8.2.06

Lima la indiferente

Semanas atrás, pasada la FIL de Guadalajara, Identidades, el encomiable suplemento de El Peruano, publicó una suerte de reseña múltiple, escrita por Enrique Cortez, acerca de las cuatro antologías de poesía peruana que por aquel tiempo salieron a la luz.

En su afán por discutir la legitimidad con que los antologadores de uno de aquellos libros discernían los límites generacionales de la poesía de los noventa (lo hacían en función de la relación de los poetas con un entorno acosado por la violencia política), el reseñador, Cortez, escribía entonces este párrafo increíble:


"Sin duda aquí hay que hacer una precisión, pues la lectura de los antólogos sitúa la violencia como un momento exclusivo de la década de 1990, cuando ella es un elemento constitutivo de nuestra historia que se inicia de manera dramática en 1532. Al contrario, la conciencia de la violencia en la década de 1990 es un proceso muy limeño que, de espaldas al resto de la sociedad peruana, observó cómo durante la década de 1980 se libraba una batalla en el interior del país. Esta mirada indiferente, de la cual el Informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación documenta bien –y sólo excepcionalmente crítica en los poemas de la llamada generación del ochenta–, sólo asumió esa violencia como un problema cuando un hecho real, que se hace símbolo de esa indiferencia
(el atentado de la calle Tarata de Miraflores en 1992), estremeció las seguridades que construyó el sistema republicano, bajo la forma del centralismo, con una violencia no tan abrupta como la de esos años, pero acaso más fatal".

Cortez asegura que el reconocimiento de la violencia política en los años noventa es un proceso propio de la capital. Hasta entonces, a decir de Cortez, los limeños, manierista y acrobáticamente, habían observado de espaldas, la ubicua violencia del interior del país, hasta que el atentado de la calle Tarata los despertó.

Esa afirmación en curiosa, teniendo en cuenta que antes Cortez mencionó 1532 como inicio del asunto y que luego hablará de que la bomba de Tarata colapsó las "seguridades" que el "sistema republicano" había proporcionado a los capitalinos, haciendo, así, que el ciclo temporal del cual habla vaya desde 1532 hasta 1992.

Es curiosa la observación, digo, porque, si no entiendo mal, entre 1532 y los años noventa del siglo veinte, Lima y su puerto adyacente fueron objeto de batallas conquistadoras y destrucción de pueblos indígenas, bombardeos piratas y ataques españoles, una prolongada invasión chilena plagada de asesinatos, saqueos y violaciones, varias decenas de golpes de estado cruentos, guerras civiles, feroces sublevaciones, magnicidios, huelgas generales y sangrientas huelgas de policía, paros armados, ejecuciones extrajudiciales, torturas, desapariciones, etc. Y sobra decir que la gran mayoría de las cosas que enumero ocurrió durante el tiempo de las "seguridades" del "sistema republicano", y todas, sin excepción, antes de Tarata.

¿Será que (además de someternos a ese enredo de fechas y periodos en que se salta a la garrocha los distintos procesos históricos que componen la historia del Perú) Cortez piensa, quizá, que Lima es solamente Miraflores y San Isidro? Porque, claro, no es errado hablar de la indiferencia de las clases altas capitalinas ante la violencia política desatada en el interior (y también en los barrios marginales de Lima, donde la mayor parte de los limeños vive). Pero es descabellado extender la responsabilidad de esa indiferencia a todos los limeños, entre otras cosas, justamente, porque cientos de miles de ellos tuvieron que convivir con esa violencia por muchos años.

Ah, pero es que Cortez no responsabiliza a todos los limeños, es cierto. Dice que hubo unos cuantos que sí alzaron su voz de protesta: los poetas de la "llamada generación del ochenta". ¿Y qué tal si Cortez tuviera la cordura de recordar también los nombres de, digamos, Maria Elena Moyano o Pascuala Rosado, para mencionar sólo a dos ciudadanas de la capital que fueron asesinadas por protestar y contradecir a la violencia? ¿O es que Huaycán y Villa El Salvador no son parte de Lima?

Finalmente, una aclaración. Decir que Tarata "se hace símbolo de la indiferencia" de los limeños es algo que sólo se le puede excusar a quien no ha aprendido a manejar su lenguaje. Tarata, como todas las demás masacres ocurridas en cualquier lugar del país, no importa quiénes fueran las víctimas y quiénes los victimarios, es antes que cualquier otra cosa un símbolo de la profunda decrepitud moral de sus perpetradores.

Foto: Carlos Domínguez.

21 comentarios:

Daniel Salas dijo...

Lo curioso es que el inverosímil artículo de Cortez es una demostración de que se puede vivir de espaldas a la historia. Para mucha gente, las cosas no son si no pasan a dos cuadras de su barrio o durante el tiempo de su existencia. Y esto no es un reproche. En efecto, la historia no tiene que ser un todo consistente y no hay modo a priori de sostener el privilegio del impacto de un hecho. Tendemos a ver la historia política y la violencia, por ejemplo, como la línea maestra que define la historia de la literatura. No estoy tan convencido de eso y el artículo de Cortez es un buen ejemplo de esta inconsciencia.

Miguel Rivera dijo...

¿No era chocante la forma en que mucha gente daba por sentado que el de Tarata había sido el ataque más sangriento de SL? Yo siempre encontré que la desigualdad que había entre la cobertura periodística de los ataques de SL en pueblos de la sierra y la que recibió el atentado de Tarata era una muestra de la indolencia hacia los más pobres del país (miren la prensa chicha: lo que ocurre en el interior del país no le concierne. Sus fronteras parecen estar en los pueblos jóvenes). Yo escuché un verano un comercial de Radio Mar que decía "¡aquí no hay fenómeno del niño!", cuando había inundaciones en el Norte. Es decir, mientras yo no me moje, que siga la música.
Creo que era Nelson Manrique el que solía preguntar en los coloquios cuántos de los presentes tenían un amigo o pariente entre las víctimas de la violencia política. Casi nadie levantaba la mano. En cambio, en Tarata murieron uno o dos estudiantes de la Universidad Católica, si no me equivoco.
En Argentina los desaparecidos sí fueron universitarios y de la capital, lo que sin duda explica la distinta reacción de esa sociedad ante el problema: aquí los candidatos que van adelante en las encuestas tienen posiciones críticas ante el informe de la CVR, ¡y no pasa nada!
Por supuesto que fechar el inicio de la violencia en 1532 no ayuda a discutir el problema. Para tal caso, ¿por qué creer que no había violencia antes de esa fecha? ¿por el edén de los incas? Sin embargo, creo que fechar el inicio de la reciente violencia política en 1990 (que me parece lo que denuncia Cortez) resulta grave.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Hay algo más grave, sin embargo, que la simple concepción equivocada de la historia, como denuncia Gustavo al final del post. En el texto comentado, la violencia aparece como una entidad abstracta, como un espectro, falto de agentes (y pacientes). Es meramente un espectáculo. Sólo así el criminal atentado de Tarata se convierte en símbolo de (la indiferencia de) sus "espectadores". Es como si se quisiera convertir la violencia en una pesadilla, en un mal sueño del que nos hemos felizmente despertado.

Por supuesto, eso no es verdad. La violencia de fin de siglo en el Perú fue una tragedia real, con miles de víctimas y centenares de victimarios, con nombre y apellido, con rostro conocido. Seres humanos reales tomaron la atroz decisión de matar a otros seres humanos igualmente reales---y, curiosamente pero no por casualidad, la razón que esgrimieron fue también otro fantasma, otra entelequia. ¿Cuándo atenderemos a la inmejorable advertencia de Sánchez Ferlosio: "mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado"?

Anónimo dijo...

Quiero felicitar a Gustavo por este post, absolutamnete necesario.
En efecto, Tarata no puede ser identificado como un símbolo de la indiferencia, aun cuando sea cierto que muchos limeños del casco urbano -no así los de los conos, pues estos tenían el problema de SL y de la represión encima- vivían de espaldas al problema de la violencia política (que es muy distinto a hablar de una "sangrienta guerra civil", como se ha escrito por ahí) hasta esa fecha.
Tarata, efectivamente, es símbolo de la insanía de aquellos que comenzaron, sí, su antihistórica lucha como una guerra contra el Estado, pero muy pronto fueron ganados por el facilismo del terror y el aniquilamiento de los pobres que no pensaban como ellos (es decir casi todo el Perú).
Una propuesta de Sendero -que ojalá ignore Cortez- confluye sospechosamente con esa idea de que la violencia ha signado nuestra historia desde 1532 hasta 1992.
SL intenta pasar a la historia no como lo que fue: un grupo de terroristas que se camuflaban cobardemente entre la población para que les sirvan de parachoque contra la represión; sino como el pivot del momento culminante de una historia de violencia e injusticia "estructural" que, esperan, devendrá "inevitablemente"(ya sabemos de los rasgos teleológicos y mesiánicos de ese discurso) en el triunfo de la revolución "tarde o temprano".
En ese sentido, el vergonzoso acuerdo de paz entre el dictador Fujimori y el asesino Abimael, y la amoral puesta al servicio de los narcos de los rezagos senderistas en la selva, no son más que "recodos", "desviaciones estratégicas" en un recorrido histórico que no puede tener otro derrotero -piensan estos desquiciados- que la instalación de la revolución maoísta.
Un senderista, por lo dicho, no tiene sentido en el juego democrático: mientras nosotros tratamos de resolver los problemas bajo las reglas establecidas, ellos solo se camuflan, esconden su discurso real y juegan con la retórica política (de la cual parece haberse impregnado Cortez) a la espera de que los tiempos cambien.
Porque claro, si la revolución es inevitable por obra y gracia del señor Mao, entonces solo tienen que "resistir" y esperar que reaparezcan las condiciones para reiniciar su "sangrienta guerra civil".

Daniel Salas dijo...

Cuiadado, Leocadio:

No todos "fuimos" indiferentes. Y no olvidemos lo siguiente, que el hecho de no ser indiferentes no necesariamente es una virtud. Por ejemplo, una de las opciones de quienes no fueron indiferentes a la violencia de Sendero era reclamar más violencia de parte del Estado y, peor aún, ejercerla por sí mismos. Claramente, quienes estuvieron envueltos directamente en el conflicto NO fueron indiferentes. Ahora bien, cuando lees los espeluznantes relatos de Ricardo Uceda, te das cuenta de quienes mataban y torturaban, sin lugar a dudas, no eran indiferentes a la violencia; es más, participaban activamente y con convicción en ella. Ellos estaban totalmente convencidos de que hacían lo correcto, que sus métodos eran una respuesta legítima a las agresiones de Sendero. Es absurdo decir que esta gente fue "indiferente" al problema.

Los luchadores sociales que fueron asesinados, los personajes secuestrados (y sus familias) no pueden haber sido indiferentes. Sin duda, el crimen de Tarata fue importante para muchos, pero no se puede decir que la violencia llega a Lima con él. Si uno remonta la historia de la violencia en el Perú a 1532 (¿por qué no antes, como bien argumentó Miguel Rivera?) no puede negar que Lima ha vivido y vive en violencia constantemente. Pero quedarse allí es es disolver el fenómeno de Sendero Luminoso, convertirlo en abstracto, como bien sostiene Miguel Rodríguez.

Gabriel Espinoza dijo...

No hay que darle tantas vueltas al asunto. A mi por lo menos no me cabe duda de que el atentado de Tarata puede resultar un símbolo adecuado para graficar el cambio de actitud de ciertos sectores limeños hacia el fenómeno del terrorismo. Y el símbolo también sirve --como se verá después-- para graficar un cambio de estrategia de lucha contra la subversión, o mejor: la puesta en marcha de una nueva modalidad de "guerra sucia".
Vamos por partes, en cuanto al cambio de actitud de la población y los medios de comunicación capitalinos con respecto al terrorismo creo que no hay que olvidar la respuesta dramática de los alcaldes de Miraflores y Villa El Salvador. Hicieron una marcha, ¿lo olvidan? Fue cubierta en grandes titulares por todos los diarios de circulación nacional y por la TV. Ese mensaje llegó a todas partes. ¿Aquella marcha no tuvo la fuerza necesaria para ser símbolo de un cambio de actitud? Creo que sí. Toda esa gente marchando indignada, gritando No pasarán. ¿Se acuerdan del doctor Cava, que perdió a su hijo? Ese señor, lo recuerdo bien, no solo se refirió a la tragedia de su familia, sino que declaró a los noticieros sentirse dolido por las demás víctimas del terrorismo. Fue un acto de com-pasión. Es decir, de acompañar al otro en su dolor. No recuerdo otro acto como aquel, que tenga la misma fuerza simbólica.
Con ello, creo, los medios de comunicación (que a veces contribuyen a escoger los símbolos y a construir la historia)se contribuyó a hacer un poco más visible ante los "espectadores" la tragedia que se vivía desde hace más de diez años atrás en Ayacucho y otros lugares.
Creo que el protagonismo de los dos alcaldes (de Miraflores y VES) representó públicamente la re-unión de dos de las tantas mitades de las que está compuesto (o des-compuesto) nuestro país. No hay que olvidar que muchos compatriotas que huian de la violencia se refugiaban en Villa El Salvador.
Ojo, al hablar de "las mitades" estoy parafraseando el título de la novela de César Calvo, que trata de los distintos mundos escindidos y las diversas nacionalidades paralelas que (con) viven en nuestro querido Perú.
Por otro lado, lo de Tarata también representó una vuelta de tuerca para el grupo Colina. Me remito a los informes periodísticos --como por ejemplo el libro de Umberto Jara OJO POR OJO-- según los cuales el secuestro y desaparición de 9 estudiantes y un profesor de La Cantuta fue una "respuesta" de las fuerzas represivas y de Inteligencia a las muertes que causó el atentado de Tarata.
De ahí en adelante ese "diálogo" sangriento iba a seguir el libreto de la Ley del Talión.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

El Informe final de la Comisión de la Verdad señala que entre 1991 y 1992 hubo más de sesenta atentados con coches bomba en Lima. Treinta y siete de ellos ocurrieron en 1992 antes del de Tarata (suficiente para dejar claro que Tarata no fue el "despertar" de la consciencia de la violencia en la capital). Cuando el Informe habla de atentados que sensibilizaron particularmente a la población limeña, se refiere a DOS atentados que ocurrieron en días consecutivos: el de Tarata y el de la comisaría de Villa El Salvador, que, de hecho, sucedió horas antes del secuestro de los estudiantes de la Cantuta.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Leocadio:

¿Cómo fue, finalmente, la primera plana real de El Comercio aquella vez?

Daniel Samanez dijo...

Lo que creo que habría que preguntarse es si la gente en Lima --y la gente en el Perú en general-- cambió en algo luego conflicto armado interno.

Yo creo que en líneas generales, no.

No creo que haya cambiado nuestro discurso ni nuestra manera de ver nuestras diferencias internas. La incomprensión básica que genero la violencia se mantiene.

No creo que sea oportuno --y por suerte tampoco posible históricamente-- que surja otro SL. Y eso es algo fortuito. No es algo que hayamos logrado como país.

Lo que si veo como posible y peligroso es que un Humala que tenga la astucia y/o la suerte de Chávez o Morales y llegue a la presidencia. Bueno, hoy día aun es muy temprano para descartar a Humala, pero el mismo y su currículo están haciendo todo lo necesario para descalificarlo. Un Lula seria lo mejor que podría pasar, yo creo, pero no concibo que un Lula pueda aparecer en Perú. Tal como somos ahora, no. Por otro lado, esperemos que Morales sea mas un Lula que un Chavez.

Es interesante notar lo que la CVR concluyo y recomendó. Es muy triste constatar que no estamos haciendo nada al respecto. Bueno, quizás, estando lejos del Perú no lo veo. Si alguien sabe, se agradecería el dato.
------------------------------------------
Recomendaciones de la CVR:
1. La CVR ha constatado que el conflicto armado interno que vivió el Perú entre 1980 y 2000 constituyó el episodio de violencia más intenso, más extenso y más prolongado de toda la historia de la República. Asimismo, que fue un conflicto que reveló brechas y desencuentros profundos y dolorosos en la sociedad peruana.
SOBRE EL PROCESO DE RECONCILIACIÓN NACIONAL
170. La CVR propone que el gran horizonte de la reconciliación nacional es el de la ciudadanía plena para todos los peruanos y peruanas. A partir de su mandato de propiciar la reconciliación nacional y de sus investigaciones realizadas, la CVR interpreta la reconciliación como un nuevo pacto fundacional entre el Estado y la sociedad peruanos, y entre los miembros de la sociedad.
171. La CVR entiende que la reconciliación debe ocurrir en el nivel personal y familiar; en el de las organizaciones de la sociedad y en el replanteamiento de las relaciones entre el Estado y la sociedad en su conjunto. Los tres planos señalados deben adecuarse a una meta general, que es la edificación de un país que se reconozca positivamente como multiétnico, pluricultural y multilingüe. Tal reconocimiento es la base para la superación de las prácticas de discriminación que subyacen a las múltiples discordias de nuestra historia republicana.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

El Comercio no es "santo de mi devoción" (no creo en santos). Es simplemente un medio de comunicaciones donde sigo publicando. En verdad quería saber cuál fue esa primera plana.

Anónimo dijo...

Estuve en los funerales de María Elena Moyano y, estimo, la gente apenas superaba las 10,000 personas. Hay mucha gente de izquierda que asistió a esos funerales y puede dar fe de ello.
Pero eso tiene una explicación. Muchas personas de Villa El Salvador no se identificaba con María Elena Moyano, por razones que no es pertinente precisar ahora. Y fundamentalmente había mucho temor a las represalias de SL por participar en esa desafiante manifestación antiSL en que se convirtió la marcha.
La ONG donde yo trabajaba llevaba una banderola donde, un poco exageradamente, se identificaba a SL con el símbolo del fascismo. Recuerdo que mucha gente evitaba marchar junto a nosotros, lo consideraban peligroso, aunque por supuesto no estaban del lado de los terroristas.
Las manifestaciones multitudinarias, hablando ya en un plano general, no han sido nuestro fuerte en los último veinte años. Participé también en la llamada Marcha de los Cuatro Suyo, y el conjunto apenas si bordeó las cincuenta mil personas. Imagínense, 50,000 personas echando a un dictador en una ciudad de 8 millones de habitantes.

Daniel Samanez dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Daniel Samanez dijo...

La censura no opera solo en “El Comercio” y no es solo aplicada por los ultras (cualquiera sea color o rama de la zoología adonde pertenezcan). Opera en la cotidianidad y el día a día. Está siempre el miedo a lo que uno puede perder si dice lo que piensa y si no acepta “el orden natural de las cosas”. Es decir, si se hace ejercicio de la individualidad. En una sociedad fundamentalmente clientelista es perfectamente comprensible.

Recuerdo que hace unos años –probablemente durante el levantamiento de Humala en la sierra- un amigo que trabajaba en el centro de Lima me comento que un grupo de reservista estaba acampando frente al palacio de justicia durante ya varios días. Me dijo que era increíble que NINGUN medio de comunicación estuviera reportando eso. No le creí. Mucho menos que parte de la función circense de estos señores era salir a correr amenazadoramente en formación y ropa militar coreando arengas alrededor del parque. No le creí hasta que me toco ir al centro y verlos yo mismo.

Ya sabía que nos censurábamos. Pero no a ese extremo.

El pensamiento y el desarrollo de ideas necesitan libertad. Esa censura cotidiana no nos hace ningún favor. Y está a todo nivel. Hay temas que sencillamente no queremos (o acaso no podemos) tocar.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

¿Y cuál era el mortivo de esa supuesta autocensura?

Daniel Samanez dijo...

Sobre la censura:

Los motivos estructurarles los listo en mi comentario previo.

Respecto a los coyunturales, sobre a la manifestación de los reservistas, habría que preguntarles a los editores de los medio de comunicación. Conjeturo que el miedo a que se encienda una revuelta nacional y a que Humala acabara bajado de los cerros a la costa con un improbable ejército improvisado de indios dispuesto a quemar a todo protagonista de vladivideos pudo haber tenido algo que ver. Tras la caída de Fujimori y durante el levantamiento de Humala había mucho –- ¿que más podia haber?-- miedo en el ambiente. Daba la impresión de que podía pasar cualquier cosa.

carlos dijo...

Me parece increíble que Enrique, cuya inteligencia conozco y aprecio, haya publicado un artículo tan ligero. ¿sera que esta interesado en el revisionismo histórico

Elvis Mendoza Martínez dijo...

"Lo que creo que habría que preguntarse es si la gente en Lima --y la gente en el Perú en general-- cambió en algo luego conflicto armado interno."

"Yo creo que en líneas generales, no."

Samanez ha escrito lo más sensato en esta conversación. Preguntarse si la gente, en general, cambio en algo luego del conflicto interno, es lo más interesante que se ha escrito. ¿Hemos cambiando luego de tan lamentables momentos de dolor? Así como Samanez pienso que no. Seguimos siendo aún indiferentes del drama que viven millones de personas en nuestro país y, las causas por las que un determinado sector de la sociedad decidió rebelarse, aún persisten; ello es innegable. Aún las reconmendaciones, como apunta, también, Samanez, siguen esperando su implementación. Lo que tendriamos que preguntarnos, de alguna forma, es: siendo hombres de nuestro tiempo como impedir que surgan movimientos como aquellos que condenamos; pese, a situarnos siempre como espectadores. ¿Què hizimos o, que dejamos de hacer, nosotros para que no surgan movimientos como SL? ¿Qué plantemos frente a la decisión de secotres de la población frente a una supuesta elección de Ollanta Humala, Evo Morales, Hugo Chávez (criticados), en otros casos?

Anónimo dijo...

claro que sí, leonardo, pero me jor te envíó un correo, pues con eso nos alejamos del tema, ¿no crees?

Anónimo dijo...

perfecto, Paulo, hay problemas estructurales, ¿cómo negarlo?, pero esos mismos problemas estructurales existen en casi todos los países no desarrollados, y sin embargo por allá no surgieron "respuestas" tan sangrientas y brutales como la de SL.
Quiero decir que los problemas estructurales puede explicar el surgimiento de SL, pero no pueden justificar de ningna manera su antihumano accionar.
Con respecto a lo que piensan los senderistas y el sentido mesiánico y teleológico de su posición, está documentado en sus escritos desde sus inicios, sobre todo en los documentos previos a la llamada "Entrevista del siglo", y está presente en los discursos de militantes hoy presos en las cárceles.
Ya no solo para SL sino para todo partido maoísta, la toma del poder es inevitable y "el partido" está destinado históricamente a conquistar el poder tarde o temprano. Eso es teleológico, salvo mejor parecer.

Daniel Samanez dijo...

El contrapunto entre Paulo y Vico es sumamente importante: ¿Que fue SL?

Creo que nada puede justificar sus acciones. Pero no por eso debemos dejar de buscar las causas de ellas. Descalificarlos como interlocutores no ayuda a nadie más que a ellos.

Puesta en la mesa de discusión, su ideología es débil e ineficaz y, en este momento de la historia, totalmente insostenible.

La prepuesta de sendero no encajaba en la cultura andina: ni en su variante tradicional del campo ni en la emergente de las ciudades. Tampoco con los demás protagonistas sociales en la ciudades. Esto, claro, a grandes rasgos. Sin duda tenía simpatizantes pero su propuesta nunca prendió ni se popularizo generalizadamente, tal como ellos esperaban.

Lo que cabría preguntarse entonces es: ¿Por qué un movimiento que fue tan poca cosa, que estaba desconectado de la realidad peruana en gran medida, hizo tanto daño?

A mi parecer no fue por su fuerza. Fue por la debilidad del estado y por nuestra debilidad como sociedad. Estaba mas conectado, conocía mejor el ande, que el estado y aquellos que dirigían el país. Digo conocía, lo que es distinto a que su propuesta encajara con, lo andino.

Yo creo que de ahí parte el discurso que sostiene que Lima vivía a espaldas del conflicto.
Para volver al tema de entrada, Tarata –y en general el atroz conflicto armado- no hizo que dejáramos de vivir a espaldas al ande y a esas otras culturas que compone el Perú. Quizás la urgencia de una resolución militar y la gravedad del conflicto pudo haberse hecho mas patente, pero no hizo que como sociedad volvamos la cara al ande ni a sus problemas.

Como prueba de que las causas estructurales siguen ahí: Fujimori llego al poder con sus votos. Y entiendo a partir de las encuestas que sigue siendo su favorito. Humala levanto cabeza con esos mismos votos. Propuestas totalitarias (inaceptables) y reivindicativas (aceptables y necesarias) encuentran un comprensible terreno fértil en el ande.

¿Que se puede esperara después de siglos en los que sistemáticamente se ha excluido, estafado, explotado he incluso embrutecido intencionalmente a la gente del ande? ¿Podemos esperar que sea gente pacifica? ¿Podemos esperara que la violencia, que el totalitarismo, no sean una tentación constante?

Lo que es más urgente: ¿Podemos, como sociendad, entender eso?

-------------------------

Los afanes reivindicativos de Chávez, Morales y Lula los hermanan. A Chávez y Lula los separa el método: pragmatismo económico. El socialismo en economía no hace sino empobrecer y destruir la economía de todos los países donde se ha aplicado. Venezuela no es la excepción. El precio alto del petróleo es lo que explica la permanecía y popularidad de Chávez. Algo totalmente coyuntural.

Anónimo dijo...

hola interesante lo q han escrito ,yo vivia en villa y cerca a la fepomuves q era un programa del estado q ayudaba a las madres de villa el salvador,donde dejaban viveres y se repartia a los clubes de madres de todo villa el salvador ahi era donde moyano trabajaba y su grupo de madres pero resulta q esta señora no daba los todos los viveres sino q los vendia aprovenchandose de su poder claro no solo ella era sino q hay muchas de estas mujeres q construyeron sus casas crearon pequeñas empresas con dinero destinado a la gente pobre ,es cierto q el terrorismo es malo y no es justificable pero tampoco la viveza de otras personas q se aprovechan de la ignorancia de los pobres gracias.