24.1.06

Hueso en Internet

Hace varias semanas, cuando me referí a la última nouvelle de Oswaldo Reynoso en este blog, algunos comentaristas me pidieron que hablara más extensamente sobre ella, con saludable ánimo polémico. Como estaba escribiendo por esos días una reseña de ese libro para Hueso Húmero, me abstuve de decir mucho más, con la idea de colocar aquí un enlace a mi texto cuando apareciera la versión online de la revista. El número de Hueso está en librerías hace un mes, y acaba de aparecer también la versión de Internet, donde está, abierta a quien quiera discutirla, mi reseña de El goce de la piel, que pueden ver aquí.

La revista trae muchas cosas interesantes (bastante más que mi comentario, claro está), comenzando por la correspondencia entre Luis Loayza y Julio Ramon Ribeyro sobre la cual han escrito Abelardo Oquendo e Iván Thays, y siguiendo por la reseña que, sobre el más reciente libro de Magdalena Chocano escribe William Rowe.

Pero, a mi juicio, y sobre todo para aquellos que insisten en decir que el último poemario de Antonio Cisneros es "más de lo mismo" (como si eso pudiera ser malo en el caso de Cisneros), me parece que lo más recomendable de este Hueso es el artículo de Peter Elmore sobre Un crucero a las islas Galápagos. Léanlo, si les parece, y conversamos.

Imagen: Oswaldo Reynoso, con el corazón rojo (fotomontaje: gfp).

23.1.06

Enterrados vivos


Sigo con el tema anterior. ¿De dónde habrá salido esa costumbre de declarar agotados a los escritores cuando pasan un tiempo sin publicar? ¿Y por qué se suele adivinar un dejo de placer en quienes se explayan en ese tipo de observación? Difícil decirlo.

Tampoco resulta sencillo comprender por qué un crítico serio puede caer en esos deslices, o en uno muy parecido: el de sentirse en la necesidad de decir que ciertos escritores deberían dejar el oficio, simplemente porque él los juzga acabados.


Cuando una declaración así se hace sin siquiera anotar el nombre de los autores a los que se refiere el comentarista, la cosa se torna ya no sólo arbitraria, sino innecesaria.

Por eso es curiosa la frase de Marcel Velázquez en el último Somos, cuando, ante un cuestionario que esa revista publica semanalmente, declara que, para él, son un bluff literario "todos los cadáveres de renombre que siguen publicando inútilmente".

Sería interesante que Marcel Velázquez dijera a quiénes tenía en mente cuando hizo esa declaración. Como sabemos, hay escritores peruanos de gran prestigio que han publicado en el último par de meses libros que, a mi juicio, merecen muchísima atención (Cisneros e Hinostroza son comebacks notorios luego de larguísimos silencios), y la frase de Velázquez podría interpretarse como alusiva a alguno de ellos, si no a ambos.

Una aclaración: no me interesaría saber a quiénes se refiere Velázquez si no fuera él un crítico inteligente y respetable, cuyo libro reciente, por cierto, lleno de observaciones agudas y de gran rigor intelectual, estoy leyendo con interés.

Imagen: Buried Alive, del noruego Odd Nerdrum.

La promesa de Verástegui



Blogs de los mejores y de los peores se han despedido en estos días. Entre los primeros, a la salida del
Qaphqa de Daniel Salas (quien amenaza con regresar pronto a la blogósfera, acompañado por el medievalista americano Vincent Barletta, en dos blogs de corte eminentemente académico), se suma el cierre de O Biscoito Fino e a Massa, del estupendo crítico cultural brasileño Idelber Avelar.


En el lado positivo, hay que anunciar que ha pasado a mejor vida Leonardo Aguirre, no la persona, claro, cuya desaparición sería lamentable, sino el blog epónimo, al respecto del cual he opinado varias veces.

Antes de dejarnos su último saludo en el escenario (para usar la frase de Conan Doyle), Aguirre tuvo tiempo de colocar un post en que parecía condolerse risueñamente de que la obra de Enrique Verástegui hubiera sido alguna vez considerada crucial y preeminente en nuestra poesía, a la vez que dejaba carta blanca a sus lectores para colocar, anónimamente, toda suerte de comentarios injuriosos contra el poeta cañetano.

Yo nunca he comprendido esa lógica de la inmediatez que hace que menospreciemos a los escritores vivos que elaboraron lo mejor de su obra años atrás y que no parecen escribir cosas a la misma altura en tiempos recientes. Está claro que, una vez muertos, poco nos importará en qué momento de su vida escribieron sus mejores cosas. Nadie dejará de leer a Faulkner tras descubrir que todo lo crucial de su creación estaba terminado veinte años antes de su muerte. Nadie haría nada similar con Salinger, Rulfo u Orson Welles. No quiero imaginar a ningún londinense renegando entre dientes, en 1616, "ese Shakespeare no ha vuelto a su antiguo nivel desde 1608".

En fin. No tengo idea de qué cosas escribirá Verástegui en el futuro. Sé que nadie que haya escrito el notable poema que copio a continuación puede ser considerado una promesa incumplida:


GIORDANO BRUNO

"Toda potencia de la naturaleza o del espíritu
debe formar su opuesto como única condición y
medio de su manifestación"
(citado por Joyce,
Cf. The Critical Writings).

Follajes de Noli
y aire suave de Labor,
Nápoles –fábricas de Nápoles tan llenas de Gramsci
y en Gramsci relampaguea
el aura de Bruno:

Giordano Bruno nacido en 1548, poeta,
filósofo que en el temblor de la duda
encontró la verdad
tan delicado como sombras
de lilas que el viento arrastra –el
saber alejandrino brotó fresco
en el jardín ya florido
de una mente severa.

Tuvo lo que su época le dio (fue clérigo intratable)
mas convino que toda época está en retroceso
y el pasado -¿donde está?
que no esté arrumado
entre murallas de prejuicio
y largos trámites
burocráticos, la represión,
las relaciones mercantiles.
Oh campo aún velado en nieve espesa
y con ligeros brotes
de verdor: núcleos semánticos
núcleos de meditación
entre pétalos no más desesperados que este abismo
abierto entre el día
y la noche mientras nuestro paso es un siglo
tenuemente vacío levemente extraviado como hipótesis
que van
rechazándose y negándose en un texto que a lo a priori
prefirió la luz de lo móvil
y el soñar
y errar en la vida
buscando belleza
y sabiduría = gramática de flores
aunque penumbras del vivir
sin más pobre lumbre
que haber regado un poco
este misterio del verdor
hoy signos sólo
y flores turbias
de un muy viejo manuscrito: el tuyo,
Giordano.

Y 30 años tenías,
vestidos trashumantes
cabellera oscura
y larga: hombrecillo
de rostro moreno
y oscura y rala barba –cuando
insultado y desterrado
vagó vagaste vagón perdido como chispa rápida
de un detonante que ya
en la mecha de tu propia expresión
revienta los sentimientos de tu/mi éxodo poético
al sueño –tierra de promisión inhollada.

Milán, Venecia, Niza, compuertas de Génova
que han recibido a tantos extranjeros
te cerraban puertas y persianas
-sus bandos
bien claro (decían) que no debías
pisar sus yerbas
y has dormido al sereno
contemplando la elíptica del cometa en tu estilo
el cabello escarchado la materia infinita
y algún texto de Sedulius Scottus
te complace:

Scriptor sum (fateor), sum Musicus et Orpheus,
sum bos triturans, prospera quaeque volo,
sum vester miles sophiae praeditus armis:
pro nobis nostrum, Musa, rogato patrem...
(y seguiste recordando más versos).

Te amparaba
tu propio desamparo
y cielo infierno: suggetto – á doi contrarii eterno,
Bandito son dal ciel, et dal infierno
están lejos de ti
ni te reciben
vagabundo al llegar el día.

En Londres y París
en Wittemberg al dictar tus clases aprendías
la pesada luz de tus alumnos.
Y Praga te vio volar
como una antorcha de Joan Huss,
Caballería Roja,cerebro de flores en el sueño.

¿Quién decidirá
-pensabas-
entre Aristóteles
y Platón?
¿Quién entre Tomás y Agustín?
¿Entre la forma racional
y la forma ideal
de un mismo lenguaje represivo?

Y ya habiamos decidido
Giordano:
contigo en tus escritos.
No la verdad –no
sino el conocimiento de la causa
en el efecto
y me crucé contigo
en la penumbra
de la antecámara materialista
almácigos tiernos
dialéctica aún suave
como un crepúsculo.

Tu Opera de ligar/ desligar
los misterios
y problemas de la física las leyes de la naturaleza
que tu mnemotecnia
dominaba (tu práctica analógica)
te valió el lodo de tu nombre
-ser el brillo
que alumbra este pasado
de hombres que pagaron caro
su arrogante deseo de saber.

Y en Venecia te llevaron al miserable tribunal
del Santo Oficio y te juzgaron
te desnudaron te maniataron te humillaron
y el proceso penoso y largo
duró años: Giordano Bruno
ni transa ni se retracta - no pierde
el nolano
judío errante
la altivez de su verdad.

Lo declaran ateo impío corrompido –lo excomulgan
y viene la condena:
"que sea castigado
con la mayor dulzura posible y sin efusión
de sangre, sine ulla sanguinis effusione"
que en maligna lengua eufemista represiva
y clasicista dictaminaban los Inquisidores de siempre
morir quemado vivo
y entonces Bruno replica
ya bellísimo su alto testamento: más os intimida
pronunciar mi sentencia a vosotros
que a mí el oírla
y entró sereno en la brasa
lúcido entre las ávidas llamas.

Toda época está

en retroceso y todo presente es pasado devorado
en el futuro y aquel 9 de febrero 1600
Giordano Bruno, poeta,
loco y filósofo que en la duda encontró su verdad
nació para todos
y yo nací con él,
yo soy Giordano Bruno.

Enrique Verástegui

22.1.06

Le verdad se ahoga



La Fundación Príncipe de Asturias viene convocando a los intelectuales que alguna vez han recibido su premio anual, el prestigioso Príncipe de Asturias, para que se reúnan en coloquios públicos a debatir sobre temas planteados por ellos mismos.

A pedido del italiano Claudio Magris, su pareja de conversatorio fue el alemán Günter Grass (no por nada Magris es un triestino, es decir, poco menos que un germano-italiano en términos culturales, y catedrático de literatura alemana).


¿El tema? Magris lo resumió en una pregunta: "¿Es posible decir las cosas tal como son?", y, aunque el telón de fondo de su cuestionamiento recoge muchas de las dudas actuales que recaen sobre el pensamiento postmoderno, su blanco inmediato, en lo político, era la notoria falsedad y la inclinación por el engaño que se ha vuelto predominante en el gobierno del segundo presidente Bush.

(¿Alguien ha notado que lo que caracteriza a la mitomanía del régimen de Bush no es una mayor sofisticación de la mentira, una mayor complejidad, como cabría pensar, sino, por el contrario, la inexplicable vulgaridad y simpleza de sus engaños?).

"La verdad existe, pero se ahoga", dijo Magris en el conversatorio. Grass, por su lado, añadió: "
La manipulación existió siempre, pero hasta 1989 teníamos a la URSS para echarle la culpa... Ahora que no está la URSS, ya sabemos que no sólo en los países autoritarios se manipula".

(Si Magris o Grass se dieran una vuelta por Lima, leyeran nuestros diarios, escucharan a nuestros políticos, verían que el asunto puede ser aún más grave: la verdad puede ser ignota e indescifrable del todo, y eso de tener la decencia de andar buscando, al menos, chivos expiatorios, ya pasó de moda. El artículo de El País en que Juan Cruz, desde Oviedo, nos entrega una crónica del conversatorio, lo pueden leer aquí.

Imagen: De atrás hacia adelante, Magris, Grass, Bush (fotomontaje: gfp).

20.1.06

Selección andina (con refuerzos)



El nombre del profesor americano Mark R. Cox es conocido para quienes se interesan en el tema de la narrativa peruana y el conflicto interno de los años ochentas y noventas, debido a dos volúmenes editados por él: la antología El cuento peruano en los años de la violencia y la recopilación Pachaticray (El mundo al revés). Testimonios y ensayos sobre la violencia política y la cultura peruana desde 1980, ambos publicados por Editorial San Marcos, el primero el año 2000 y el segundo el año 2004.

Debo decir que, gracias a los libros de Cox y al minucioso seguimiento de fuentes y documentos que forma parte de su trabajo, me ha sido posible conocer la obra de muchos autores que hace apenas unos meses no había leído. Su antología de cuentos, sobre todo, pese a los reparos que mencionaré luego, es sin duda informativa
.

En Pachaticray encuentro esta inesperada mención del profesor Cox a un texto mío escrito hace nueve años:

"Un artículo citado por muchos escritores andinos para mostrar cómo una gran parte de la crítica los ignora es el artículo La narrativa peruana después de Vargas Llosa, publicado en Quehacer en 1997 por Gustavo Faverón Patriau. Menciona a más de veinte escritores, pero en su lista sólo hay dos escritoras y los únicos "andinos" son Edgardo Rivera Martínez y Laura Riesco, ambos excelentes escritores y de casi la misma edad que Vargas Llosa".

Me causa sorpresa comprobar que, para el profesor Cox, o para los escritores "andinos" a los que alude (eso no queda claro), mencionar a pocas mujeres es una discriminación contra la literatura "andina".

Más sorpresa aún me causa el descubrir que la antología
El cuento peruano en los años de la violencia, editada, como dije, por el mismo Cox, que contiene narraciones de quince escritores, sólo incluye tres relatos de autores limeños (y, por cierto, apenas un cuento escrito por una mujer). Los limeños antologados son Walter Ventosilla Quispe, José de Piérola y Pilar Dughi.

¿Qué criterio habrá seguido el profesor Cox para dejar fuera de su antología los relatos referidos a los años de la violencia escritos por Alonso Cueto, Rodolfo Hinostroza, Fernando Ampuero, Guillermo Niño de Guzmán, Julio Ortega, etc.? El prólogo del libro no ofrece una explicación al respecto. Concedamos que los textos de Hinostroza y Ortega puedan ser muy largos para el espacio de una antología. De todas formas, el título hace referencia general al "cuento peruano", y el lector, en consonancia con ese anuncio, tiene derecho a suponer que el libro le ofrecerá un panorama lo suficientemente abarcador y comprensivo como para formarse una idea de las muchas percepciones que un fenómeno tan complejo tiene en distintas capas y zonas de nuestra sociedad. (Y, por cierto, la última vez que me fijé, Cueto, Hinostroza, Ampuero, Niño de Guzmán y Ortega eran peruanos).

Estoy seguro de que este tipo de discriminación no es la mejor respuesta a la secular marginación de los provincianos en el circuito literario peruano. Cosas como esta no son muy distintas de las que, con menos sutileza, anuncian los Humala con su distinción entre "nacionales" y "ciudadanos": todos son peruanos pero unos son más peruanos que otros.

Yo reconozco el error y la miopía de ese artículo que escribí hace casi una década; me resulta difícil entender que alguien pueda señalar mi error y cometer a sabiendas uno similar.

En la imagen: Dante Castro, José de Piérola, Luis Nieto, Zein Zorrilla, Sócrates Zuzunaga, Mark Cox, Mario Guevara, Pilar Dughi, Aníbal Paredes, Félix Huamán, Óscar Colchado, Enrique Rosas, Julián Pérez, en la presentación de la antología. Las montañas del fondo, por cierto, son producto de un fotomontaje.

¿La fiesta o el chivo?



Alonso Rabí ha colocado en su blog un texto interesante acerca de La fiesta del chivo, de Mario Vargas Llosa. Entre otras cosas afirma lo siguiente, en referencia a la figura del protagonista, el dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo (arriba):

"
A diferencia de otras novelas que abordan este tipo humano, en La fiesta del chivo hay una clara estrategia de humanización de Trujillo. Así, el personaje no solamente es presentado en su ferocidad con el poder en la mano, también se nos aproxima a sus debilidades, como esa disfunción eréctil y la prostatitis que lo atormentan día y noche, y también a un hombre dotado de cierto sentido del humor".

Recuerdo que hace unos años, en Ithaca, Peter Elmore me hizo notar cómo la estructura narrativa de La fiesta del chivo, con esa disposición argumental que coloca la muerte del dictador no al final sino en medio del relato, subraya la fuerza y la durabilidad de la estructura dictatorial más allá del rol particular del dictador: Trujillo desaparece pero su espacio en tal estructura perdura y puede ser, por tanto, ocupado por otro.

Meses después, Efraín Kristal pasó por Cornell para dar una conferencia sobre La fiesta del Chivo, conferencia que en más de un aspecto era un complemento a su libro sobre Vargas Llosa. Su idea central era opuesta a lo comentado por Peter, e incluso alejada de lo que escribe Alonso. Para Kristal, lo crucial de la novela no era la humanización, sino la demonización del protagonista (la del Chivo, después de todo, es una de las formas del diablo), y no la lógica extendida del régimen dictatorial, sino la forma en que (ante los ojos de Vargas Llosa) el dictador es su motor crucial y casi único.

Recordando lo dicho por Peter, le pregunté a Efraín si no sería posible entender La fiesta del chivo como un relato en el que el protagonista no es el chivo, sino, precisamente, la fiesta: una representación de la proteica y multiforme sucesión de degradaciones del cuerpo social durante un periodo dictatorial, y de la dinámica que tal proceso llega a adquirir más allá de los designios del tirano. Después de todo, queda claro que, en la novela, la desaparición de Trujillo no pone fin al proceso ni detiene el deterioro; el régimen siguiente se sirve de las mismas estructuras, el carnaval continúa. Muerto el perro, diríamos, sigue la rabia... A Efraín mi lectura le pareció desacertada, así que mi intervención terminó sin pena ni gloria.

Leyendo el texto de Alonso justo después de leer los diarios peruanos de hoy, me he acordado de todo esto. Creo que algo de verdad hay en lo que le dije a Efraín ese día, pero espero estar desacertado al trasladar esa impresión a nuestra realidad actual. Es decir, espero equivocarme al pensar que, pese a su aparente alejamiento del poder en el Perú, Alberto Fujimori nos ha dejado una dinámica de degradación que corre ya libre y por su cuenta, independiente de él, una dinámica que se sigue manifestando en la corrupción de la clase política y, peor aún, continúa influyendo en la forma en que el pueblo elige a sus gobernantes: no importa la moral si se demuestra un nivel mínimo de rechazo a lo tradicional (aunque lo tradicional sea un fantoche sin mucho de realidad), no importan las ideas si se da la impresión de una cierta fuerza autoritaria capaz de imponer los propios designios. La fiesta de nuestro propio chivo, en efecto, parece todavía abierta.

19.1.06

La comedia y el mal



Que haya un tono justo para contar una historia no quiere decir que haya una sola manera, o una sola manera correcta, de contarla. Aun así, tendemos a pensar que hay tonos vedados para ciertos asuntos. Solemos creer que, por ejemplo, el humor no es el camino para tratar en la ficción un hecho que en la realidad fue desgraciado, obscuro, acaso funesto u horrorizante.

Se puede recordar, sin embargo, contraejemplos notables, como la elección del humor (aunque fuera un humor irónico y corrosivo, que subrayaba lo grotesco) de parte de Gunter Grass para relatar la historia privada del nazismo en El tambor de hojalata. Y la de Chaplin para caricaturizar a Hitler en The Great Dictator (arriba) (aunque la película, hay que anotarlo, fue anterior a las peores atrocidades del monstruo austriaco). Roberto Begnini causó menos escándalo que suspiros con su versión azucarada de la cotidianidad en las prisiones nazis en La vida es bella; quienes lo criticaron, no criticaron tanto la posibilidad del humor en un tema así, sino el particular humor rosa del italiano.


Sigo con mi revisión de ficciones peruanas referidas a los años de la violencia y encuentro hasta ahora tan sólo una pieza narrativa en la que el humor es predominante, la nouvelle "El muro de Berlín", que Rodolfo Hinostroza incluyó entre sus Cuentos de Extremo Occidente. Incluso en ese relato, el humor parece justificarse en el hecho de que la narración toma el punto de vista de un extranjero que anda de viaje por el Perú, de modo que su mirada no alcanza a ser la de una víctima real, sino la de un involuntario aventurero caído por casualidad y pasajeramente en el laberinto de una locura ajena de la cual, finalmente, escapa indemne.

La nouvelle juega tópicamente con la figura del carnaval: para el viajero, el paso por el Perú es como una caminata callejera por un mundo no solamente desconocido sino, además, súbitamente puesto de cabeza. Hinostroza es un narrador sagaz: su recurso no es gratuito. Al dividir a sus personajes, inicialmente, en esos dos grupos, uno donde aparece, solitario, el protagonista extranjero, y otro donde quedan reunidos todos los actores peruanos, Hinostroza genera la idea, poderosa, de que, después de todo, terrotistas y soldados, marginales y burgueses, ejecutivos y campesinos, todos son parte de un mismo cuerpo social. En otras palabras, la presencia del personaje forastero hace del escenario nacional un todo, y su drama (o su comedia) se transforma así en un problema entre semejantes.

Me pregunto si (descontando este relato de Hinostroza) la casi total ausencia de
literatura humorística referida a estos asuntos es una simple casualidad estadística o una confirmación de que el tema es aún traumático en exceso para los peruanos. Es decir, me pregunto si es posible para nosotros contar la violencia de ese periodo con humor sin asumir, como el narrador de Hinostroza, una mirada distante, casi casi turística.

17.1.06

Para ser un Enrique nuevo



Prochazka es una de las personas más paradójicas que quepa imaginar: es un amante de los deportes de aventuras a quien, por sus libros, sus lectores imaginan siempre encerrado en una biblioteca; tiene un puesto de gran importancia en el Ministerio de Educación, pero sigue siendo un escritor en buena medida marginal al circuito literario que solemos llamar "oficial"; y aun así, esa marginalidad suya de librerías y bibliotecas amenaza con convertirse en protagonismo en el mundo de los weblogs, y ahora su presencia constante en los blogs peruanos empieza a llamar la atención de escritores y lectores dentro y fuera del país. (Bueno, de algunos lectores y algunos escritores, pero algo es algo).

En las últimas semanas, en La Tercera de Chile, primero, y en su blog Río Fugitivo, después, Edmundo Paz Soldán se refirió a él y a quienes admiramos su trabajo a despecho de la falta de popularidad de sus libros. Y ahora ha sido Enrique Vila-Matas quien, a raíz de un comentario mío en Puente Aéreo, y, sobre todo, de la respuesta enviada por Prochazka, ha escrito una larga columna, bastante personal, en El País, titulada "Plan para el más allá".

El texto de Prochazka era una explicación de su propia marginalidad:

"Abrigo la teoría de que uno tiene éxito porque se agita como loco, o logra que los demás se agiten como locos por uno, o bien los demás lo obligan a uno a agitarse como loco. Según esta noción a mis textos les sucede lo que les sucede porque yo no me agito. De hecho, escribir estas líneas ya me parece acercarme demasiado a la visibilidad y al agitarse, si bien levemente. Prochazka reduce a su público infinitamente: sí. Y también el contacto con las personas. Vivo en una especie de distante Sydney del espíritu, que se llama Lima. Camino un sábado por la noche de Magdalena a Chacarilla, pasando por todos los sanantonios y centros culturales y cafés, y literalmente no conozco a nadie, y nadie me saluda ni conoce mi cara. Me borré en paz, hace años. Entro al Virrey lleno de clientes, compro un libro, dos libros, salgo del Virrey: nadie sabe quién soy. Me borré...".

Aunque Vila-Matas anuncia que lo que le llama la atención de lo escrito por Prochazka en esa respuesta no es su idea central, sino, más bien, un par de detalles laterales, me atrevo a decir que, a la larga, entre ambos textos hay una coincidencia mayor. La extrañeza de aquel que se diluye y desaparece en el lugar propio, de la que habla Prochazka, no deja de parecerse, y mucho, a la ansiada extrañeza del exilio autodescubridor de la que habla Vila Matas, aquella en la que él, Vila-Matas, podría "ser un autor nuevo", o, quizá, quién sabe, un autor reencarnado en sí mismo.

En fin, que no sólo en el nombre y la vocación coinciden estos dos enriques.


(Gracias a Enrique V-M por darse una vuelta por este blog. Y disculpas a Enrique P: esta noche salgo de regreso a Maine y no pude darte la llamada ofrecida ni tomarme contigo la segunda taza de café. Será para mitad de año).

15.1.06

Cambio (y Letra de Cambio)

Se va un amigo y llega otro: Daniel Salas deja el blog Qaphqa, desde el cual generó discusiones sumamente interesantes, y no pocas polémicas, durante los últimos tres o cuatro meses.

El paso de Daniel por la blogósfera tuvo también consecuencias descontaminantes: fue Daniel, más que cualquier otro, el responsable de la desaparición del vergonzoso Aquiles Cacho y la moderación de algunos otros blogs. Daniel deja Qaphqa para dedicarse a su tesis doctoral y a la edición de la revista Letra de Cambio, en cuyo primer número viene trabajando.

(Letra de Cambio, por cierto, es el nombre con el que varios amigos de la Católica, en los ochentas, nos reunimos para varias cosas distintas, desde escribir y leernos poemas y relatos unos a otros, hasta jugar fulbito y, un par de veces, participar en las elecciones estudiantiles: ganamos el Centro Federado de Letras y quedamos segundos, si no me equivoco, en la elección para la Federación de Estudiantes, detrás de Izquierda Unida y por encima del Apra; pero quizá la memoria me traiciona).

Y en estos días ha abierto su propio blog, Impresiones, el poeta y periodista Alonso Rabí Do Carmo, que ha inaugurado su espacio con tres posts: uno sobre Robert Musil, otro sobre Borges y el nazismo y uno más acerca de un tema que hemos discutido aquí alguna vez: la diferencia entre la crítica literaria y el comentario de prensa (observaciones atendibles por venir de alguien que ha ejercido ambos oficios).

Y ya que estoy en esto, aprovecho para subsanar el error de no haber dado la bienvenida en su momento al blog de otro amigo, Fernando Velásquez (el Perro, para sus amigos bípedos). Su espacio se llama Notas Canarias, y, aunque ahora pasa por un momento de quietud, imagino que se reactivará pronto, cuando acaben las vacaciones de invierno en Estados Unidos (Fernando estudia un doctorado en la Universidad de Michigan, Ann Arbor).

12.1.06

Mairal y Thays



El poeta y novelista argentino Pedro Mairal, a quien nos referimos en un post anterior (citamos y comentamos una frase suya, extraída de Página/12, en la que hablaba sobre sus padres y abuelos literarios), nos ha hecho llegar un breve mensaje, en el que señala que la cita de Página/12 estaba trunca y nos alcanza el párrafo completo, aparecido en una entrevista de El Interpretador.

La versión corta de Página/12, en efecto, elimina una parte crucial de la respuesta de Mairal, que modifica en gran medida el sentido de su afirmación. A continuación copio el párrafo original. En azul aparece el texto citado por Página/12; en negro aparece el largo fragmento que Página/12 eliminó:


"Lo que pasa es que la gente de mi generación no tuvo que matar a sus padres literarios porque ya los habían matado o silenciado los militares. Mucha gente nacida alrededor de los setenta no tuvo padres literarios, sino abuelos como Borges, Cortázar, Bioy, Arlt. Y uno con los abuelos no tiene conflictos. Yo no tuve que "matar a Borges" para escribir. Siento a Borges como un abuelo que me ilumina con su inteligencia, pero no siento que yo deba competir con su literatura, ni sobreescribirla, ni escribir a pesar de ella. Conocí a mis "padres literarios" después, cuando leí en la facultad a Walsh, a Di Benedetto, a Piglia, a Lamborghini, es decir, ya canonizados. Me vinculo con esos autores, en una búsqueda personal que sigue ahora a los 34 años, con curiosidad, pero a la vez con cierta lejanía, sin que me hayan dejado su impronta. Quizá en ese intento por completar una brecha, quizá en esa cicatrización, haya un rasgo generacional, que apenas intuyo. No creo que sea tan evidente por ahora. No sé si estoy en una "corriente literaria", no puedo decir que sienta una pertenencia a un grupo. Quizá estoy en una corriente pero inevitablemente, no como una militancia personal".

Como se ve, las frases no citadas en Página/12 matizan mucho el sentido de las palabras de Mairal, que reconoce una vinculación con ciertos “padres” en la tradición argentina, aunque habla de una relación lejana que no lo marca de maneras evidentes.


Thays y el árbol genealógico

Iván Thays, en cuyo blog leí originalmene la cita de Mairal, ha aclarado en Notas Moleskine que él nunca quiso generalizar la afirmación del argentino sobre las genealogías literariasy el parricidio. Hay que anotar que Iván, quien encontró la frase en Página/12, no pudo nunca leer la declaración completa. En todo caso, la confusión ha servido para que Iván se decida a escribir, también en Notas Moleskine, una interesante reflexión sobre sus propios padres en la tradición peruana, sus lecturas juveniles y la influencia (o no) de esas lecturas en su trabajo creativo.

Estos dos párrafos de su texto son especialmente interesantes:

"Sin embargo, sí existe una serie de autores peruanos que lograron convencer incluso al talibán necio que era a principios de los 90, y a quienes he mencionado siempre: Carlos Calderón Fajardo, en especial por esa novela tan extraña llamada La colina de los árboles, y a través de Carlos, a ese escritor oclusivo, escurridizo, pero casi “hecho" a la medida de mis expectativas de aquellos años: Gastón Fernández.

"Finalmente, la influencia de Luis Loayza (cuya prosa me ha parecido siempre un prodigio) y, en la acera opuesta a la precisión de Loayza, la de Jorge Eduardo Eielson y su novela El cuerpo de Giulia-no (un libro que releía obsesivamente durante la década de los noventa) es muy marcada, incluso a nivel de plagio, en mi última novela".

Confieso que no he leído nada en absoluto de Gastón Fernández (homónimo, por cierto, de un futbolista argentino y del protagonista de la película Se arrienda, de Alberto Fuguet), y nada sé acerca de él. ¿Alguien (quizá Iván mismo) se animará a contarnos más sobre él?