas han escrito. En el peor de los casos, se trata de un asombroso ejercicio de autopublicidad: no en vano una de esas dos personas es un conocido publicista y la otra, un amante del autobombo.

Por supuesto, el Plan Lector permite otras indecencias: muchas editoriales no ofrecen a los colegios los materiales que juzgan trascendentes para la educación de un niño o un adolescente en la lectura, sino los libros que les sobran, los remanentes no vendidos de cualquier cosa que se les haya atascado en el almancén.

El Plan Lector no es, para esas editoriales, un proyecto de formación pedagógica en la lectura, sino una tabla de salvación para cuadrar los inventarios y borrar los rojos del balance anual. Los estudiantes y sus padres no son, para esas editoriales, sujetos de un proceso educativo, sino compradores de baratijas sobrevaluadas.

Hay editoriales que encargan la composición de libros especialmente destinados a ser vendidos mediante los mecanismos del Plan Lector: algunos pocos son valiosos; otros son libros de pésimo nivel, elucubrados por escritorzuelos que los componen ex profeso y por montones y que no son creadores ni estudiosos ni pedagogos, sino escribidores a destajo.

Hay editoriales que consiguen que ciertos autores --comprometidos con lo que piensan que es un plan de divulgación literaria o científica-- cedan los derechos de sus obras, o parte de esos derechos, sin darse cuenta de que la editorial está medrando más de lo habitual, haciendo un negocio redondo que, como se ha visto en informes periodísticos, puede incluir coimas, sobornos y arbitrarios sobreprecios.

Todo eso es consecuencia de la puesta en marcha de un mecanismo pésimo, el Plan Lector, que permite que el contenido de las lecturas colegiales de los niños y adolescentes peruanos se construya más en la dinámica del negocio editorial que en la del aprendizaje, más en la venta o la "colocación" de libros que en los contenidos de esos libros, mucho más en la promoción negociante que en la pedagogía.

De hecho, cualquiera que quiera discutir el basamento pedagógico del Plan Lector se encontrará con un vacío absoluto: no hay nada que discutir, porque el Plan Lector no tiene fundamento educativo, sólo páginas y páginas de documentos arbitrariamente diseñados por las mismas personas que ahora aprovechan ese vacío para vender cebo de culebra a millones de familias que, así, invierten lo poco de que disponen para libros anualmente en comprar libros sin orden ni concierto.

Por supuesto, nadie habla de eso ahora: hay una campaña electoral llegando a su fin, y en esa campaña la educación ha sido apenas objeto de pasajeras ofertas sin sustento, y no de debates, porque, claro, pocos peruanos son capaces de vincular al gobierno con la promoción cultural y de habilidades intelectuales.

¿Acaso no habría que proponer alternativas?

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6 comentarios:

Anónimo dijo...

"otros son libros de pésimo nivel, elucubrados por escritorzuelos que los componen ex profeso y por montones y que no son creadores ni estudiosos ni pedagogos, sino escribidores a destajo."

Yap, regístrese y comuníquese. Ahora falta saber cuál es la parte de la responsabildidad que le toca a los otros escritores, los que no dirigen pero participan, entre quienes hay varios nombres conocidos.

Anónimo dijo...

Tampoco me parece decente que Gustavo Rodríguez, siendo jurado del Copé de Cuento, haya votado para darle una mención honrosa a su socio en el Plan Lector, Javier Arévalo (ver relación de ganadores en la página de Petroperú). La verdad, este contubernio se pasó de la raya.

Anónimo dijo...

Escándalo:
Arévalo ganó una mención en el Copé, y su socio, su hermano en los bussines, es parte del jurado. http://www2.petroperu.com.pe/premiocope/cope/index.php?op=11

Anónimo dijo...

Y si tan compadres son, ¿por qué no lo puso de finalista?

Anónimo dijo...

Concuerdo contigo, Gustavo Faverón. Arévalo y toda esa gente del Plan Lector son oportunistas que con el cuento de promolectura promocionan sus libritos que nada aportan.

Anónimo dijo...

El solo hecho de colocar en la nómina de lecturas a un chiste como "Album de Fotos", de Pedro Salinas, ya dice bastante de la elección errónea de estos señores para llevar a cabo un proyecto como éste. O como cualquier otro relacionado con la literatura.